miércoles, 20 de junio de 2012

Capítulo 15


Hello :) Disfruten! + firmas = + caps


-Haré todo lo que esté en mi mano -se ofreció, pero de­cidió cambiar de tema-. Por cierto, ¿existe un señor Espósito?
Lali ladeó la cabeza y estudió al alto vaquero que tenía en la cocina de su casa. Su ojo izquierdo empezaba a inflamarse y la sombra de la barba cubría ya su mentón y su mandíbula. Eso le añadía un plus de atractivo; ella se preguntó si era un truco de la luz o el efecto de las Budweiser. Se sentía cómoda y ligera, y sa­bía que había algo más allá de los efectos de la bebida. Estaba un poco achispada, no había duda, pero no como para que la habi­tación diese vueltas o para que su estómago se rebelase. Tenía el punto adecuado para sentirse a gusto. Como en los sueños, don­de todos los problemas pasan a un segundo plano y un hombre apuesto y musculoso puede alegrarte la noche. La clase de sue­ño en que aparece un vaquero guapo en mitad de la cocina y se ofrece para ayudarte a escribir un artículo. Nada de aquello le pa­recía auténticamente real.
-Lo hay -respondió al fin - …..

 Capítulo 15

 -. Pero hoy en día es el señor Espósito de otra mujer.
-¿Cuánto tiempo estuvo casada?
-Siete años.
-Eso es mucho tiempo. -Apartó la servilleta del mora­tón-. ¿Qué ocurrió?
Ella apoyó el hombro contra la nevera y pensó antes de res­ponder; no lo tenía fácil.
-Encontró a alguien que le gustaba más.
-¿Más joven?
-No, más joven no. Ni siquiera es una persona muy intere­sante. Es el típico caso del doctor que tiene una aventura con su enfermera -mintió, porque mentir era más sencillo que decir la verdad.
Peter esbozó una media sonrisa que a Lali le resultó irre­sistible.
-Sin duda no podía ser más bonita que usted. De acuerdo, algo más que irresistible. 
-De hecho tiene dientes muy grandes.
Peter completó la sonrisa.
-Yo detesto eso en una mujer.
-También tiene un culo enorme.
-Eso tampoco me gusta.
-La última vez que la vi se había puesto unos pechos del mismo tamaño, a juego.
Peter se limitó a sonreír.
-Perdón, había olvidado a su novia del Buckhorn.
-Ya le he dicho que Dixie no es mi novia, pero puedo asegurarle que sus pechos no están rellenos de nada.
-¿Cómo lo sabe?
-Porque su hermana mayor, Kim, sí fue mi novia en el ins­tituto. Tienen la misma complexión.
-¿Fue Kim la que se largó con un camionero después de la graduación?
Él arrugó la frente y se llevó la servilleta al moratón. -¿Cómo sabe eso?
-Me lo dijo Rochi.
-Ya.
-Si era su novia, ¿cómo es que se largó con un camionero?
-Porque -dijo, dejando el hielo sobre la encimera e incorporándose- Kim era una de esas chicas que sólo piensa en casarse, y mis planes no incluían pasar por la vicaría.
 -¿Qué planes eran ésos?
-Marcharme tan lejos de este pueblo como fuese posible. -Se encogió de hombros-. Ver mundo.
-Pero regresó.
-Sí, supongo que no me gustó lo que vi.
-Siento curiosidad por algo. -Clavó la mirada en los ojos verdes de Peter, enmarcados en unas tupidas pestañas, el iz­quierdo cada vez más inflamado-. ¿Cómo se siente sabiendo que varias mujeres del pueblo están enamoradas de usted?
Él sacudió la cabeza y dio un par de pasos.
-Cariño, se equivoca -dijo tras detenerse delante de ella-. Lo que pasa es que estoy soltero y tengo trabajo. Eso me con­vierte en un buen partido para las mujeres que buscan marido. Eso es todo.
No, eso no era todo. Había que añadir que era un vaquero de metro ochenta y cinco de estatura, musculoso y con una sonrisa ligeramente imperfecta que lo convertía en alguien perfecto. Siempre llevaba el pelo un poco despeinado, debido a su cos­tumbre de peinárselo con los dedos, y también había comproba­do, cuando lo había seguido minutos antes, que podía presumir de un trasero más que decente. Pero aparte de sus estupendas características físicas, estaba el modo en que sabía mirar y hablar con una mujer, centrando toda su masculina atención en ella. Llamaba «cariño» a todas las mujeres del pueblo, pero en cada caso lo convertía en algo personal.
-¿Le ha ido bien el hielo? -le preguntó.
-No. ¿Tiene alguna otra idea?
-Podría probar con un bistec congelado.
-Creo que no.
Lali se humedeció un dedo con la lengua y lo pasó suave­mente por el moratón.
-¿Qué tal esto?
Él sacudió la cabeza y le miró los labios.
 -Me temo que no acaba de resultar.
Ella apoyó las manos en su pecho, se puso de puntillas y le besó suavemente el pómulo inflamado.
-¿Así mejor?
Él la cogió por la cintura. Los sentidos de Lali se colapsa­ron, pero al instante se reagruparon en los punto exactos donde él la tocaba. Sintió un leve cosquilleo en mejillas y manos, pero esa misma sensación, al repartirse por el resto del cuerpo, se transformó en puro fuego. Se quedó inmóvil, sabiendo que tenía que apartarse de él, pero fue incapaz de hacerlo. Estar allí, tan cerca de él, era como haber llegado de un lugar muy frío. Como acercar las manos heladas al calor de la chimenea.
-Peter -susurró, y él respondió inclinando la cabeza ha­cia su boca. Ese beso no tenía posibilidad de ser suave y tierno. En cuanto sus labios se rozaron, se convirtió en un apasionado y profundo beso. Él colocó las manos a ambos lados de su cara y, apartándola de la nevera, la atrajo hacia sí. Sus lenguas se en­trelazaron. Peter tenía muy buen sabor, como algo exquisito que no lograse atrapar del todo. Como algo de lo que ella no disfrutaba desde hacía mucho tiempo, algo que ignoraba cuánto echaba de menos...
Ella le acarició el pecho y palpó sus firmes y flexibles múscu­los bajo la camisa. Ahogó un gemido y en la mano sintió las pun­tas de la estrella de sheriff. Él estaba centrado en su boca. Lali ins­piraba el aire que exhalaba Peter y su nariz estaba anegada de su aroma; le subía al cerebro directamente, como si se tratase de oxí­geno puro. Sintió un leve vahído y un punzante deseo de algo más.
Lali descendió la mano libre por el pecho de Peter hasta llegar a su tenso vientre. Él la estaba dejando sin aliento y ella le aferró la camisa para sacársela del pantalón, pero Peter le agarró la muñeca y la llevó hacia la nevera sin dejar de besarla. Su lengua no paraba quieta. Y ella le correspondía. Quería más. Lo quería todo. Las ardientes caricias y el deseo desatado que le ha­bían faltado durante tanto tiempo. Quería sentir el cuerpo de Peter bajo sus ávidas manos. Pero de pronto él puso fin al beso y dio un paso atrás.
Peter respiraba entrecortadamente; se la comía con los ojos. La deseaba. La deseaba tanto como ella a él. A Lali le pesaban los brazos y le dolía el cuerpo: era la respuesta al intenso deseo que sentía. Pero él se dio la vuelta y se alejó.
Llegó a la puerta de la cocina y se detuvo.
-Lali...
Ella se fijó en sus anchos hombros y el cabello castaño que apenas le cubría la nuca. Abrió la boca pero no dijo nada.
-Mantente alejada del Buckhorn -añadió él, y se fue.

Continuará...

17 comentarios:

  1. Vamoooos!! Y siguen creciendo las ganas! Jajaja como va a explotar esto tarde o temprano!! Uno mas hoy no?? Besooos

    ResponderEliminar
  2. QUIERO MAS QUIERO MAS QUIERO MAS
    LALITER POR FIN
    BESOS
    @DaniiVasqueez

    ResponderEliminar
  3. me encanto quiiiero maas

    ResponderEliminar
  4. se quedaron quenchiiiiiiiiiiiiiii
    jaaja
    massssssssssssssssssssssssss
    @sweetlaliter

    ResponderEliminar
  5. ME ENCANTA LA NOVE ES UNA ADICCIÓN

    ResponderEliminar
  6. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO PETER NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO jajaja, QUIERO MAS !!!

    ResponderEliminar
  7. Alto voltaje en solo un beso,no me quiero imaginar cdo avancen...BOMBA ATOMICA!Se suma abstinencia,deseo acumulado más atraccion fatal...adivino q se viene algo bueno!

    ResponderEliminar
  8. QUE LINDOSSSSSSL.... QUIERO MASS =)
    @BelenCorbera

    ResponderEliminar
  9. No tardaran mucho,jajaja.Peter seguro va con mucho cuidado x Adam.

    ResponderEliminar
  10. Noooooooooooooooo Peter como vas a hacer eso!! Por lo menos le tendría que haber dicho porque se iba, sino una mujer lo puede tomar como que la está rechazando o algo así :(que @LuciaVega14

    ResponderEliminar