miércoles, 2 de mayo de 2012

Capítulo 44


Volvi a mi casa :) Es un poco tarde pero les dejo cap. Mañana más, besos besos ♥ 




Aquello sí que era nuevo: no era normal que dejase escapar a una mujer bella y desnuda que le pedía acostarse con él. Pero debía confiar en su instinto y el corazón le decía que cometería un error si se enamoraba de Lali Espósito. Y si le hacía el amor esa noche, le estaría haciendo justamente eso: el amor. Necesitaba ir con calma.

Capítulo 44
El fin de semana de navidad, Buenos Aires se vestía de fiesta. Lali había esperado el puente durante toda la semana. Según el personal del hotel, no había ciudad en todo el país que celebrase tan señalada fecha con más algarabía. Y comprobó que no le había mentido al ver las  decoraciones de tiendas, calles, plazas...
Peter la había recogido a las doce y habían pasado el día de tiendas, haciendo turismo por algunos de los sitios que todavía no había visita­do. Luego habían comido en un restaurante con terraza, se habían entretenido en una librería y, en una tienda de regalos, Peter le había comprado un sombrero que no se ha­bía quitado durante el resto del día.
La multitud aumentaba con el paso de las ho­ras, pero Peter le aseguró que tendrían un lugar perfecto desde donde ver los fuegos artificiales. A Lali le costaba creérselo, pues las calles esta­ban abarrotadas con familias enteras.
Al final, cuando ya casi era de noche, Peter la condujo entre el tumulto. Se estaban alejando del río, pero Lali confió en él, ya que era evidente que era Peter quien conocía Buenos Aires mejor. Al llegar a la calle Bratin, apuntó hacia una casa de cuatro plantas con aspecto de haber sido construida hacía centenares de años.
—Ahí es.
—¿Qué? —preguntó Lali.
—Donde vamos —Peter le agarró una mano y la condujo hasta la puerta del edificio. Abrió la puerta con una llave y, una vez dentro, a Lali la sorprendió encontrar vacía la elegante mansión. Hacía calor, pero, al encender la luz, pudo apre­ciar lo bonito que era el sitio. Todo lleno de mármoles, techos altos y enormes ventanales.
—¿De quién es esta casa? —quiso saber ella.
—La compró mi cuñado Rafael hace un par de meses.
—¿Por qué está vacía?
—Laura y él van a redecorarla este verano. De momento, están viviendo en un apartamen­to.
—¿Podemos estar aquí?
—Por una noche —Peter se encogió de hombros— la casa es nuestra.
—Hace calor —comentó Lali. Aunque el am­biente tenía un toque romántico, lo habría sido más con aire acondicionado y algún mueble—. Quizá podríamos abrir la ventana.
—No vamos a quedarnos aquí.
Peter echo a andar hacia las escaleras. Subie­ron al segundo piso, al tercero después. Cuando por fin llegaron a la planta cuarta, Lali estaba un poco sofocada. No había previsto pasar la fiesta haciendo ejercicio. Entonces Peter subió un últi­mo tramo de escaleras que daba a una puerta y el mundo se abrió a su alrededor. Estaban en la azotea, suficientemente altos para ver el río y a toda la gente que se apiñaba en la explanada.
—Qué bonito —Lali sonrió—. Desde aquí podremos verlo todo.
—Sí —convino Peter—. Rafael decía que era un sitio agradable, pero no pensé que tanto.
—Gracias —dijo Lali tras girarse hacia él, ro­deándole la nuca con las manos. Luego vio una mesita situada en un extremo de la azotea y se acercó a ella. Encima había una botella de champán metida en un cubo de hielo picado. Tam­bién encontró dos cajas de bengalas. Lali se aga­chó a la nevera que había bajo la mesa, la abrió. Estaba llena de comida, toda presentada con mucha elegancia. Sacó una tabla de quesos y un paquete de galletas—. ¿Lo has preparado tú?
—Si digo que no, ¿te llevarás una desilusión? Rafael dijo que nos dejaría algo, pero supuse que se limitaría a unas cervezas y unos cacahuetes.
—Qué detalle —dijo Lali mientras acariciaba una de las copas de champán.
—Es un buen tipo. A veces creo que se sien­te obligado a complacernos.
—¿Por?
—No tuvo el mejor de los comienzos con los Lanzani. Y algunos de mis hermanos siguen guar­dando cierta distancia con él. Pero se casó con Laura, así que ahora es de la familia. Y la trata muy bien, y cuida de mamá.
—Tienes que darle las gracias —dijo Lali con suavidad.
—Lo haré —Peter se situó tras ella y la rodeó por la cintura.
—Me alegro de estar aquí. Ahora mismo no creo que pudiera estar mejor en ningún otro sitio.
Segundos después, se oyó un sonido sibilan­te y el primer fuego artificial iluminó la noche. Lali miró maravillada el juego de luces y colores que se formó en el cielo. Se quedaron en silencio mucho tiempo, contemplando el espectácu­lo, oyendo la música y los gritos de celebración que llegaban del río, dando sorbos de champán, abrazados el uno al otro.

Continuará...

3 comentarios:

  1. increible el capitulo!!
    no quieren darse cuenta.. pero estan muy enamorados! :D
    la escena en la azotea muy tierna.. :)

    espero otro capi prontito! :P

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  2. Qué linda navidad,SOÑADA!

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  3. Mas tiernosss!!! No pueden mas!!! :D Me encanto el cap!! Porrrr favorrrr subi otrooo antes de mañana!!! pleaeeee!!!! :D

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