Foto del abrazo Laliter en el Rex ♥ Bueno bueno, no sé lo que ustedes esperan, pero les cuento que lo que se viene no es el Rock Laliter JAJAJAJAJA En el proximo se viene algo :) Lo bueno se va llegando de a poco. Ahora vamos a leer las "fantasias" de Peter. jajaja Disfruten y firmen. Se viene el 15. jajaa besos!
Capítulo 14
Peter lanzó el sombrero sobre
el asiento del pasajero y la siguió. La casa estaba a
oscuras. No había luz alguna, ni en el jardín ni en el porche. La luna llena era la única iluminación, y destellaba sobre el cabello de Lali. Ella se detuvo en lo alto de los escalones y observó
la fachada de su casa.
-¿Y las llaves? -preguntó Peter.
-No pensaba pasar mucho rato
fuera, así que no dejé ninguna luz encendida. -Rebuscó
en su riñonera y dijo-: Menudo aspecto siniestro tiene a
oscuras.
Peter desenganchó la linterna de
su cinturón y enfocó la puerta. Estaba ligeramente
entreabierta.
-¿Dejó la puerta abierta?
Ella alzó la vista y, con las
llaves en la mano, dijo:
-No, siempre cierro con llave cuando salgo.
-La cerradura está echada, así
que probablemente no cerró del todo la puerta. -Dio un paso
atrás y dirigió el haz de luz hacia
las ventanas y la fachada. No había nada roto-. Quédese aquí. Vuelvo en un minuto.
Rodeó la casa y examinó todas
las ventanas. Comprobó también la puerta trasera, cerrada
con llave. No parecía haber nada anormal.
-Sí, seguramente no cerró del
todo la puerta -dijo cuando regresó a su lado.
-Es posible. -Y con un rápido
movimiento, se colocó tras él-. Usted primero.
Ya tenía pensado recorrer la
casa para tranquilizarla, pero no había
previsto que ella le agarrase por la parte de atrás del cinturón y se situase a su espalda utilizándolo como un
escudo humano. En ciertas ocasiones de
su vida, a Peter no le había importado
que las mujeres utilizasen su cuerpo, pero en dichas ocasiones siempre habían estado desnudos. No supo qué
pensar respecto a que Lali lo utilizase
como carnaza para poder salir corriendo
si algo le daba a él primero.
Notó la presión de sus nudillos
en la zona lumbar animándolo a avanzar. Entró en la
casa y encendió la luz.
-¿Hay algo fuera de lugar?
Ella se puso de puntillas y sus
pechos se apretaron contra la espalda del sheriff al
tiempo que observaba por encima de su hombro.
-Creo que no -dijo junto a su
oído izquierdo, acariciándole el cuello con el aliento.
-Dios -musitó él.
Lali volvió a empujarlo con
los nudillos. Fueron hasta el comedor y
él encendió la luz. La habitación estaba limpia y recogida, y sobre la larga mesa reposaban un ordenador portátil, una impresora, un escáner y un fax. Había una pila
de libros y revistas y periódicos junto al
ordenador. Cosas que Peter supuso
necesarias para una escritora. Aunque la pregunta clave era: ¿para escribir qué?
-¿Todo en orden?
Esta vez ella se inclinó hacia
la derecha para mirar por encima de su
hombro.
-Sí -dijo.
Le presionó de nuevo con los
nudillos y se encaminaron hacia la cocina. Al igual que el
comedor, estaba inmaculada. Las cacerolas
y los cacharros colgaban del estante, el suelo brillaba y las
ventanas estaban limpias. Los muebles eran nuevos.
Una
de las últimas veces que Peter había estado en esa cocina, lo había hecho acompañado por agentes del FBI, poco después de que Hiram se suicidase. Se habían llevado la
mayor parte de las cosas que había por
allí. Peter se preguntó qué pensaría Lali
si le contase que cuando encontraron el cadáver también encontraron bragas rojas sin entrepierna y látigos colgando de ese mismo estante. El uso de aquellos objetos
había quedado bien claro después de ver
las fotografías y las cintas de vídeo que el propio Hiram Donnelly había grabado.
El taconeo de las botas de
Peter y el roce de las zapatillas de deporte de Lali era lo único que
se oía mientras se dirigían a la puerta trasera.
Para tranquilizarla, él comprobó de nuevo
que estuviese cerrada, y después fueron hacia el salón. Cuando encendió la luz, ella volvió a ponerse de
puntillas para mirar por encima de su hombro.
Él sintió un quemante estallido en la entrepierna y el miembro se le quedó
tieso en un segundo. Se preguntó cómo reaccionaría
ella si le rodease la cintura y le metiese
la lengua hasta la garganta. La sangre le ardía en las venas y se preguntó si ella aceptaría fundirse con él.
Si le permitiría sobarle los pechos y
deslizar la mano entre sus muslos. Si ella le apretaría aquella tremenda
erección con la palma de la mano...
-Todo parece en orden -dijo
ella-. Vamos a la planta de arriba.
Peter sabía que tenía que
alejarse de ella, largarse de allí antes de que todo acabase en un desastre, pero no podía hacerlo. Todavía no.
-Quédese aquí -le ordenó.
-¿No cree que debería subir con
usted?
La miró por encima del hombro.
Observó su despejada frente y sus perfectas cejas para
después centrarse en sus grandes ojos. Estudió la línea de su labio superior y dijo sin apartar la mirada:
-¿Quiere que compruebe su cama?
-Sí, claro -dijo ella, y a él
le flaquearon las rodillas-. Y mire también en el cuarto de baño. No me
gustaría estar dándome una ducha y acabar acuchillada por Norman Bates.
-Dios santo... Quédese aquí.
-Sacudió la cabeza y apartó la mano de Lali de su cinturón-.
No se mueva.
Subió las escaleras y se puso a
buscar al posible intruso. No habría sabido decir por qué, pero le alegró
comprobar que Lali no había elegido el dormitorio
principal. Le gustó que no durmiese en
la misma cama en que habían atado y azotado al viejo Hiram. Si no hubiese visto los vídeos, las caras de aquellas adolescentes, tal vez no se habría sentido tan
conmocionado por aquella muestra de perversión.
Cuando entró en el dormitorio que ella había
elegido, se detuvo. Por el modo en que lo
había decorado, le quedó claro que estaba acostumbrada a vivir sola.
Todo estaba cubierto de encajes blancos y
flores púrpura, como si durmiese en una especie de jardín saturado. Dudó que esa clase de detalles fuese cosa del agente inmobiliario.
Cerró la puerta justo antes de
empezar a imaginársela desnuda, sobre el blanco cubrecama,
con el cabello suelto, los labios entreabiertos y húmedos
debido a sus besos, y las piernas entrelazadas
con las suyas. Recorrió el pasillo camino del baño y lo inspeccionó. Luego se volvió hacia el espejo y se
examinó el cardenal bajo su ojo izquierdo. En el centro del mismo
empezaba a crecer una mancha azulada. Se la
tocó y después echó el párpado hacia abajo para observar el globo ocular.
Si bien no tenía problemas para
imaginar a Lali desnuda, cualquier relación entre ellos
quedaba descartada de plano. Era una mujer muy hermosa, y el modo en que su
cuerpo moldeaba la licra era incluso pecaminosa, pero había millones de mujeres
hermosas en el mundo. Mujeres que no suponían
una amenaza para su estilo de vida ni para la tranquilidad de su
hijo.
Sabía muy poco acerca de Lali más allá del extraño
talento que poseía para sacar a la gente de
sus casillas y del hecho de que, con
muy buenas maneras, le hubiese mentido respecto a sus motivos para alojarse en
Gospel. Lali Espósito era un misterio que Peter no tenía intención de resolver. Si no metía la nariz en ningún asunto turbio, le importaba bien poco que
tuviese secretos. Y lo mismo haría
él: mantendría su nariz a una distancia prudencial de Lali.
Esa noche, él había sido testigo de otra de sus
curiosas facetas. Estaba más relajada, menos estirada, más accesible. Más suave. Había bebido. Y tenía que admitir que la
prefería un poco ebria. La atracción
que sentía por ella era puramente física y generaba en su mente un torrente de tórridos pensamientos, húmedas fantasías que no llegarían a materializarse.
El modo en que su cuerpo había
reaccionado al roce de Lali no le preocupaba. Le había hecho sentirse
incómodo, es cierto, pero eso no significaba
que fuese a hacer nada al respecto.
Peter volvió al pasillo. Habría
apostado cualquier cosa a que por la
mañana todo el mundo en el pueblo estaría al corriente de que él la había acompañado a su casa. Seguro que
empezarían a apostar sobre el tiempo que
habría permanecido allí. Peter tenía que ser extremadamente
cuidadoso con dónde aparcaba el coche, de
ahí que no lo aparcara en ningún sitio desde hacía mucho tiempo.
Cuando era un muchacho, su
reputación no había sido precisamente buena. Sin duda se
la había ganado a pulso, pero ahora era el
sheriff. Y el padre de un niño pequeño. No podía alentar cotilleos o especulación alguna sobre su vida
sexual. Él también debía acarrear con su pasado,
así como con el del antiguo sheriff. A veces se preguntaba si los habitantes de Gospel le observaban en
secreto esperando que cometiese algún error.
Cuando bajó las escaleras,
encontró a Lali en la cocina, envolviendo unos cubitos de
hielo en una servilleta.
Le daba la espalda, así que
pudo echar un buen repaso a su cuerpo,
en particular su trasero. Tal vez Lona estaba en lo cierto. Tal vez MZBHAVN acostumbraba llevar tanga.
Ella se dio la vuelta y le
sonrió, y él sintió que le faltaba el aire.
-¿Cómo va ese ojo?
Obviamente, era el momento de
regresar a casa.
-Duele lo suyo.
Ella le tendió la servilleta,
y él pensó que si se había tomado esa
molestia por él, bien podía quedarse un par de minutos.
-Esto le aliviará -dijo Lali
Espósito.
Peter se apoyó en la encimera
y cruzó los tobillos.
-Ha hecho una limpieza
concienzuda -comentó-. Tiene muy buen aspecto.
Ella se encogió de hombros.
-Me llevó varios días librarme
de todo el polvo y la suciedad.
Él
apoyó la servilleta sobre el morado. -Y los murciélagos.
-Y los murciélagos -asintió ella-. Rochi me contó sobre esa mancha de sangre.
¿Conoció usted al sheriff Donnelly?
-Claro. Fui uno de sus ayudantes.
-Entonces sabrá por qué se suicidó.
-Ya.
Al ver que no añadía nada más,
ella insistió:
-Bueno... ¿por qué lo hizo?
Él
supuso que, dijese lo que le dijese, ella querría llegar al fondo del asunto.
-Tenía unas peculiares aficiones sexuales. Rollos
sadomasoquistas. Le gustaba que las mujeres
se vistiesen con lencería roja y tacones de aguja, y se grababa en vídeo
mientras le ponían el trasero como
un tomate.
-Es peculiar, sí, pero no motivo suficiente para
suicidarse.
-Usted no conoció a Hiram. -El
viejo sheriff se había comportado siempre como un auténtico defensor de la
ley-. ¿Piensa escribir un artículo sobre
él?
-Ya veremos. -Arrugó el
entrecejo-. Habitualmente no suelo escribir sobre personas
reales, pero sí, tal vez... ¿Podría proporcionarme
el informe policial?
-No podré ayudarla con eso. El
FBI se hizo cargo del caso. Nosotros le dimos carpetazo en cuanto Hiram murió.
Ella suspiró.
-Así que tendré que hacer una
solicitud a los federales, y eso podría llevar semanas o incluso meses.
Por lo visto, sabía muy bien
cómo funcionaba el sistema.
-Llame por teléfono e
incórdielos -le aconsejó. A Peter no le importaba que centrase
su atención en la historia del viejo sheriff. De ese modo, no andaría por ahí
buscando nuevo material. El viejo sheriff
seguía siendo uno de los temas favoritos entre las gentes del condado, y si descubrían que ella estaba escribiendo sobre Hiram, todos harían cola para
contarle miles de detalles hasta
volverla loca-. Pregunte por ahí. Obtendrá buena información de la gente que conoció a Hiram.
-No creo que la gente quiera
hablar conmigo. No se han mostrado muy amables hasta
ahora.
-Deles otra oportunidad. Con
esto seguro que colaborarán.
-¿Y usted?
-Haré todo lo que esté en mi
mano -se ofreció, pero decidió cambiar de tema-. Por cierto, ¿existe un señor
Espósito?
Lali ladeó la cabeza y estudió
al alto vaquero que tenía en la cocina de su casa. Su ojo
izquierdo empezaba a inflamarse y la sombra de la barba cubría ya su mentón y su mandíbula. Eso le añadía un plus de atractivo; ella se preguntó si era
un truco de la luz o el efecto de las
Budweiser. Se sentía cómoda y ligera, y sabía que
había algo más allá de los efectos de la bebida. Estaba un poco achispada, no había duda, pero no como para que
la habitación diese vueltas o para que
su estómago se rebelase. Tenía el punto adecuado para sentirse a gusto. Como en
los sueños, donde todos los problemas pasan a
un segundo plano y un hombre apuesto y musculoso puede
alegrarte la noche. La clase de sueño en que aparece un vaquero guapo en mitad
de la cocina y se ofrece para ayudarte a escribir
un artículo. Nada de aquello le parecía
auténticamente real.
-Lo hay -respondió al fin -
…..
Continuará...
Nah, las ganas que se tienen ellosmsi que no son normales, tanto tiempo a pan y agua no le sienta bien a nadie jajaja que le preguntes al sheriff jajaja es cuestión de tiempo que las chispas prendan fuego xD
ResponderEliminarEspero el próximooo! Ya mañana leere si los subes hoy!
Buenas noches besitoos
Quiero Ya El Proximo Cap
ResponderEliminarMax Max Max
Besos
@DaniiVasqueez
Peter que no púede más..
ResponderEliminarLlega el 15, llega el 15, llega el 15! MAAAASSSSS
mmaas mas, esta buenisimaaaa
ResponderEliminarPeter explota en cualquier momento aunq hace lo imposible para resistirse y ella es brava!
ResponderEliminarSeguimos?
maaaaaaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarme encanta la nove
ResponderEliminarAMEE EL CAPITULOO... MUYYY BUENOOOO =)
ResponderEliminarESPERO EL SIGUIENTEE
@BelenCorbera
Mas nove
ResponderEliminarmás más más, quiero Laliter. Por lo menos un besoooo!
ResponderEliminarmasssss ♥
ResponderEliminarX mucha fuerza d voluntad k ponga Lanzani,pronto va a caer.
ResponderEliminarPeter ya no puede más y si lali lo seduce estarán juntos y revueltos.
ResponderEliminarMasi_ruth
lali se muere por chaparlo y ha peter se e cae la baba por ella
ResponderEliminarDefinitivamente los dos están onfire y porque Lali le dijo que había un señor esposito!?!?! -_- nooooooooo porque!!! @LuciaVega14
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