viernes, 13 de julio de 2012

Capítulo 47



Disfruten y comenten chicas! Mañana estoy en mi casa y puedo subir más capítulos. 6 capítulos para el final. COMENTEN!!  





Cruzó los pies y se fijó en la arruga que le recorría la perne­ra del pantalón. Y pensó que por mucho que anhelara a Lali y por mucho que la deseara, la desconfianza era aún mayor. Aunque no podía concebir a la Lali que él conocía como la Lali que trabajaba para la asquerosa prensa sensacionalista, sabía que era la misma persona y que había puesto la lealtad a su tra­bajo por encima de él. Había podido elegir entre dos opciones: el deseo de informar de una jugosa historia o el deseo por él. Y no lo había elegido a él.
Se acercó al rincón del despacho y recogió su sombrero del per­chero. Ahora no le quedaba más salida que olvidarla. Y lo haría. Después de encargarse de su problema con Myron el Triturador.

Capítulo 47

A las tres en punto de aquella misma tarde, Myron Lambar­do estaba sentado en un taburete del Cozy Corner, tomando pa­tatas fritas y un sándwich de beicon, lechuga y queso. Había co­mido en garitos peores, pensó. Y peleado también.
Del viejo jukebox salía una mierda de música country y se preguntó si tendrían algo más duro, como Metallica. Salvo por el cocinero, que había ido a la trastienda a tomarse un descanso, y la camarera de la larga trenza, el local estaba desierto. Paris. Myron había leído el nombre en su pechera y le había parecido bastante exótico. Tenía manos grandes, huesos anchos y tetas grandes. Justo el tipo de mujer que le gustaba cepillarse. Había mucho donde agarrarse. Paris había vuelto a llenarle el vaso de Coca-Cola y no lo miraba como si fuera un monstruo.
-Gracias, Paris -le dijo, y decidió iniciar una conversación para obtener, quizás, algún tipo de información-. ¿Te llamas Paris por la ciudad francesa o por la de Tejas?
-Por ninguna. A mi madre le gustaba el nombre.
-A mí también. Suena exótico. -Bebió un trago de Coca­Cola y prosiguió-. ¿ Cuánto hace que vives aquí? 
-Toda la vida. ¿De dónde es usted?
-De todas partes y de ninguna. Soy luchador profesional y viajo mucho.
-¿Es luchador? -A Paris se le abrieron los ojos como pla­tos, súbitamente emocionada-. ¿Conoce a La Roca?
-Claro -mintió él-. Somos íntimos.
-¿De veras? Es mi luchador favorito.
Era el luchador favorito de todas las mujeres. La Roca era fa­moso  y, por un breve tiempo, Myron también había alcanzado un poco de fama. Mientras había sido Micky el Duende Mágico, la gente se había mostrado interesada en hablar con él. Hasta había disputado algunos combates en garitos de más alto nivel y tenido citas con chavalas de estatura normal. Luego, aquella zorra de re­portera, Lali Espósito, lo convirtió en RuPaul y todo se esfumó.
Con veintiséis años, ya era pasado. Quería recuperar la fama. Un artículo. Lo único que tenía que hacer Lali era escribir un artículo para resarcir su reputación. Sólo quería que le diera eso y luego la dejaría en paz.
-¿Pelea en la WWF?
-No, pero es mi sueño -reconoció, terminándose el sánd­wich. La actual ola de lo «políticamente correcto» que se exten­día por el país había acabado con la lucha libre de enanos. Ade­más, la WWF estaba demasiado preocupada por las posibles reacciones en contra para patrocinar combates, como si lo que él hacía fuera menos digno que lo que hacen los hombres de talla normal. Últimamente había estado pensando en irse a México, donde la «mini» lucha libre tenía mucha difusión-. ¿Has pen­sado alguna vez en luchar?
-¿Yo? -Paris se rió y se llevó la mano al corazón-. Yo no podría luchar.
Myron se fijó en su mano y sus enormes pechos.
-Claro que sí, cielo. Me apuesto lo que quieras a que esta­rías fantástica con las mallas. -Miró el rostro ruborizado de Pa­ris-. A mí me encantaría luchar contigo alguna vez.
-Uy, no, no. -Paris miró por encima de Myron y éste apre­ció una arruga de preocupación en su frente-. Oh, no, aquí vie­ne Peter -dijo.
Myron miró por encima del hombro al alto vaquero que ba­jaba de un Chevy de sheriff.
-Frijolito mío -dijo-, tienes que esconderme. -De un brinco se puso de pie sobre el taburete, saltó detrás de la barra como un saltador de obstáculos y aterrizó al lado de la camare­ra-. Si te pregunta por mí, no le digas que estoy aquí.
-Creo que viene por algo que he hecho yo.
Myron se agachó y se apretó debajo de la barra. Ojalá Paris tuviera razón y aquel sheriff no lo estuviera buscando a él. Había oído muchas historias de gente que había echado hongos en las cárceles de pueblos como aquél, y todos los luchadores que cono­cía sabían la historia de Tiny Ted, a quien arrestaron en Oklahoma y un grupo de policías borrachos lo obligó a bailar como una ma­rioneta cantando una canción de cuna. Algo así tenía que ser toda­vía más denigrante que verse transformado en drag queen.
Myron escuchó cómo se abría y se cerraba la puerta, y el rui­do de unas botas contra el suelo de linóleo.
-Hola, Paris -saludó un hombre a pocos metros del es­condite de Myron-. ¿Qué tal estás?
-Bien. ¿Qué te pongo, Peter?
-Nada. Fuera hay una minicaravana Winnebago con ma­trícula de Las Vegas, y estoy buscando al propietario. Se llama Myron Lambardo y mide poco más de un metro veinte. ¿Lo has visto?
-¿Por qué? ¿Es peligroso?
-Sólo quiero hablar con él.
Se hizo un silencio, y Myron contuvo la respiración.
-Ha estado aquí, pero se marchó -dijo Paris finalmente.
Y si no fuera porque estaba escondido, Myron la hubiera besado.
-¿Cuánto hace de eso?
-Cerca de una hora.
-¿Has visto hacia dónde iba?
-No -contestó ella. Y como no podía besarla, Myron le metió la mano por debajo de la falda tejana, le acarició las corvas y le dio una palmadita en la pantorrilla.
-Bueno, si vuelves a verlo, no dudes en llamar a mi oficina. Paris guardó silencio durante otro largo instante, dudando entre darle una patada al enano o delatarlo. -Pero ¿qué ha hecho? -preguntó al cabo.
-Ha violado una orden de alejamiento.
-¿De quién?
-De la señora Espósito.
-Ah. -Esta vez sí le dio una patada.
-¿Qué ocurre? -preguntó el sheriff.
-Nada. Acabo de aplastar un bicho. -Myron le rodeó las piernas con el brazo para que no pudiera darle más patadas. Ella se quedó quieta.
-Si ves que se acerca a la Winnebago, llámanos.
 -Lo haré.
Los tacones se alejaron y la puerta se abrió para volverse a cerrar.
-¿Se ha ido? -susurró Myron.
-¡Quita la mano de debajo de mi falda!
Myron deslizó lentamente la palma por la suave pantorrilla de Paris hasta llegar a la rodilla.
-Tienes una piel magnífica.
Paris retrocedió un paso y lo miró desde arriba como si real­mente fuera un bicho.
-Has venido persiguiendo a Lali Espósito.
-«Persiguiendo» es una palabra muy fea. -Myron se levantó y se subió a la barra. Se sentó en el borde mirando a Paris, con lo que casi consiguió ponerse a su altura. -Sólo necesito que haga una cosa por mí.
-¿Qué cosa? ¿Tener un hijo?
-¡Qué diablos! No. Odio a esa mujer.
A Paris se le arquearon las cejas.
-Ah, ¿sí?
-Sí. Me ha arruinado la vida.
-Y a mí también. Desde que llegó al pueblo, todos los hom­bres le van detrás.
-¿A Lali? Si está en los huesos.
-Ya, eso lo dices por decir.
-No. A mí me gustan las chicas rellenitas y con curvas. -La repasó de arriba abajo con la mirada-. Las chicas como tú.

Continuará...

9 comentarios:

  1. Me mato el Cap
    Es un Pervertido.
    Mas mas mas

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  2. jajaja
    me encanta el enano zarpado
    jajaja
    senora esposito
    peter se sigue haciend el que no quiere la cosa
    bien que quiere ir tras de lali

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  3. me encanto el capitulo !!! peter que se deje hacer el que no le importa lali, esta haciendo todo lo posible para protegerla :)
    espero el proximo

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  4. ay Peter la defiende, falta que la escuche y le crea y listooo :)

    MAS NOVEEE!!!

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  5. hay ni vida lo esta buscando para defenderla
    beso @Ari_StaFe

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  6. Peter Se Hace El Duro Pero En Verdad La Protege Mucho Mas Nove
    @DaniiVasqueez

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  7. aah re violin era el enano jajajaja

    maaaaaas besoss

    @foreverlaliterr

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  8. Enano mañoso ojalá Peter se de cuenta que lo engañaron.
    Masi_ruth

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  9. a la miercoles ahora hay algo entre el enanito y Paris :O @LuciaVega14

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