Gracias a Sabri y la anónima por las firmas, y gracias tambien a las chicas de twitter. Que bueno que les guste, y ojala pronto haya más lectoras. :) NAAA, no saben lo que es el proximo capitulo... ;)
—Peter, Peter Lanzani —contestó. Esperó a que la mujer le dijera el suyo,
pero comprendió que tendría que gastar una pregunta para saberlo—. ¿Y tú?
—Lali Espósito. Yo llevo tres, tú dos. ¿Quieres preguntarme algo?
Capítulo 7
—¿Vives en Buenos Aires? —quiso saber Peter, incapaz de contener la
curiosidad.
—Estaré una temporada aquí, pero vivo en Chicago.
De modo que, realmente, no sabía quién era. Eran dos auténticos
desconocidos.
—Encantado de conocerte, Lali —murmuró—. Lali, me gusta el nombre. Te
pega.
—¿Por? —Lali corrió a precisar—. Y no es una de las preguntas. Sólo
curiosidad.
—Vaya, me pones a prueba. Ahora tiene que ocurrírseme algo poético sobre
tu nombre o te darás cuenta de que no soy tan galante como intento aparentar.
—Me encanta la poesía, Peter Lanzani.
—Me temo que sólo sé hacer quintillas.
—Adelante —lo desafió ella.
—En fin, me he metido yo solito —Peter pensó unos segundos en busca de
alguna rima—. Soy irlandés, se supone que tendría que salirme de forma
natural... Una mujer de Chicago. La luna en el cielo, un faro. Hablaba con un
chiflado. Sobre bonos del Estado... Me presenté con descaro —improvisó y Lali
soltó una carcajada.
—No está mal. Pero no responde a mi pregunta.
—Es que Lali no rima —Peter la miró hasta que ella se sintió obligada a
retirar la vista—. Lali te pega porque me gusta cómo suena cuando lo
pronuncio. Y creo que no he conocido a ninguna Lali, así que cuando oiga ese
nombre, pensaré en ti la primera.
—Qué bonito —dijo ella tras dejar escapar un suspiro.
La miró, registrando las bellas facciones de su rostro. No tuvo que
pensárselo para besarla. Bastó con inclinarse y ella estaba ahí, esperando,
con los labios suaves, húmedos y dulces.
Era evidente que no podían aprovechar mejor ese momento de ninguna otra
forma. Luego se retiró y siguieron bailando.
Estaba cómodo con ella entre los brazos, parecían encajar: la mano
reposaba en el sitio adecuado de la espalda y sus dedos estaban hechos a la
medida de su palma. La atrajo contra su pecho y notó el roce de sus caderas,
sus senos contra el torso.
Peter no recordaba la primera vez que se había sentido atraído por una
mujer. Había pasado mucho tiempo, había estado con un montón de mujeres desde
entonces. Pero Lali tenía algo especial que no acertaba a precisar. Quizá
fuese el juego que habían acordado, dos desconocidos intercambiando algo más
que miradas por la noche.
Balada a balada, iba aprendiendo más de ella: su forma de moverse, el
sonido de su voz, las formas de su cuerpo bajo el vestido y el olor del perfume
en la curva del cuello. No charlaban de nada importante, pero cada palabra lo
hacía desearla más. No sabía a qué se dedicaba, su comida favorita ni sus
aficiones siquiera.
Pero sí dónde podía terminar la velada y, por primera vez desde que era
un hombre adulto, Peter no sabía si quería que acabase ahí. Alejó esos
pensamientos de su mente y se concentró en la música, la fragancia de su
cabello, resuelto a disfrutar cada segundo, donde quiera que la noche los
condujera.
Tomó aire. Era todo un descubrimiento: quizá el hecho de estar con una
mujer no se reducía sólo al sexo. Quizá estaba bien que la seducción
finalizara con un beso de buenas noches.
La música finalizó. Poco a poco, las luces de la pista se encendieron. Lali
levantó la cabeza del hombro y miró alrededor.
—¿Qué hora es? —preguntó con el ceño fruncido.
—Hora de irnos —dijo él—. Somos los últimos en la pista.
—No me había dado cuenta de que fuera tan tarde —comentó Lali,
ruborizada.
Peter la rodeó por la cintura y la guió de vuelta a la mesa donde estaban
los zapatos y el bolso.
—Vámonos —dijo al tiempo que se agachaba para ayudarla a calzarse.
Echaron a andar hacia la salida y, a medio camino, Peter vio una sala
tenuemente iluminada e, incapaz de resistirse, la metió dentro y la besó. Le
acarició las mejillas y se abrió paso con la lengua. Lali emitió un ligero
suspiro y, cuando Peter se separó, permaneció un rato con los ojos cerrados.
—¿Adonde vamos? —preguntó ella.
—No sé. Adonde sea. Con tal de ir juntos.
—Ten... tengo el coche afuera.
—Adelante.
Cuando llegaron a la calle, Lali le entregó al aparcacoches una tarjeta. Peter
hizo una llamada fugaz por el móvil y, segundos después, se detuvo una
limusina frente a ellos. No le prestó atención hasta que Lali se aproximó y el
aparcacoches le abrió la puerta.
—Cuando dijiste coche, pensé que te referías a un Toyota o a un Ford
—dijo él después de que Lali entrara.
—Es una limusina.
—Ya lo veo —Peter entró.
—¿Prefieres que vayamos en tu coche? - Peter pensó en su Ford destartalado,
estacionado al raso a un par de manzanas, y lo comparó con el lujoso interior
de cuero de la limusina.
—No, este vale.
—¿Adónde? —preguntó el chófer, mirándolos por el retrovisor.
Peter miró a Lali, dejándole la elección a ella.
—¿Adonde quieres ir? —le preguntó con los ojos clavados en sus labios.
—Simplemente conduzca —murmuró mientras entrelazaba las manos tras la
nuca de Peter—. Enséñenos la ciudad.
El cristal de separación hizo un ruidito mientras subía, pero Peter sólo
pudo oír los latidos de su corazón mientras estrechaba a Lali entre los brazos.
Continuará...
Y ahi tienen el beso :) Firmen aca o en mi twitter, please chicas! @siempreconlyp
Hermoso Me Encanto...
ResponderEliminarAwwwwww morí de amor!!! Yo se que de a poco se van a ir enamorando y ya después no se van a poder separar muchas gracias por subir está Nove @LuciaVega14
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