sábado, 15 de septiembre de 2012

Capítulo 4


Aviso: Capítulo no apto a menores o personas impresionables. 
Ayer no pude subir, perdón! Disfruten y comenten mucho. Si hay muchos comentarios subo más hoy :)  Besos ♥  @siempreconlyp




—¿Acaso habrá un mañana después? —replicó la joven al instante con ferocidad—. ¿No fuiste tú quien me dijo en una ocasión que podrías follarme, pero que después tendrías que matarme? ¿Por qué no me lo demuestras?
¿Qué estaba insinuando? ¿Acaso estaba llamándole «cobarde»?
Maldita mujer. No sabía cuándo debía mantener la boca cerrada ni cuándo poner a salvo su sensible corazón.

Capítulo 4
Antes de poder detenerse, tenía las manos sobre ella. Le clavaba los dedos en la parte superior de los brazos y la sacudía con fuerza observando cómo agrandaba los ojos, cómo su pelo fluía entre ellos en glorioso desorden.
Entonces se quedó paralizado. La piel de Lali era tan extremadamente suave y cálida bajo sus manos que le dejó sin aliento.
La deseaba. Quería penetrarla hasta que no importara nada más. Hasta que Lali fuera lo único que existiera. Hasta olvidar el pasado y las pesadillas.
Esa mujer iba a acabar con él.
Aquel distante pensamiento atravesó su mente antes de que se perdiera en la sensación de tenerla entre sus brazos. Hubiera jurado que podía sentir cómo el hormigueo que ardía en el interior de la joven se filtraba, atravesaba la piel e inundaba su propio cuerpo.
—Esto es una mala idea. —La miró fijamente y, en ese momento, la rugiente necesidad que le apresaba hizo que se evaporara cualquier atisbo de raciocinio.
El intenso negro de los ojos de Lali se oscureció y brilló de pasión.
   Años —susurró ella con labios temblorosos—. He esperado...
Peter no quería oírlo. No podía escuchar aquellas palabras que le desgarrarían el alma.
Le cubrió los labios con los suyos para silenciarla porque no soportaría escucharlo.
Y el mundo estalló.
¡Joder!
No pudo parar. Tenía que hacerla suya, cualquier otra cosa era impensable.
Necesitaba conocer su sabor.
Introdujo la lengua entre los labios de Lali, los lamió y, antes de que pudiera recuperar un poco de sentido común, se dejó llevar por el deseo que le consumía.
Pero no podía llegar más lejos. No podía permitírselo.
Lali tenía miedo hasta de respirar. Le aterraba que él se detuviera si lo hacía. Estaba en trance por culpa de aquel beso totalmente inesperado, embelesada por el placer que, de repente, había explotado en su cuerpo. La lengua de Peter acariciaba la suya excitando esa parte femenina y sensual que, por lo que estaba viendo, era más poderosa de lo que había supuesto.
¡Oh, Dios!
Temblando, alzó la mano y extendió los dedos pero sin llegar a tocarle. Era lo que más quería, tocarle; ansiaba sentirle. Necesitaba sentirle bajo las manos.
Peter parecía estar ardiendo. La sensación de sus labios contra los suyos, la de su lengua acariciando la de ella, enviaba un intenso placer a cada rincón de su cuerpo y la hacía ponerse de puntillas para estar todavía más cerca. Sin embargo, todavía no se atrevía a entregarse a sus brazos.
El tenía los dedos curvados sobre sus hombros, apresándola, y Lali se encontró agarrando la tela de la camisa, la de las mangas enrolladas, antes de poder pensar lo que estaba haciendo. Dios, ansiaba que la hiciera suya. Lo necesitaba. Una necesidad que la atormentaba desde el día en que le vio por primera vez en Aruba.
—Santo Dios, La. —Le deslizó las manos por los brazos hasta sujetarle las caderas, haciendo que fuera consciente de su gruesa erección.
El latido de la carne caliente aprisionada por la tela de los vaqueros era una tentación, una promesa de placer contra su vientre. Al notar la presión, el ardiente palpitar, Lali cerró los puños. Él deslizó las manos hasta sus nalgas y las oprimió con fuerza antes de alzarla ligeramente. Enardecida, la joven sintió que la seda fluía sobre su piel y que un duro muslo se introducía entre sus piernas contra la hinchada y sensible carne de su sexo.
Dios, casi podía decir que estaba rozando las estrellas. Se sentía arrebatada, notaba que le flaqueaban las rodillas y cada vez le costaba más respirar.
Él le mordisqueó los labios cuando la vio contener el aliento, y ella intentó tomar aire antes de que Peter tomara posesión de su boca. La barba incipiente le rozaba la barbilla en una caricia que la hizo arquearse y lanzar un ahogado gemido. Por fin Peter la acariciaba y besaba plenamente. Por fin estaba entre sus brazos, donde debía estar.
Aquello era exquisito. Años de fantasía se hacían por fin realidad.
—Peter. —Su nombre se convirtió en un suspiro de placer cuando él llevó la mano desde las nalgas a su sexo. Deslizó los dedos poco a poco bajo la seda del vestido y le acarició la parte interna del muslo con la callosa punta de los dedos, incrementando las ardientes sensaciones que consumían el vientre de la joven.
—¿Es esto lo que quieres, La? —Peter le rodeó la cintura con un brazo, la alzó aún más y, antes de que pudiera reaccionar, se vio presionada contra la pared al tiempo que él le cogía la pierna y la subía hasta sus caderas, pegándose a ella por completo, haciéndole sentir el increíble calor de su cuerpo.
—Peter —gimió sin control, sintiendo la firme presión de su musculoso y duro muslo contra el sensible monte de Venus—. Te necesito. Necesito esto desesperadamente.
—¿Más? —gruñó él—. ¿Quieres más, La?
¿Que si quería más? Estaba dispuesta a suplicar si fuera necesario, ¿acaso no se daba cuenta?
Su clítoris comenzó a latir. Se formó en su interior un doloroso e interminable tormento que provocó que un incontrolable ardor atravesara su cuerpo y le humedeciera la piel. Sus pechos se habían vuelto extremadamente sensibles y sus pezones estaban rígidos y erguidos. Cada célula de su cuerpo clamaba por sus caricias.
—Contéstame, La. —La voz ronca y sombría de Peter se unió al resto de sensaciones mientras los dedos masculinos recorrían la desnuda piel de sus muslos—. ¿Quieres más? ¿Es esto lo que quieres? —Deslizó la mano por sus nalgas hasta encontrar la suave y resbaladiza carne que palpitaba entre sus piernas. Sus pliegues estaban hinchados, sensibles y empapados a causa de su excitación.
—Sí —logró susurrar.
Complaciente, Peter rozó y acarició la tensa entrada de su cuerpo hasta que la joven se estremeció visiblemente.
¡Oh, Dios! Quería correrse. Estaba a punto. Tenía el clítoris a punto de estallar, la sangre le hervía en las venas y el placer se cernía sobre ella como un oscuro manto; un placer nacido de lo que sentía por Peter, de las emociones que había contenido con mano férrea hasta ese momento. Ya estaba a punto de explotar antes de que la besara, de que la acariciara.
Peter presionó y dilató con dos dedos la sensible entrada de su cuerpo y luego los deslizó en su interior justo lo necesario para que ella vibrara sin control. Se mantuvo inmóvil por unos segundos y después profundizó la penetración hasta encender un crepitante fuego en sus entrañas que la hizo gemir de pasión.
—Llevas tiempo suplicando esto, La. —La áspera voz masculina sonaba tan desesperada como el tormento que azotaba su cuerpo.
—¿Y tú no? —Lali contuvo el aliento y movió la cabeza de un lado a otro contra la pared cuando Peter hundió los dedos más profundamente, arrancándole un jadeo—. Cada vez que apartabas a uno de tus hombres... —El encontró un lugar extremadamente sensible en su interior y ella no pudo contener el grito agónico que salió de sus labios. Inmisericorde, Peter comenzó a mover la mano dentro y fuera, acariciando ese punto una y otra vez, y llevándola a un estado en el que sólo importaba el placer. Palpitantes y ardientes, los músculos internos de su sexo apresaron los dedos de Peter.
Arqueó las caderas con fuerza e intentó que los dedos se sumergieran aún más, consciente de los jugos que brotaban de su sexo para inundar la mano con la que Peter la torturaba.
—Si alguno de mis hombres te hubiera tocado así, habría tenido que matarle —gruñó él un segundo antes de morderle el hombro. Una ráfaga de placer se unió al fuego que ya ardía en el vientre de la joven cuando Peter encajó los dedos más profundamente. Nuevos fluidos brotaron desvergonzadamente y se unieron a los que ya le empapaban la mano—. De una manera o otra, me habría asegurado de que se alejaran de ti, Lali.
Los salvajes ojos verdes de Peter brillaban con intensidad cuando ella alzó la cabeza. Los firmes e inquebrantables rasgos masculinos mostraban un deseo sin límites y, aunque a Lali le costaba mantener los ojos abiertos, quería mirarle, observar su rostro mientras la tocaba. Regocijarse en la fogosa lujuria que titilaba en sus pupilas.
Lali había esperado aquello durante mucho tiempo. Sus besos, sus caricias; no quería perderse ninguna sensación, ningún agonizante segundo de placer.
Peter no le dio oportunidad de seguir pensando. Volvió a cubrirle los labios, besándola con una ávida voracidad que la hizo curvarse y ofrecerse por completo. Desvalida, Lali se aferró a su cuello y enredó los dedos entre los sedosos mechones negros.
Ella no había vivido nunca unas sensaciones tan intensas y profundas, tan increíbles y reales. Jamás había alcanzado aquel estado de excitación tan absoluta que la obligaba a aferrarse a Peter con desesperación.
No pudo contener un gemido cuando los dedos enterrados en su sexo comenzaron a moverse con más rapidez. Todo su cuerpo se tensó ante aquella exquisita sensación. Sus sentidos apenas podían soportar el creciente y abrumador placer que la inundaba; su sexo palpitaba sin control y ceñía con firmeza aquella provocativa mano que la acariciaba con diabólica maestría.
—Así, Lali —jadeó él sobre sus labios—. Estás muy resbaladiza. Ardiente. Eres tan estrecha...
El sexo de la joven convulsionó con fuerza, provocando que más jugos empaparan los dedos de Peter. En respuesta, él inclinó la cabeza y le mordisqueó el tendón del cuello antes de lamer la suave piel.
Lali gimió al sentir que Peter le apartaba el escotado corpiño del vestido y que sus pechos se erguían reclamando la atención del hombre que le había robado el sueño durante tantos años. Sus sentidos estaban tan sobreexcitados que creyó perder el conocimiento por un momento cuando los firmes labios masculinos aprisionaron uno de sus doloridos pezones y lo succionaron con fuerza.
—Peter... ¡Oh, Dios, sí! —gimió desesperada—. Es tan bueno. Tan bueno, Peter.
El indescriptible placer de sentir la ardiente boca de Peter atormentando el duro pezón envió una oleada de sacudidas a su vientre que la obligó a arquear las caderas contra la mano de Peter.
Cerca. Muy cerca. Estaba a punto de correrse. Casi rozaba el orgasmo, pero la promesa del éxtasis la eludía. El deslizaba los dedos una y otra vez en su interior, tentando la dolorida y sonrosada carne de su sexo y sumiéndola en una vorágine de intenso erotismo.
—Maldita sea, Lali. No es suficiente. ¡Que Dios me ayúde! Necesito mucho más.
Antes de que poder asimilar que él se había movido, Lali se encontró tumbada sobre la encimera que separaba el salón de la cocina. Peter todavía tenía los dedos sumergidos en su cuerpo y seguía moviéndolos con rapidez. Ávida por alcanzar la liberación, alzó las caderas y separó los muslos todo lo que pudo mientras él lamía y mordisqueaba la dolorida cima de uno de sus pechos.
Peter jadeó sin soltar el pezón y ella percibió en aquel fiero sonido la intensidad de su deseo, el hambre salvaje que ya había vislumbrado en sus ojos.
En sus pupilas brillaba un fuego voraz, fiel reflejo del que ella misma sentía.
—Esto nos destruirá a los dos —susurró, deslizando los labios de un pezón al otro.
Lali no respondió, lo único que podía hacer era respirar. Curvó la mano en la nuca de Peter y le sujetó la muñeca con la otra, intentando que moviera los dedos con más rapidez, que los metiera más profundamente en su interior. Necesitaba una sensación más, algo que la hiciera llegar al orgasmo.
Quería correrse. Quería alcanzar el ardiente y destructivo éxtasis que prometían sus sentidos antes de que nada pudiera interrumpirles. Antes de que Peter recobrara el control y retrocediera.
Justo entonces, él retiró los dedos de la apretada funda. A Lali no le dio tiempo a protestar, no tuvo ninguna posibilidad de quejarse por aquel repentino vacío; Peter le sujetó los muslos para separarlos todavía más y, en menos de un segundo, empezó a explorar con la lengua los hinchados y resbaladizos pliegues que custodiaban el centro de su placer.
La joven se quedó paralizada por un instante y luego se estremeció sin control. Estaba tan cerca del orgasmo que esperarlo resultaba una agonía. Bajó la mirada para enfrentarse al intenso brillo de aquellos ojos verdes y observó embelesada cómo Peter deslizaba la lengua por su sexo.
Le vio rozar el clítoris una y otra vez hasta que tuvo que cerrar los puños por las sensaciones que inundaban su vientre, que la hacían vibrar, que le arrancaban un desesperado grito. Arqueó las caderas frenéticamente, ahogada por completo en el ardiente placer que la inundaba, y comenzó a gemir suplicando más.
Peter le abrió aún más los muslos y deslizó los labios hasta la palpitante entrada a su cuerpo. Atravesó el sensible canal con la lengua y comenzó a lamerla con un decadente e incontenible deseo que la envió directa al clímax.
Devastada por el placer que explotó en su interior, Lali se arqueó entre convulsiones, levantó la espalda de la encimera y cerró los dedos sobre los cabellos de Peter al sentir que incontrolables llamaradas recorrían su cuerpo destruyendo todo a su paso.
El cálido líquido que manaba entre los muslos femeninos hizo que Peter gimiera sobre los hinchados pliegues.
Jamás había paladeado algo tan dulce como el suave néctar con el que aquella mujer respondía a sus caricias. El cuerpo de Lali estaba preso en un apremiante placer, un éxtasis que la desgarraba por completo, y él quiso prolongar el orgasmo con suaves lametazos, friccionando suavemente el clítoris con la lengua.
La joven se retorcía entre sus brazos, gemía su nombre con voz ronca y llena de oscuros placeres. ¡Santo Dios!, él no quería limitarse a escucharla. Únicamente les quedaba esa noche. Se suponía que sólo iba a besarla, pero el daño ya estaba hecho. Los dos estaban anhelantes y hambrientos y Peter sabía que no podrían separarse hasta llegar al final.
Entonces, él podría volver a mostrar al mundo el frío y duro cabrón que era en realidad. Enseñarle a Lali que no había futuro para ellos. Que esa noche era lo único que tendrían.
Al sentir los últimos latidos del orgasmo de Lali contra la lengua, Peter paladeó aquella dulzura femenina una última vez antes de enderezarse, cogerla en brazos y llevarla al dormitorio.

Continuará...

Y ahora? JAJAJAJA  Creen que ellos van a seguir? o Peter va recobrar la conciencia? 

29 comentarios:

  1. me encanto quiero otroo yaaaa maratooonnnnnn

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  2. Nooo! Peter no va a recobrar la conciencia.. o creo que le sea facil! JAJA una paralabra que defina este cap es WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW! Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas Noooooooooooove please...

    @Camhii_Infante

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  3. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

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  4. Noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  5. vas a publicar otro hoy?

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  6. por favor otrooooooooooooo

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  7. que sigannnnnn que no parennnn

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  8. wow!!! esperemos que lali aguante y peter no se eche atrás!!! Más!

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  9. En realidad si no siguen un poco y logra "descargar"algo de energia él creo q estallará.Ahora q pasará luego no sé,espero me sorprendas gratamente.
    Muy buen cap!Eso pasa cdo algo fuerte se reprime mucho tiempo,JAJA!

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  10. maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas

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  11. falto poner la parte en que Lali le chupa el lunar a Peter!!

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  12. Estos días tenía mil de tarea y no había leído pero, WOOOOOOOW...... :o que capítulooo!!!!!! Me acabo de poner al corriente y quiero mas caps :)
    Gracias por la nove!!!!
    @Titel842

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  13. Si Peter piensa k esa noche es lo único k tendrían ,no creo k se detenga ahora.

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  14. nah si recobra la conciencia ahora se acordo tarde, y ya quiero que se de cuenta de que tienen un futuro muy largo por delante que les espera! @LuciaVega14

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  15. muy hot este capitulo !

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