jueves, 12 de julio de 2012

Capítulo 46


Holaaaaa :) Todavía no volvi a mi casa. :|  Disfruten , comenten , recomienden.



-Sólo quiero información. ¿No puede ayudarme usted?
La agente negó con la cabeza.
-Si un acosador la ha seguido hasta aquí desde California, el sheriff tiene que estar informado.

Capítulo 46

Lali supuso que sólo tenía dos opciones. Podía comportar­se como una adulta y agarrar el toro por los cuernos, o salir con la cola entre las patas y esconderse como una cobarde. Permane­ció inmóvil durante unos instantes de indecisión. Quizá no era Myron. Quizás era otro enano que quería que convirtiera a Mi­cky el Duende Mágico en un supermacho. Si se iba, siempre podría volver otro día en que Peter no estuviera en el despacho. Quizá si se limitaba a ignorarlo, Myron se cansaría y se largaría. El problema era que eso ya lo había probado y no funcionaba.
Hazel abrió una de las puertas de cristal y resolvió el dilema por ella.
-El sheriff Lanzani dice que pase.
A Lali se le revolvió el estómago mientras la seguía por el corto pasillo. Cuanto más se acercaba a él, peor se encontraba. Y allí estaba Peter, de pie para recibirla en su despacho, aún más apuesto de lo que recordaba. Alto y guapo, con el pelo chafado, como si se hubiera peinado con los dedos. A Lali le fallaron las piernas y se detuvo justo en la puerta.
-¿Quiere que le retenga las llamadas, sheriff? -preguntó Hazel.
-Sí -contestó él y su voz, después de tantos días, envolvió a Lali como el cálido sol de un día estival-. A menos que sea la oficina del fiscal.
Hazel puso la mirada en Hope como si la estuviera escanean­do para detectar el verdadero motivo de su visita.
-Estaré en mi mesa, por si me necesita, sheriff -añadió an­tes de salir, y Lali se quedó sola con el hombre que amaba, su corazón roto y su estómago revuelto.
-¿Quieres sentarte? -ofreció Peter.
-No, no hace falta. Sé que tienes trabajo y no quiero mo­lestarte. Sólo se trata de una pregunta rápida que alguno de tus ayudantes podría responder. Supongo que pensaron que que­rrías verme. Yo sé que no, y no habría venido si hubiera sabido...
-¿Cuál es tu pregunta?
Lali se puso una mano en el estómago y respiró hondo. 3
-¿Las órdenes de alejamiento dictadas en California tienen validez en Idaho?
-Sí.
-Vale. -Soltó el aire y retrocedió un paso-. Gracias.
-¿Por qué?
Lali estaba lo bastante cerca de él para ver sus ojos verdes, lo bastante cerca para ver que la miraba como si fuera cualquier otro ciudadano que hubiera entrado a poner una denuncia, como si jamás la hubiera llevado a ver el lago Sawtooth ni a Casiopea viajando boca abajo.
En su mirada no había una pizca de deseo, ni del interés que había estado ahí desde el mismo momento en que se conocieron. No había nada, y ella no se había dado cuenta de cuánto le gusta­ba aquella chispa y de lo deseada que la había hecho sentir hasta que desapareció. Le escocían los ojos y se frotó el estómago, co­mo si así pudiera detener el dolor que le producía verlo.
-¿Por qué? -repitió él.
Mirarlo le dificultaba pensar en nada que no fuera lo mu­cho que lo amaba todavía y lo poco que él sentía ya por ella. Lali bajó la vista a los papeles que Peter tenía sobre la mesa.
-Hace unos meses obtuve una orden de alejamiento contra un hombre llamado Myron Lambardo. -Hizo una pausa para no llorar-. Fue una de las razones por las que vine a Gospel. Necesitaba apartarme de todo eso y del estrés que me había provocado el juicio. -Levantó la mirada-. Lo he visto al salir del M&S.
-¿Hoy?
-Hace unos minutos.
-¿Qué te ha dicho?
-Creo que ha gritado mi nombre.
-¿Y qué más?
-Llevaba una enorme pancarta que ponía: “Que Micky sea un supermacho.”
-Estás segura de que era él?
-¿Quién más podría ser? -Peter se mostraba tan profesional, tan impersonal que, por imposible que pareciese, a Lali aún se le rompió un poquito más el corazón.
-¿A qué distancia estaba de ti? -preguntó el sheriff.
-Estaba al fondo del aparcamiento.
Peter señaló la silla delante del escritorio. 
-Siéntate, Lali.
Por fin pronunció su nombre, y ojalá no lo hubiera hecho. Lo complicó todo aún más, porque le recordó todas las veces que la había llamado antes, o había susurrado su nombre junto a su cuello o sus labios.
-Estoy bien así -replicó ella, pero avanzó un paso.
Él se la quedó mirando un largo momento. Después se sentó en su silla y tecleó algo en el ordenador.
-¿Temes que te agreda físicamente?
-No. Nunca me ha tocado, pero solía amenazarme con un martinete.
Peter levantó la cabeza.
-Es un movimiento de lucha libre -explicó ella.
-Ya lo sé. -Leyó algo en la pantalla y dijo-: Siguiéndote hasta Gospel ha violado las condiciones de la orden de alejamiento. Por supuesto, siempre puede decir que está aquí por otra ra­zón, pero dudo que el juez le crea.
-Y ahora ¿qué pasará?
-Lo encerraré y, dependiendo de a qué hora entre en la cár­cel, se presentará ante el magistrado hoy mismo o mañana. Se fi­jará una fianza y una fecha de juicio.
-¿Tengo que volver a juicio? -Lali no quería volver a los tribunales.
-Depende de cómo se declare. Podría declararse culpable, pagar la fianza y marcharse del pueblo.
Lali vaciló.
-¿No podrías limitarte a hablar con él? Es fácil de recono­cer entre la gente. No mide más de un metro veinte y se parece un poco a Patrick Swayze. A lo mejor podrías asustarlo para que se fuera. -Pero Lali dudaba que Myron se largara por miedo a Peter. Myron nunca le había puesto las cosas tan fáciles.
Él se reclinó en su silla y cruzó los brazos.
-Si eso es lo que quieres... No obstante, tendrás que firmar una denuncia. Sólo por si tenemos que presentar algo ante el fiscal.
Lali se rascó la frente y lamentó haber acudido a la policía. Myron pagaría la fianza y volvería a estar libre para acosarla por la mañana. No había conseguido nada hablando con Peter y, en último término, lo pagaría más caro ella que el enano. Myron pa­garía con dinero, pero a Lali ver a Peter, escuchar su voz y amarlo le costaría una parte de su corazón.
Dejó caer las manos y sacudió la cabeza.
-Olvídalo -decidió-. Supongo que esa pequeña alimaña tiene toda la libertad del mundo para atormentarme impu­nemente. -Las lágrimas que le habían atormentado los ojos des­de que entrara en el despacho se le agolparon en los párpados y le empañaron la visión. No estaba segura de si lloraba de frustra­ción por culpa de Myron o porque el hombre al que amaba des­esperadamente no sentía nada por ella-. La orden de alejamien­to no significa nada para él, así que olvídalo.
Como si no soportase seguir mirándola, Peter volvió a con­centrarse en la pantalla y se quedó absorto en lo que leía. Una odiosa lágrima asomó entre las pestañas de Lali y le resbaló por la mejilla.
-Olvida que he venido -dijo, y prácticamente salió co­rriendo del despacho antes de quedar todavía más en evidencia.
Peter se levantó de la silla y se dispuso a seguirla, pero se de­tuvo. No estaba seguro de qué haría si la atrapaba. No estaba seguro de no acabar estrechándola contra su pecho y hundiendo la nariz en su pelo. Desde que se había enterado de que ella esta­ba en el edificio, el pecho se le había agarrotado. Y eso había sido incluso antes de que ella entrara en su despacho, increíblemente bonita, con unos sencillos tejanos suficientemente ajustados para marcar la curva de su bonito trasero y una camisa blanca normal.
Afortunadamente, Peter había logrado ignorar su propio cuerpo. Se había controlado y había manejado la situación como si Lali fuera una ciudadana cualquiera, hasta que se había echa­do a llorar. Al verle las lágrimas, casi salta de la silla para conso­larla. Después de todo, todavía la deseaba.
Se apoyó en el borde del escritorio y fijó la mirada en los di­plomas enmarcados y las condecoraciones que colgaban de la pa­red. Recordó el día en que habían subido al lago Sawtooth y ella había bromeado sobre ir a su oficina a poner una denuncia por­que se sentía sola y lo echaba de menos.
Diez minutos antes, cuando Hazel lo había llamado para de­cirle que Lali estaba allí, el recuerdo de aquel día le había veni­do a la cabeza con la sutileza de un rayo. El recuerdo de la mano de Lali en la cremallera de sus Levi's le había hecho contener la respiración y preguntarse si ella se habría inventado una excusa sólo para verlo. Cuando se dio cuenta de que no era así, una parte de él quedó tremendamente decepcionada.
Echaba en falta a Lali, o al menos a la Lali que creía cono­cer. Echaba en falta hablar con ella, el sonido de su voz y el aroma de su piel. Echaba en falta hacerle el amor y despertarse con ella a su lado. Pero lo que quizá más echaba en falta era levantar la vis­ta en la mesa del comedor y ver su cara.
Cruzó los pies y se fijó en la arruga que le recorría la perne­ra del pantalón. Y pensó que por mucho que anhelara a Lali y por mucho que la deseara, la desconfianza era aún mayor. Aunque no podía concebir a la Lali que él conocía como la Lali que trabajaba para la asquerosa prensa sensacionalista, sabía que era la misma persona y que había puesto la lealtad a su tra­bajo por encima de él. Había podido elegir entre dos opciones: el deseo de informar de una jugosa historia o el deseo por él. Y no lo había elegido a él.
Se acercó al rincón del despacho y recogió su sombrero del per­chero. Ahora no le quedaba más salida que olvidarla. Y lo haría. Después de encargarse de su problema con Myron el Triturador.

Continuará...

13 comentarios:

  1. Ahora veo que no era el enanito, que nada que ver JAJAJA.. pobre lali che. tener que ver a Peter asi, tan frio. El orgullo los mata.

    besos
    @foreverlaliterr

    ResponderEliminar
  2. Máaaaaaaaaaaaaaaaaaas!
    Que se arregle todo =S

    ResponderEliminar
  3. porque no la abrazo?? eso necesita ella
    quiero mas
    besos

    ResponderEliminar
  4. MAS NOVE QUIERO MAS POBRE LALI SON DEMACIADOS ORGULLOSOS LOS DOS.}
    @DaniiVasqueez

    ResponderEliminar
  5. dioooooos, que orgullosos de mierda! por el orgullo se pierden cosas.... @ConEllosSiempre

    ResponderEliminar
  6. ashgdhsjsa ay media pila Peterrrr!
    MAS MAS MAS MAS

    ResponderEliminar
  7. maal media pila peter!

    ResponderEliminar
  8. mas gracias por el cap

    ResponderEliminar
  9. Muy buena!!un beso de Brasil

    ResponderEliminar
  10. A veces el orgullo y resentimiento puede más que el Amor que sientes hacia una persona, quiero que vuelvan a estar juntos.
    Masi_ruth

    ResponderEliminar
  11. que frio peter
    pero no la olvida
    los hombres y su orgullo que no los deja escuchar ni perdonar

    ResponderEliminar
  12. Peter por dios!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! saca tu orgullo dejalo de lado por favor @LuciaVega14

    ResponderEliminar