lunes, 16 de julio de 2012

Capítulo 51


Se viene el final ... 1 cap, 1 cap ! Y es obvio que se viene una nueva nove.. Estoy pensando en dejar que ustedes elijan. JA  Disfruten y comenten! Besos 



Abrió el sobre que Paris le había dado. Esperaba que se tra­tara de una inscripción al club del postre del mes. Sin embargo, encontró una nota sensiblera sobre cuánto amaba a Myron Lambardo. ¡Por Dios! Y, en lugar de puntos, las íes llevaban co­razoncitos.

Capítulo 51

Al final añadía:
“Nunca quise haceros daño a ti o a Adam. Y me encanta­ría poder decir que siento haber hecho unas cuantas llamadas a la prensa sensacionalista, pero ¿cómo puedo sentirlo si eso me llevó a encontrar el amor verdadero?
PARIS FERNWOOD próximamente, señora de Myron Lambardo”
Peter releyó el último párrafo tres veces antes de arrugar la nota y tirarla al asiento contiguo. Por un momento, dejó que la rabia apretara sus puños sobre el volante, pero luego desistió. Ya no importaba saber que había sido Paris y no Lali. No impor­taba porque ahora creía en Lali sin necesidad de pruebas. Pero la semana anterior sí hubiera importado. Si lo hubiera sabido en­tonces, se habría ahorrado un calvario.
Cuando pensaba en las noches pasadas en vela, torturándose con los problemas que tenía con Adam y con Lali, la rabia lo embargaba y se alegraba de que Paris estuviera de camino a Mé­xico y no tuvieran que vivir en el mismo pueblo. No le deseaba ningún mal, pero tampoco ningún bien. En realidad, esperaba que alguna mujerona mexicana la enganchara en el cuadrilátero y le aplicara una llave Pretzel.

El comité del día de los Fundadores trabajó muchas horas para encontrar el lema perfecto para el Baile del Día de los Fun­dadores de ese año. Se pelearon, discutieron y finalmente se lo ju­garon a las pajitas. Ganó «Entrar con botas en el Milenio», pro­puesta hecha por lona Osborn.
Dieron una mano de pintura verde al exterior de la casa sola­riega, y el interior se decoró imitando el carácter agreste de los al­rededores. Colgaban del techo cientos de estrellas de papel de alu­minio y perfumaban el ambiente los pinos recién talados que Stanley Caldwell había añadido a su obra maestra de alambre y papel maché, que se alzaba en el rincón más lejano como una im­presionante reproducción de las montañas Sawtooth.
Pete Yarrow y su briosa banda, The Wild Boys, fueron los en­cargado de la música. La única relación de Pete con la fama eran sus dos apariciones como invitado en el programa Lluvia de estrellas, algo que bastaba para que se le considerara una de las celebridades del pueblo. La música era una estridente mezcla de country, blue­grass y rockabilly. A los vecinos que llenaban la pista de baile no parecía importarles que Pete desafinara de vez en cuando.
Las cervezas iban a un dólar cincuenta, el vaso de vino a dos dólares, y las latas de refrescos a uno. El agua se obtenía gratis en la fuente. La gente de Gospel se había puesto sus mejores galas. Las mujeres lucían metros de tul y encaje, y los hombres vestían tra­je, aunque algunos habían optado por el informal estilo vaquero.
El monumento de Stanley Caldwell a las montañas Sawtooth descansaba en su rincón, iluminado por una pálida luz blanca.
Lali se plantó ante el monumento y contempló la mancha azul brillante que representaba el lago Sawtooth. Como los tules nunca habían sido lo suyo, llevaba un sencillo vestido negro que había comprado en una de sus incursiones consumistas por Sun Valley. Era un vestido sin mangas, de cuello redondo y muy ajus­tado al cuerpo. Llevaba medias de seda y zapatos con tacones de diez centímetros. Se había rizado el pelo y le había dado volumen, y llevaba dos pendientes de diamante en las orejas. Estaba muy atractiva, y lo sabía.
Según Rochi, Peter nunca aparecía por el Baile del Día de los Fundadores y, a juzgar por el mal humor con que se había lleva­do a Adam de su casa, no creía que aquel año fuese la excepción. Pero Lali no se había vestido pensando en él. Bueno, quizás un poco sí. Sólo un poco, por si acaso.
Aunque sabía que estaba deslumbrante, se sentía algo des­plazada entre tantas mujeres emperifolladas con colores vivos y excesiva parafernalia. Hasta Rochi, que siempre vestía prendas cómodas, se había puesto un vestido de satén y lentejuelas pro­pio de una reina. Gas y ella estaban en la pista de baile, acara­melados con el country.
-Hola-le dijo alguien por encima de la música-. Creo que no nos conocemos.
Lali vio a una señora mayor envuelta en un tul azul y gru­ñó para sus adentros. La luz de la reproducción de las montañas se reflejaba en el pelo azul claro de la mujer y le resaltaba las oje­ras y las pestañas azules. Justo como aquel día en el Hansen's Emporium, Lali se quedó mirando a la mujer con horrorizado asombro. Era como presenciar un terrible accidente de tráfico. No quería mirar, pero no podía apartar la vista.
-Nos conocimos en su tienda la semana pasada -le recor­dó Lali.
-No, ésa era Eden. Yo soy su hermana gemela, Edie Dean.
¡Caramba! No recordaba que fueran dos.
-¿Son ge...?
-Sí, pero mi hermana prefiere el púrpura.
Lali se obligó a prescindir de todo aquel azul para mirar a Edie a los ojos.
-Ya me acuerdo.
-lona Osborn me dijo en el Cozy Corner que tú eres la que escribe esos artículos para el News of the World.
-Para el News of the Universe -la corrigió Lali-. ¿Y có­mo sabe eso lona?
-lona Osborn trabaja con Paris, y ayer por la noche Paris se  lo contó todo.
Lali supuso que, en un momento o otro, hubiera salido a la luz igualmente.
-Como no hace mucho que estás en el pueblo, aún no ha­brás conocido a mi cuñado Melvin.
-No, creo que no he tenido el placer.
-¿El placer? ¿Bromeas?... Melvin es un cara de rata que le pone los cuernos a mi hermana con las ovejas, y eso es un hecho probado. Y si ella tuviera como mínimo el cerebro que Dios dio a las cabras, ya lo hubiera atropellado con su Buick.
Dios, otra vez no.
-Estaba pensando que, si necesitas que esos alienígenas ab­duzcan a alguien, Melvin sería el ejemplar perfecto -añadió la gemela azul-. Y cuando lo metieran en una de esas naves espa­ciales, podrían ponerle electrodos en sus partes. -Edie levantó el puño y lo sacudió en el aire-. ¡Y darle una buena zurra!
-Ah... Vale. Bien, tengo que irme a saludar a alguien...
Lali dio unos pasos hacia un lado y se confundió entre la gente. Siempre había pensado que cabía la posibilidad de que alguien de Gospel descubriera a qué se dedicaba realmente, pero nunca se hubiera imaginado que fuera Paris Fernwood. Y, si Pa­ris y Edie lo sabían, ya debía de saberlo todo el pueblo. Experi­mentó una mezcla de aprehensión y alivio. No más mentiras. No más secretos. Evidentemente, tendría que escuchar las sugeren­cias de todo el mundo para su próximo artículo. Pero ¿acaso de­bía molestarse por que algunos le dedicaran miradas desdeñosas por sus historias? Ellos hacían apuestas de piernas rotas y lanza­mientos de váteres y... comían testículos. ¡Por el amor de Dios!
Lali bordeó el salón, paseando la mirada por la multitud mientras se abría paso hasta el bar. Aunque sabía que no debía, todavía se sorprendía a sí misma buscando a Peter.
Pidió una copa de vino y rebuscó en su bolsito para sacar el dinero.
-¡He oído lo de tus artículos! -gritó Burley por encima de la música, mientras le daba la copa-. Nunca había conocido a nadie que hubiera visto a Bigfoot.
Lali lo miró y reconoció un matiz humorístico en sus ojos.
-No he visto a Bigfoot. -Le dio el dinero-. Pero he entre­vistado a varios extraterrestres y uno de ellos tenía un perro.
Burley se rió y ella dio media vuelta para marcharse. Bebió un sorbo de vino y escudriñó la pista de baile. La bola de disco­teca que había en el techo lanzaba destellos sobre las lentejuelas verdes de Rochi y la corbata esmeralda de Gas, que hacía girar a su esposa como una peonza. Lali no conocía la canción que estaba sonando; decía algo de un vaquero con una camioneta. Reconoció a Hazel Avery que, con un vestido de satén rosa, bai­laba con un hombre que Lali supuso su marido.
Bebió otro sorbo de vino y se acordó del día en que Peter le enseñó a bailar country. Al empezar la lección iban completa­mente vestidos, pero acabaron completamente desnudos. Habían hecho  el amor sobre la piel de oso delante de la chimenea. Le dio por pensar a cuántas otras mujeres habría desnudado Peter mientras bailaba con ellas.

Continuará...

16 comentarios:

  1. 1 Cap Mas La curiosidad Me Mata Como Termine Sabre Que Sera Un Final Genial'
    @DaniiVasqueez

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  2. ay ya sabe la verdad!! :D

    el próximo es el último? tiene epílogo?

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  3. Sí creo q merecemos el último!Q hace él q no la buscó aún''?Dónde está?

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  4. SUBEEEEEEEEEEEEEE MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!

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  5. QUEREMOS SABER CUANDO SE VA A ENCONTRAR CON PETER!!! SUBEEEEE!

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  6. Demasiadoo buenoo, ya quieroo ver el siguienteeee
    @BelenCorbera

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  7. aii quiero leer el proximo capítulo !!!!

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  8. Ayy estuvo buenísimooo! Quiero leer el siguiente capítuloo :)

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  9. y quedan 2 capitulos no mas??
    como se paso rapido la nove
    beso

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  10. ya quiero el otro capitulo DALE

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  11. quiero que se encuentren!! QUE SE ENCUENTREN POR FAVORRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR @LuciaVega14

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