Holaaaa. :) En el proximo ya empieza algo un poco más Laliter :) Si hay firmas subo uno más. BESOS, ♥
CAPÍTULO 14
Había macetas con
exóticas plantas adornando la encimera de mármol de los lavabos, y los grifos
eran dorados. El techo estaba altísimo, y nada más entrar había una especie de
pequeña antesala, con varias sillas de mimbre blancas y una mesita baja también
de mimbre y superficie de cristal.
Al girarse hacia uno de
los espejos, Lali reconoció en su reflejo la misma expresión de pánico que
solía tener cuando se sentía indispuesta antes de cada recital.
Nunca había llegado a
dominar del todo los nervios dé tener que tocar ante un auditorio lleno de
gente, y con frecuencia se había dicho que, al escucharla, probablemente esas
personas ni siquiera imaginaran las penalidades por las que había tenido que
pasar, la cantidad de horas que le dedicaba al piano cada día.
La presión de sus padres
había ido minando a lo largo de los años su sensible espíritu hasta hacerla
renegar de su don, y de la música que tanto había amado.
Se acercó a uno de los
lavabos, giró el mando del agua fría, y estaba inclinándose para echarse un
poco en laxara cuando se dio cuenta de que no estaba sola. En una esquina del
servicio había dos mujeres, y una de ellas estaba llorando con el rostro oculto
entre las manos. Pensó que lo mejor sería salir sin hacer ruido, pero la mujer
que estaba intentando consolar a la que lloraba le lanzó una mirada
desesperada, y le pidió un pañuelo moviendo mudamente los labios.
Lali tomó un pañuelo de
papel de un recipiente de porcelana pintada junto al lavabo, y se lo llevó. La
mujer, que rondaría la treintena, lo tomó y le dijo:
—Me he encontrado a esta
pobre criatura llorando desconsolada, y me ha parecido que no estaría bien
dejarla aquí sola en este estado. ¿No la conocerá usted por casualidad, verdad?
—No, lo siento
—respondió Lali—. ¿Qué es lo que le ocurre?
En ese momento la otra
mujer alzó el rostro, un rostro tan hermoso que no parecía hecho para las
lágrimas. Lo cierto era que no era lo suficientemente mayor como para ser
considerada una «mujer», pero tampoco tan joven que pudiese decirse que fuera
aún una niña. Estaba en esa edad difícil en la que se fluctúa entre la
adolescencia y la madurez. Quizá tuviera justamente los dieciocho, la edad en
la que en el Sur las hijas de familias
de alto estatus hacían su puesta de largo y empezaban a acudir a actos
públicos.
Con voz temblorosa, la
chica les explicó el motivo de su pesar:
—Sé que no es razón para
llorar, que es una tontería, pero es que… es que mi padre nunca está contento
conmigo. Nada de lo que hago le parece suficiente.
—No es una tontería
—replicó Lali con suavidad—. Yo también he pasado por eso.
—Y yo —añadió la otra
mujer.
Las tres se miraron
sorprendidas. Aliviada de que alguien la comprendiera y de poder desahogarse,
la chica siguió hablando:
—Mi padre espera que
flirtee con un hombre mayor en la fiesta, para conseguir que acceda a hacer
negocios con él. Es algo tan… tan repugnante… ¡Me hace sentirme como si fuera
una prostituta!
Lali tuvo que ir a por
otro pañuelo para atajar un nuevo torrente de lágrimas.
Lali tuvo la impresión
de haber vuelto por el túnel del tiempo a la era Victoriana. ¿Qué clase de
padre utilizaría a su hija como un objeto sexual para hacer realidad sus
ambiciones? Ella misma se respondió al recordar el día que sus padres la
arrastraron por entre los invitados de un cóctel, para presentarle a Josef
Sengele, un maestro del piano del que se decía que promocionaba a jóvenes
promesas. Sólo más tarde sabría Lali que no era un mentor altruista, como lo
pintaban, sino un casanova con un ego del tamaño de una casa.
—Sé lo que es eso.
Aquellas palabras no las
había pronunciado ella, sino la otra mujer. Había una triste nota de
resignación en su voz, y al girar la cabeza hacia ella Lali vio dolor en sus
ojos, pero se suavizaron cuando puso una mano en el hombro de la chica.
—A veces no hay más
remedio que hacer lo que hay que hacer—le dijo—. La familia es la familia.
La chica dejó de
sollozar y consideró sus palabras.
—Bueno, supongo que
podría charlar con ese hombre —hipó—. No hay nada de malo en charlar, ¿verdad?,
y no quiero enfadar a mi padre.
Lali no podía dar
crédito a lo que estaba oyendo. Por complacer a sus padres ella misma había
asistido a innumerables eventos de ese tipo, donde la habían exhibido como a un
caballo ganador, comprendía que, aun yendo en contra de sus principios, aquella
chica quisiera también agradar a su progenitor, cuyo respeto y aprobación le
parecían imposibles de conseguir, pero estaba equivocada.
—En vez de postergar lo
inevitable durante años —le dijo, poniendo una mano en su otro hombro—, años
durante los cuales se irá desgastando tu amor propio, podrías enfrentarte a tu
padre y vivir tu vida según tus propias reglas. Por experiencia propia puedo
asegurarte que es mejor arriesgarse a que tus padres renieguen de ti, que
renegar de tus principios.
Al oír esas palabras, la
otra mujer se puso tan blanca como el vestido que llevaba. Pareció que la
hubieran conmovido, pero Lali tuvo la impresión de que la habían herido
también, acaso porque ella no había tenido ese valor y se había resignado. —La
decisión es tuya —le dijo a la chica—, pero tomes el camino que tomes, no te
tortures después con la duda de si debiste haber tomado el otro.
Lali asintió con la
cabeza. Era curiosa la afinidad que sentía con aquellas dos extrañas. Sin
embargo, era consciente de que esa afinidad era tan frágil como un hilo de
seda, que se rompería en cuanto el momento pasase.
De hecho, cuando se abrió
la puerta del baño y entraron dos señoras mayores, las tres dieron un respingo,
recordando de pronto que estaban en un lugar público.
Con un suspiro, la chica
les confesó: —La verdad es que estoy tentada de fugarme, y no tener que tomar
ninguna decisión.
La vida de Lali había
sido siempre tan solitaria por las horas que había tenido que pasar practicando
frente al piano y por los viajes de un estado a otro para dar conciertos, que
nunca había podido tener amigos de verdad. Y le habría hecho tanta ilusión
tenerlos…
—Podríamos acordar una
hora y un lugar para vernos las tres más tarde, cuando empiecen los fuegos
artificiales —les dijo.
Sin embargo, la chica
sacudió la cabeza con una sonrisa triste de disculpa, y la mujer de blanco
emitió una tosecilla incómoda.
—Será mejor que no
—respondió, haciendo un gesto de despedida y dirigiéndose hacia la puerta—.
Debo irme ya.
Salió del servicio, la
siguió la chica, y Lali se quedó allí de pie, deseando haberles preguntado al
menos sus nombres.
Continuará...
Lali quiso ayudar pero no la entendieron o lo q es peor ganó el mandato fliar...q suerte q esto sólo pase a algunas y me saco el sombrero ante quienes logran romper con eso y hacer la suya!
ResponderEliminarme encanta!!! otrooooooooooooooo! FIRMEN jajaja :)
ResponderEliminarPobre Lali! y tambien pobre de esas dos mujeres! ojala que se vuelvan a ver o algo :)
ResponderEliminarun beso
Espero el proximo!
me encanto otro capitulo mas por favor
ResponderEliminarPorfaaaaaaa!!!! Subi el proxx!!! Asi empezamos un domingo lindo!!!! :D En brevee subo el 10!!!
ResponderEliminarPobrees!! Debe ser horrible lo que les pasóo!
ResponderEliminarMás noveee!!
Que tierna Lali como la intento ayudar, pobres todo lo que tuvieron que pasar esas mujeres, aunque cuando la chica dijo lo del señor no se porque pero me sonaba a Peter espero equivocarme :/ muchas gracias por subir la Nove! @LuciaVega14
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