CAPÍTULO 10

Como hoy es sabado les dejo otro cap.. y si hay firmas subo más y más! jajaja  Se viene Laliter chicas, firmen que pronto llega! BESOS. ♥ 

Lali, que no sabía que Jacob había descubierto no hacía mucho la existencia de ese hijo, imaginó simplemente que, por la distancia y sus infrecuentes visitas a Savannah, Peter no había podido conocer a su travieso sobrino hasta ese día.

CAPÍTULO 10

Le gustaba el modo en que conectaba con los niños, no sólo con Dylan. Era un buen padre, y estaba segura de que, aunque tuviera tres o cuatro críos en vez de uno, los querría a todos por igual, y aún tendría amor para repartir entre media docena más. A Dylan desde luego le iría bien tener hermanos que llenaran el vacío que había dejado su madre.

Por alguna absurda razón, su mente conjuró en ese momento una imagen de sí misma en la cama de un hospital con un bebé en brazos y Peter y Dylan a su lado, ¿En qué diablos estaba pensando?, se reprendió, sintiendo que las mejillas le ardían ante la sola idea.

—Seguro que su influencia le hará mucho bien a Dylan —oyó que le decía Jacob a su hermano, mientras Peter lo bajaba al suelo—. Hasta hace sólo unos meses Thiago era tan reservado como Dylan, pero a fuerza de cariño ha ido saliendo del cascarón.

Thiago agarró entonces al otro niño de la mano, y le dijo:

—Ven, vamos a jugar.

Dylan miró vacilante a Lali, que le sonrió y se ofreció a acompañarlos, aliviada de tener un motivo para escapar durante un rato de aquellas personas que, aunque encantadoras, le imponían bastante. Sin embargo, Peter la retuvo suavemente por el codo.

—Debes estar cansada del viaje, deja que busque a alguien para que vigile a Dylan —le dijo.

—Oh, no es necesario —replicó Lali, azorada de nuevo ante tanta amabilidad—. Estoy bien, de veras.

Además, se dijo a sí misma, aquél no era su lugar. Era sólo una chica de clase media, una trabajadora, y entre aquella gente rica e influyente se sentía como un ganso entre cisnes y pavos reales. ¿Y si aquellas deferencias para con ella fuesen únicamente un espejismo, si sólo estuviesen siendo amables? No quería caer en la trampa de mostrarse igualmente familiar con ellos, y que los parientes de Peter  acabasen pensando que iba detrás de su fortuna.

En el conservatorio, sus profesores la habían instruido en el «arte» de hacer la pelota a la gente en los cócteles que seguían a los recitales. Tenía que ir de una persona a otra, iniciando conversaciones vacías, esbozando sonrisas forzadas, haciendo cumplidos que no sentía… Aquello era algo que siempre le había repugnado, y lo último que querría era que la familia de Peter pensase que eso era lo que pretendía hacer con ellos.

Y además, por agradables que le pareciesen los parientes de Peter, ¿qué sentido tenía intentar establecer vínculos con ellos cuando probablemente no iba a volver a verlos jamás?

—A Dylan le hará bien estar a solas con niños de su edad —insistió Peter.

—Oh, déjala marchar —intervino Imogene—. Seguro que se aburrirá muchísimo si tiene que oírnos rememorando viejos tiempos. Ve a darte una vuelta por la casa —le dijo a Lali—. Si te gusta el arte, hay un montón de cuadros y esculturas interesantes en cada rincón.

Lali volvió a sentirse apabullada por esa amable intercesión.

—Bueno, la verdad es que me encanta el arte… —balbució.

—Pero espero que sí acompañarás a mi hermano a la fiesta, Lali —le dijo Imogene—. Si aparece solo, habrá una estampida de chicas solteras en su dirección, y no creo que al tío Abe le siente nada bien que le robe protagonismo.

Las protestas de Peter cayeron en saco roto, porque Imogene siguió picándolo entre risas, y Lali, distraída por su tono bromista, no advirtió el brillo travieso que había en los ojos de la hermana de Peter.

—Pero, ¿seguro que no debería ir con Dylan? —insistió—. Tal vez se…

—Deja de preocuparte por él —la cortó Imogene—. Estará bien. El tío Abe ha contratado a un grupo de niñeras para que se hagan cargo de los niños de todos los asistentes. Tendrá su propia fiesta aparte, con payasos, magos, y juegos de todo tipo para que estén entretenidos.

Como una suave brisa, Miranda Lanzani, la madre de Peter, entró también en la conversación.

—Entiendo que quieras estar con Dylan en todo momento por si te necesita, querida, y eso dice mucho en tu favor, pero como ha dicho mi hija, no tienes por qué preocuparte —le aseguró—. Estará bien atendido. Sin embargo, sí quiero que sepas que nos gustaría poder conocerte un poco mejor. Después de todo ahora eres la niñera de Dylan; es como si fueras parte de la familia. Por eso le he dicho a Peter, si tú no tienes inconveniente, claro está, que os alojaréis en nuestra casa. Está sólo a unos pocos kilómetros de aquí. Además, con el revuelo que va a haber aquí, en Crofthaven, durante los próximos días con el arranque de la campaña de Abraham, estaremos más tranquilos y Harold y yo tendremos la oportunidad de pasar un poco de tiempo con nuestro nieto.

¿Cómo habría podido rechazar una invitación así? Aunque Lali se dijo que la madre de Peter probablemente sólo estaba siendo amable, no pudo evitar emocionarse. Lo único que ella había recibido de sus padres en sus veinticinco años de vida habían sido exigencias, y reprimendas cuando no hacía las cosas como ellos querían. Por eso, la idea de que una mujer como Miranda Lanzani y su familia, para quienes no era nadie, quisiesen conocerla mejor, hizo que se le formara un nudo en la garganta.

—Bueno, yo… no querría ser una molestia —comenzó, bajando la voz, como para no revelar la emoción que la embargaba—, pero se lo agradezco muchísimo, y para mí será un honor asistir a la fiesta.

A coro, los Lanzani le aseguraron que no sería una molestia en absoluto. De hecho, a juzgar por la mirada que cruzaron madre e hija, y que Lali no advirtió, acababa de convertirse en el centro de una nueva «operación casamentera», como Imogene llamaba a sus actividades de Celestina.

Continuará...