Capítulo 9

Hola, hola!  Disfruten y comenten. Hoy me voy a un asado con mis amigos pero cuando vuelva subo otro, asi que comenten! :) Besos ♥ 

—Bueno, ¿qué vas a hacer? —inquirió Cande.

Lali miró a su hermana, y volvió al escritorio. Sacó el bolso del último cajón, y se lo colgó del hombro.

—Voy a seguir tu consejo y a largarme de aquí cuanto antes.

Capítulo 9

No le gustaba que lo ignoraran, y por Dios que no iba a consentir que lo ignorara su propia esposa. Su esposa… todavía no podía creerse que se hubiera casado con una Espósito. No sabía si se esperaría de él que se mostrarse cortés con Carlos Espósito, pero por ahí tampoco iba a pasar. Tenía la reputación de ser un nombre irascible e intratable, y la falta de escrúpulos de un timador capaz de quitarle a una anciana los ahorros de toda su vida.

El sol del atardecer brillaba sobre la superficie del estanque, y cuando se levantó una suave brisa, el aire se llenó del olor embriagador de las flores de los cuidados jardines.

Peter apretó el teléfono móvil en su mano y trató de concentrarse en lo que Gaston le estaba diciendo, pero le resultaba difícil.

—Pero Peter, si no vas a irte a Fiji como habías planeado, ¿por qué no puedes encargarte de la reunión con la compañía Franklin?

Gaston tenía razón, pero después de haber estado trabajando a destajo las últimas cuatro semanas para poder permitirse esas pequeñas vacaciones no estaba seguro de querer renunciar a ellas aunque no fuese a ir a ninguna parte.

—Porque aunque no nos vayamos de viaje de luna de miel, Lali y yo tenemos que dar al menos la impresión de ser unos felices recién casados.

—¿De verdad crees que esto ha sido una buena idea?

Lo cierto era que él mismo había estado haciéndose esa pregunta desde el momento en que había pronunciado su nombre completo durante la ceremonia. Era una Espósito, por todos los santos… De todas las mujeres que había sobre la faz de la tierra había tenido que casarse sin saberlo con una cuya familia era aún más conocida que la suya.

Se pasó una mano por el rostro. Los medios no dejarían de atosigarlos durante las siguientes semanas. Diablos, seguro que incluso acabaría teniendo reporteros escondidos en las copas de los robles de su propiedad con los objetivos de sus cámaras apuntando hacia la casa.

Y había visto el brillo codicioso en los ojos de los fotógrafos cuando habían salido de la mansión Espósito para permitir que les hicieran las instantáneas y contestar a sus preguntas. Había tenido que justificar la ausencia de los padres de Lali en la boda diciendo que había sido todo muy repentino, pero se había visto atrapado en su propia red cuando le habían señalado el hecho de que su propia familia sí hubiera asistido, con lo que había tenido que salir al paso como había podido. Aquello se estaba poniendo cada vez más complicado, y necesitaba al menos unos días para hablar con Lali y planear con ella una estrategia con la cual presentar a los medios un frente unido. Si no, la función acabaría antes siquiera de empezar.

—Es la única idea que se me ocurrió —le dijo a Gaston—. Además, ya está hecho. Lali y yo estamos casados y no hay vuelta atrás.

Gaston suspiró con pesadez y una leve sonrisa se dibujó en los labios de Peter.

—Está bien, yo me ocuparé de Franklin. Buena suerte con tu mujercita.

—Gracias, creo que la necesitaré.

Peter cerró el móvil y se giró hacia la fachada de la ostentosa mansión Espósito, que se alzaba sobre una colina dando a sus residentes una magnífica vista de los viñedos que había a sus pies. El sol del atardecer arrancaba reflejos de los cristales de las ventanas, y tuvo que guiñar los ojos para protegerlos. Parecía una de esas mansiones construidas en el diecinueve por magnates desaprensivos con más dinero que buen gusto.

Había oído decir a la gente que en el pasado, cuando aún pertenecía a la familia Latimmer, había sido más pequeña, y también más elegante, pero que al instalarse en ella Carlos Espósito con su nueva esposa la había reformado casi por completo. Había añadido dos alas enormes, hecho construir torres cónicas en el extremo de ambas… y había convertido el lugar en un sitio tan frío como sus suelos de mármol.

Tras guardar el móvil en el bolsillo de la chaqueta, Peter se dirigió a la entrada por el camino de grava. Ya era hora de que fuera a buscar a su esposa y dieran comienzo a su falsa vida de casados.

—¿Qué se supone que tienes que meter en la maleta cuando te vas de casa? —masculló Lali para sí mientras abría de par en par las puertas de su armario.

Bueno, si iba a estar casada durante un año ya se encargaría de hacer que le fuesen enviando todo lo que necesitase, pero… ¿qué debería llevarse para las primeras semanas?

Agrupó varias perchas y dejó caer el montón de prendas sobre su cama, junto a la maleta abierta. A pesar de que su madre siempre estaba diciéndole que eso era tarea de las criadas, hacía ya muchos años que se preparaba ella misma la maleta cuando tenía que salir de viaje. Le gustaba saber qué llevaba y qué no, no encontrarse al llegar a donde fuera con que no le habían metido en la maleta algo que habría querido llevarse.

Fue escogiendo, doblando y guardando las prendas de un modo rápido y eficiente mientras hacía una lista mental de las otras cosas que iba a necesitar: maquillaje, cepillo… ¿Tendría su marido un secador de pelo? Por si acaso sería mejor que se llevase el suyo.

Tan absorta estaba en lo que estaba haciendo, que no oyó a su madre entrar en la habitación.

—¿Te importaría darme una explicación?

Continuará...