miércoles, 9 de mayo de 2012

Capítulo 57


Holaaa :) Si hay firmas antes o despues de La Dueña subo otro cap! besos chicas ♥ 


La multitud empezó a gritar y Peter se giró hacia dos limusinas negras que iban levantan­do polvo por la carretera. Los periodistas se apiñaron para recoger la salida de Ricardo Soler. Pero Peter esperaba a otra persona. Lali se apeó de la segunda limusina y frunció el ceño ante el bullicio de los manifestantes y pe­riodistas.
Peter sintió una ligera presión el pecho. No le gustaba como empezaban las cosas.

Capítulo 57
Los manifestantes parecían un poco exaltados y los pe­riodistas estaban más interesados en ellos que en Soler. Trató de entablar contacto visual con Lali pero esta se había pegado a su jefe y le susurraba algo al oído. Luego se dirigieron a la pequeña plataforma que habían instalado en el embarcadero.
—¡Arriba el puerto! —empezó a corear la multitud—. ¡Abajo el proyecto Marat!
Lali se obligó a sonreír mientras se situaba frente al micrófono. Pero, al ir a presentar a Soler, se desencadenó la batalla. Algo voló so­bre la multitud y cayó en la plataforma. En se­guida, empezaron a lanzarse más objetos contra Soler. Sólo entonces advirtió Peter que le estaban tirando peces muertos y, a juzgar por el olor, podridos desde hacía unos días.
—Vuelve a la furgoneta —le gritó a Bernardo—. Vanesa, sigue grabando.
Peter se abrió paso entre los manifestantes mientras estos invadían la plataforma. Los perio­distas se retrasaron por miedo a recibir el golpe de algún pescado. Ricardo Soler ya había desaparecido tras un muro de guardaespaldas, pero había dejado a Lali sola, para que se defendiera como pudiese.
—Ven —le dijo cuando llegó a ella, que toda­vía intentaba aplacar los ánimos de la multitud—. Tienes que salir de aquí.
—¡No!
Peter maldijo, se agachó y la levantó en bra­zos. Sin darle tiempo para reaccionar, enfiló hacia la furgoneta, donde Bernardo los esperaba con la puerta abierta.
—¡Bájame! —exigió Lali, pataleando—. ¡Pue­do controlar la situación!
—Ni loca —contestó Peter.
—¡Peter, suéltala! —gritó Pablo antes de que alcanzaran la furgoneta—. No te hagas el héroe. Ya sabes lo que pasa.
Peter no hizo caso a su padre ni al pescado que le golpeó en un hombro. Otro pescado aterrizó un segundo sobre la cabeza de Lali.
—¿Se puede saber qué haces? —exclamó ella una vez dentro de la furgoneta.
—Salvarte el pellejo.
—No pienso dejar que me intimiden —repli­có Lali—. Si de verdad quieres ayudarme, ¿por qué no has llamado a la policía para que disper­sen la manifestación?
—No había tiempo.
—Seguro que te lo estás pasando bomba — contestó ella—. Para ti será un notición.
—¿Crees que quería rescatarte? —preguntó Peter irritado—. Antes me pondría un ancla en el cuello y me tiraría al fondo del mar. Ahora tengo que casarme contigo.
—¿Qué? —preguntó anonadada Lali.
—La maldición —Peter se mesó el cabello—. Te he salvado la vida, se acabó. Ya no hay marcha atrás.
—No digas tonterías. No me has salvado la vida. Nadie se muere porque le caiga un pescado podrido.
—Bueno, pero te he salvado de una situa­ción peligrosa. Más de una vez. Cinco o seis si llevo bien la cuenta.
—¿Y por eso tengo que casarme contigo? Es­tás loco.
No depende de ti ni de mí —contestó él—. Es la maldición de los Lanzani. Ya está decidido.
—Eh... —Bernardo carraspeo—. ¿Queréis que os deje solos?
—Aunque no me parece tan mala idea — continuó Peter sin hacer caso al conductor—. No negarás que hay algo entre nosotros. Y algo más que una mera atracción sexual.
—Te equivocas. Y sabes que estás equivocado —Lali negó con la cabeza—. A ti lo que te gusta es la conquista. Vas detrás de mí igual que vas detrás de una noticia. Pero una vez me conquistes, te fijarás en otra mujer, cualquier mujer más guapa o más interesante, alguien que consi­ga retener tu atención más tiempo que yo.
—No es verdad.
—Sí, definitivamente, os dejos solos —Bernardo abrió la furgoneta.
—¡No! —gritó Lali—. Soy yo la que se va — añadió justo antes de escabullirse y saltar fuera para echar a correr entre los manifestantes hacia la segunda limusina.
Peter la miró, dispuesto a acudir en su ayuda si alguien intentaba detenerla. Pero los manifes­tantes parecían darse por contentos con haber saboteado el acto y se limitaron a lanzarle insul­tos. Nada más entrar en la limusina, el conduc­tor arrancó, pisando a fondo el acelerador.
—¿Acabas de pedirle que se case contigo? — preguntó Bernardo.
—No —contestó Peter.
—¿Estás seguro?
—Le he dicho que me iba a casar con ella — matizó—. No se lo he pedido. Hay una diferencia.

Continuará...

7 comentarios:

  1. Subi otro cap plis,m encantan!! Eres una genia!!

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  2. Jajajajaja este Peter y si se lo afirmo se casan y punto! Igual conociendo a esta Lali un "poquitico" terca, se la va a seguir haciendo difícil...
    Una vez mas ME ENCANTA y subí cuando podas pero subí.. ;)

    Andre
    @Complicidad_lyp

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  3. Casorio Laliterrr!! <3 jajaja
    mas nove!!!!!!!!!!

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  4. me encanta esta nove!!! :D

    ya quiero otro capi :P

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  5. Vivu ( @Lina _AR12)9 de mayo de 2012, 21:59

    LA MALDICION de Los Lanzani q en definitiva no es tan maldita,gracias a ella todos los hnos conocieron el amor#AGUANTE MALDICION LANZANI
    Tambien me voy a ver La Dueña!

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  6. wfidjiqewlfjlwrjefjlqefjilejilfjlqjiljflqijfjlqijlfjqeljfilqeijflqjlqfql no se si me explico... =$ ♥ kwjdlqewfjlqewj MORIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII ACA @LuciaVega14

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