Hello hello :) DISFRUTEN chicas! + comentarios = + capítulos. besos ♥
-Mmm... Todavía estoy ahíta de tanta tarta.
Peter sonrió. Terrible, pero le
gustaba.
Capítulo 33
Lali escogió la fotografía de
una abuela de aspecto normal de entre las que guardaba en
sus archivos informáticos. Le puso el pelo
púrpura y le pintó los labios. Mientras hacía los ojos algo más redondos bajo la ceja púrpura y le alargaba
un poco los dedos, se preguntó si Walter no
pensaría que se había pasado con el
púrpura y se lo haría cambiar todo. Jamás hubiese imaginado que algún día tendría que maquillar a un personaje
como Eden Hansen.
Ni siquiera ella era tan
buena.
Ya había mandado dos artículos
de extraterrestres a su editor. Le
habían gustado y quería más. Pinchó «enviar» en la pantalla del ordenador y
mandó su tercera historia al ciberespacio.
Su primer artículo acababa de
publicarse y, según Walter, había
suscitado una respuesta positiva de los lectores. La revista quería alargar la serie el mayor tiempo posible,
cosa que a Lali ya le iba bien. Tenía bastante material para tirar
una buena temporada. Y cuando se le
acabara, sólo tendría que bajar al pueblo.
Estaba escribiendo algunos de los
mejores artículos de su carrera y no necesitaba ningún
psicólogo que le dijera que era porque
ya no se sentía vacía ni trataba de crear a partir de un pozo
vacío.
Al instalarse en Gospel, sin
darse cuenta había dado impulso a su
carrera y a su vida. Dormía más y se sentía mejor que en mucho tiempo. Su vida y su creatividad estaban tan
interrelacionadas que cuando una sufría, la
otra se resentía. Llegó a la conclusión de
que, durante un tiempo, simplemente había intentado ignorar la realidad. Se había centrado en algo que pensaba que podría controlar, su carrera, pero se había
encontrado caminando por la cuerda floja.
Ahora tenía vida social y algo
totalmente diferente de las historias
para el Weekly
News of the Universe en que trabajar. Cuando los extraterrestres empezaban a provocarle dolor
de cabeza, se ponía con el artículo de Hiram
Donnelly. No sabía si llegaría a venderlo,
pero escribirlo le proporcionaba otra vía de escape.
Tomó el grueso sobre que había
recibido por correo hacía unos días y sacó el informe
del FBI. De las partes que no estaban tachadas,
leyó que el FBI recibió notificación y pruebas de malversación desde dentro de
la oficina del sheriff. Un topo que tenía
acceso a los registros. Lali se preguntó si ese alguien sería Hazel Avery. O quizás el propio Peter.
Se reclinó en la silla y
observó el teléfono que tenía al lado de la
pantalla. Peter le había dicho que la llamaría. Cuando la había dejado en casa por la mañana, dijo que tenía
cosas que hacer en el rancho Doble T, pero que la llamaría por la noche. Miró
el reloj del monitor: las cinco y cuarto de la tarde.
Retiró la silla y se levantó.
Cada vez que pensaba en la noche anterior,
sentía emoción y miedo a partes iguales. Quería reír y al segundo siguiente, desaparecer. Se sentía como
una esquizofrénica. Dividida en dos.
Maravillosamente viva y muerta de miedo. Buscaba el sentido a
una aventura sin sentido. Intentaba protegerse
a la vez que corría hacia algo que seguramente la heriría. Había perdido todo autodominio.
Él le había lamido el azúcar
glaseado de su cuerpo y habían compartido
toda la intimidad que pueden compartir dos amantes, pero, antes de llevarla a casa por la mañana, le había dado una gorra de béisbol y la había ayudado a remeterse el
pelo debajo. También le había dejado una de
sus enormes chaquetas Levi's para que
se la pusiera y nadie del pueblo pudiera reconocerla y empezar a esparcir rumores. Al menos eso le había
dicho, y ella se preguntaba si sería cierto o era que en el fondo le daba
vergüenza que lo vieran con ella.
Peter le había preguntado por la
cicatriz. Al final, la había visto mientras la enjabonaba en la ducha. Le dijo
que su ex marido le había regalado una
operación de estética, porque no era ni
el momento ni el lugar para contar la verdad. Pero entonces él le había besado la cicatriz de su vieja
histerectomía y la había hecho
sentir mal por mentirle.
Le había doblado la ropa. Una
cosa tan sencilla y que, sin embargo, significaba tanto.
Mientras ella dormía, él había doblado su
sujetador y sus bragas pulcramente y los había dejado encima de la falda y la camiseta, en un perfecto
montoncito, como recién salido de la
lavandería. Y, mientras ella intentaba apartarse de él, poner un poco de
distancia, él la había estrechado y le había hecho sentir que, después de
todo, el sexo de la noche anterior no había
sido una aventura trivial.
Enamorarse de Peter sería
fácil. Tan fácil como estúpido. Ya le había dicho una vez que lo
último que necesitaba era una novia, y ella
le había creído. Si hubiera querido una mujer en su vida, seguro que la habría tenido mucho antes de
que ella llegase al pueblo. En Gospel
tenía un montón para elegir. No quería ninguna relación. Lo había dejado claro. Quería sexo y, aunque ella también quería sexo, sabía que al final querría
algo más. Sabía que empezaría a
preocuparse por él más de lo que ya se preocupaba, y le haría daño que él no sintiera lo mismo. Peter no tenía la
culpa. Nadie tenía la culpa de nada. Simplemente, así estaban las cosas entre ellos.
Era mejor ponerle fin ahora,
antes de que saliera perjudicada.
Cuando llamara, si es que
llamaba, tendría que decirle que no volvería
a verlo. Tenía que reunir fuerzas para decir que no.
Al
final, cuando sonó el teléfono, no descolgó. No confiaba en sí misma. Desde que Peter la había besado la
noche del incidente en el Buckhorn, su fuerza de voluntad había
desaparecido y no confiaba en que ahora
reapareciera. No después de la noche que habían pasado untándose el
cuerpo con el azúcar glaseado. No cuando sólo
tenía que cerrar los ojos para sentir su boca recorriéndole el cuerpo.
No cuando recordaba con perfecta claridad el seductor tono con que, antes de
meterle la cabeza entre las piernas, le
había dicho: «Reláj ate, cariño, sólo me voy a comer este melocotoncito
que tienes aquí.
No,
su fuerza de voluntad estaba bajo mínimos.
Tendría que evitarlo tanto
como pudiera, aunque evitarlo por completo sería imposible en un pueblo tan
pequeño. La próxima vez que lo viera, simplemente
actuaría con naturalidad. Como una
mujer moderna que hubiera tenido un montón de aventuras en su vida.
Se fue a la cama hacia medianoche, pero cualquier
sonido la sobresaltaba. Empezó a preguntarse
si él aparecería por su casa e
incluso si habría sido él quien había llamado. Podía haber sido Rochi. O Walter. O un televendedor. Seguramente ni
siquiera había sido él. El muy tonto...
Al día siguiente, poco antes
de las diez, Rochi estaba llamando a la
puerta de Lali. Ella acababa de vestirse y todavía tenía el pelo mojado de la ducha.
-Me acaba de llamar Peter
-explicó Rochi, siguiéndola hasta la cocina-. Quería que
viniera a ver si estabas bien. Dice que te
llamó anoche, pero que no estabas.
-No contesté las llamadas. -Lali cogió la cafetera y
llenó dos tazas-. Estaba ocupada trabajando.
-Dice que ha vuelto a llamarte esta mañana.
Lali levantó su taza y sopló
el café para evitar reírse. No había
oído el teléfono; seguramente estaba en la ducha cuando sonó.
-¿Pasa algo entre vosotros?
-Nada. ¿Leche y azúcar?
-No. –Rochi levantó también su
taza y sopló el café. Las dos mujeres se miraron por
encima del humo.
-¿Sabías que un topo en la oficina del sheriff dio
información sobre Hiram Donnelly al FBI?
-Me lo imaginaba.
-¿Y te imaginas también quién
puede ser? ¿Hazel?
-Incorrecto.
-¿Peter?
-Incorrecto de nuevo.
-¿Tú lo sabes?
-Sí -contestó Rochi con una
sonrisa-. Pero no te lo diré. ¿Y sabes por qué? Porque sé guardar un secreto.
Nadie lo sabe más que yo y el FBI. Si alguien me dice que guarde un secreto, lo guardo. Soy una buena amiga -añadió, y miró a Lali
como si quisiera sugerir que ella no
lo era.
-Vale, de acuerdo. – Lali se
ablandó y lo soltó todo en una frase-. Está bien, pasé la
noche del Cuatro de julio en casa de Peter.
-¡Lo sabía! Cuando Gas me dijo
que Peter te llevaba a casa, supe que utilizaría sus
viejos trucos contigo.
Lali estaba demasiado
avergonzada para admitir que él no había
tenido que utilizar ningún truco.
-Esto no se lo puedes contar a
la gente. No sé qué pensar de lo que
pasó y Peter no quiere que todo esto se convierta en el chismorreo del mes.
-Ay, este Peter... -se burló Rochi, agitando la mano mala-. Igual se cree que todo
lo suyo es sagrado o algo, que él es más
intocable que los demás. Se piensa que todo el mundo se muere por saber lo que hace. -Se encogió de
hombros-. Y por supuesto es así, pero juro que
no diré una palabra.
Lali sopló su café y bebió un
sorbo. Cuando levantó la vista, Rochi la estaba mirando
fijamente.
-¿Qué? ¿Quieres detalles?
-Si no quieres darlos, no.
-Sólo te diré que me lo pasé
francamente bien. -Dio otro sorbo y añadió-: Francamente
muy bien.
Ambas se sonrieron. Dos mujeres
completamente distintas que se reconocían como buenas
amigas.
-¿Cómo tienes la mano? -preguntó
Lali.
-Bien. -Rochi se miró la mano-.
Este esmalte pone cachondo a Gas, pero ya empieza a
perder brillo.
-Venga, vamos a hacernos la
manicura.
Lali reunió todos sus utensilios y los colocó en la
mesilla del
café de la sala. Ella propuso el Rojo Rebelde, mientras que Rochi se decantó por el Arándano Montaña.
-¿Volverás a verlo?
Lali negó con la cabeza.
-No. No creo que sea buena idea.
-¿Por qué?
Lali cogió un bote de
quitaesmalte y una bolsita de bolas de algodón.
-Pues porque no puedo llegar
muy lejos; me voy dentro de cinco meses. -La sola idea de marcharse le provocó
un súbito malestar. Allí se sentía tan viva
y había encontrado tantas cosas... Pero
no era su hogar. Simplemente no se veía viviendo allí para siempre, aunque tampoco lo había intentado. Quitó
el tapón del quitaesmalte y empapó un algodón-. Peter no quiere una novia, y acabaría haciéndome daño.
Rochi se tomó un momento para
pensar y le dio su opinión:
-Quizá sí. Es una pena que no puedas limitarte a
pasártelo bien. Ya sabes, a usarlo a tu
antojo mientras estés aquí.
A Lali también le parecía una
pena.
Cuando Rochi se fue, Lali se
recogió el pelo y se puso un corto y ligero vestido azul de
verano con los hombros al descubierto. La falda le llegaba hasta el medio
muslo. Cuando se hubo maquillado a la perfección, con los labios rojos y
brillantes, fue en coche al pueblo. Se
detuvo primero en el M&S a comprar algunas cosas frescas y una tableta de chocolate Hershey.
Echó también un vistazo a una
pequeña selección de discos compactos, que estaban
expuestos al lado de las postales y la goma
de mascar. La música country no le entusiasmaba, pero, como vivía en un pueblo donde todo lo que no era vaquero no era guay, eligió un CD de Dwight Yoakam y lo
metió en la cesta. Nunca había escuchado
nada suyo, pero lo había visto actuar en El otro lado de
la vida. Pensó que alguien que podía hacer tan bien de malo, también tenía que tener
talento para otras cosas.
Stanley estaba detrás del
mostrador, como siempre, con un ejemplar
del Weekly
News of the Universe abierto frente a él.
-¿Ya vuelves a leer cosas de
extraterrestres? -le preguntó Lali,
mientras dejaba la cesta al lado de la caja registradora.
-Sí, y esta vez dice que hay
unos cuantos en el noroeste. Aquí pone que están camuflados
como humanos y que van jugando malas pasadas a la
gente.
-¿De veras? Vaya...
-Pone que son los responsables
de la desaparición de excursionistas y de otras
desgracias.
Lali abrió los ojos como
platos.
-Uau...
-Pone que hacen apuestas.
-Eso es terrible.
-No está bien apostar con la desgracia ajena.
-Stanley giró la revista y señaló el centro
de la página-. Llámeme loco, pero esto
parece el lago de Gospel.
Lali miró más de cerca la foto
que había hecho el día en que fue con
Rochi y los niños a la playa. No creía que nadie pudiese reconocer el lugar.
-Yo creo que se parece al Eugene
de Oregón -dijo.
-Puede. A un extraterrestre le
sería muy fácil camuflarse entre esos fanáticos del
ecologismo que andan por el Eugene. -Stanley
sacudió la cabeza y empezó a vaciar la cesta de Lali-. De todos modos, podría
ser Gospel.
Lali era muy buena actriz
cuando se lo proponía, y se mostró muy
interesada en lo que él decía.
-¿De veras lo crees?
-No, pero es divertido jugar a
adivinar quién de este pueblo podría
ser extraterrestre.
Ella sonrió.
-Podría ser la mujer que
regenta el motel Sandman.
-¿Ada Dover? -Se rió mientras
sacaba las naranjas de la cesta-. Puede. Es bastante
rara.
-Sí, tiene un aire un tanto
fantasmagórico.
-No se preocupe. -Le dio una
palmadita en la mano-. Yo la protegeré de los
extraterrestres.
-Gracias, Stanley -dijo ella.
Cuando salió del M&S todavía
sonreía. Dejó unos carretes de fotos de las montañas,
tomadas desde el patio de su casa, y prosiguió hacia el autoservicio Chevron. Los surtidores todavía no habían entrado en el nuevo siglo y, tras llenar
el depósito, tuvo que entrar para pagar con la tarjeta
de crédito.
Cuando salió, vio a Peter al
otro lado de los surtidores, apoyado en
su camioneta mientras llenaba el depósito. Llevaba la camiseta negra remetida en los vaqueros negros, y el
Stetson negro calado hasta las cejas.
Parecía salido de una película en blanco y negro -el irresistible malo- en misión de acoso y derribo de los corazones de las buenas mujeres.
Lali ralentizó el paso y su
corazón se saltó un latido. No le veía los
ojos bajo el sombrero, pero sentía su mirada. Como siempre, la alcanzó y la envolvió. Cuando ella se acercó al coche, él se enderezó y una sonrisa le curvó los labios.
-Parece que te hayan envuelto
en un pañuelo -le dijo con una voz aterciopelada que la
atraía hacia él como un imán invisible,
tentándola con el recuerdo de sus manos recorriéndole el cuerpo.
Ella se miró el vestido, pero
no se le ocurrió nada inteligente que
decir.
-Ah -fue lo único que logró
replicar. Volvió a mirar los ojos verdes y la sonrisa
seductora del sheriff y, como la cobarde que era, agachó la cabeza y subió a su coche. Puso en marcha el
Porsche y se alejó a toda prisa, dejando la tentación con el rastro de polvo que levantaron las ruedas.
«Ah.» Sólo eso. «Ah.» Se le
pusieron blancos los nudillos sobre el
volante y las mejillas le ardieron durante todo el camino a casa. «Ah.» Peter habría pensado que era idiota de
nacimiento. Y eso que ella pretendía
mostrarse moderna y sofisticada.
Guardó los comestibles. No
dejaba de darle vueltas a qué estaría pensando Peter de ella ahora que se
había comportado como una boba.
No tuvo que esperar
demasiado. Tan sólo había escuchado un par de canciones del CD de Dwight Yoakam cuando
alguien llamó a la puerta.Continuará...
Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarmas laliter
sklndlasd
Como se va a querer alejar de peter
ResponderEliminary si te miran esos ojos verdes es obvio q lo unico q va a decir es ah!
quiero otro capitulo
beso
asdfghhjjkhkjgg estos dos!.. MAS MAS MAS MAS MAS!!!! :)
ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaa espero sea peteeeeeeeeeer
ResponderEliminarAH dijo jajajaj..
ResponderEliminaryo tmb me pondria dura si me dice eso ajajaa
me encanta esta novela
ResponderEliminarmaas maas maas meee encantaa laa novee estaa re bna seguilaa :DD!!
ResponderEliminar@FernandaLazaroG
wasedtrfguyhjk
ResponderEliminarsoy yo otra vez. QUIERO MAS NOVEEEE
ResponderEliminar#lectoraobsesiva
ResponderEliminarBESOS @FOREVERLALITERR
"Ah" =/
ResponderEliminarNo puedes dejarlo ahi! Por dios quiero saber como sigue!
Jajajaaj que penso peter?
aii quiero más novela !! me encanto el capítulo
ResponderEliminarespero más
besos
no puedes dejarnos así.... es inhumano!!!!
ResponderEliminarESPERO que subas otro capítulo PRONTITO, hoy claro esta.
Un beso, y enhorabuena por la novela es increíble!!
Dios q tonta es!!!!!!!!!!Q aproveche y ya verá cómo le cambia la vida a los dos!
ResponderEliminarMMAS MAS MAS MAS MAS PORFAAAAA
ResponderEliminarEs Peter? ojala ojala! Quiero másssss!!!
ResponderEliminar<>
ResponderEliminarya claro y luego seguro que aprovecho para acer algo mas ;)
lewfjwelfjewlfjlrwjfw quien sera!!!!!! ya quiero que aclaren todo y esten juntos los dos se merecen ser felices :D <3 @LuciaVega14
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