Capítulo 14

Holaaa! Perdon por no subir ayer... fue un dia muy emotivo y no me dio el tiempo. Todavia estoy un poco mucho melancolica con todo lo que esta pasando. :| Ojala los teens hagan gira... no quiero pensar que ayer fue el ULTIMO show posta. Pero bueno..  tenemos que seguir bancandolos, mismo que por separado. Ellos son mis idolos, y seguira siendo así. Y nada mejor para subir el animo que buenos capítulos, no? Se vienen cosas muy interesantes. Disfruten y comenten!! Besos ♥ 

—Mmm… ¿Y no crees que deberías volver a tu lado?

Las comisuras de los labios de Peter se arquearon en una sonrisa maliciosa.

—No, aquí estoy muy cómodo.

Lali se quedó mirándolo fijamente de nuevo, pero Peter no volvió a abrir los ojos, y al cabo de unos minutos su respiración se tornó suave y acompasada. Se había quedado dormido.

—En fin —masculló—, al menos uno de los dos está a gusto.

Capítulo 14

Los dos días siguientes pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y Lali consiguió evitar cualquier posible confrontación con su padre simplemente porque no coincidieron. Su padre abandonaba la finca por la mañana antes de que ella llegara para trabajar, y cuando regresaba ya hacía rato que ella se había ido.

Aquello debería haberla calmado un poco, pero en cambio tuvo en ella el efecto contrario. Se sentía como un pavo antes del día de Acción de Gracias, con el alma en vilo y a la espera de que el filo del hacha cayera en cualquier momento sobre su cuello.

Y Peter no la estaba ayudando en absoluto.

En el trabajo no podía relajarse porque estaba demasiado ocupada… por no hablar de que tenía que mantenerse vigilante no fuera a aparecer de improviso su padre, y en «casa» tampoco podía relajarse porque Peter no la dejaba sola un instante. O al menos ésa era la impresión que ella tenía.

Si iba a darse un baño a la piscina al salir se encontraba con él junto a la escalerilla sosteniendo una toalla para ella. Si salía a dar un paseo por el jardín, aparecía detrás de ella. Y luego, cuando se metía en aquella cama gigantesca e intentaba dormir, se iba arrimando a ella hasta acabar a su lado, y hacía que le costase horas dormirse.

Aquella noche, sin embargo, por primera vez desde el día de su apresurada boda, Lali tenía toda la casa para ella sola. Peter le había dejado un mensaje en el contestador diciéndole que había tenido que salir por asuntos de trabajo, y que no sabía a qué hora iba a regresar. Al escucharlo se había sentido algo decepcionada, pero se había dicho que probablemente era sólo porque estaba empezando a acostumbrarse a tenerlo todo el día pegado a los talones.

Así que, para demostrarse que podía disfrutar de esos momentos de libertad, subió al dormitorio, encendió la cadena de música del salón, y puso un CD de rock clásico. Luego entró en el cuarto de baño, echó un buen chorro de gel de baño dentro de la enorme bañera para que se formara espuma, y abrió los grifos. Mientras se iba llenando y los espejos se empañaban con el vapor, se quitó la ropa, dejando caer las prendas sobre el suelo de losetas azules, y tomó de la encimera del lavabo una botella de brute cuvée que se había llevado de la finca y se sirvió una copa. Bebió un sorbo, y de inmediato se dibujó una sonrisa en sus labios y suspiró relajada.

Luego, dejando la copa sobre la encimera de mármol, se volvió hacia el espejo para recogerse el cabello con una pinza. Se miró satisfecha del resultado y, sonriente, tomó de nuevo la copa de vino y se metió en la bañera, que parecía diseñada para una reina.

Aún no había acabado de llenarse, así que se recostó contra el borde y sintió cómo poco a poco el estrés de los dos últimos días se disipaba por la acción del vino, el agua caliente y el suave olor a jazmín del gel de baño. Tenía todo lo que una chica podía desear.

—Bueno, no todo —se corrigió tomando otro sorbo de vino.

Y con sólo murmurar esas palabras sus pensamientos volvieron al hombre que se había convertido en su marido.

No era la primera vez que le ocurría. Mientras hablaba por teléfono con el encargado del servicio de catering por ejemplo, se había descubierto de repente garabateando el nombre de Peter en una libreta. Y luego, cuando había estado hablando con una novia bastante nerviosa, se había pillado recordando el momento en el que había avanzado por el salón vestida de blanco, y la expresión en el rostro de Peter justo antes de besarla.

Un cosquilleo la recorrió de arriba abajo, y se removió incómoda, hundiéndose un poco más en el agua espumosa.

«Todo esto no significa nada», se dijo frunciendo el entrecejo; «es natural que me esté pasando esto después de dormir cada noche junto a un hombre desnudo».

Emitió un gemido ahogado al recordar la mañana después del día de la boda, cuando Peter había apartado las sábanas, se había bajado de la cama y había cruzado desnudo la habitación. Ella había tenido que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para no llamarlo y pedirle que le hiciera el amor.

—Oh, Dios —murmuró.

La garganta se le había puesto seca de repente y tomó otro trago de vino, pero no la ayudó.

El agua la cubría ya, así que se irguió un poco, se inclinó hacia delante, y cerró los grifos. Ya sólo se oía la música de fondo y el leve chapoteo del agua cuando se movía. Echó la cabeza hacia atrás y la giró para observar el paisaje nocturno por el ventanal. La primera vez que se había duchado en el baño la había preocupado que pudiese espiarla algún pervertido con un telescopio, pero Peter la había tranquilizado diciéndole que estando como estaban en medio de una propiedad privada de más de doce hectáreas, era muy poco probable que eso pudiera ocurrir.

Y, de hecho, tras haberse relajado a ese respecto, admitió Lali para sus adentros, el estar desnuda dentro de una bañera frente a un ventanal sin cortinas resultaba incluso… excitante.

—Estupendo —masculló—. O he bebido demasiado, o no lo suficiente.

Sin embargo, su copa estaba vacía, y se había dejado la botella en la encimera del lavabo.

—Vaya por Dios…

—¿Tienes más sed?

Lali soltó un gritito y se deslizó un poco más bajo la superficie espumosa del agua al tiempo que giraba la cabeza hacia el umbral de la puerta, que había dejado abierta. Peter estaba allí de pie, sonriente, y con un hombro apoyado en el marco.

—Me has dado un susto de muerte —le espetó.

Peter se irguió, se quitó la chaqueta del traje, y se volvió un instante para arrojarla en dirección a la cama.

—Me habrías oído si no tuvieses puesta la música tan alta —replicó.

Lali extendió un brazo y atrajo hacia sí toda la espuma que pudo para ocultar su cuerpo, aún sumergido bajo el agua.

—Podías haber dicho algo antes de entrar.

—Lo hice.

—Oh. Ya.

Peter fue hasta el lavabo, tomó la botella y, girándose hacia Lali con ella en alto, le preguntó:

—¿Más vino?

—Sí, por favor —contestó ella, levantando su copa a la vez que mantenía un ojo sobre la superficie de espuma que la tapaba.

—Me uniré a ti si no te importa.

—No, claro que no; adelante —respondió Lali. No iba a beberse ella sola la botella.

Peter rellenó su copa, salió del baño, y volvió al cabo de un rato con otra copa para él, que llenó también. Probó un sorbo y sonrió aprobador.

—No está mal.

—Es nuestro mejor vino —le dijo Lali—. La gente nos lo quita de las… ¿Qué estás haciendo?

Continuará...