CAPÍTULO 02

holaaa.. :) Sorry por no subir más temprano, pero les dejo cap largo eh! Les cuento algo, lo zarpado todavia se viene, y con todo! Disfruten y firmen chicas.. Hay muchas visualizaciones. Espero por las firmas! Mi twitter - @siempreconlyp BESOS  ♥ 

Ménage. Ella quería un ménage. No podía esperar para hablar con Nico. Él tenía la sensación que su amigo estaría muy interesado en lo que su buena camarada Lali quería sacar de su vida sexual.

¿Suficientemente hombre? No se daba cuenta todavía, pero había arrojado el desafío. Y vaya si no iba a ser él el hombre para responderlo.

CAPÍTULO 02

Lali excavó en la comida, con un suspiro de placer cuando la carne tierna golpeó su lengua.

―¿Está bueno? ―preguntó Agus.

―Escápate conmigo ―declaró Lali. ―¿Qué tiene Can que yo no tenga? Podemos vivir de tu barbacoa y ser holgazanes de playa.

Agus sonrió y comenzó a responder.

Lali levantó una mano.

―No, no respondas a eso. No estoy para una lista de las maneras en las que no doy la talla.

Nico y Agus la miraron con curiosidad, mientras que Peter ganó un punto al mirar hacia abajo en su plato. Lali se encogió. En vez de salir en broma como había previsto, había sonado triste y resignada.

Miró a Cande y puso una cara "oops" que los demás no pudieron ver. Luego se concentró de nuevo en su comida, cortando otro trozo de carne.

Su ruptura con Benjamin la molestaba más de lo que le hubiera gustado. No sólo el sexo había sido un desastre, su reacción a la sorpresa que había preparado todavía la hacía encogerse de vergüenza. La había hecho sentir como un monstruo. No lo que una mujer quería sentir como cuando estaba tratando de ser salvaje y sexy.

¿No se suponía que a los hombres les gustaban ese tipo de cosas? ¿Es que no se quejaban todos porque las mujeres no eran lo suficientemente aventureras en la cama? ¡Ja! Ella aún no había encontrado a un hombre al que le gustara el sexo con la frecuencia y la imaginación que a ella le gustaba.

Tal vez era un monstruo.

Se aclaró la garganta y miró a Peter.

―¿Qué está haciendo Rochi? No la he visto mucho desde la boda. Gas parece terriblemente protector con ella.

―Él tiene una razón de ser ―dijo Peter con una mueca. ―Pero ella lo está haciendo bien. Parecen felices.

―¿Ella está yendo a terapia? ―intervino Cande.

Peter asintió.

―Sí, todo el asunto con Pablo la jodió de verdad.

―Estúpido hijo de puta ―murmuró Nico―.Yo no confío en esa pequeña depresión nerviosa que tuvo en la televisión pública. Me parece demasiado calculada.

Agus alzó la frente.

―¿Crees que va a intentar algo?

―No, a menos que tenga el deseo de morir ―dijo Peter. ―Gas le matará si él se acerca a Rochi otra vez.

―Y exactamente no estaré golpeándome a mí mismo para detenerlo ―dijo Nico.

Lali sacudió la cabeza. ―Rochi es una chica dulce. Odio que haya pasado por tantas cosas. Pero Gas es bueno para ella.

―Sería bueno para mí, también ―interrumpió Can, con un brillo diabólico en su mirada.

―Hey, ―protestó Agus mientras se extendía para ajustar el brazo de Cande.

Lali se rió. Dios, amaba a estos tipos. Ella nunca podía estar deprimida durante mucho tiempo a su alrededor.

―Agus, si Can no te quiere, eres bienvenido a mi casa.

―¿Estás haciéndole proposiciones a mi marido? ―exigió Cande.

Agus se pasó la mano por la barbilla.

―Me gusta que se peleen.

―Las peleas de gatas son sexy ―dijo Nico con una risita.

Lali puso los ojos en blanco.

―Como si cualquier chica tuviera la oportunidad con Agus. Está tan enchochado con Cande, que es repugnante.

―Justo como me gusta ―dijo Cande con una sonrisa satisfecha.

Cande se levantó y empezó a recoger la mesa. Lali se levantó para ayudarla y empezó a recoger los platos. Mientras empezaba a correr el agua en el fregadero, Cande miró por la ventana de la cocina y se tensó.

―Uh oh, Lali.

A Lali no le gustó el sonido de ese uh oh.

A Agus, evidentemente tampoco. Se puso de pie al lado de su esposa para poder mirar hacia fuera.

Cande se volvió hacia Lali.

―Benjamin sólo se detuvo.

―Oh, bien ―murmuró Lali mientras soltaba los platos que estaba sujetando.

―¿Problemas, Lali? ―preguntó Nico con voz preocupada.

Ella le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

―Nada que no pueda manejar ―ella caminó hacia la puerta, decidida a encontrarse con Benjamin fuera en lugar de tener la inevitable confrontación en el interior. ―Disculpanme un segundo. Esto no debe llevar mucho tiempo.

Peter la siguió con la mirada hasta que salió de la casa con un golpe. Nico lo miró interrogante, pero Peter se hizo el tonto. No quería dar a entender que había escuchado la conversación de Lali con Cande.

―¿Qué está pasando con esos dos? ―le preguntó Agus a Cande mientras seguían mirando por la ventana.

―Ella rompió con él esta mañana ―murmuró Cande.

Nico se levantó de la mesa, llevando los platos que Lali había dejado. Se acercó al fregadero y los dejó antes de mirar por la ventana. Peter se moría de ganas de hacer lo mismo, pero se obligó a sentarse y parecer sólo ligeramente interesado.

―No se puede decir que me sorprenda ―dijo Nico con un encogimiento de hombros cuando regresaba a sentarse a la mesa. ―Ella necesita un hombre al que no pueda atropellar tan fácilmente.

Peter miró a su amigo con sorpresa. En ese punto estaban de acuerdo, a pesar de que nunca habían discutido la vida amorosa de Lali antes. No había estado exactamente en lo alto de sus listas de prioridades.

―Parece enfadado ―dijo Cande con ansiedad.

Tanto Nico como Peter se pusieron de pie de un salto y se dirigieron a la ventana para mirar fuera. Todos estaban comprensiblemente cautos después de todo lo que Rochi había tenido que soportar en manos de su ex-marido. De ninguna manera iban a mantenerse al margen y dejar que Lali tomara el peso de la ira de algún gamberro. Benjamin parecía muy cabreado. Lali dio un paso atrás mientras todos miraban.

―Voy a salir ―murmuró Peter. ―Quiero asegurarme de que el gilipollas no se deja llevar.

―Agus y Nico son los policías, a lo mejor deberían ir ellos ―dijo Cande, su ceño profundizándose mientras observaba a su amiga.

―Razón de más para que vaya ―dijo Peter. ―Puedo salir cubriendo al cabrón mejor que ellos.

No esperó una respuesta. Se acercó a la puerta y salió en silencio.

Ni Lali ni Benjamin debían haberle oído, porque no se dieron la vuelta. Peter se deslizó por la escalera del patio. Su acalorada conversación llenaba sus oídos, y se detuvo para poder escuchar desde la distancia.

―Maldita sea, Lali, ¿qué se supone que debo hacer? Te comportaste como una especie de puta. Yo no lo esperaba.

Lali apretó los puños a su lado.

―¿Sólo porque te sugerí hacer algo más de lo habitual, chupar la polla y el misionero, me hace una puta? ―gritó ella.

―¡Cállate, por Dios!

―No, Benjamin, no voy a callarme. Se acabó. No sé por qué estás aquí, pero desde luego no voy a cambiar de idea. He dicho todo lo que tenía que decir esta mañana.

―¿Estás rompiendo conmigo? ―preguntó incrédulo. ―Mierda, Lali, no estás siendo razonable. Deberías haberme advertido o algo así. Tenías anillos para los pezones. Como una especie de fulana barata. ¿Qué diablos te poseyó? Es por eso que me hiciste esperar un mes sin sexo? ¿Así podrías darme esta extraña sorpresa de mierda? Y luego me dices cómo quieres que tome el control para que tú no tengas que decidir cómo lo hacemos todo el tiempo. Dale a un chico un descanso.

¿Anillos para los pezones? ¡Oh Jesús. Lali tenía anillos para los pezones. Esto sin duda era un nuevo avance. Peter la había visto en bikini en muchas ocasiones, y estaba condenadamente seguro que se habría dado cuenta de los anillos para los pezones.

Así que Lali estaba tratando de diversificarse y el capullo de su novio había lanzado un ataque. Bueno, bien por ella por deshacerse de él. Era obvio que no la merecía.

―Eso es exactamente lo que estoy haciendo, ―dijo Lali con frialdad ―darte un respiro. Hemos terminado. Finito.

La ira brilló en la cara de Benjamin y Peter empezó a avanzar. Sabía que esa mirada sólo podía significar problemas.

―¡Eres una puta provocadora! ―gruñó Benjamin.

Fue a cogerle el brazo, pero Lali le esquivó y le dio con la rodilla en la entrepierna.

―¡Mamón bastardo! ―dijo entre dientes mientras él caía al suelo.

Peter se interpuso entre ellos y arrastró a Benjamin por la camisa. El hombre todavía estaba pálido con dolor y agarrándose sus partes pudendas, todo lo que para él tenía valor.

Peter lo estrelló contra la camioneta de Benjamin y se puso en su cara.

―Si alguna vez te veo a tres metros de Lali de nuevo, voy a hacer que lo que ella hizo parezca una mamada. ¿Me entiendes?

Benjamin gruñó y luchó para soltarse.

―Sí, lo entiendo. Saca tus jodidas manos de encima. Puedes llevarte a la perra psicópata.

PEter le derribó de un golpe. Benjamin cayó al suelo, la sangre brotaba de su nariz. Benjamin se agarró la cara con ambas manos, aullando de dolor.

Se puso de pie y manoseó para abrir la puerta de su camión.

―¡Tú hijo de puta! Si me rompiste la nariz, presentaré cargos.

Peter se rió entre dientes e hizo un gesto con el pulgar en dirección a la ventana de la cocina.

―Hazlo, maricón. Pero debes saber que dos policías están mirando desde esa ventana de allí, y me imagino que ellos jurarán que no vieron tal cosa.

Benjamin se lanzó dentro de la camioneta, jurando y golpeando la sangre que corría por su rostro. En unos segundos, salió de la calzada, arrojando un sendero de piedras y tierra de varios metros de alto.

Peter se volvió hacia Lali, que tenía una mirada de asombro en su cara.

―¿Estás bien? ―preguntó suavemente.

―Sí, estoy bien ―ella lo miró, sus cejas arqueadas en interrogación. ―¿Qué diablos fue todo eso?

Peter sabía por qué estaba confundida. Nunca se había entrometido en sus asuntos así. Lali era más que capaz de cuidar de sí misma. Eso era algo que admiraba de ella.

Se encogió de hombros y puso una mano sobre su hombro.

―Sólo se veía como que podrías necesitar ayuda, eso es todo.

―Sí, bien, gracias ―murmuró mientras emprendían el regreso a la casa.

Cuando se detuvieron en las escaleras, ella lo miró, el labio inferior atrapado entre los dientes, un signo seguro de agitación.

―¿Tú no... tú no oíste la conversación, verdad? ―preguntó nerviosamente.

Peter casi sonrió. Sí, suponía que Lali se moriría si sabía que él había escuchado eso y más. A partir de lo que había recogido de su conversación con Cande y su lucha con Benjamin, parecía que estaba extendiendo sus alas un poco y aventurándose dentro de nuevos territorios.

Territorios con los que él estaba íntimamente familiarizado.

―No, yo acababa de salir cuando él hizo un movimiento hacia ti ―mintió. ―Parecía que estaba tratando de hacerte daño.

―Bueno, gracias ―dijo de nuevo, los hombros caídos con alivio.

―No hay problema. ¿Para qué son los amigos?

Puso su brazo alrededor de su cuello, dejando que su mano colgara sobre su hombro, algo que había hecho un millón de veces antes. Sólo que ahora, era muy consciente de la proximidad de la mano a sus pechos. Y a esos anillos para los pezones que se estaba muriendo por ver.

Continuará...