Capítulo 49

La nove tiene 62 capítulos y el epílogo. :) Pienso en subir otra adaptacion cuando esta termine, pero no sé todavia. Bueno, si hay firmas a la noche más novela. Disfruten y firmen. besos ♥

Bueno, al menos tenía permiso para disfrutar de una o dos noches más de sexo tórrido con Peter Lanzani. La cuestión era, ¿por qué, de re­pente, parecía ser lo último que quería hacer?

Capítulo 49

Peter entró en el comedor y miró a los clien­tes que ya estaban sentados. Era un lugar frecuentado por miembros de los medios de comu­nicación. Ofrecía comidas, tazas gigantescas de café y las noticias de la CNN veinticuatro horas al día. Había muchos sitios libres en la barra, así que se sentó en un taburete, confiado en que Thiago y él podrían encontrar mesa cuando su hermano llegase.

Pidió una Coca-Cola. Luego sacó del bolsillo el móvil y marcó el teléfono de Lali en el trabajo. Pero, antes del primer pitido, colgó. Necesi­taba que Lali arreglase sus problemas laborales por su cuenta. El viernes por la noche se había quedado preocupado por ella al verla tan afec­tada, convencida de que el hecho de que la se­cretaria de Soler los hubiese sorprendido supondría el final de su carrera.

Peter agarró la carta y le echó un vistazo. No quería hacer daño a Lali, pero era obvio que la relación entre ambos resultaba conflictiva. La se­mana anterior habían pasado juntos cada segun­do libre. No le había costado comprender que lo que sentía por ella era mucho más profundo que una simple atracción física.

Y aunque nunca se había enamorado, se es­taba acercando peligrosamente. Esperaba con ilusión el momento de volver a verla y se sentía inquieto cuando Lali no estaba cerca. Le encantaba su voz, cómo se le iluminaba la cara al son­reír.

Peter cerró los ojos y respiró profundamente antes de abrirlos y devolver la atención al menú. La llamaría después del trabajo. Con suerte, ha­bría superado el disgusto de haberse cruzado con la señora Navarro.

— O quizá la han echado y está buscando a alguien a quien echarle la culpa —murmuró.

—¿Peter Lanzani?

El hombre que lo abordo se sentó al lado. Peter disimuló un suspiro. Sólo quería comer tranquilamente, pero desde que salía en televi­sión le costaba pasar inadvertido. Se echó la mano al bolsillo para sacar un bolígrafo. Ojalá se conformase con un autógrafo.

—Sí, soy yo —contestó sonriente.

—Vi el reportaje que hiciste sobre el inspec­tor de edificios que aceptaba sobornos. Un gran trabajo —el hombre le tendió una mano—. Lucas Ordóñez. Dirijo el suplemento local del Globe.

—Encantado. Me encanta ese periódico — Peter trató de ocultar su sorpresa—. Antes trabajaba allí.

—¿De veras?

—Sí, cuando iba al instituto y luego en la uni­versidad. Cargaba los camiones de prensa. Pero de eso hace más de diez años. Entonces no esta­bas tú. El director local era Marcos Romero. Era muy bueno, pero tú lo estás haciendo mejor to­davía.

—Es posible. Pero me estás poniendo las co­sas difíciles. Este último año nos has pisado casi todas las historias. Deberíamos habernos ade­lantado nosotros.

—Es mi trabajo —dijo Peter.

—Das bien en cámara, pero, ¿qué tal escribes?

—¿Qué me estás preguntando?

—¿Sabes escribir o sólo eres un rostro con gancho?

—Trabajé en un par de periódicos, antes de entrar en WTBN. Creo que lo hacía bien. Y sigo escribiéndome mis textos. ¿Por qué?, ¿me estás ofreciendo un trabajo?

—Tengo una vacante para un periodista de investigación —dijo Trent—. ¿Te interesa? Tendrías que empezar desde abajo.

Peter no quería parecer demasiado interesa­do, pero apenas podía contener el entusiasmo. El Globe era uno de los mejores periódicos del país, junto con el Exprés y la Razón. Empezaría desde abajo otra vez, pero tendría ocasión de demostrar su valía, en vez de apoyar su éxito en una cara bonita.

—Me interesa. Pero, de momento, esto tiene que quedar entre nosotros.

—¿Cuándo terminas tu contrato con televi­sión?

—Medio año —dijo Peter—. Pero ya están empezando a renegociarlo. A mi agente no le va a hacer gracia. Un puesto en un periódico no cubre su comisión.

—Estaré en contacto. O me llamas —Lucas le es­trechó la mano—. Antes de marcharme, ¿no te importaría decirme en que estás trabajando ahora?

—Si te cuento todos mis secretos, no querrás contratarme.

—Conozco tus secretos. Leí el Exprés—dijo Lucas. Luego se dio la vuelta, fue hacia la puerta y salió justo cuando entraba Thiago.

—Invitas tú —dijo este tras unirse a su her­mano y soltar un sobre encima de la barra.

—¿Por qué iba a hacerlo?

—Échale un vistazo —contesto Thiago apun­tando hacia el sobre.

—¿Qué es esto?

—Querías tener algo para utilizarlo contra Soler, para devolverle el artículo del Exprés. Pues aquí tienes. Fresco y jugoso.

Peter abrió el sobre y sacó un taco de foto­grafías. Al principio no estaba seguro de qué mirar... hasta que reconoció la cara de Ricardo Soler... y su cuerpo... ¡y su trasero al aire! Peter guardó las fotos en el sobre.

—¿De dónde has sacado esto?

—No has llegado a las buenas —Thiago agarró las fotos y las pasó hasta llegar a una en concre­to en la que aparecían Soler y una mujer desnudos.

—De acuerdo, Soler y su esposa van por la casa en porretas —dijo Peter—. No tiene nada de malo.

—No es su esposa —dijo Thiago—. Y están en un motel de tres al cuarto. El televisor es de los de echar monedas a cambio de pornografía.

—¿Quién es ella?

Continuará...