domingo, 20 de mayo de 2012

CAPÍTULO 14


Holaaaa. :) En el proximo ya empieza algo un poco más Laliter :)  Si hay firmas subo uno más. BESOS, ♥ 


Lali reprimió una sonrisilla al ver a Peter volver la cabeza hacia ella y mirarla como diciendo: «¡auxilio!», pero ese sentimiento de maligna satisfacción le duró poco. Mientras se alejaban, volvió a sentirse fuera de lugar, y esa impresión sólo se intensificó cuando entró en los servicios, que eran tan suntuosos como el resto del hotel.
CAPÍTULO 14

Había macetas con exóticas plantas adornando la encimera de mármol de los lavabos, y los grifos eran dorados. El techo estaba altísimo, y nada más entrar había una especie de pequeña antesala, con varias sillas de mimbre blancas y una mesita baja también de mimbre y superficie de cristal.
Al girarse hacia uno de los espejos, Lali reconoció en su reflejo la misma expresión de pánico que solía tener cuando se sentía indispuesta antes de cada recital.
Nunca había llegado a dominar del todo los nervios dé tener que tocar ante un auditorio lleno de gente, y con frecuencia se había dicho que, al escucharla, probablemente esas personas ni siquiera imaginaran las penalidades por las que había tenido que pasar, la cantidad de horas que le dedicaba al piano cada día.
La presión de sus padres había ido minando a lo largo de los años su sensible espíritu hasta hacerla renegar de su don, y de la música que tanto había amado.
Se acercó a uno de los lavabos, giró el mando del agua fría, y estaba inclinándose para echarse un poco en laxara cuando se dio cuenta de que no estaba sola. En una esquina del servicio había dos mujeres, y una de ellas estaba llorando con el rostro oculto entre las manos. Pensó que lo mejor sería salir sin hacer ruido, pero la mujer que estaba intentando consolar a la que lloraba le lanzó una mirada desesperada, y le pidió un pañuelo moviendo mudamente los labios.
Lali tomó un pañuelo de papel de un recipiente de porcelana pintada junto al lavabo, y se lo llevó. La mujer, que rondaría la treintena, lo tomó y le dijo:
—Me he encontrado a esta pobre criatura llorando desconsolada, y me ha parecido que no estaría bien dejarla aquí sola en este estado. ¿No la conocerá usted por casualidad, verdad?
—No, lo siento —respondió Lali—. ¿Qué es lo que le ocurre?
En ese momento la otra mujer alzó el rostro, un rostro tan hermoso que no parecía hecho para las lágrimas. Lo cierto era que no era lo suficientemente mayor como para ser considerada una «mujer», pero tampoco tan joven que pudiese decirse que fuera aún una niña. Estaba en esa edad difícil en la que se fluctúa entre la adolescencia y la madurez. Quizá tuviera justamente los dieciocho, la edad en la que en el  Sur las hijas de familias de alto estatus hacían su puesta de largo y empezaban a acudir a actos públicos.
Con voz temblorosa, la chica les explicó el motivo de su pesar:
—Sé que no es razón para llorar, que es una tontería, pero es que… es que mi padre nunca está contento conmigo. Nada de lo que hago le parece suficiente.
—No es una tontería —replicó Lali con suavidad—. Yo también he pasado por eso.
—Y yo —añadió la otra mujer.
Las tres se miraron sorprendidas. Aliviada de que alguien la comprendiera y de poder desahogarse, la chica siguió hablando:
—Mi padre espera que flirtee con un hombre mayor en la fiesta, para conseguir que acceda a hacer negocios con él. Es algo tan… tan repugnante… ¡Me hace sentirme como si fuera una prostituta!
Lali tuvo que ir a por otro pañuelo para atajar un nuevo torrente de lágrimas.
Lali tuvo la impresión de haber vuelto por el túnel del tiempo a la era Victoriana. ¿Qué clase de padre utilizaría a su hija como un objeto sexual para hacer realidad sus ambiciones? Ella misma se respondió al recordar el día que sus padres la arrastraron por entre los invitados de un cóctel, para presentarle a Josef Sengele, un maestro del piano del que se decía que promocionaba a jóvenes promesas. Sólo más tarde sabría Lali que no era un mentor altruista, como lo pintaban, sino un casanova con un ego del tamaño de una casa.
—Sé lo que es eso.
Aquellas palabras no las había pronunciado ella, sino la otra mujer. Había una triste nota de resignación en su voz, y al girar la cabeza hacia ella Lali vio dolor en sus ojos, pero se suavizaron cuando puso una mano en el hombro de la chica.
—A veces no hay más remedio que hacer lo que hay que hacer—le dijo—. La familia es la familia.
La chica dejó de sollozar y consideró sus palabras.
—Bueno, supongo que podría charlar con ese hombre —hipó—. No hay nada de malo en charlar, ¿verdad?, y no quiero enfadar a mi padre.
Lali no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Por complacer a sus padres ella misma había asistido a innumerables eventos de ese tipo, donde la habían exhibido como a un caballo ganador, comprendía que, aun yendo en contra de sus principios, aquella chica quisiera también agradar a su progenitor, cuyo respeto y aprobación le parecían imposibles de conseguir, pero estaba equivocada.
—En vez de postergar lo inevitable durante años —le dijo, poniendo una mano en su otro hombro—, años durante los cuales se irá desgastando tu amor propio, podrías enfrentarte a tu padre y vivir tu vida según tus propias reglas. Por experiencia propia puedo asegurarte que es mejor arriesgarse a que tus padres renieguen de ti, que renegar de tus principios.
Al oír esas palabras, la otra mujer se puso tan blanca como el vestido que llevaba. Pareció que la hubieran conmovido, pero Lali tuvo la impresión de que la habían herido también, acaso porque ella no había tenido ese valor y se había resignado. —La decisión es tuya —le dijo a la chica—, pero tomes el camino que tomes, no te tortures después con la duda de si debiste haber tomado el otro.
Lali asintió con la cabeza. Era curiosa la afinidad que sentía con aquellas dos extrañas. Sin embargo, era consciente de que esa afinidad era tan frágil como un hilo de seda, que se rompería en cuanto el momento pasase.
De hecho, cuando se abrió la puerta del baño y entraron dos señoras mayores, las tres dieron un respingo, recordando de pronto que estaban en un lugar público.
Con un suspiro, la chica les confesó: —La verdad es que estoy tentada de fugarme, y no tener que tomar ninguna decisión.
La vida de Lali había sido siempre tan solitaria por las horas que había tenido que pasar practicando frente al piano y por los viajes de un estado a otro para dar conciertos, que nunca había podido tener amigos de verdad. Y le habría hecho tanta ilusión tenerlos…
—Podríamos acordar una hora y un lugar para vernos las tres más tarde, cuando empiecen los fuegos artificiales —les dijo.
Sin embargo, la chica sacudió la cabeza con una sonrisa triste de disculpa, y la mujer de blanco emitió una tosecilla incómoda.
—Será mejor que no —respondió, haciendo un gesto de despedida y dirigiéndose hacia la puerta—. Debo irme ya.
Salió del servicio, la siguió la chica, y Lali se quedó allí de pie, deseando haberles preguntado al menos sus nombres.

Continuará...

7 comentarios:

  1. Lina (@Lina_AR12)20 de mayo de 2012, 21:39

    Lali quiso ayudar pero no la entendieron o lo q es peor ganó el mandato fliar...q suerte q esto sólo pase a algunas y me saco el sombrero ante quienes logran romper con eso y hacer la suya!

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  2. me encanta!!! otrooooooooooooooo! FIRMEN jajaja :)

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  3. Pobre Lali! y tambien pobre de esas dos mujeres! ojala que se vuelvan a ver o algo :)
    un beso
    Espero el proximo!

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  4. me encanto otro capitulo mas por favor

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  5. Porfaaaaaaa!!!! Subi el proxx!!! Asi empezamos un domingo lindo!!!! :D En brevee subo el 10!!!

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  6. Pobrees!! Debe ser horrible lo que les pasóo!
    Más noveee!!

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  7. Que tierna Lali como la intento ayudar, pobres todo lo que tuvieron que pasar esas mujeres, aunque cuando la chica dijo lo del señor no se porque pero me sonaba a Peter espero equivocarme :/ muchas gracias por subir la Nove! @LuciaVega14

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