Holaaa :) Bueno, si hay comentarios, subo uno más a la noche, qué les parece? Disfruten y firmen chicas. besos
Murciélagos
sedientos de sangre
atacan a una confiada mujer
atacan a una confiada mujer
Lali Espósito se apeó, cruzó
los brazos por debajo de sus pechos
y apoyó el trasero contra su Porsche plateado.
El sol que caía a plomo desde un despejado
cielo azul le caldeó los hombros desnudos.
La ligera brisa que le acarició el rostro y la piel supuso todo un alivio. El monótono zumbido de los insectos
se sumó a las notas de una balada country proveniente de la
casa situada al otro lado de la calle de grava.
Lali entornó los ojos y las
Ray-Ban le resbalaron por el puente de la nariz. La casa del número 2 de
Timberline era marrón
y gris, no había duda. Las partes
marrones eran aquellas en que la
pintura gris se había desconchado.
La casa se parecía más a la
mansión de Psicosis
que a la «casa de veraneo» que ella se esperaba. Habían cortado las malas hierbas
recientemente, cierto. Un perímetro de unos seis metros alrededor de la casa y un sendero que llevaba a la
arenosa orilla del lago se veían
segados y limpios. El lago ofrecía una gama de tonos verdes que iban de lo brillante a lo oscuro. El sol se
extendía sobre las ondas como si
fuesen franjas de papel de aluminio flotando en la superficie. Un bote
amarrado en la orilla se balanceaba
al ritmo del suave oleaje.
Lali se subió las gafas de sol y contempló las
accidentadas montañas Sawtooth, prácticamente
frente a su jardín. La panorámica
se parecía bastante a las fotografías que le había enseñado el agente inmobiliario. Tupidos pinos de gran
altura y picos montañosos de granito
elevándose hasta rozar un cielo infinito. Supuso que la aromática brisa y la majestad de aquellas montañas debía
de sobrecoger a todo el mundo. Como una manifestación de la gracia de Dios, una especie de experiencia
religiosa.
Lali creía en las experiencias
religiosas tanto como en quienes
afirmaban haber visto al monstruo Bigfoot. Debido a su trabajo, sabía demasiado para creer en leyendas
relativas a humanoides salvajes y peludos, estatuas que vierten
lágrimas o fanáticos bebedores de
estricnina. No creería jamás en nadie que afirmase haber visto al Yeti merodeando por una montaña o que asegurase haber visto nítidamente la cara de
Jesucristo en una torta de pan.
Demonios, uno de sus artículos
más exitosos, «El Arca de la Alianza encontrada en el Triángulo de las Bermudas», había creado un nutrido culto de seguidores religiosos y
había propiciado la aparición de otras dos
historias igualmente exitosas: «El Jardín del Edén encontrado en
el Triángulo de las Bermudas» y «Elvis
sigue vivo en el jardín del Edén del Triángulo de las Bermudas». Tanto Elvis como el Triángulo de las
Bermudas eran dos de los temas con más
tirón entre sus lectores.
Pero al contemplar aquellas
inmensas montañas y los grandes espacios que se extendían
ante ella, Lali no pudo evitar sentirse pequeña. Sola. La clase
de soledad que creía haber superado. La
clase de soledad capaz de absorber todo el aire de aquellas montañas y acabar asfixiándola. Lo único que la
salvó de sentirse como la única
persona del planeta fue el irritante rasgueo de guitarra proveniente de
la radio de los vecinos.
Lali agarró su bolso Bally y
recorrió el irregular sendero que
llevaba hasta la puerta de la casa. Una aguzada precaución guiaba los pasos de sus Tony Lamas. Había llevado a
cabo ciertas averiguaciones y sabía que
había serpientes en esa parte del país.
Serpientes de cascabel.
El agente inmobiliario le había asegurado que las
serpientes de cascabel se quedaban en las montañas, lo cual la llevó a imaginarse el número 2 de Timberline como el cuartel
general de las serpientes de
cascabel. Se preguntó si Walter la había enviado allí debido a los problemas que últimamente le había
causado tanto a él como a la
revista.
Una fina capa de polvo cubría el porche, y los
viejos escalones
crujieron bajo sus pies, pero la
madera era sólida, lo cual la alivió.
En caso de quedar atrapada en una grieta del suelo, nadie la echaría de menos en tres días. No hasta que
finalizase el plazo de entrega de su siguiente
artículo y alguien se pusiese a buscarla, y tal
vez ni siquiera por eso.
Ni el director de la revista ni
su editor, Walter Boucher, estaban por
entonces muy contentos con ella. Lo de su «trabajo de vacaciones» había sido idea de ellos. No escribía
nada bueno desde hacía meses, de ahí que la urgiesen a cambiar de
aires. De algún modo, eso le proporcionaría inspiración para nuevos
artículos sobre Bigfoot o extraterrestres. Y, desde luego,
también estaba el tema de Micky el
Duende Mágico. La historia todavía coleaba.
Encajó la llave en la cerradura
y abrió la puerta. No esperaba que sucediese
nada especial y, de hecho, nada sucedió. Ni tipos con cuchillos de cocina vestidos como su madre, ni fantasmas ni bestias salvajes
dispuestos a aterrorizarla. Nada. Tan sólo olor a cerrado y a polvo, y el sol a su espalda derramándose dentro de la casa e iluminando la estancia de su derecha. Lali encontró
un interruptor junto a la puerta. La lámpara del techo parpadeó una vez y a continuación eliminó todas las sombras.
Metió las gafas de sol en el
bolso, dejó la puerta abierta por si acaso y se adentró en la casa. En el comedor, a la izquierda, había un pesado aparador y una vitrina para porcelana
muy ornamentada. Ambos muebles habían
sido pulidos con aceite de limón. Una
larga mesa ocupaba la mayor parte del espacio; un taco de madera
falcaba una de sus patas. El polvo lo cubría todo.
Si el comedor transmitía una
impresión de decadente elegancia, el
salón, a la derecha, parecía el refugio de un cazador. Recargados muebles de madera rústica, un televisor con
antena de cuernos, una piel de oso
colgada encima de la chimenea. Sobre ésta, un lince americano disecado, con los
dientes y las garras a la vista. Rinconeras y una
mesita de café con cubierta de cristal y armazón de asta de ciervo. En las
paredes, más cornamentas, impresionantes cabezas de animales
y gruesos estantes rústicos. A Hemingway le habría
encantado, pero Lali lo consideró un lugar muy apropiado para sufrir un
accidente. Podía imaginarse atravesando la habitación a
oscuras, de noche, para trastabillar y morir empalada en alguna cornamenta.
Sus botas resonaron cuando se
dirigió a la cocina. A excepción de los últimos tres años, Lali
siempre había vivido con alguien. Sus padres, las
compañeras de piso durante la universidad, y después su ex marido. Ahora vivía sola, y a pesar de que lo prefería así, por primera vez en mucho tiempo
deseó tener un hombre corpulento que la
protegiese de lo desconocido. Un hombre tras el que poder escudarse. Un hombre del
tamaño del sheriff que había conocido hacía un rato. Lali medía
poco más de medio metro, y el sheriff le
sacaba fácilmente quince centímetros; a
lo que había que añadir unos anchos hombros, fuerte musculatura y un cuerpo magro.
Encendió la luz de la cocina e
inspiró incrédula. El linóleo, las
encimeras y los apliques... todo salvo las sartenes y los cazos de hierro que colgaban sobre los fogones era de
color dorado. Abrió el horno y descubrió un
ratón muerto sobre la rejilla. Lo dejó
allí y de nuevo pensó en el sheriff y en lo útiles que resultaban a veces los
hombres.
Antes de ponerse las gafas de sol, los ojos verdes
del sheriff Lanzani la habían estudiado con
atención. Ella también se había fijado
en su cara, un rostro más propio de la gran pantalla que del agreste Idaho.
No era el típico guapito. Los
guapitos pierden todo su encanto al llegar a la mediana
edad, y al sheriff no había modo de confundirlo
con uno de esos jovenzuelos arrogantes. Era un hombre de pies a cabeza, un tipo fuerte con una sonrisa que parecía capaz de transformar un no en un sí, de
convertir a una mujer indecisa en un fémina
lujuriosa, de alterarle el pulso y exacerbar su deseo. Lali no se consideraba una mujer coqueta, pero tenía que admitir que mientras habló con él
había sido muy consciente de sus propios gestos
y postura.
No tenía ni idea del aspecto
que tendrían los policías en esa región
perdida. Tal vez los había imaginado como aquel ayudante delgaducho, o tal vez como Pablo Martinez. Pero tras aquellos ojos verdes y aquella sonrisa
natural asomaba una aguda inteligencia
que impedía ver al sheriff como un rudo
campesino.
Regresó al salón y se encaminó
a la escalera que llevaba al piso superior. Pulsó el
interruptor junto al primer escalón, pero no sucedió
nada. Seguramente la bombilla se había fundido. Permaneció allí unos segundos, observando las
sombras del piso de arriba, pero no tardó en obligarse a subir, a pesar de que
el corazón se le aceleró.
El sol alcanzaba el pasillo a
través de cuatro de las cinco puertas abiertas, y un leve aroma ligeramente familiar que
ella asoció a su infancia, algo olvidado
mucho tiempo atrás, flotaba en el cálido ambiente. Se acercó a la primera habitación y echó un vistazo. Las pesadas cortinas estaban echadas, pero
pudo otear la silueta de la cama y de una
cómoda cubierta con una sábana. También vislumbró un viejo
armario con las puertas abiertas de par en
par. El aroma se intensificó, y tras reconocer el olor del amoníaco, evocó ciertos recuerdos del verano de
1975, el único año en que había
acudido a un campamento de chicas scouts.
Pulsó el interruptor de la
luz. En el suelo había manchas que parecían barro reseco, y reconoció lo que
había en el interior del armario un segundo antes de oír los agudos chillidos,
los arañazos y el batir de alas.
Dos sombras se abalanzaron súbitamente hacia ella, y tal
como si
tuviese diez años de nuevo, de pie delante de la cabaña del campamento de Piney Mountain, abrió la boca y dejó escapar un grito de terror. Pero, al contrario que en
aquella ocasión veinticinco años atrás, se dio la vuelta y echó a correr
como alma que lleva el diablo. Esta vez no
iba a esperar a que las alas de aquellos bichos batiesen contra su mejilla o se enredasen en su pelo.
Se precipitó escaleras abajo y
se dirigió a la puerta principal. Todavía
gritaba cuando cobró impulso y salió al porche dando un grotesco salto. El corazón le retumbaba y no se detuvo hasta cobijarse al otro lado del coche. Sintió dolor en el
pecho al arrodillarse en tierra y aspirar
bocanadas de aire caliente.
-Oh, Dios mío, oh, Dios mío...
-no dejaba de repetir con la mano en la garganta.
Aparecieron pequeñas motitas ante sus ojos y notó hormigueo en los dedos. Si no se calmaba, sufriría un
ataque cardíaco o algún órgano vital le explotaría. No quería morir. No allí, arrodillada en el suelo. No en los
confines de Idaho.
Respiró hondo e inclinó la
cabeza. Pensó en matar al agente inmobiliario. En cuanto recuperase el aliento,
montaría en el coche y se encaminaría a Sun
Valley para acabar con él. Se imaginó la cara que pondría el pobre hombre y, por primera
vez, tuvo auténticas ganas de reír.
Continuará...
Pobre lali,yo me muero!Q aparezca el sheriff para ayudarla!
ResponderEliminarMuuuy buena! Jaja vaya casa yo no habría aguantado ni a la cocina jajaja
ResponderEliminarEspero el proximoo! Besooos
Mas, mas, mas :)
ResponderEliminarMuy bueno el cap!
Aunque que asco, yo tambien hubiera salido gritando.... jajajaja
Un beso
Buena semana
juli♥
mass!!! me encanaaa
ResponderEliminar@BeluuJPlaliter
Mas, mas, mas :)
ResponderEliminarBueno el cap!
@joslielove
Bueno el cap!
ResponderEliminarMas, mas, mas :)
@Joslielove
Me encanto!
ResponderEliminarNaaaaaa yo me mueero! yo de por si no hubiese entrado a una casa toda hecha mierda u.u y mucho menos cuando veo las pieles y que se yo.. FAAA salgo al pique!
ResponderEliminarMuy buena la nove.. quiero maaaaaaas! seguime avisando eu :) @GuadyLlanos
jajaja pobre La! más noveeee :)
ResponderEliminarme pareció geniaaaaaaal subi otro, quiero mas! ajajaj
ResponderEliminarJajajaj yo haria lo mismo , ME MUERO..
ResponderEliminarQUE APARESCA PETER CON TODA SU FACHAAAAAA.
mas noveeeeeeeeee
Mas nove es genial la nove.
ResponderEliminarMAS NOVE MAS NOVE
ResponderEliminarQUE A PARESCA PETER Y LA AYUDE'
A mi me pasó una vez ,un murciélago entró x la ventana d mi dormitorio(era verano),pero como soy muy tranquila,lo k hice fue encender todas las luces,y abrir la puerta,y así se largó.Pero me la imagino .Y ella imaginándose la cara del agente inmobiliario,y con ganas d reir.
ResponderEliminarsdkijldsjvdvl que aparesca Peter y la consuele(? ahh que decia :P jajajajaja ME ENCANTA muy buenaaa!!! y encima ya los dos quedaron muy ipresionados con el otro ya quiero ver como se van conociendo estos dos :D MUY BUENA LA NOVEEEEE @LuciaVega14
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