miércoles, 18 de julio de 2012

Capítulo 1


Hola ... Cap larguito! :) Acá empieza la historia y a los pocos se va poniendo mejor. Disfruten y comenten chicas! Espero que les guste. Besos ♥ 


Capítulo 1

El presente
—¿Que la novia ha desaparecido? ¿Qué quieres decir? —inquirió Lali Espósito, reprimiendo el impulso de lanzarse al cuello de su hermana Candela y estrangularla.
No tenía sentido matar al mensajero.
—Quiero decir que no logramos encontrarla —le respondió Cande en un siseo apresurado mientras sus ojos castaños miraban a uno y otro lado—. No aparece por ninguna parte.
—Oh, perfecto, perfecto… —murmuró Lali, dirigiendo una sonrisa forzada a los invitados reunidos en el salón.
No podía dejarles entrever su preocupación.
Tomó a su hermana por el codo y atravesó con ella la estancia hasta llegar a unas puertas cristaleras por las que se salía a un balcón de granito.
Cuando estuvieron fuera y hubieron cerrado tras ellas para que no pudieran oírlas, Lali se arrancó el auricular de la oreja, y apretándolo en un puño le preguntó a su hermana:
—¿Habéis buscado bien por los jardines?
Cande inspiró profundamente y resopló.
—Pues claro que sí; hemos mirado en todas partes; incluso en los aseos de la primera planta. No está en ninguna parte, Lali, y tengo la impresión de que no piensa volver.
—¿Por qué dices eso?
Cande suspiró.
—Porque ha dejado el vestido de novia en la habitación.
—Oh, Dios… —murmuró Lali, empezando a sentirse presa del pánico.
No, tenía que mantener la calma, se dijo, era ella quien organizaba todos los eventos que se celebraban en la mansión Espósito, ninguno hasta la fecha había salido mal, y aquél no iba a ser el primero. Lo que tenía que hacer era pensar… y rápido.
Miró a su hermana pequeña, que estaba observándola preocupada. Cande, el genio de la familia, había empezado a estudiar Ciencias Empresariales en la Universidad de California del Sur, pero lo había dejado para volver a casa y ayudar con la finca, y Lali no sabría cómo se las podría apañar sin ella.
—¿Qué hacemos ahora? —le preguntó Cande mordiéndose el labio inferior y lanzando una mirada nerviosa dentro, donde los invitados esperaban que la ceremonia diera comienzo en unos minutos.
—Te diré lo que no vamos a hacer: no vamos a perder la calma.
—De acuerdo. ¿Y respecto a la boda?
—No tengo ni idea —masculló Lali mientras apartaba de su rostro un mechón que se había escapado de su recogido.
Dentro se oyó a la gente empezar a murmurar. Aquello era una pesadilla. Bueno, una pesadilla en potencia. Toda una serie ideas cruzaron por la mente de Lali, que las rechazó una tras otra. Ninguna era lo bastante buena como para evitar aquel desastre. Diablos, ¿qué clase de mujer se daba a la fuga cuando sólo faltaban quince minutos para que diese comienzo la ceremonia de su propia boda?
¿Y qué se suponía que iba a decirle al novio?
Como si le hubiera leído el pensamiento, Cande sacudió la cabeza.
—Ah, no… No pienso ser yo quien le diga al novio que lo han plantado.
Lali hizo una mueca.
Peter Lanzani, el novio en cuestión y multimillonario, no se tomaría demasiado bien aquellas noticias. Había planeado la boda hasta el más mínimo detalle, y que todo se fuese abajo en el último minuto le sentaría como una patada en la espinilla.
Lali se masajeó entre los ojos con el índice y el pulgar. Estaba empezando a notar un incipiente dolor de cabeza.
Había estado tratando con Peter Lanzani desde hacía un mes para organizar todos los detalles de la boda, y aunque era increíblemente guapo, también era irritante y maleducado. Estaba siempre dando órdenes y esperando que los demás lo obedecieran de inmediato. De hecho, hasta esa mañana Lali ni siquiera había visto a la novia. Había sido él quien había tomado todas las decisiones respecto a cada pequeño detalle de la ceremonia y el banquete, hasta los más insignificantes, así que a Lali no le extrañaba que la chica hubiese salido huyendo. Ella, que no tenía ninguna relación con el señor «Lo-sé-todo» y «No-me-moleste-con-tonterías», estaba temiendo el modo en que reaccionaría cuando le dijese lo ocurrido.
—Oh, Dios… Menudo lío —murmuró alzando el rostro hacia el cielo.
El frío viento de marzo que soplaba sobre los viñedos transportando el olor del océano refrescó sus encendidas mejillas, pero no hizo desaparecer la sensación de angustia que tenía en el estómago.
—Tú lo has dicho —murmuró Cande apoyándose en la balaustrada de granito. Cruzó los brazos sobre el pecho, ladeó la cabeza y le preguntó a su hermana—: Bueno, jefa, ¿qué quieres que haga?
Lali casi se rió. Nadie le decía nunca a Cande lo que tenía que hacer. Claro que probablemente fuese cosa de familia, porque ella no llevaba mucho mejor que le diesen órdenes.
Aquel pensamiento hizo que recordara una conversación que había tenido con su padre dos noches atrás. Otro hombre acostumbrado a mandar y ser obedecido. Sin embargo, ése no era el momento de preocuparse por cómo reaccionaría su padre cuando se negase a acatar los planes que había hecho respecto a su futuro sin consultarle. Bastante tenía ya en ese momento tal y como estaban las cosas.
—Esto no puede estar ocurriendo… —murmuró caminando arriba y abajo por el balcón—. La comida del banquete está preparada, la tarta es fabulosa, los músicos llevan media hora afinando sus instrumentos… —lanzó las manos al aire y las dejo caer desesperada—. Y están los reporteros esperando fuera, por amor de Dios… por no hablar del sacerdote, que ya hace un buen rato que ha empezado a impacientarse, y del novio que debe estar al borde de un infarto. ¿Cómo ha podido hacerme esto esa estúpida novia?
—Mmm… No creo que cuando decidió marcharse se parara a pensar en ti —apuntó Cande.
Lali inspiró y exhaló profundamente.
—Está bien, hagamos lo que tenemos que hacer. Tú vuelve dentro y mézclate con los invitados. Dales conversación y mantén la sonrisa, como si no pasara nada.
Cande se irguió y se apartó de la balaustrada.
—De acuerdo, ¿y tú qué harás?
—Yo… —comenzó Lali volviendo a ponerse el auricular en su sitio—… iré a hablar con el novio. Le explicaré lo ocurrido, y dejaré que él decida cómo quiere que se lo digamos a la gente.
—Pues buena suerte; me alegro de no ser tú.
Peter Lanzani miró su reloj de pulsera por duodécima vez en los últimos diez minutos. Según lo previsto, hacía ya cinco minutos que debía haber entrado en el salón donde esperaban los invitados, y en ese momento deberían estar a punto de llegar a la parte del «sí, quiero» de la ceremonia.
Tamborileó con el índice sobre la esfera de cristal de su reloj de pulsera, e intentó refrenar la irritación que estaba apoderándose de él. Aquel retraso trastocaría por completo su agenda del día, y aquello era inaceptable.
—¿Quieres vaya a averiguar qué pasa?
Peter se volvió hacia su ayudante y amigo, Gaston Dalmau, y negó con la cabeza.
—No, esperemos cinco minutos más. Si para entonces estamos igual, yo mismo iré a ver qué ocurre.
Gas se encogió de hombros y se apoyó en la pared.
—Como quieras; es tu funeral.
—Querrás decir mi boda.
Gas sonrió.
—Según lo mires.
—Ya.
Peter se puso a caminar de nuevo arriba y abajo por la pequeña antesala anexa al salón donde estaban esperando. Gas nunca lo había apoyado en su decisión de casarse con Maria. Estaba felizmente casado con la que fuera su novia de la universidad, y creía que cuando uno se casaba debía ser por amor.
Él, en cambio, opinaba de un modo muy distinto. Para él el amor era sólo un estorbo, algo que le enturbiaba a uno la mente y le impedía pensar con claridad, así que prefería considerar el matrimonio como una operación mercantil, como una especie de… fusión de empresas.
Fue hasta los ventanales emplomados, que se asomaban a la piscina y los jardines, y observó distraído aquella escena iluminada por el sol de ese día de principios de primavera. Las ramas de la mayoría de los árboles estaban aún desnudas, y en los rosales apenas estaban empezando a asomar los primeros capullos, pero había notas de un rojo intenso y un naranja encendido en la mezcla de flores de otoño e invierno que se alzaban en los parterres que bordeaban el camino hasta los vestuarios de la piscina.
Su mente, sin embargo, no estaba ocupada en aquellos detalles, sino en Maria Del Cerro, la mujer con la que debería estar casándose en ese momento. Se conocían desde hacía varios meses, y cuando él le había pedido matrimonio seis semanas atrás, ella había aceptado con calma y dignidad… tal y como había esperado.
Maria tenía todas las cualidades que siempre había pensado que debía tener su futura esposa: era elegante, inteligente, y lo suficientemente rica como para no tener que preocuparse de que sólo estuviera interesada en su dinero. En todos aquellos meses no habían saltado chispas entre ellos ni nada parecido, pero se sentía razonablemente satisfecho con su elección.
Además, necesitaba una esposa, y la necesitaba por un motivo concreto: porque en el mundo de los negocios había unos cuantos directivos de empresas chapados a la antigua que consideraban que un hombre soltero era un hombre que no había sentado la cabeza y en el cual no se podía confiar.
En cambio, con Maria a su lado, Industrias Lanzani podría continuar creciendo como había planeado.
Una de las hojas de la enorme puerta de roble que había tras él se abrió en ese momento, y Peter se volvió. La organizadora de eventos de la finca Espósito era quien había entrado. Era petiza, morocha, con los ojos negros… y no tenía demasiada paciencia. Más de una ocasión había tenido de comprobarlo durante las semanas que había estado tratando con ella para ultimar los preparativos de la boda. Parecía eficiente, no obstante, y sin duda ése debía ser el motivo por el que los Espósito no la habían despedido.
Sin embargo, en ese momento, Peter tuvo la impresión de que la joven preferiría estar en cualquier sitio menos allí.
Uno de sus talentos como hombre de negocios era el de leer en las expresiones de la gente como en un libro abierto, y con sólo mirar a aquella mujer a los ojos y fijarse en sus labios apretados, supo que no iba a gustarle lo que le iba a decir.
—Señor Lanzani.
Peter, que no era hombre de andarse por las ramas, fue directo al grano:
—¿Qué es lo que pasa?, ¿por qué no hemos empezado todavía con la ceremonia?
Lali cerró tras de sí y lanzó una breve mirada a su ayudante. Peter lo miró también. Gas se encogió de hombros y miró a su vez a la joven, que avanzó lentamente hacia ellos. Comprendiendo el motivo de su vacilación, Peter le dijo:
—No se preocupe; el señor Dalmau es de mi total confianza. Hable usted.
—Está bien —respondió Lali tragando saliva e irguiendo los hombros—. Lamento decirle esto, señor Lanzani, pero la novia parece haber desaparecido.
—¿Qué? —casi rugió Peter.
La joven, sin embargo, no se amilanó, y no apartó la mirada.
—La señorita Del Cerro ha abandonado la finca.
—Eso es imposible.
—Según parece no.
Peter sintió cómo la ira se apoderaba de él, pero inmediatamente le puso freno pues sabía que enfadarse no le ayudaría a resolver la situación.
—¿Han probado a llamarla a su teléfono móvil?
—Sí, pero no contesta —respondió Lali, lanzando de nuevo una mirada nerviosa a su ayudante—, y cuando salta el buzón de voz sale un mensaje que dice que estará fuera del país durante los próximos meses.
«Fuera del país»… Peter recordó la última conversación que había tenido con su prometida. Ella le había dicho que le gustaría que se fueran a vivir a Londres una temporada, y él le había dicho que en esos momentos era imposible porque sus negocios se lo impedían. Según parecía había decidido ir sin él.
Peter tiró de los extremos de la chaqueta azul marino que llevaba y se metió las manos en los bolsillos del pantalón mientras intentaba dominar la ira y pensar.
Había escogido con esmero a su futura esposa, había creído que estaban en la misma onda: un matrimonio sin complicaciones sentimentales, una unión que iría en beneficio de ambas partes…, pero a pesar de todo eso, lo había dejado plantado.
El enfado que estaba tratando de contener resurgió aún con más fuerza. La fuga de Maria era un golpe para su ego como hombre, pero no estaba dolido, ni mucho menos destrozado, porque su compromiso había sido simplemente de conveniencia, no había habido amor de por medio. Sin embargo, no le gustaron las imágenes que se formaron en su mente cuando pensó en las repercusiones que aquello podría tener cuando se supiese.
Para empezar aquello podría retrasar semanas, si no meses, la fusión con la Fundación Derry. El viejo Derry era muy anticuado y sólo estaba dispuesto a tratar con hombres de familia, de valores tradicionales, y no había tiempo para encontrar otra esposa.
Diablos. Aquello no podía estar pasándole a él. Él nunca perdía, y aquélla no iba a ser la primera vez.
—Lo siento de verdad, señor Lanzani —murmuró la joven. Peter levantó la cabeza para mirarla—. Si me dice cómo quiere que se lo comuniquemos a los invitados, me encargaré de hacerlo yo misma.
Peter la estudió pensativo, y por primera vez en todas esas semanas se fijó en lo preciosa que era. Aquel día llevaba el cabello en un sencillo recogido, y sus grandes ojos estaban mirándolo de un modo solemne en ese momento, pero los había visto brillar cuando reía y refulgir cuando se irritaba. Además, era una mujer meticulosa en su trabajo, algo que siempre había admirado… En resumen: podría ser la sustituía perfecta. Una situación desesperada exigía medidas desesperadas.
—Sí, bueno… en realidad querría pedirle otro favor —le dijo.
Confundida, Lali miró a su ayudante un instante antes de volver a girar el rostro hacia él. Peter, que advirtió su inquietud, se giró hacia su mejor amigo y le dijo:
—Gas, ¿podrías dejarnos unos minutos a solas?
El otro hombre frunció ligeramente el entrecejo pero no replicó.
—Claro.
Cuando hubo salido y cerrado tras él, Lali se volvió hacia Peter y le preguntó:
—¿De qué clase de favor se trata?
—Pues… se trata de algo en lo que sólo usted puede ayudarme —contestó él mirándola a los ojos—. Quiero que se case conmigo.

Continuará...

20 comentarios:

  1. jaajajaja me muero si me lo pide me caso yaaa
    ajajajajaj

    @sweetlaliter

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  2. HAY NO NOS PUEDES DEJAR ASI FUEE B U E N I S I M O!! el caap mee encantaa estaa nuevaa novee :D es super intensaaa jajaja :3 mee quede super intrigadaa pff... (:

    @maaff_lazaro

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  3. Me encanto massssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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  4. JAJAJAJAJAJAJAJA re sincero me mato, yo me caso, no se ella

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  5. Excelente!Me parecía verlos haciendo la escena!Me encantó!

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  6. que lindaa laa noveeeeee, espero el siguientee =)
    @BelenCorbera

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  7. Que directo
    De la nada "quiero que se case conmigo" jajaja
    Esta buenasa
    Espero el siguiente capitulo

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  8. Wow!! Me dejo sin palabras más!

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  9. PPPPFFFFFFFFFFFFFF empezamos ya con Laliter! bieeeeeeen! si se pone "mejor" en los otros capitulos esto va a ser una fieeeesta! dios que bien la voy a pasar!!

    Seguime avisando por Twitter ♥ gracias

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  10. Hola... no se como llegue hasta aca pero llego. Jeje
    M copo tu novela, en especial kuando le dijo k se case.con el me mato
    Espero k la perna diga k si!!!!!! Pasa.x mi blog?,, yo tengo una nove re laliter

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    1. lalitte my pasion, pon en tu blogs ellossonmylive.blogspot.com la forma fácil d firmar nombre/URL y sin verificación d palabras,para poder comentar,d la manera k lo tienes ahora ,no puedo dejar comentario.Gracias.

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    2. Como se hace eso?

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  11. Altanero y directo.Me imagino la cara d sorpresa d Lali.

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  12. Ay nonono, me encanta! jaja

    MÁS MÁS MÁS! :)

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  13. Hola, añadis mi blog. Todavia no m sigue nadie
    Me copo la nove, Se casan!!!!

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  14. Sabemos que le va a decir que si!! jajaja
    N quiero decir nada, pero la actitud de Peter se parece mucho a la de Carlos, el papa de Lali! El quiere tener el poder, todo bajo control y todos tienen que hacer lo que el quiere! Quizas, puede ser que pasar un pooc de tiempo con Lali lo va a cambiar un poco!
    Tengo la sensacon que el no sabe que es la hija de Carlos Esposito, por esta frase:
    -Parecía eficiente, no obstante, y sin duda ése debía ser el motivo por el que los Espósito no la habían despedido.
    ai que cuando lo va a saber, creo que sera feliz por saber que se caso con alguien importante! jajaja
    Espero el proximo
    Besos
    Giada

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  15. Como se tomara Lali esta propuesta de matrimonio :O @LuciaVega14

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