Capítulo 45

Hola chicas.. :) Si hay firmas otro cap hoy. besos besos ♥ 

Lali miró maravillada el juego de luces y colores que se formó en el cielo. Se quedaron en silencio mucho tiempo, contemplando el espectácu­lo, oyendo la música y los gritos de celebración que llegaban del río, dando sorbos de champán, abrazados el uno al otro.

Capítulo 45

Aunque esa semana se habían visto todas las tardes, apenas habían compartido unos pocos besos de buenas noches desde el día del yate con Bruno y Amy. De hecho, Lali prefería el rumbo que estaba tomando la relación entre ambos, como si, tácitamente, se hubieran pues­to de acuerdo para empezar por el principio. Se­guía deseándolo, anhelando sus besos y sus ca­ricias. Pero llevaban un ritmo más pausado en el que sentía a gusto.

Con todo, allí, con el cielo iluminado de pal­meras de colores y el champán cosquilleándole en la nariz, no se sentía tan segura. Sería muy fá­cil sucumbir. Cuando Peter la tocaba, se sentía incapaz de resistirse. Un pequeño escalofrío le recorrió la espalda al recordar la noche en la suite de su hotel. Las cosas que Peter le había hecho, el control que ejercía sobre su cuerpo... se ruborizó.

Lali sabía que, si en ese momento se giraba y lo besaba, lo convencería para que le hiciese el amor en el tejado. Pero las cosas habían cambia­do entre los dos. Los sentimientos habían cam­biado: el día de la fiesta de recaudación de fon­dos sólo había habido atracción sexual, pero, con el tiempo, la relación había crecido.

Gruñó para sus adentros. Relación. Eso era justo lo que se había jurado evitar. Pero ya no podía negarlo. Lo que tenía con Peter había de­jado de ser una aventura de una noche para convertirse en una relación. Antes o después, tendrían que hacer frente a lo que les estaba pasando y tomar decisiones. Lali suspiró. Ella tenía su vida en Chicago, Peter en Buenos Aires.

Cuando el espectáculo de fuegos artificiales finalizó, siguieron sentados en el tejado y se terminaron el champán mientras hablaban en voz baja, arrullados por el murmullo de la multitud abajo. Había sido un día muy largo y a Lali le estaba entrando el sueño. Bostezó, esti­ró los brazos por encima de la cabeza, dispues­ta a dormirse allí mismo, bajo la luna y las es­trellas.

—Vamos —murmuró Peter—. Te acompaño a tu hotel.

—No pienso dejar que vuelvas a meterme en la cama, a no ser que te metas conmigo —contestó ella sonriente.

—Resulta tentador —dijo él—. Pero ibas a dormir muy poco.

—De eso se trata —contestó Lali. Luego lo miró un buen rato—. ¿Qué estamos haciendo?

—No lo sé —Peter le acarició el pelo de la nuca—. Pero, sea lo que sea, lo estamos pasan­do bien.

—Sí... Pero no sé... —Lali negó con la cabe­za, incapaz de poner en palabras la causa de su confusión.

—Lo sé —dijo él antes de posar los labios so­bre su boca—. Pero no tenemos que decidirlo esta noche, ¿no?

Regresaron a la casa, apagando luces a medi­da que pasaban. Cuando salieron a la calle, se encaminaron hacia la avenida donde estaba el hotel, dando un paseo despacio, agarrados del brazo. Las calles seguían atestadas de personas con si­llas plegables y neveras portátiles.

Lali pensó que nunca celebraría otro Día de Navidad sin acordarse de esa noche en un tejado de Buenos Aires con Peter Lanzani. Lo miró, sorprendida todavía de lo guapo, dulce y diver­tido que era. Llevada por un impulso, lo empujó contra la puerta de una tienda, lo abrazó y lo besó con ardor.

Peter sonrió, la apartó y le dio un beso en la frente.

—Así no llegaremos nunca al hotel. - Una mujer se chocó con ellos y Lali le echó una mano para que no perdiera el equilibrio.

—¿Señorita Espósito?

Lali se quedó helada al reconocer a la señora Navarro, la secretaria de Ricardo Soler. ¡Ya era casualidad!, ¡mira que tener que encontrarse con la persona más leal a Ricardo Soler!

—Señora Navarro, le presento a...

—Sé quien es usted —dijo ella con expresión impenetrable.

—Peter Lanzani —finalizó Lali.

—¿Le han gustado los fuegos artificiales, se­ñor Lanzani? —preguntó la señora Navarro.

—Sí —respondió él—. Nos han gustado mu­cho. Los hemos visto desde un tejado. Este año han sido fantásticos, ¿no le parece?

—Sí... —la secretaria se giró hacia Lali—. Nos vemos el lunes en el despacho, señorita Espósito. Que tenga un buen fin de semana.

Continuará...