sábado, 16 de junio de 2012

Capítulo 10


Holaaa.. hoy no tengo nada que decir, jajaja Capítulo larguito, para que pronto llegue Laliter. Disfruten y firmen. + firmas = + caps.


-Se mató hará unos cinco años, pero como ya le he dicho, empezó un año antes. Nadie en el pueblo lo sabía, hasta que llegaron los del FBI para arrestarlo y él se pegó un tiro.
-¿Hasta qué punto perdió el control?

Capítulo 10
Rocío apartó la mirada, pues al parecer no le agradaba rememorar los detalles.
-Usa tu imaginación -dijo, y cambió de tema-. ¿Qué te ha traído a Gospel?
Lali sabía cuándo presionar y cuándo aflojar.
-Parece una zona bonita -respondió y, con la misma rapidez con que lo había hecho Rocío, cambió de tema-. ¿Desde a cuándo vives aquí?
-Mi familia se instaló en Gospel cuando yo tenía unos seis años. Mi marido Gaston nació en esta casa. Yo me gradué en el ins­tituto de Gospel como la mayoría de gente de los alrededores. -Rocío fue diciéndole sus nombres como si Lali los co­nociese a todos-: Gas y yo, Lon Wilson y Angie Bright, Bart y Annie Turner, Paris Fernwood, Jenny Richards. Kim Howe y Peter. Pero eso fue cuando Peter todavía vivía en el Doble T con su familia. Su madre, su hermana y su cuñado todavía viven allí. Kim se largó con un camionero justo después de graduarse, vive en  algún lugar del Medio Oeste. No recuerdo qué le pasó a Jenny. -Dio un bocado a su sándwich y preguntó-: ¿Estás casada?
-No. -Lali vio que su vecina esperaba que añadiese algún comentario. No lo hizo. Si mencionaba la palabra «divorcio» surgirían otras preguntas, y Lali no quería compartir esa de­sagradable y clausurada parte de su vida con nadie, menos aún con una extraña. Bebió un largo sorbo de té e intentó recordar la última vez que había comido con alguien que no tuviese que ver con su trabajo. No estaba segura, pero probablemente desde su divorcio. Como suele pasar con muchos matrimonios, sus ami­gos eran amigos de ambos, y dejó de llamarlos o ellos dejaron de hacerlo, poco importaba. El resultado había sido el mismo. Sus vidas habían cambiado y se habían distanciado-. ¿Dónde vivías antes de mudarte a Gospel? -preguntó.
-En las afueras de Rock Springs, en Wyoming. Así que no supuso un gran cambio. No como lo habrá sido para ti.
Eso era una verdad tan grande que Lali dejó escapar una risita.
-Bueno, me temo que no soy demasiado popular en el Sand­man.
-No le hagas caso a Ada. Se cree la directora del Ritz. -Y pre­guntó-: ¿Cómo te ganas la vida?
-Soy escritora freelance. -Lo cual no dejaba de ser cierto, en parte. En el pasado había trabajado como freelance bajo un mon­tón de seudónimos diferentes, y si desease volver a hacerlo no ten­dría problemas. Pero ahora prefería escribir extraños artículos fic­ticios. Aunque tenía que admitir que le intrigaba la curiosa historia del número 2 de Timberline y del sheriff que allí había vivido.
-¿Sobre qué escribes?
A Lali le habían hecho esa misma pregunta muchas ve­ces, y por lo general mentía. No es que le avergonzase lo que ha­cía, pero según su experiencia, la gente solía reaccionar de tres maneras: una, mostrándose condescendientes, lo cual Lali  no apreciaba pero podía sobrellevarlo; dos, hablándole de cómo ha­bían sido abducidos y de la prueba de ello que un alienígena les había dejado en su conducto anal; o tres, proponiéndole que es­cribiese un artículo sobre algún pariente lejano que había sido poseído por el espíritu de su perro muerto.
Lali nunca sabía cuándo iba a toparse con uno de esos chi­flados, no había modo de descubrirlo por las apariencias. Eran como las bolsas de M&M's: parecían normales, pero en su inte­rior escondían un cacahuete. Lali escribía ficción, no estaba in­teresada en cacahueles de verdad.-Escribo sobre todo lo que me interesa. -Entonces hizo lo que mejor se le daba: incluyó una mentira entre todas las verda­des o medias verdades-. Ahora mismo estoy interesada en la flora y fauna del noroeste, y estoy escribiendo un artículo para una revista.
-¡Vaya, una escritora! Tiene que ser un trabajo muy diver­tido.
¿Divertido? Lali dio otro bocado a su sándwich.
-A veces es divertido -dijo antes de tragar-. A veces es tan estupendo que no me lo puedo creer.
-Hace un par de veranos tuvimos entre nosotros a un chico que estaba escribiendo una especie de guía de viaje. Antes de eso, una mujer había escrito sobre rutas para ciclistas en el noroeste. Y el verano pasado había alguien por aquí escribiendo sobre algo... no recuerdo qué. -Dio un trago a su té-. ¿Qué has es­crito que yo pueda haber leído?
-Veamos... Hace dos años escribí un artículo para Cosmo­politan sobre histerectomía.
-No leo Cosmopolitan.
-¿Y Redbook?
-No. ¿Has escrito algo para People?
-En una ocasión les envié algo. -Lali dejó su sándwich y se limpió la boca con la servilleta-. Pero lo rechazaron.
-¿Y para el Enquirer?
Recientemente no, pero hubo un tiempo en que no sólo ha­bía escrito en la revista, sino que también era su «confidente» sobre qué rostros habían sido estirados y qué tetas agrandadas con silicona.
-No, no me gusta escribir artículos sobre gente real -dijo. Al menos, ya no. Prefería recrear historias sobre langostas de veinte kilos de peso.
-Vaya... Gas está suscrito a Armas y munición. Supongo que nunca habrás publicado un artículo sobre la caza del alce.
Lali miró a su vecina y vio la sonrisa que iba esbozándose en sus ojos, y se relajó un poco.
-No, no me van los temas violentos, pero cuando empecé escribí unos cuantos artículos para la revista Crímenes Verídicos. Necesitaba publicar para mi currículum, así que escribí unas cuantas historias sobre una prostituta asesina en serie a la que de­tuvieron tras encontrar restos de sangre de las víctimas en sus zapatos de tacón.
-¿Ah, sí? Mi suegra lee ese tipo de historias como si se tratase de la Biblia. -Se inclinó sobre la mesa y susurró-: Está loca. El año pasado por mi cumpleaños me pagó el primer plazo de un deshidratador Ronco para alimentos y yo tuve que pagar el resto.
-¡No me lo creo!
-En serio. Tuve que pagar más de cien dólares por ese tras­to, y nunca lo he usado. -Se encogió de hombros-. Pero su­pongo que no fue tan grave como el bote de galletas con forma de cerdito que le regaló a mi cuñada. Cuando abres la tapa, chilla como Petunia.
Lali se reclinó en la silla y se echó a reír.
-¿Hay algún hombre en tu vida?
Vaya, Rocío era buena. Muy buena. Había esperado a que Lali se relajase para lanzar las preguntas personales. Pero Lali era todavía mejor.
-En este momento, no.
-En el pueblo hay unos cuantos disponibles. Algunos de ellos conservan la dentadura e incluso tienen trabajo. Mantente alejada de cualquiera que se apellide Gropp. Parecen normales, pero no tienen la cabeza en su sitio.
-De acuerdo -asintió Lali-. Pero no ando buscando un hombre.
Lali cogió su plato y lo lavó con Lemon Joy. Cuando cerró el grifo, el sonido de los pasos de Rochi y el distante zumbido de una lancha en el lago rompieron el silencio.
-Parece que Gas y los chicos están de vuelta -dijo Rochi mientras cruzaba la cocina.
Lali se secó las manos con una bayeta. Miró al jardín en sombras a través de la puerta mosquitera pero no vio nada. -Será mejor que me marche.
-Quédate un minuto, te presentaré a mi marido. -Rochi buscó algo en la nevera. Era un tanto ruidosa, pero a Lali le gustaba su estilo. Había invitado a Lali a comer para sonsa­carle información, y había intercalado las preguntas personales entre las anécdotas, los cotilleos y los bocados de cangrejo-. ¿Vas a pasar la noche en la casa de Donnelly?
-Ése era el plan. Se suponía que mis cosas tenían que llegar esta tarde. -Apoyó el trasero en la encimera, se puso la bayeta en el hombro y cruzó los brazos-. Pero con la suerte que ten­go, mis cosas seguramente se habrán perdido por el camino. Es probable que se hayan caído del camión en Las Vegas.
La puerta mosquitera se abrió y volvió a cerrarse.
-¡Me muero de ganas de hacer pis! -anunció Adam Lanzani atravesando la cocina a la carrera.
-¿Dónde está Wally? -le preguntó Rochi.
-En la barca -respondió el chico sin detenerse.
-Qué pasa contigo, Adam -dijo una voz desde el exterior-. Pensaba que sabías que antes de entrar en una casa hay que llamar a la puerta.
Lali ya había escuchado esa voz por la mañana preguntán­dole si le gustaba la fruta de la pasión. Se irguió y dejó caer los brazos a los costados.
-¿Por qué tendría que llamar a la puerta si su padre no lo ha­ce nunca? -repuso Rochi.
Peter alzó la mano y llamó suavemente con los nudillos con­tra el marco de madera.
-Toc toc -dijo-. ¿Puedo pasar?
-No -replicó Rochi cerrando la puerta de la nevera-. Hueles a pescado.
Él entró sin darse cuenta de la presencia de Lali. Su an­cha espalda y sus hombros ocuparon la visión de ella. Ya no llevaba el sombrero de paja que lucía esa mañana. Avanzó ha­cia Rochi con las manos tendidas como si fuese a tocarle el tra­sero.
-¡Quieto, Peter Lanzani, lo digo en serio! - Él se carcajeó y preguntó:
-¿Qué me harías?
-Golpearte en la cabeza, igual que hice en el colegio.
-Venga ya, no me golpeaste. Me diste una patada en la en­trepierna, Rochi. No está bien darle una patada en sus partes a un chico.
-Tócame -le advirtió- y le diré a Dixie Howe que te en­cantó la blusa de lentejuelas que llevaba anoche en el partido de béisbol de los chavales.
Peter bajó los brazos.
-Eso es un golpe bajo.
-¡Gas, entra! -gritó Rochi-. Tenemos visita.
 -Peter no es visita.
-No me refiero a Peter. Está aquí Lali Espósito, la mujer que se ha instalado al otro lado de la calle.
Peter miró por encima del hombro y, poco a poco, empezó a darse la vuelta para mirarla de frente. Alzó las cejas y la luz de la cocina hizo brillar su pelo castaño.
-Así que usted -dijo Gaston Dalmau al entrar en la ca­sa acompañado de Wally- es nuestra nueva vecina. Bienveni­da a Gospel. Le daría la mano, pero he estado destripando pes­cado.
Lali le sonrió.
-Gracias.
Gaston era grande y rubio, y el sol lo había enrojecido a excep­ción de una línea pálida que bordeaba el nacimiento del cabello. Le dio un rápido repaso a Lali antes de volverse hacia Peter y sacudir la cabeza.
-Cubro tus cinco y subo a diez. -Abrió la nevera-. ¿Le apetece una cerveza, Lali?
-No, gracias. -A pesar de no imaginar el motivo, le dio la ligera impresión de que aquellos hombres habían apostado so­bre ella.
-¿Se acuerda de mí? -preguntó Wally entrando en la co­cina. Al igual que su padre, el sol le había quemado la piel, pero ahí acababan las similitudes. No había duda de que se parecía a su madre.
-Por supuesto -respondió-. Recuperaste mi bolso.
-Así es. -Asintió y miró a su madre-. ¿Dónde está Adam? - Rochi señaló en dirección al baño y Wally se marchó.
-Lali está escribiendo un artículo para una revista del noroeste -informó Rochi a los hombres.
-¿Qué clase de artículo? - Gaston cerró la nevera y le pasó el brazo por los hombros a su mujer.
-Lali está interesada en flora y fauna.
Peter bebió un sorbo de cerveza y la observó por encima de la lata.
-Estoy trabajando sobre temas de naturaleza. Quiero sacar algunas fotos de la vegetación de la zona.
Peter bajó la cerveza y alzó ligeramente una ceja.
-A primera vista, no habría dicho que fuese usted una aman­te de la naturaleza.
-No me conoce.
-Cierto. -Peter se acercó al fregadero y dejó la lata sobre la encimera, junto al codo de Lali.
-Si lo que desea es ver naturaleza -dijo Gaston-, a lo mejor le gustaría acampar cerca de las cascadas. En esta época es un lu­gar muy bonito.
Peter estaba tan cerca de ella que la rozó con el brazo al abrir el grifo. El pulso de Lali se aceleró levemente, pero permane­ció inmóvil para no dejar entrever que la ponía nerviosa.
-Tal vez lo haga -dijo.
Peter la miró con el rabillo del ojo.
-¿Ha acampado alguna vez en otro sitio que no sea una ha­bitación de motel?
Bueno, había pasado aquel verano en el campamento de chi­cas scout.
-Claro, voy mucho de acampada. Me encanta fundirme con la naturaleza.
Él dejó escapar una risotada y cogió el lavavajillas de aroma a limón. Su camiseta le rozó el hombro desnudo.
-Cuidado -le susurró Peter al oído-, le está creciendo la nariz.
El calor irradiaba de su ancho cuerpo y ella se apartó unos pa­sos de la encimera. De acuerdo, la ponía un poco nerviosa. Era demasiado corpulento, demasiado masculino y demasiado gua­po, y probablemente lo sabía. Y Lali sospechaba que pretendía ponerla nerviosa.
-¿Recordáis al escritor del año pasado? -preguntó Rochi-. ¿Sobre qué estaba escribiendo? No me acuerdo.
-Era uno de esos tipos obsesionados con la supervivencia -respondió Peter.
Gaston tosió.
-Sí, y tenía uno de esos paquetes de raciones del ejército lis­tas para comer.
-Deberías escribir sobre eso, Lali -le sugirió Rochi-. Podrías ir a una de esas rutas que hacen los obsesionados con la supervivencia. Sería interesante leer algo sobre el tema desde el punto de vista de una mujer.
¿Supervivencia? ¿Rollos de machotes?
 -¿Yo?
-Sí, una mujer de ciudad -dijo Gaston-. Si fuese a hacer una de esas rutas de supervivencia, podría escribir sobre comer ce­bolletas silvestres y serpientes.
Probablemente su desagrado se reflejó en su cara, porque Gaston añadió al instante:
-Demonios, las serpientes saben a pollo.
-Eso es verdad -terció Rochi.
-Tal vez podría incluso atrapar uno de esos gruesos lagartos -dijo el cómico del fregadero.
Estaban todos locos. Todos, y ella estuvo a punto de confe­sar:  «Es mentira, chicos. Os diré la verdad. Escribo sobre Bigfoot y bebés alienígenas. ¡No degusto reptiles!
Peter cerró el grifo y se le acercó. Ella sintió cómo se lleva­ba la bayeta de su hombro desnudo.
-Creo que escribiré sobre lo que vea por los alrededores. -Se volvió y lo miró directamente-. En cualquier caso, no creo que pudiese comer plantas silvestres, y mucho menos animales indefensos.
Peter se secó las manos y la correa de cuero de su reloj de pulsera.
-Pues es una lástima. No hay nada como disparar a anima­les indefensos y cocinarlos aderezados con unas cuantas plantas.
Rochi y Gaston sabían que era un provocador, pero a Lali no le hizo gracia. Volvía a tener la sensación de haberse adentrado en la dimensión desconocida, como si hubiese aterrizado en un planeta alienígena o estuviese protagonizando una de las histo­rias que solía escribir.

Continuará...

13 comentarios:

  1. ¡Que gente rara! ¿Serpientes de sabor a pollo? ¿Enserio? Jajajajaja que locura de sitio, de verdad, que bueno jajaja espero el proximo, besos

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  2. ME ENCANTA ME ENCANTA QUIERO MAS'

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  3. ESE PUEBLO ES DEMASIADO RARO' JAJAJAJA

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  4. Ame, Ame, Ame.. ya empiezo a sentir el Laliterrrr, pronto va a llegar, lo veo venir!

    Muy buena táctica la de Rochi, voy a empezar a usarla.. y Lali que desconfiada che u.u y mentirosa :/

    Bueno, seguime avisando porque me encanta la nove!

    @GuadyLlanos besi

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  5. Q aya de acampe con Peter!Lugar raro si lo hay donde cayó Lali!

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  6. más nove, más nove, más nove!!

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  7. para cuando laliterrrrr????

    ojalá que sea pronto

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  8. Jajajajajajajaja la pelea entre Peter y Rochi jajajajajjajaj y después como provocaba a Lali y le dijo mentirosa me muero! Jajajajaja muy buena la nove @LuciaVega14

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