Capítulo 25

Hola chicaaaaaaaas. Acá estoy. Espero que les guste el capítulo. Hoy estoy feliz feliz, asi que si hay firmas más tarde subo otro capítulo. Gracias por las firmas y tambien a las chicas de twitter. Besos besos. disfruten!

—No pasa nada porque lo reconozcas —le dijo.

—¿El qué?

—Que te gusto. A mí no me da miedo admi­tir que me gustas.

Capítulo 25

Lali se paró en el siguiente rellano. Muy despacio, se dio la vuelta, empezó a bajar escalones. Pero, cuando estaba ya frente a él, se tropezó y perdió el equilibrio. Peter la sujetó a tiempo entre sus brazos, amortiguando el peso de su cuerpo contra el torso. Luego la miró, sonrió y esperó a que se rindiera y le ofreciese los labios para besarla. Cinco segundos des­pués, seguía esperando.

—¿Ahora quién es el que está pensando en besar a quién? —contestó ella con una sonrisa débil—. Esto es la guerra. Y al enemigo ni agua.

—No tiene por qué ser la guerra —dijo Peter, echándose hacia adelante para rozar sus labios. Espero un momento, convencido de que se apartaría, pero no lo hizo. Cuando rodeó el pe­rímetro de su boca con la lengua, Lali dudó, pero terminó abriéndola para darle la bienveni­da.

Peter la agarró por la cintura, la apoyó contra la pared y le sujetó la cara entre las manos. El beso creció en intensidad mientras Lali desliza­ba las manos por el torso de él. Besar a Lali siempre era una aventura. Nunca estaba seguro de cómo respondería, pero, cuando accedía a corresponderle, era como si un volcán de deseo explotara en su interior de inmediato.

Introdujo las manos bajo su chaqueta, le ro­deó la cintura y la apretó hasta que las caderas contactaron. Les estorbaba la ropa, así que Peter le sacó la blusa de la cinturilla al tiempo que ella luchaba con los botones de su camisa.

¿Por qué la deseaba tanto? Había estado con muchas mujeres, pero Lali era distinta. Cada vez que estaba cerca de ella, incluso sin estarlo, ne­cesitaba tocarla, besarla... asegurarse de que de veras estaba ahí. ¿Sería la emoción de la perse­cución?, ¿el hecho de que le estuviese poniendo las cosas difíciles? Peter era inexorable hasta conseguir conquistar a las mujeres, pero una vez que lo conseguía no tardaba en aburrirse.

De pronto, recordó la primera noche que habían pasado juntos, el momento en que la había salvado de una velada aburrida con un plomo de hombre. Quizá Thiago hiciera bien en advertir­lo. Sus hermanos ya habían sido víctimas de la maldición de los Lanzani. Pero Peter pensaba que, si no creía en ella, esta no podría afectarle.

Oyeron el chirrido de una puerta sobre sus cabezas y Lali se quedó petrificada. Peter se retiró despacio y miró a los ojos desorbitados de ella.

—Te juro que es la última vez que dejo que me beses —dijo Lali cuando logró reaccionar. Luego se remetió la blusa a toda velocidad y si­guió subiendo.

Peter no la siguió. Se apoyó contra la pared y se mesó el pelo. Quizá debería alejarse de ella. Al fin y al cabo, no parecía capaz de mantener el control cuando estaban cerca. Lo que era un problema, pues podía llevarlo a hacer alguna tontería... como enamorarse. Y la historia más reciente demostraba que, cuando un Lanzani se enamoraba, no había marcha atrás.

Continuará...