CAPÍTULO 35

Hola otra vez.. :) ustedes firman, yo subo cap. jaaa ! Disfruten y firmen. Como los caps son cortitos firmen que a la noche subo más. besos ♥ 

Lali se obligó a apartar el rostro de aquella conmovedora escena. Era peligroso para ella permitirse la ilusión de sentirse como parte de una verdadera familia.

CAPÍTULO 35

Minutos después, mientras salían del recinto del rancho, Lali recordó la sugerencia de Peter de que se comprara ropa nueva. Quizá fuera su forma de decirle que estaba cansado de verle las camisetas, camisas de algodón, y pantalones vaqueros que componían la mayor parte de su vestuario. Sabía que no era tan bonita ni sofisticada como su ex, cuya foto seguía ocupando el mismo lugar encima del piano, pero se sintió un poco deprimida ante la idea de que Peter se sintiera avergonzado de ella por su sencilla forma de vestir… o de su relación.

Dylan se portó muy bien en el médico, y como hacía calor Lali decidió llevarlo a tomar un refresco antes de regresar al rancho. Entraron en un pequeño local llamado «El Café de la Estación», que según le había contado Peter llevaba décadas allí, y tenía ese nombre porque años atrás justo detrás había estado la estación de ferrocarril.

El propietario presumía de tener el mejor café y el mejor pastel de manzana, y siempre estaba bastante concurrido, aunque en esa ocasión, siendo un día entre semana y además por la mañana, habría siete u ocho personas.

Cuando entraron Lali tuvo la impresión de que todo el mundo la estaba mirando, pero desechó aquella idea por paranoica. Se sentaron en una mesita al fondo, e inmediatamente Dylan agarró la carta, señalándole una foto dé la sección de postres bajo la que ponía «brownie con helado de vainilla y salsa de chocolate caliente». Cuando se les acercó la camarera, una mujer rubia con un peinado de los ochenta, y de nombre Nancy, según se leía en la plaquita de su blusa, Lali le pidió un café con leche y un vaso de agua para ella, y una coca-cola sin cafeína y un brownie para Dylan.

La camarera le dijo que el brownie iba a ser demasiado para que se lo comiera el niño solo, y que haría mejor en pedir otra cosa, pero Lali, al ver el ceño fruncido de Dylan, le dijo que no, y le pidió que les llevara un tenedor y una cucharilla de más para que pudieran compartirlo.

La mujer lo apuntó con parsimonia, y se alejó, entregándole la nota al chico que había en la barra.

—¿Es ella? —le preguntó un tipo sentado unas mesas más allá, mientras le rellenaba la taza de café.

El hombre le estaba pegando un mordisco a un enorme donut de crema, pero su voz sonó lo suficientemente alto y claro como para que Lali entendiera sus palabras.

—Ssss… —lo chistó la camarera—. No seas descarado, Joe, te va a oír.

Desapareció tras la puerta de vaivén de la cocina y, al cabo de un rato, regresó con lo que habían pedido. Delante de Lali colocó la taza de café y el vaso de agua, y frente a Dylan puso la coca-cola, y un colosal brownie que chorreaba salsa de chocolate, encima una gran bola de helado de vainilla, todo alrededor una buena cantidad de nata montada de bote, y, coronando aquella pesadilla hipercalórica, una guinda roja.

Dylan miró el postre con ojos golosos.

—Seguimos sin hablar, ¿eh? —le preguntó la mujer sonriéndole con un poco de lástima.

Lali dejó a Dylan tiempo suficiente para contestar antes de responder por él.

—Me temo que sí —dijo con un suspiro, alargando una mano por encima de la mesa para apartar un mechón de la frente del niño.

Peter debía haber ido allí alguna vez antes con Dylan, pensó, y le pareció amable por parte de la mujer preguntar.

Cuando se hubo retirado, Dylan se lanzó al ataque. Lali tomó un par de cucharadas o tres, pero con eso tuvo bastante para satisfacer su apetito de algo dulce. Cuando se hubo acabado el café, se levantó y fue hasta una estantería que había al fondo, junto a la máquina del tabaco con revistas y periódicos, para intentar encontrar algo con lo que entretenerse mientras Dylan se ponía las botas.

Una portada en particular captó su atención, y a juzgar por el hecho de que sólo había un ejemplar, parecía que también había captado la de las gentes del lugar.

¡Fotos exclusivas de la fiesta de los Lanzani del cuatro de julio!, proclamaba el titular con grandes letras rojas. Lali agarró ese único ejemplar que quedaba, y se puso a pasar las páginas sin preocuparse por fingir falta de interés en sus contenidos.

Aunque la mayor parte del texto hablaba de las ambiciones políticas de Abraham Lanzani, había un buen número de fotografías comprometidas de algunos de los invitados, entre las que había una de cuerpo entero de Peter y ella besándose que ocupaba casi toda la página.

Continuará...

Se vienen los problemas?