jueves, 17 de mayo de 2012

CAPÍTULO 5


Holaaaaaaa :) Nuevo cap, y si hay firmas a la noche subo uno más.  Super recomiendo la nove de mi amiga http://frilaliterlover.blogspot.com.br/ :) Estoy re adicta, me gusta MUCHO! Besos lindaas ♥ Si quieren que las avise cuando suba, mi twitter es @siempreconlyp.




A pesar de haberle dicho mil veces que no tenía interés en salir con nadie, y mucho menos en volver a casarse, Imogene no se daba por vencida. Y, aunque Peter sabía que sólo lo hacía porque quería verlo feliz, le gustaría que ella y el resto de la familia aceptaran de una vez la decisión que había tomado tras divorciarse de Sheila de criar a su hijo solo.
CAPÍTULO 5
Cuando hubo terminado de deshacer su equipaje, Lali bajó las escaleras y se encontró con Peter, que se dirigía al vestíbulo.
—Voy a salir y no volveré hasta la hora de la cena. Prepara lo que puedas con lo que encuentres en la cocina —le dijo—. Dylan está jugando en el salón.
—De acuerdo —contestó Lali—. Hasta luego.
Inspirando profundamente, se dirigió al salón, y efectivamente encontró al niño donde su padre lo había dejado, sentado en el suelo con sus bloques de colores.
—Vaya, ¡qué torre tan alta estás haciendo! —comentó sentándose junto a él al estilo indio—. ¿Te apetece que charlemos un poco para conocernos mejor?
El chiquillo se giró hacia ella, y la escrutó muy serio con sus grandes ojos azules.
—¿Qué piensas? —le preguntó, inclinándose hacia él y tocándole la frente con el índice.
Como si fuera un monito, Dylan imitó el gesto, poniendo su dedo en la frente de ella.
—¿Quieres saber qué estoy pensando yo? —le dijo—. Pues… estoy pensando que tú y yo nos parecemos mucho, y que seguro que vamos a llevarnos muy bien.
La expresión del niño permaneció inalterable, como si no le interesara lo que le estaba diciendo, pero Lali no dejó que eso la desanimara. Era a niños especiales como Dylan a los que había decidido que quería ayudar cuando había decidido dejar su carrera musical para convertirse en maestra, y aquélla era una buena oportunidad para ponerse a prueba a sí misma.
Además, de ese modo, si fracasaba, como habían vaticinado sus padres al decirle que estaba cometiendo el mayor error de su vida y que iba a perder su tiempo y su dinero en la universidad, aún estaría a tiempo de reconducir su vida en otra dirección.
Pero no tenía intención de fracasar; haría todo lo que fuese necesario para ayudar a Dylan… excepto emplear técnicas como la que había estado empleando su padre cuando llegó para intentar obligarle a hablar. ¿Cómo podía un logopeda aconsejar algo semejante? Aquello era tan contraproducente como los castigos que algunos de sus profesores de música le habían impuesto cuando no había prestado atención en clase o había tocado mal una pieza.
Sin que pudiera evitarlo, los recuerdos se agolparon de pronto en su mente. Había nacido con un don para la música, y su infancia y adolescencia habían estado marcadas por las elevadas expectativas de sus padres respectó a ella, agotadoras prácticas al piano, y recitales de alto nivel donde era comparada con otros niños prodigio. A la tierna edad de siete años la habían enviado interna a una exclusiva escuela de música, donde había crecido bajo la constante presión de lo que se esperaba de ella, y cuando cumplió los diecisiete años ya estaba más que rodada y quemada de todos los recitales que había dado y las competiciones interescolares en las que había participado.
De pronto oyó en sus recuerdos la voz del señor Marión, mirándola irritado a través de sus pequeñas gafas rectangulares: «Vuelve a hacerlo. ¡Y ya basta de lloriqueos! Tus padres te han enviado aquí para que te disciplinemos, niña perezosa y desagradecida. Esas lágrimas de cocodrilo rio me conmueven en absoluto. Tocarás esta pieza hasta que lo hagas correctamente».
Cerrando mentalmente la caja de Pandora de donde habían escapado esos recuerdos, Lali resopló suavemente y le dijo al pequeño:
—No te preocupes, Dylan, no te obligaré a hablar si no quieres. De hecho, la verdad es que yo tampoco soy demasiado habladora —añadió con una sonrisa—. Fíjate, otra cosa que tenemos en común. ¿Sabes?, cuando yo tenía sólo unos años más que tú, mis padres me enviaron a un internado, lejos de ellos, y cuando me sentía triste, o enfadada, usaba la música para expresarme.
De pronto Dylan ladeó la cabeza, como interesado, y señaló el piano de cola del extremo opuesto del salón.
—¿El piano? ¿Quieres tocar una canción para mí? —aventuró Lali.
Dylan se volvió, dándole la espalda, y tiró el bloque de madera que tenía en la mano contra la base de la «torre» que había estado construyendo. La estructura se derrumbó ruidosamente, y las piezas rodaron en todas las direcciones.
Lali dejó escapar un suspiro.
—No, me parece que no —murmuró.
Se puso de pie y se dirigió hacia el piano con una calma que no sentía en absoluto. Había llegado a asociar la música con el dolor de su corazón, y cuando levantó la tapa tuvo la impresión de que fuera de plomo en vez de madera. Se sentó en la banqueta, y tocó distraídamente parte de una escala con la mano derecha. El sonido, sin embargo, bastó para hacer que Dylan se levantase y se sentase junto a ella.
Lali se irguió muy seria, inspiró profundamente, y colocó las manos sobre el teclado. Con aquella postura de pianista profesional, uno habría pensado que iba a demostrar al niño su maestría con una complicada pieza clásica, pero fue una melodía infantil la que empezó a tocar y cantar:
—Brilla, brilla, linda estrella…, de entre todas…
Miró a Dylan, y el niño tocó las últimas notas mientras ella cantaba el final de la estrofa:
—…la más bella.
Riéndose suavemente, comentó:
—Suena igual que tus bloques de construcción al caer, ¿verdad?
El niño esbozó una pequeña sonrisa, y animada por esa respuesta, Lali escogió otra tonada:
—A mi burro, a mi burro…, le duele la cabeza…
Hacía tanto tiempo que la música no le producía más que dolor, que se sorprendió al descubrirse disfrutando con aquellas canciones tontas que no exigían un virtuosismo especial. Estuvieron sentados al piano buena parte de la tarde, y Lali  incluso consiguió animar a Dylan a tocar una canción a dúo con ella.
No era mucho, pero al menos estaba consiguiendo acercarse a él, pensó. Sólo esperaba que su padre no se molestase si para cenar se encontraba con unos sándwiches y sopa de tomate de lata, porque no le iba a dar tiempo a hacer mucho más.
El sonido del piano y de una melodiosa voz femenina hizo a Peter detenerse al entrar en la casa, con la mano aún sobre el pomo de la puerta. Cerró despacio. Hacía tanto que no oía un sonido alegre entre aquellas paredes, que por un instante se preguntó si no se habría equivocado de casa.
Aunque al entrar había echado en falta el delicioso aroma de las comidas de la señora Cremins, aquel sonido le alegró el alma de un modo que ni siquiera el cordero asado con patatas de su antigua empleada del hogar lo había hecho jamás.
Siguió las notas hasta llegar al salón, pero no traspasó el umbral. De espaldas a él, ni Lali ni Dylan advirtieron su entrada, lo que le dio una oportunidad perfecta para observar la interacción entre ambos. No alcanzaba a imaginar qué razones habrían podido llevar a alguien con una voz tan hermosa como la de Lali a desperdiciar su talento y buscar trabajo como niñera, pero si Dios había querido enviarle un ángel, ¿quién era él para cuestionar sus designios?

Continuará...

9 comentarios:

  1. ME FASCINOOOOOOOOOOOOOO =D
    buenisimo!
    me encanta! esta genial!
    QUIERO MAS, QUIERO MAS, QUIERO MAS!
    Un beso
    Juli♥
    @amorxca

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  2. Ayy que hermosooo capi!
    Mas noveee :)

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  3. huihduiasdhuias me encanta! mas noveee. mika

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  4. me encanto!!!
    me lei los dos ultimos juntos... y los ame!
    me encanto lo tierna que es Lalita con el nene :)

    espero mas prontito! :P

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  5. Me encantoooo la nove!!!! Gracias por recomendar mi nove!! Te quiero amiga!! Excelente cap!! Quiero mas!! :D

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  6. Buenisima....Soy Pauliter no Laliter pero me encantan Lali y Peter,tu novela la mejor :P

    bss genia♥

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  7. Gracias Muchas Graciias Por Subirlos...

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  8. Awwwwww un ángel morí de amor =$ @LuciaVega14

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