domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo 42


Sin tiempo chicas, paso rapidin. Perdon por no subir ayer. :(  Disfruten y comenten. Mañana vuelvo a casa! Besos ♥ 


-Vamos por la perrita -propuso. Simplemente no podía decir a su hijo lo que quería oír. Todavía no. No hasta que supiera lo que iba a hacer. No hasta que se hiciera una idea exacta de có­mo se sentía respecto a Lali y a todo aquel enredo.

Capítulo 42

Lali no iba a esconderse como si hubiera hecho algo malo. Y menos iba a quedarse en su casa, paseándose por las habitacio­nes y corriendo a la ventana cada dos por tres. A las ocho menos cuarto de aquella misma tarde, se puso su vestido color meloco­tón, se maquilló y salió a cenar. Desafortunadamente, el local más selecto del pueblo era el Cozy Corner Café.
En el jukebox sonaba country y la comida olía exactamen­te igual que el día que Lali pisó el bar por primera vez. La ho­ra punta de la cena ya había pasado. En un reservado había una pareja con un bebé, y en la barra tres quinceañeras riendo y fumando.
Aparentemente, en el Cozy Corner no habían hecho caso de la norma de establecer una zona para fumadores y tampoco pare­cía preocuparles que los menores fumaran. Pero, por lo menos, las chicas no llevaban el pelo rosa ni piercings en la nariz y los labios.
Lali eligió un reservado hacia el fondo del local y pidió una hamburguesa con queso, sin cebolla y con extra de mayonesa aparte, un plato de patatas fritas sin sal y un batido de chocola­te. Quizá pudiera reconfortarse con comida energética.
Trabajar ni siquiera entraba en sus planes más inmediatos. Se había pasado el día intentando por todos los medios no llorar, preguntándose si lo suyo con Peter se habría terminado para siempre, y si debía llamarle o esperar que la llamara él. Se había pasado el día reviviendo el tiempo que habían pasado juntos, especialmente la noche anterior. Él se preocupaba por ella, lo ha­bía percibido en su voz y sentido en su forma de tocarla.
Había pasado horas pensando en volver a casa de Peter y ha­cer que la escuchara, convencerlo de que ella nunca lo traiciona­ría. Tenía que creerla, pero suponía que sólo la creería cuando pudiese comprobarlo en la prensa.
Había barrido el suelo, hecho la colada y limpiado los baños. Tras un largo baño se había hecho una mascarilla y la manicura. Y todo para quitarse a Peter de la cabeza, para quitarse de la ca­beza aquella expresión fría e insondable mientras le decía que ni siquiera la conocía. Todo se había ido al infierno.
Paris Fernwood le sirvió el batido. Mientras la camarera le ponía una cuchara larga y una pajita encima de la servilleta, Lali se acordó del día que llegó al pueblo y de su segundo encuen­tro con Paris. Recordó cómo había mirado Paris a Peter: se le habían derretido los ojos y ablandado sus duras facciones, se le ha­bía iluminado la cara como un sol. Lali se preguntó si ella lo mi­raba igual, y si él se habría dado cuenta.
-Gracias -dijo Lali, sacando la cañita de su envoltorio.
-De nada -murmuró Paris, sin levantar la cabeza, y se alejó.
«Patética», pensó Lali observando a la camarera detrás de la barra, vaciando ceniceros. Eso mismo había pensado el primer día, pero ahora entendía un poco mejor a aquella desangelada ca­marera. Querer a Peter Lanzani no era nada fácil, especialmente sin tener claro que se hubiera terminado de verdad. Lali se en­contraba en el limbo, con el corazón todavía a medio romper. Al menos de momento. Se sentía como si se tambaleara al borde de un precipicio y Peter fuera la única persona que podía salvarla.
Metió la pajita en el batido y sorbió. Había puesto el corazón en manos de Peter y a él correspondía decidir qué quería hacer con él.
Paris volvió con el resto del pedido y arrancó la nota de la li­bretita verde que llevaba en el bolsillo del delantal.
-¿Tomará algo más? -preguntó mientras hacía una pelota con la nota.
-Creo que no. Gracias.
Paris ni siquiera la miró antes de alejarse.
Lali no sabía qué le había hecho a aquella camarera, pero parecía algo serio. Echó ketchup en el plato y mojó unas cuan­tas patatas. Estaban calientes y grasientas, y no tan buenas como esperaba. Esparció un poco más de mayonesa en la hamburgue­sa con queso, que tampoco estaba tan sabrosa como esperaba, pero algo le decía que la culpa no era de la comida. Era su esta­do de ánimo. Quería reconfortarse, pero la comida no iba a ser la solución.
Con el rabillo del ojo captó un destello rojo. Una mujer se había parado al lado de su mesa. Levantó la vista recorriendo los vaqueros Ralph Lauren y la camiseta de tirantes de seda roja. A pesar de la peluca castaña y las gafas oscuras, reconoció a Eugenia Suarez.
-Si no quieres llamar más la atención -le aconsejó-, quí­tate las gafas.
Sin ser invitada a ello, Eugenia se deslizó en el asiento de en­frente.
-¿Has llamado a Mike Walker? -le preguntó, refiriéndose al infame reportero del National Enquirer. Acto seguido, se qui­tó las gafas y las metió en el bolso.
-Ya te he dicho que no trabajo para el National Enquirer.
-Ya lo sé. Trabajas para el Weekly News of the Universe, que también tiene una sección de cotilleo.
-Es cierto. -Lali hizo una pausa para comer unas patatas más-. Pero no pagamos a los reporteros para que te sigan la pis­ta. Todo lo que se lee en la sección de cotilleos hollywoodienses suele estar bastante anticuado.
Eugenia cogió una carta.
-Ya he hablado con mi representante -dijo, echando un vistazo al menú-. Dará a la prensa la respuesta estándar «sin co­mentarios» hasta que nos parezca que es el momento de hacer declaraciones.
-De mí no escucharán ni una palabra.
Eugenia levantó la vista.
-¿Por Peter?
-Por supuesto -respondió Lali sin dudarlo-. Pero, aun­que no sintiera nada por Peter, jamás haría daño a Adam.
-Peter y yo hemos hablado con el niño, y creo que estará bien. A quien más daño haría la historia sería a mí -aseguró Eugenia.
-Y a mí Peter jamás me lo perdonaría.
Paris se acercó.
-¿Qué tomará? -le preguntó a Eugenia.
-¿El agua que tenéis es de botella?
-Es del grifo.
-¿Tenéis algo bajo en calorías?
-Ensalada -respondió Paris.
-Vale. Tomaré una de pollo con salsa vinagreta.
-No tenemos vinagreta.
-Pues ponme salsa rosa, pero en un plato aparte. Y una Co­ca-Cola light, con mucho hielo.
-¿Quiere el hielo en un plato aparte?
Sorprendida de que Paris pudiera estar bromeando, Lali la miró, pero, por su expresión irritada, vio que no estaba bro­meando.
-En el vaso me va perfecto. - Eugenia sacudió la cabeza mientras Paris se alejaba-. No sé cómo la gente puede vivir aquí.
-Con el tiempo te llega a gustar -replicó Lali, tan sor­prendida como Eugenia de su afirmación.
-¿Cuánto hace que conoces a Peter?
-Lo suficiente.
-Ha sido muy fuerte para mí entrar en su casa y encontrar­te en su cama.
-Para mí ha sido muy fuerte despertarme y encontrarte a ti en su casa.
Una sonrisa remolona curvó los rojos labios de Eugenia.
-Debe de tenerte aprecio.
Lali bebió un sorbo de batido. No sabía a ciencia cierta lo que Peter sentía por ella. Más allá de reconocer que era importante para él, jamás le había dicho qué sentía. Ahora ya nunca lo sabría.
Una pareja del pueblo se sentó en el reservado de detrás de Eugenia y pidieron una sillita auxiliar para su hijo. Paris se la lle­vó y a Lali le chocó lo amable y conversadora que se mostró con ellos.
-No te pareces en nada a la clase de mujer con que siempre me he imaginado a Peter -continuó Eugenia, consiguiendo que Lali apartara la atención de la nueva Paris.
-¿Y eso por qué?
-Sabía que acabaría con una mujer hermosa, pero supuse que se buscaría una más... casera. -Eugenia se remetió los pelos castaños de la peluca detrás de la oreja, y luego puso las manos sobre la mesa. Lali se fijó en el increíble diamante que llevaba en el dedo-. ¿Qué te ha contado Peter de mí? -quiso saber.
-No demasiado. Sólo que no llegasteis a casaros y que, cuando se marchó, se llevó a Adam -contestó Lali, pensando que no le debía más explicaciones.
-Cuando se fue de Los Ángeles, se llevó a Adam porque es un padre magnífico. -Eugenia bajó la mirada a sus manos-. Cuando una mujer renuncia a la custodia, aunque sea lo mejor para el niño, la gente la mira diferente, como si no tuviera corazón. Pero eso no es cierto. Yo quiero a mi hijo y nunca quise con­vertirlo en un secreto.
Lali no supo qué responder. No tenía hijos y nunca los ten­dría, pero no creía que ella fuera capaz de renunciar a la custodia por magnífico que fuera el padre.
-Te lo digo sólo por si piensas sacar la historia. Para que co­nozcas mi versión. Le cedí a Peter la custodia porque es un buen hombre y un buen padre. Y porque los quiero a ambos.
Lali miraba los ojos celestes del ángel más querido del país, y la creyó. Independientemente de si entendía a Eugenia Suarez o si le caía bien o no, tenía razón: Peter era un buen hombre y un buen padre.
Incluso antes de enamorarse, Lali había conectado con él y, por primera vez en mucho tiempo, había compartido con él su vida y sus dolorosos secretos. Los había compartido con Peter porque se sentía segura a su lado. Confiaba en él y él confiaba en ella.
Pero sólo hasta cierto punto. Ella no le había contado la ver­dad sobre cómo se ganaba la vida y él le había mentido sobre la mujer que ahora se sentaba al otro lado de la mesa. Le había di­cho que la madre de Adam era una camarera. No había confiado en ella hasta ese punto. Ella le había mentido a él y él le había mentido a ella. Quizá no fuera la mejor manera de empezar una relación, pero podían arreglarlo.
Ahora Peter se estaba comportando como un grandísimo hipócrita, pero eso cambiaría pronto. Cuando comprobase que ella no era una periodista del corazón, tendría que disculparse y ella le perdonaría. Lo único que esperaba era que no tardara de­masiado. Lali no era una mujer paciente.
Y Adam... En el poco tiempo que llevaba en Gospel, Lali había llegado a tomarle cariño y aquella rabia del niño le dolía casi tanto como a su padre.

Continuará...

13 comentarios:

  1. ME ENCANTA ESTA NOVELAAAAA! POSTA.. ES MUUUY BUENA. QUIERO QUE SE ENCUENTREN PETER Y LALI AVER QUE PASA......

    ResponderEliminar
  2. ay cierto que Peter también mintió.. que no se haga el sota entonces jaja!

    hasta que cap iba la nove?

    MAS MAS MAS MAS MAS!

    ResponderEliminar
  3. Lina (@Lina_AR12)8 de julio de 2012, 18:47

    Será q se dan oportunidad de hablar y conocer los verdaderos sentimientos del otro.Necesitan reestablecer la confianza,y luego está Adam q no dudo adorará a Lali,sólo es cuestión de tiempo y de q compruebe q ella no le saca atencion de su padre,cdo el niño vea q no resta sino suma cariño la va a aceptar!
    grax por subir!

    ResponderEliminar
  4. Estaria bueno que Peter y ella hablen . TIENE QUE ACLARAR LAS COSAS.

    me encanto

    besos

    @foreverlaliterr

    ResponderEliminar
  5. Quien diria esas dos hablando
    massssssssss

    ResponderEliminar
  6. ME ENCANTO ME ENCANTO ME ENCANTO, quiero mas nove !

    ResponderEliminar
  7. Mas Mas Mas Mas Quiero Mas Que Solucionen Los Problemas'
    @DaniiVasqueez

    ResponderEliminar
  8. Claramente tieenen que hablar y aclarar todo porque ambos se ocultaron cosas.
    Más, más!! :)

    ResponderEliminar
  9. Se tienen que encontrar... sino no van a resolver nada! mas nove"!!!!

    ResponderEliminar
  10. Euge me parece un poco tanto interesada solo en si y en lo que la gente pueda decir de ella que del futuro de Adam y lo que le pueda pasar a él si la verdad sale al aire!
    Espero la charla Laliter y que se confesen que no pueden vivir lejos :D jajaj tanto Lali puede hacer su trabajo tambien estando lejos de California! Y estoy segura que a Adam le va a gustar que Lali sea como una "madre" para él! Lo unico que deben hacer es decirle la verdad y que aunque si Peter esta con Lali, el nunca va a paras de amar a su hijo!
    Espero el proximo y que hayas disfrutado de tu viaje!
    Besos
    Giada

    ResponderEliminar
  11. ya quiero un encuentro laliter haber que pasa ahi, y que peter se de cuenta que lali no va publicar nada sobre el. ahora espero que la que no haga nada esa eugenia!!
    espero el proximo
    beso

    ResponderEliminar
  12. AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH YA LEO COMO SIGUE @LuciaVega14

    ResponderEliminar