Capítulo 15

PERDON PERDON por no subir otro ayer. Llegue muy tarde a mi casa... Capítulo cortito, pero el proximo es MUUUY bueno y es más larguito! :) Disfruten y comenten!! Besos ♥  @siempreconlyp

—Me uniré a ti si no te importa.

—No, claro que no; adelante —respondió Lali. No iba a beberse ella sola la botella.

Peter rellenó su copa, salió del baño, y volvió al cabo de un rato con otra copa para él, que llenó también. Probó un sorbo y sonrió aprobador.

—No está mal.

—Es nuestro mejor vino —le dijo Lali—. La gente nos lo quita de las… ¿Qué estás haciendo?

Capítulo 15

Peter había dejado su copa en la encimera de mármol del lavabo y estaba desabrochándose la camisa.

—¿Peter? —insistió Lali con un ojo en él y otro en el manto de espuma, que estaba empezando a disolverse.

—Voy a unirme a ti —contestó él desabrochándose el cinturón, el botón de los pantalones, y bajándose la cremallera—. Dijiste que no te importaba que me uniera a ti.

—Que te unieras a mí en el vino —dijo ella levantando su copa y señalándola—, en el vino.

Peter tomó su copa de nuevo, bebió un sorbo, y se quedó mirándola con el ceño fruncido.

—Aquí no hay bastante espacio para los dos.

—Muy gracioso.

—En cambio ahí dentro hay espacio más que de sobra —añadió él señalando la bañera con un gesto de la cabeza.

Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Lali. Tragó saliva, y al ver que eso no la ayudaba bebió otro poco de vino tragándolo de golpe. Dios del cielo… ella no había querido decir… no había pensado que él fuera a entender… ¿no iría de verdad a…? ¡Auxilio!

Peter acabó de desvestirse y dejó caer al suelo toda su ropa, junto a la de ella. Lali había cerrado los ojos, pero no pudo evitar entreabrir uno para echar un vistazo, y se quedó sin aliento. Desafiaría a cualquier mujer a mirarlo y tratar de apartar la vista.

Tenía una musculatura bien definida, y ni un sólo gramo de grasa. Su ancho tórax estaba cubierto por una ligera mata de vello negro, sus caderas eran estrechas, y… tuvo que tomar otro trago de vino… oh, Dios.

Peter dejó la botella en el suelo, junto a la bañera, tomó su copa, pasó una pierna por encima del borde de la bañera y la introdujo en el agua. Hizo una mueca y aspiró entre dientes.

—¿Qué quieres, achicharrarte?

Lali se encogió de hombros y arrimó hacia sí un poco más de espuma con el brazo en un intento inútil por ocultar su cuerpo desnudo.

—Me gusta que el agua esté caliente cuando me baño.

—Una cosa es caliente y otra hirviendo —masculló Peter metiendo la otra pierna y sumergiéndose lentamente frente a ella hasta quedarse sentado.

Sin embargo, tan pronto se acostumbró a la temperatura del agua tuvo que admitir para sus adentros que era muy agradable. Era más un hombre de duchas que de baños, y aquello de la espuma tampoco le iba demasiado, pero siempre estaba dispuesto a probar cosas nuevas, y aquello podía resultar… interesante.

—Creía que ibas a trabajar hasta tarde —le dijo Lali tomando otro sorbo de vino.

—Y he estado trabajando hasta tarde —respondió él, frunciendo el entrecejo.

Había tenido intención de quedarse más tiempo en la oficina, pero no hacían más que asaltarlo pensamientos de ella, y le había resultado imposible concentrarse. Aquello no le había ocurrido jamás a él, Peter Lanzani, que siempre lo tenía todo bajo control.

Tomó un trago de vino, dejando que bajara despacio por su garganta, y miró a su esposa, a la mujer con la que ahora compartía su casa y que había puesto patas arriba su vida, la mujer a la que deseaba como jamás había deseado a otra… la misma a la que se imaginaba todo el tiempo haciendo el amor con él y que lo estaba volviendo loco.

—Bueno, ¿y qué tal el trabajo? —inquirió Lali.

—¿Eh? Oh, bien, bien.

—Mi día tampoco ha estado mal —dijo ella, como para llenar el silencio.

Peter frunció el ceño pensativo.

—¿Todavía no te ha pedido explicaciones tu padre?

—No —contestó ella. Peter advirtió, por la expresión de su rostro, que estaba preocupada—. Y no sé a qué está esperando.

—Quizá no se lo haya tomado tan mal como pensaste que se lo tomaría —apuntó él.

Lali soltó una carcajada amarga.

—Lo dudo.

—Entonces, ¿por qué crees que no te ha dicho nada aún?

—Para aumentar la tensión —masculló ella—. Ése es su «modus operandi» —frunció el entrecejo y tomó otro sorbo de vino—: «haz que tu oponente se ponga nervioso» es su regla número uno, y la aplica incluso con nosotros, con su familia. O más bien… —se corrigió—… sobre todo con nosotros. Y yo soy tan tonta que siempre caigo en la trampa. En vez de quitármelo de la cabeza me preocupo y no dejo de pensar en ello hasta que descarga su ira sobre mí y me quedó paralizada, como un ciervo asustado ante las luces de un coche.

Peter pensó en su infancia, y comparó a su padre con el de ella. Su padre había sido un tipo estupendo: bueno con él, esposo devoto, y un honrado hombre de negocios. Le había puesto el listón muy alto, y probablemente ése era el motivo por el que a él le había llevado tanto tiempo decidirse a casarse, y también el motivo por el cual había escogido a Maria, una mujer sin ninguna aspiración sentimental respecto al matrimonio. Si su matrimonio no podía ser perfecto como el de sus padres, al menos quería que tuviese posibilidades de estabilidad, se había dicho, por si llegaban a tener hijos. Resultaba irónico que ahora que finalmente se había casado lo hubiese hecho con un divorcio seguro en el horizonte, al término del plazo acordado de un año.

Sin embargo, en ese momento quedaba mucho tiempo aún para que finalizase ese plazo, y estaba en la bañera… con su esposa. Quizá no pudiese hacer nada para disipar las preocupaciones que ocupaban su mente, pero con muy poco esfuerzo sí podría conseguir que las dejara a un lado por un rato.

Continuará...