CAPÍTULO 43

Se viene el ultimo chicas... :(  firmen firmen que pronto subo! 

—No, bobo, lo que intento decir es que te quiero.

Aquellas palabras hicieron que una ola de dicha lo invadiera, pero, aunque más que nada en el mundo habría querido creerla, no quería que se quedara con él por lástima.

 CAPÍTULO 43

—Lali, no… —comenzó—, no tienes por qué…

—No me interrumpas, por favor —replicó ella—. Dios y yo tuvimos una larga charla mientras veníamos hacia aquí, y hemos decidido que me necesitas. Sí, no sólo Dylan; tú también me necesitas. Estoy dispuesta a casarme contigo en los términos que tú pongas. Si me dieras una oportunidad, quizá podrías aprender a quererme.

Peter sintió que el nudo que tenía en la garganta iba a asfixiarlo.

—¿Aprender… a quererte? —repitió balbuciente.

Para una mujer que le había dicho que quería romanticismo, sus palabras sonaban más a una propuesta de negocios que a un asunto que atañía al corazón. ¿Y cómo podía sugerir que no la quería? ¿Acaso no se lo había demostrado mil veces con sus actos?

¿Sería posible que hubiese creído de verdad que le había propuesto matrimonio sólo porque había logrado progresos con Dylan? ¿Tan mal concepto tenía de él que lo consideraba capaz de hacer algo así sólo para asegurar sus intereses? ¿Acaso no sabía que el amor que sentía por ella era tan profundo que aunque hubiese utilizado todas las palabras de un diccionario no habría sido suficiente para transmitírselo?

¡Qué estúpido había sido! Cuando Lali había rechazado su proposición había reaccionado como un adolescente inmaduro, marchándose enfadado en lugar de haberse quedado a hablarlo a fondo y haber deshecho los malentendidos entre ellos. Y tampoco había sido muy maduro por su parte intentar aplacar su orgullo herido tras el volante del tractor. Por suerte para él Lali era capaz de mantener la cabeza fría. Si no hubiera sido por ella, en ese momento estaría muerto.

Sin embargo, el reprenderse por su comportamiento no le devolvería el miembro que había perdido.

—Lali no pudo casarme contigo —comenzó—. Mi brazo…

—¿Qué tiene que ver tu brazo en todo esto?

—¡No puedo esperar que te cases conmigo siendo un lisiado!

—¡PETER LANZANI! —exclamó Lali incrédula—. No puedo creer que me consideres tan superficial como para pensar que me importan esas cosas.

Ella también había oído a la enfermera comentar que quizá tuvieran que amputárselo, y habiendo visto con sus propios ojos el estado en que había quedado tras el accidente, no tenía muchas esperanzas de que la mujer hubiese estado equivocada. Había llamado a los padres de Peter en cuanto había podido, y se dirigían hacia Wyoming en esos instantes en el jet privado de Abraham para estar junto a su hijo y su nieto.

—El que tengas dos brazos o uno no supone ninguna diferencia para mí —le dijo—. Te quiero, Peter; no estoy enamorada de tu brazo, ni de tu billetera, ni del apellido de tu familia. Nada va a hacer que cambien mis sentimientos por ti; nada. Te quiero, y quiero a Dylan, es así de simple. No creo que debamos hacer las cosas más difíciles de lo que ya son.

—Yo también te quiero.

Al ver rodar lágrimas por las mejillas de Lali cuando le hizo esa confesión, Peter se reprochó no habérsela hecho antes. De algún modo aquellas palabras lo hacían sentirse completo… aunque ya no fuera un hombre completo.

Las dudas lo inundaron de nuevo. No podía dejar que una mujer tan joven y vivaz hiciera algo tan generoso sin pensar seriamente en lo que significaría casarse con un hombre que necesitaría ayuda incluso para vestirse cada mañana. En más de una ocasión Lali lo había acusado de gruñón, y eso había sido teniendo sus dos brazos. Vivir con él manco podía convertirse para ella en un infierno hasta que aprendiese a manejarse con un sólo brazo. No, no sería justo aceptar que se sacrificara por él por culpa de un accidente que su mala cabeza había provocado. No quería que se quedase con él por lástima.

—Lali, yo te quiero y volvería a pedirte que te casaras conmigo, pero mi brazo…

—Está ahora mismo lleno de grapas, y no podrá utilizarlo durante un tiempo—lo interrumpió de pronto un voz masculina—, pero no tiene por qué preocuparse. Dejándolo descansar y con unas cuantas sesiones de fisioterapia volverá a poder usarlo en unos meses.

Peter alzó la vista, y vio que un médico joven había entrado en la habitación. Ante tan increíble noticia, Peter cerró los ojos dando gracias a Dios, y exhaló el miedo que se había acumulado en sus pulmones, mientras el hombre seguía explicándole:

—También tiene una contusión importante en la cabeza, y supongo que será la causante de que lo haya oído hablándole de matrimonio a esta señorita al entrar. El Peter Lanzani que conocemos por estos pagos juraba y perjuraba a todo el mundo que no volvería a casarse así se juntasen el cielo con la tierra.

La sonrisa de Peter pareció iluminar toda la habitación.

—He cambiado de idea, doctor. El golpe en la cabeza me ha hecho ver lo equivocado que estaba.

Tras esas palabras, volvió el rostro hacia Lali y centró en ella toda su atención.

—Te amo, Lali —le dijo—, y quiero casarme contigo. ¿Querrás ser mi esposa?

Continuará...