jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 40


Hello, como ayer no pude subir, les dejo uno más hoy. :)  Les cuento algo.. la nove tiene 53 capítulos. DISFRUTEN. + comentarios = + novela. BESOS ♥ 


-Supongo que teníamos que haber llamado -dijo la rubia, incorporándose-  Esperaré en la sala mientras os vestís. -Le tendió la mano a Adam-. Vamos. Esperaremos a papá fuera.
Adam siguió mirando a su padre y a Lali unos segundos y, al final, salió de la habitación.

Capítulo 40
-Maldita sea -resopló Peter, dejándose caer de nuevo so­bre la almohada. Se tocó el pelo y fijó la vista en el techo-. ¿ Qué coño está haciendo el niño en casa? Aún no es domingo. ¿Y qué hace aquí Eugenia? ¡Qué desastre! ¡Vaya mierda de pesadilla!
Lali se sentó en la cama y se cubrió el pecho con la sábana.
-¿Qué quieres que haga?
-¿Has visto su cara? -Lanzó un suspiro y se tapó la cara con las manos-. ¿Y yo qué coño sé? Igual cree que has venido a verme y que estabas tan cansada que necesitaste echar una sies­ta. O que te sentías mal y por eso te acostaste.
-Sí, claro, y ahora me estabas haciendo una exploración de pecho.
Peter la miró por entre los dedos.
-Adam ha visto cómo movías la mano por debajo de la sábana. No es idiota. No creo que se trague cualquier excusa. Dile la verdad y ya está.
Peter apartó las manos de la cara.
-No me digas cómo tengo que hablarle a mi hijo, por favor. Odio que la gente que no tiene hijos me diga lo que tengo que hacer. Yo decidiré lo que es mejor para él, y no creo que darle ex­plicaciones sobre mi vida sexual sea lo mejor ahora mismo.
-Muy bien. -Lali apartó la sábana y se levantó-. Dile lo que quieras.
Cerró la puerta del dormitorio y recogió su ropa del suelo.
 -Lali.
Ella le volvió la espalda y se enfundó los pantalones cortos.
-Lali. -Se puso de pie detrás de ella y le apoyó las manos en los hombros-. No tenía que haber dicho eso de que no tienes hijos. Lo siento.
Con el sujetador en la mano, ella se volvió hacía él. Sentía lo que menos tenía que sentir.
-Respeto tu postura moral y que quieras educar a tu hijo con el ejemplo. De veras que sí. -Se abrochó el sujetador y se ajustó los tirantes-. Debe de ser muy difícil, pero yo no pienso ser tu oscuro secreto. -Pensó en las veces que él había ido a ver­la a casa y había aparcado la camioneta detrás de la de Rochi-. No pienso ser eso sobre lo que mientes o no quieres hablar. Yo no quiero vivir así.
-De acuerdo.
Lali recogió la camiseta pero Peter se la arrebató de las ma­nos.
-Saldremos de ésta -le aseguró-. Ya veremos cómo, pero te advierto que a Adam no le ha gustado nada lo que ha visto, no me lo pondrá fácil a mí, ni a ti. -Le levantó la barbilla y la miró a los ojos-. El siempre ha soñado que los tres acabaríamos como una familia feliz. Se ha esforzado mucho.
-¡Dios mío! -exclamó de pronto -. ¡Eugenia Suarez!
-Me preguntaba cuánto tardarías
-Joder! -exclamó, palpándose el pelo lleno de polvo-. Estoy hecha un asco.
Peter le dio la camiseta.
-Hasta en tu peor día eres más bonita que Eugenia.
Era una mentira podrida pero, de repente, el aspecto dejó de ser su mayor preocupación, porque instantáneamente recor­dó por qué aquella mujer le había resultado tan familiar, y no ha­bía sido precisamente por la tele. Tenía que marcharse antes de que Eugenia a su vez recordara que habían coincidido unas se­manas antes en el despacho de Pablo, cuando éste le entregó los papeles del divorcio. Durante el proceso, Lali había hecho unas cuantas cosas para fastidiar a su ex marido, y una de ellas tenía que ver con cierta estrella de la tele y su secreto implante de senos.
Mientras Peter se ponía una camiseta y unos Levi's limpios, Lali se enfundaba los calcetines sucios y se ataba los cordones de las aparatosas botas de Rochi.
-Será mejor que me vaya ya para que podáis hablar.
-Te llevo.
-Puedo ir andando. Hay menos de cinco kilómetros y yo cada día los hago corriendo.
-Ni hablar.
-Quiero caminar. Así tendré tiempo para pensar. En serio.
-¿Seguro?
-Sí.
Recorrieron el pasillo hasta la salita, ella manteniéndose lige­ramente por detrás de él. Adam estaba sentado en una mecedo­ra, balanceándose tan fuerte que los muelles rechinaban y el res­paldo rebotaba contra la pared. El niño fijó una mirada ceñuda en Lali, a quien afectó más de lo que pensaba ver todo aquel dolor dirigido hacia ella. Se le alojó muy cerca del corazón y se le quedó clavado como una espina de hielo. Se preguntó si algún día podrían volver a ser amigos. Entonces desvió la mirada a Eugenia, que estaba de espaldas, ajena a todo, mirando las fotos en­marcadas de Adam y Peter que descansaban sobre el televisor.
-Basta ya, Adam -dijo Peter.
La mecedora chocó aún con más fuerza contra la pared. Eugenia se volvió y miró a Peter.
-Siempre me había preguntado cómo sería tu casa. Me re­cuerda la casa donde vivíamos cuando Adam era un bebé.
-Nunca te gustó esa casa -repuso él, y señaló a su hijo con el dedo-. Basta ya, ¿no me has oído?.
-Eso no es del todo cierto. -Eugenia miró a Lali. En cir­cunstancias normales, Lali se hubiera tirado de los pelos por su aspecto, especialmente si se comparaba con la perfección y be­lleza de Eugenia Suarez. Aquel día, su única esperanza era que la suciedad del pelo y las manchas de su camiseta camuflaran su identidad-. Adam no me dijo que tuvieras novia.
-Yo ya me iba. -Pensando en huir por la puerta trasera, Lali cruzó de medio lado la sala-. Estoy segura de que ten­dréis muchas cosas de que hablar.
La mecedora volvió a estamparse contra la pared y Peter sa­có a su hijo de la silla.
-Te llamo luego. Despídete de la señora Espósito, Adam -dijo.
Adam no abrió la boca y Lali sólo tuvo tiempo de llegar a la puerta de la cocina antes de que la detuviera la voz de Eugenia.
-¡Un momento! Yo te conozco. Eres la ex mujer del doctor Martinez.
Lali cerró los ojos. ¡Mierda!
-Trabajas para el National Enquirer -añadió Eugenia.
Lali desvió la mirada del enfurecido rostro del ángel más querido de Estados Unidos y miró a Peter, que arrugó el ceño y se quedó inmóvil, con Adam agarrado del brazo.
-No, no trabajo para el Enquirer -respondió Lali.
-Tú fuiste quien filtró información confidencial sobre los pacientes del doctor Martinez. -Eugenia señaló a Lali con un dedo acusador-. ¡Les contaste lo de mi puto aumento de pecho! -Lali se sorprendió. Sin duda, el país nunca había escuchado ninguna palabrota de aquellos perfectos labios angelicales-. Me dijo que no podía demostrarlo, pero que estaba seguro de que habías sido tú.
Dadas las circunstancias, Lali pensó que la cólera de Eugenia estaba justificada, pero no delante de Adam.
-En mi defensa -comenzó-, diré que Pablo era un cerdo y que yo quería hacerle daño. No me paré a pensar quién podría salir perjudicado, pero siempre me he sentido fatal por ello. Sien­to lo que pasó.
Peter acabó soltando a su hijo.
-¿Eres reportera del National Enquirer?
-No. Hará unos cuatro años fui la fuente anónima de algu­nas de sus historias de corazón y luego escribí unos artículos in­dependientes sobre tonterías del mundo de la moda. Sólo hice eso, y ya lo he dejado.
-Escribes artículos sobre flora y fauna, ¿sí o no?
-Bueno, no exactamente.
-¿Qué escribes, pues? Exactamente.
Tampoco podía seguir mintiendo, así que respiró hondo y respondió:
-Soy redactora del Weekly News of the Universe. Escribo los artículos de extraterrestres y humanoides peludos.
Peter echó la cabeza atrás y la miró con los ojos entornados.
 -Adam, vete a tu habitación -ordenó sin apartar los ojos de Lali.
-No quiero.
-No te he preguntado si quieres ir o no. Te he dicho que vayas.
El niño abandonó la sala remoloneando, como si tuviera plo­mo en los pies. Nadie dijo nada hasta que se cerró la puerta del dormitorio.
-O sea -empezó Peter-, que todo eso de la flora y fauna era una patraña. Trabajas para la prensa sensacionalista.
-No cuento chismorreos. Escribo artículos sobre alieníge­nas -se justificó, extendiendo los brazos-. A eso me dedico.
-¿Y se supone que he de creerte? No has hecho más que mentir desde que llegaste al pueblo. ¡Por Dios! Ayer debiste de reírte de lo lindo cuando te enseñaba todas esas flores para tu ar­tículo.
-No me reí.
-Y todo lo de Hiram Donnelly también era mentira, ¿no?
-No; pienso escribir el artículo. Nunca...
-¿Cómo encontraste a Adam? -la interrumpió él. Lali no entendió a qué se refería.
-¿Cuánto voy a tardar en leer algo sobre mi hijo en tu re­pulsiva revista?
Lali todavía tardó unos segundos en comprenderlo. El en­cantador hijo secreto del inmaculado ángel de América sería una noticia espectacular. Un bombazo.
-Yo nunca haría eso. Nunca haría algo así, ni a ti ni a él y, por más que te cueste creerlo, tampoco a Eugenia.
-Tienes razón, me cuesta creerlo -intervino Eugenia.
Lali observó los rostros que la miraban. Eugenia ni siquiera se esforzaba por esconder su rabia y, a cada segundo que pasaba, Peter se iba volviendo más y más distante.
-¿Quién te ha mandado aquí, Lali?
-Mi periódico, pero no por el motivo que crees. Me enviaron a hacer fotos y escribir artículos. Ahora mismo estoy escribien­do una serie sobre un pueblo repleto de extraterrestres. -Sentía que el corazón se le encogía en el pecho y sacudió la cabeza-. La semana pasada utilicé a Eden Hansen por su pelo púrpura y las ojeras exageradas, pero te juro que no sabía que Eugenia era la madre de Adam hasta hace dos minutos. Tienes que creerme.
-Ni siquiera sé si te conozco.
Lali se llevó la mano al corazón, como si quisiera proteger­lo de la fría mirada de Peter, como si quisiera protegerlo para que no se le rompiera.
-Cuando te conocí, no te dije a qué me dedicaba porque no era cosa tuya. Cuando empecé a conocerte mejor, no sabía cómo explicarte que te había mentido sobre mi trabajo, y nunca encon­traba el momento para hacerlo.
-Se me ocurren unos cuantos momentos en que podías ha­berlo dicho. Cualquier momento entre el Cuatro de julio y el día de hoy hubiera sido una buena ocasión.
No podía decir nada, salvo:
-Tienes razón, admito que debí contártelo.
-Sí, supongo que sí. Desde el momento en que te vi, me pre­gunté qué podía traer a una chica de ciudad a un pueblo perdi­do como Gospel. Supongo que ahora lo sé, y no tenía nada que ver con humanoides peludos ni con alienígenas ni con sheriffs corruptos. Descubriste lo de Adam y viniste a fisgonear en nues­tras vidas.
-¿De veras lo crees?
Peter selló la boca con una mueca y no dijo nada más. No era necesario.
-Ya te he dicho que jamás te haría eso, y no lo haré, pero su­pongo que sólo te lo creerás cuando compruebes que no apare­ce nada de esto en los periódicos.
Lali lo miró por última vez y salió por la puerta.

Continuará...

23 comentarios:

  1. NO ME HAGAS ESTO, no me dejes asi por dios

    @Pela_Teamo

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  2. ALTO BARDO se armó! @ConEllosSiempre

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  3. noooooooooooo, resistee laliterrrr

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  4. aaaaaaaaai todo por culpa de eugenia la concha de laloraaaaaaaaaaa

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  5. Nunca me imagine esto por el amor de Dios

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  6. noooooooooo, algo más podía pasar? Eugenia fuiraaaaaaaaa! :)

    MAS NOVE !!!

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  7. OMG!! no me gusto lo que le dijo peter, lali si le mintio pro no eraa para tanto pff quee intenso el caap me encanto :DD quiero maas porfis porfis ;)

    @FernandaLazaroG

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  8. No Lo Puedes Contar Ahi, Ya Cuando Todo Estaba Bien Subi Mas Por Favor
    Espero El Proximo' Peter Le Tiene Que Creer A Lali
    Besos
    @DaniiVasqueez

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  9. hay no todo mal ¬¬

    U.u

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  10. Ayy nooo! pobre Lali, que feo que Peter no le crea ni confíe en ella :(
    más, más!!

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  11. Lina (@Lina_AR12)5 de julio de 2012, 21:53

    Se armó lindo lío!Y pensar q ella fue recluida ahí para reccuperrse,va a quedar peor q antes así!

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  12. aii no porque se tenian que peliar asi :( todo por culpa de eugenia !!!
    quiero otro capítulo

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  13. :(
    Lo bueno es que aun quedan 13 capítulos para que todo se solucione :)

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  14. nooooooooo...era sabido que en cuanto apareciera adama iba a ver lio, pero eugenia no estaba en los planes
    beso

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  15. Espero ya el 41 no se que va a pasar pero espero que peter se arrepienta de como la ha tratado :$

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  16. quiieroo maaaaaaaaaaaaas :)

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  17. NOOOOO yo pense que Adam iba a reaccionar mejor, no que se iba a enojar :( y Eugeniaaa que mete pua!!!! quiero que se arreglen por favor @LuciaVega14

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