Holaaaaaaa :) Nuevo cap, y si hay firmas a la noche subo uno más. Super recomiendo la nove de mi amiga http://frilaliterlover.blogspot.com.br/ :) Estoy re adicta, me gusta MUCHO! Besos lindaas ♥ Si quieren que las avise cuando suba, mi twitter es @siempreconlyp.
CAPÍTULO 5
Cuando hubo terminado de
deshacer su equipaje, Lali bajó las escaleras y se encontró con Peter, que se
dirigía al vestíbulo.
—Voy a salir y no volveré
hasta la hora de la cena. Prepara lo que puedas con lo que encuentres en la
cocina —le dijo—. Dylan está jugando en el salón.
—De acuerdo —contestó Lali—.
Hasta luego.
Inspirando
profundamente, se dirigió al salón, y efectivamente encontró al niño donde su
padre lo había dejado, sentado en el suelo con sus bloques de colores.
—Vaya, ¡qué torre tan
alta estás haciendo! —comentó sentándose junto a él al estilo indio—. ¿Te
apetece que charlemos un poco para conocernos mejor?
El chiquillo se giró
hacia ella, y la escrutó muy serio con sus grandes ojos azules.
—¿Qué piensas? —le
preguntó, inclinándose hacia él y tocándole la frente con el índice.
Como si fuera un monito,
Dylan imitó el gesto, poniendo su dedo en la frente de ella.
—¿Quieres saber qué
estoy pensando yo? —le dijo—. Pues… estoy pensando que tú y yo nos parecemos
mucho, y que seguro que vamos a llevarnos muy bien.
La expresión del niño
permaneció inalterable, como si no le interesara lo que le estaba diciendo,
pero Lali no dejó que eso la desanimara. Era a niños especiales como Dylan a
los que había decidido que quería ayudar cuando había decidido dejar su carrera
musical para convertirse en maestra, y aquélla era una buena oportunidad para
ponerse a prueba a sí misma.
Además, de ese modo, si
fracasaba, como habían vaticinado sus padres al decirle que estaba cometiendo
el mayor error de su vida y que iba a perder su tiempo y su dinero en la
universidad, aún estaría a tiempo de reconducir su vida en otra dirección.
Pero no tenía intención
de fracasar; haría todo lo que fuese necesario para ayudar a Dylan… excepto
emplear técnicas como la que había estado empleando su padre cuando llegó para
intentar obligarle a hablar. ¿Cómo podía un logopeda aconsejar algo semejante?
Aquello era tan contraproducente como los castigos que algunos de sus
profesores de música le habían impuesto cuando no había prestado atención en
clase o había tocado mal una pieza.
Sin que pudiera
evitarlo, los recuerdos se agolparon de pronto en su mente. Había nacido con un
don para la música, y su infancia y adolescencia habían estado marcadas por las
elevadas expectativas de sus padres respectó a ella, agotadoras prácticas al
piano, y recitales de alto nivel donde era comparada con otros niños prodigio.
A la tierna edad de siete años la habían enviado interna a una exclusiva
escuela de música, donde había crecido bajo la constante presión de lo que se
esperaba de ella, y cuando cumplió los diecisiete años ya estaba más que rodada
y quemada de todos los recitales que había dado y las competiciones
interescolares en las que había participado.
De pronto oyó en sus
recuerdos la voz del señor Marión, mirándola irritado a través de sus pequeñas
gafas rectangulares: «Vuelve a hacerlo. ¡Y ya basta de lloriqueos! Tus padres
te han enviado aquí para que te disciplinemos, niña perezosa y desagradecida.
Esas lágrimas de cocodrilo rio me conmueven en absoluto. Tocarás esta pieza
hasta que lo hagas correctamente».
Cerrando mentalmente la
caja de Pandora de donde habían escapado esos recuerdos, Lali resopló
suavemente y le dijo al pequeño:
—No te preocupes, Dylan,
no te obligaré a hablar si no quieres. De hecho, la verdad es que yo tampoco
soy demasiado habladora —añadió con una sonrisa—. Fíjate, otra cosa que tenemos
en común. ¿Sabes?, cuando yo tenía sólo unos años más que tú, mis padres me
enviaron a un internado, lejos de ellos, y cuando me sentía triste, o enfadada,
usaba la música para expresarme.
De pronto Dylan ladeó la
cabeza, como interesado, y señaló el piano de cola del extremo opuesto del salón.
—¿El piano? ¿Quieres
tocar una canción para mí? —aventuró Lali.
Dylan se volvió, dándole
la espalda, y tiró el bloque de madera que tenía en la mano contra la base de
la «torre» que había estado construyendo. La estructura se derrumbó
ruidosamente, y las piezas rodaron en todas las direcciones.
Lali dejó escapar un
suspiro.
—No, me parece que no
—murmuró.
Se puso de pie y se
dirigió hacia el piano con una calma que no sentía en absoluto. Había llegado a
asociar la música con el dolor de su corazón, y cuando levantó la tapa tuvo la
impresión de que fuera de plomo en vez de madera. Se sentó en la banqueta, y
tocó distraídamente parte de una escala con la mano derecha. El sonido, sin
embargo, bastó para hacer que Dylan se levantase y se sentase junto a ella.
Lali se irguió muy
seria, inspiró profundamente, y colocó las manos sobre el teclado. Con aquella
postura de pianista profesional, uno habría pensado que iba a demostrar al niño
su maestría con una complicada pieza clásica, pero fue una melodía infantil la
que empezó a tocar y cantar:
—Brilla, brilla, linda
estrella…, de entre todas…
Miró a Dylan, y el niño
tocó las últimas notas mientras ella cantaba el final de la estrofa:
—…la más bella.
Riéndose suavemente,
comentó:
—Suena igual que tus
bloques de construcción al caer, ¿verdad?
El niño esbozó una
pequeña sonrisa, y animada por esa respuesta, Lali escogió otra tonada:
—A mi burro, a mi burro…,
le duele la cabeza…
Hacía tanto tiempo que
la música no le producía más que dolor, que se sorprendió al descubrirse
disfrutando con aquellas canciones tontas que no exigían un virtuosismo
especial. Estuvieron sentados al piano buena parte de la tarde, y Lali incluso consiguió animar a Dylan a tocar una
canción a dúo con ella.
No era mucho, pero al
menos estaba consiguiendo acercarse a él, pensó. Sólo esperaba que su padre no
se molestase si para cenar se encontraba con unos sándwiches y sopa de tomate
de lata, porque no le iba a dar tiempo a hacer mucho más.
El sonido del piano y de
una melodiosa voz femenina hizo a Peter detenerse al entrar en la casa, con la
mano aún sobre el pomo de la puerta. Cerró despacio. Hacía tanto que no oía un
sonido alegre entre aquellas paredes, que por un instante se preguntó si no se
habría equivocado de casa.
Aunque al entrar había echado
en falta el delicioso aroma de las comidas de la señora Cremins, aquel sonido
le alegró el alma de un modo que ni siquiera el cordero asado con patatas de su
antigua empleada del hogar lo había hecho jamás.
Siguió las notas hasta
llegar al salón, pero no traspasó el umbral. De espaldas a él, ni Lali ni Dylan
advirtieron su entrada, lo que le dio una oportunidad perfecta para observar la
interacción entre ambos. No alcanzaba a imaginar qué razones habrían podido
llevar a alguien con una voz tan hermosa como la de Lali a desperdiciar su
talento y buscar trabajo como niñera, pero si Dios había querido enviarle un
ángel, ¿quién era él para cuestionar sus designios?
Continuará...
ME FASCINOOOOOOOOOOOOOO =D
ResponderEliminarbuenisimo!
me encanta! esta genial!
QUIERO MAS, QUIERO MAS, QUIERO MAS!
Un beso
Juli♥
@amorxca
aww wme encantooo
ResponderEliminarAyy que hermosooo capi!
ResponderEliminarMas noveee :)
huihduiasdhuias me encanta! mas noveee. mika
ResponderEliminarme encanto!!!
ResponderEliminarme lei los dos ultimos juntos... y los ame!
me encanto lo tierna que es Lalita con el nene :)
espero mas prontito! :P
Me encantoooo la nove!!!! Gracias por recomendar mi nove!! Te quiero amiga!! Excelente cap!! Quiero mas!! :D
ResponderEliminarBuenisima....Soy Pauliter no Laliter pero me encantan Lali y Peter,tu novela la mejor :P
ResponderEliminarbss genia♥
Gracias Muchas Graciias Por Subirlos...
ResponderEliminarAwwwwww un ángel morí de amor =$ @LuciaVega14
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