lunes, 24 de septiembre de 2012

Capítulo 10


Hola, hola.. estuve a full en el finde y no pude subir. Perdón! Pensé en hacer algo como un maratón, pero no sé.. ya casi no comentan entonces no sé si podríamos hacer porque no me gusta poner la cantidad de comentarios para subir otro cap, pero obvio que me gusta y quiero que ustedes comenten :( Hay muchas visualizaciones, y sé que muchas no pueden o no quieren comentar... pero me gustaria saber que les parece la nove! Bue, disfruten! Capítulo un poco HOT. 




Nada más entrar en el dormitorio comenzó a desabrocharse la blusa de seda blanca que había combinado con unos pantalones vaqueros. Sólo quería darse una ducha e ignorar los intensos latidos de su corazón. Le palpitaba con tanta fuerza que apenas podía respirar a causa el terror que inundaba su cuerpo. Dios, aquellos ataques de pánico comenzaban a volverla loca.
Debería haber hecho caso a su instinto.

Capítulo 10
Cuando entró en el dormitorio, las luces se apagaron de golpe y la puerta se cerró ruidosamente a su espalda.
Segundos. Sólo disponía de unos segundos para escapar o intentar alcanzar el arma que guardaba al otro extremo de la habitación.
Había comenzado a moverse cuando notó que unos dedos callosos apretaban su hombro en un claro intento por detenerla. Dio una patada en esa dirección y se vio recompensada con un ruido sordo al alcanzar su objetivo, pero no escuchó gemidos de dolor ni que nadie cayera al suelo.
Corrió a través de la habitación y tuvo la sangre fría de agacharse. Entonces forzó la vista en la impenetrable oscuridad intentando percibir alguna sombra en movimiento o el brillo de un arma. Aún no estaba cerca de la mesilla de noche, donde tenía escondida la pistola.
Una fría determinación reemplazó al pánico. Ya no sentía miedo. Había dejado de sentirlo años antes de unirse a la Unidad de Fuerzas Especiales, incluso antes de conseguir acabar con su hermano y su padre. Nunca se había sentido realmente libre y lo que estaba ocurriendo no era más que la confirmación.
Estaba en desventaja. Vestía una prenda blanca y quienquiera que estuviera en la habitación iba de negro de pies a cabeza. Combatir contra un adversario al que no podía ver era casi imposible. Lo único positivo era que el desconocido no la había matado a pesar de que habría podido hacerlo sin problemas.
No era capaz de ver ningún movimiento. Odiaba jugar al gato y al ratón.
Avanzó lentamente hacia la mesilla donde escondía el arma y abrió el primer cajón.
Rozó con los dedos una toalla doblada que también guardaba allí, a pocos centímetros de la pistola, y justo en ese momento vio una sombra que se movía velozmente hacia ella sin ninguna clase de advertencia. Sólo un ataque rápido y silencioso.
Saltó sobre la mullida alfombra y se lanzó sobre el asaltante, consiguiendo casi derribarlo. Trató de escapar, pero unos dedos fuertes le aferraron el tobillo cuando intentó alejarse. Se zafó del agarre y rodó a un lado antes de que un pesado y duro cuerpo masculino cayera sobre ella, aprisionándola contra el suelo. Desesperada, se retorció como pudo en un intento de recobrar la libertad.
Curvó los dedos como garras e intentó arañar la cara del intruso antes de que éste le sujetara las muñecas y le inmovilizara las piernas con los muslos. Fue entonces cuando un olor demasiado familiar inundó sus sentidos.
—Te has puesto una prenda blanca, Lali. Pensaba que te había enseñado mejor.
Peter.
Se quedó paralizada. Su corazón se detuvo durante un segundó y luego comenzó a latir con rapidez, impulsado por la adrenalina y la excitación sexual. Su ansia por sobrevivir se transformó en lujuria. Su cuerpo se calentó y una ardiente oleada de placer la atravesó de arriba abajo, haciéndola consciente de la frialdad que la había envuelto durante los últimos nueve meses. Fue como si, de repente, la despertaran de un largo letargo. Y eso fue sólo el principio. De pronto sólo podía sentir; arder. Su piel estaba demasiado sensible. Su deseo por aquel hombre era demasiado intenso.
Peter le apretó las muñecas cuando ella intentó soltarse, cuando su ansia de escapar se transformó de golpe en una emoción que no comprendía. Era hambre, necesidad... algo que la aterrorizaba.
—¡Quítate de encima! —siseó furiosa—. ¿Qué demonios haces aquí?
Peter interrumpió sus palabras cubriéndole los labios con los suyos, inclinándose sobre ella y consiguiendo inclinar la balanza hacia un deseo tan voraz que la dejó indefensa y sin otra posibilidad que aceptar el beso y pedirle más.
Abrió los ojos y los volvió a cerrar. Una extrema debilidad sensual la inundó, haciendo que la sangre le hirviera en las venas con una fuerza que casi la cegó. El placer la envolvió y la convirtió en su esclava mientras sus lenguas se acariciaban, batiéndose en un erótico duelo.
Estaba hambrienta del sabor de Peter, de las sensaciones que él le provocaba. Necesitaba borrar los meses de soledad, las semanas de inseguridad y frialdad. Se arqueó hacia él gimiendo y dejándose llevar por el deseo que la desgarraba, por la desesperación que anulaba su sentido común.
Peter le soltó las muñecas y le ahuecó la cara con una mano al tiempo que poseía su boca, lamiéndola y ronroneando contra sus labios. Lali estaba desesperada por tocarle. El mundo podría estallar a su alrededor en ese momento y le daría igual.
Sólo importaba aquel beso.
Se curvó hacia él, separó las piernas y alzó las caderas para que Peter pudiera acomodarse entre sus muslos. La dura evidencia de su erección pujaba contra la prisión que suponían sus pantalones y le presionaba el clítoris en una erótica caricia.
Nueve meses de noches solitarias, de tortuosas fantasías recordando unas caricias que, en ocasiones, llegó a pensar que la habían marcado a fuego, que la habían dejado muerta por dentro. Y ahora, en menos de un segundo, volvía a sentirse viva.
Un intenso calor que nació en lo más profundo de su interior se dirigió precipitadamente a su hinchado clítoris y amenazó con hacerla estallar.
Había soñado con las caricias de Peter. Se había despertado algunas noches llamándole y, ahora —¡oh, Dios, sí!—, estaba con ella. Su cuerpo era duro y exigente encima del suyo, su erección palpitando tras la bragueta.
La presión del grueso miembro sobre el sensible clítoris provocaba en ella un desgarrador deseo. Lali friccionó su lengua contra la de él, enredó los dedos en sus cabellos para acercarle más y rezó para que no fuera un sueño. Estaba desesperada por grabar cada sensación en su memoria, en cada célula de su cuerpo, para poder recordarle cuando no estuviera. Para acordarse hasta del más pequeño detalle que la ayudara a calentarse en las gélidas noches que la esperaban.
Era consciente de que no se quedaría con ella. Sin embargo, fuera por la razón que fuera, ahora estaba allí. Abrazándola, tocándola, besándola con la misma hambre desesperada que Lali había padecido tantas noches.
Peter le rasgó la blusa e hizo saltar los botones mientras ella se retorcía contra él y le sacaba la camiseta de la cinturilla de los pantalones para poder acariciar la ardiente piel. En respuesta, Peter le presionó la palma de la mano contra el estómago antes de ocuparse del cierre delantero del sujetador, consiguiendo que ella olvidara la necesidad de explorar la dura superficie que encontró debajo de la camiseta.
El broche se soltó con suavidad, exponiendo con súbita violencia los generosos senos, y de pronto Peter interrumpió el beso. El sonido rudo y jadeante de sus respiraciones inundaba la estancia mientras se miraban en la oscuridad. Al cabo de unos instantes, como si no pudiera resistir la tentación, él inclinó la cabeza y deslizó los labios hasta la cima de uno de sus pechos.
El contacto de la boca de Peter en el enhiesto pezón provoco una chispa eléctrica que fue directa al vientre de la joven, a su clítoris hinchado, y le hizo impulsar las caderas hacia arriba en un apremiante e involuntario movimiento que presionó su sexo contra la dura erección. Al instante, el placer inundó su cuerpo e hizo añicos todas sus defensas. Contra Peter no existían barreras, sólo un fuego abrasador, besos llenos de pasión, caricias... Posesión.
Un excitante calor pareció envolver su pezón cuando él lo succiono. Lo chupó profundamente y cada movimiento envió una electrizante ráfaga a lo más profundo de las entrañas de la joven.
La sensación que le provocaba aquella boca y el enorme cuerpo masculino que la cubría, dominándola, era exquisita. Por primera vez en nueve meses se sintió viva. Se sintió protegida y a salvo. Volvía a ser mujer otra vez en lugar de la sombra sin vida que se levantaba cada día.
—Peter. —Se arqueó contra él y susurró su nombre con hambrienta demanda—. Oh, Dios. Hazlo más fuerte. Más fuerte. — Necesitaba más. Ansiaba esa amalgama de placer y dolor que sólo él podía darle.
Pero Peter le dio un último beso en el pezón y alzó la cabeza. El brillo de sus ojos verdes apenas era perceptible en medio de la penumbra de la habitación.
—No te detengas —le suplicó—. Maldita sea, Peter, no te detengas ahora.
—Bruja —gruñó él en las sombras, con la voz ronca por la excitación.
Al sentir el roce de la barba incipiente contra la curva del pecho, Lali tuvo que cerrar los ojos ante las abrumadoras sensaciones que la recorrían. Quería tocarle. Quería sentirle contra su cuerpo. Necesitaba que esos duros músculos masculinos se apretaran contra sus suaves curvas. Anhelaba la cálida fuerza de su miembro en su interior.
Los recuerdos de la única vez que hicieron el amor la atormentaban, la rondaban sin cesar. Quería una oportunidad más. Sólo una vez más, se prometió a sí misma. Luego ya encontraría la manera de vivir sin él.
Le pasó las manos por la espalda y los hombros al tiempo que se arqueaba hacia él. Deslizó los dedos más abajo, para agarrar la cinturilla del pantalón, y entonces se tropezó con una pistola.
Lali se quedó paralizada al tiempo que escuchaba la blasfemia que emitió Peter.
El sólo llevaba su arma encima cuando estaba en una misión. No era un adorno ni un accesorio personal; la llevaba por protección, así que no había ido hasta allí para estar con ella.
La joven todavía podía sentir sus labios en la curva del pecho, después de que él levantase lentamente la cabeza y la observara con los ojos muy brillantes en la oscuridad. Lali le sostuvo la mirada con una cansada resignación. Debería de haberse imaginado que no estaba allí únicamente para verla.
Entonces regresó el pánico estremecedor que se originaba en sus entrañas y que le era tan familiar. El deseo de correr, de esconderse, de cambiar de nombre, de cara, de casa. Aquella horrible certeza de que el instinto le avisaba del peligro, que no era una simple paranoia.
—¿Por qué estás aquí? —susurró, odiando el temblor que percibió en su voz—. Creo que los dos sabemos que no es por mí.
Lali soltó el arma cuando Peter se alejó y se sentó junto a ella en el suelo. Le oyó suspirar, un sonido lleno de pesar.
—Estoy aquí por ti —afirmó él.
—Sí, pero no has venido para acostarte conmigo ¿verdad? —le espetó Lali con sarcasmo.
—No —admitió él—. No he venido por eso.
Peter la cogió de la mano y la ayudó a incorporarse.
—No te levantes ni enciendas la luz —le ordenó cuando ya estaban sentados—. Haz la maleta, te vienes conmigo.
No podía ver los ojos de Lali, pero tampoco era necesario, Notaba su tensión en el aire que le rodeaba y casi agradeció a Dios no tener que ver su mirada. Había veces en las que un hombre sabía que no podía enfrentarse a determinadas emociones.
Ver el destello de terror en sus ojos o observar el cambio de su expresión habría provocado que sintiera de nuevo en el pecho aquel extraño pesar ante el que no sabía qué hacer. Ella ya había sufrido demasiado. Ver cómo se incrementaba su dolor, su miedo, lo haría sentirse un canalla.
Aunque no tenía que verlo para sentirse así. Ya sabía que lo era.
—¿Para qué necesito una maleta? —La vulnerabilidad y el miedo inundaban la voz de Lali, algo que no había escuchado antes en ella. Como si el tiempo alejada de la Unidad, los días como civil, la hubieran suavizado.
Esperaba que no se hubiera ablandado tanto como para no luchar por sobrevivir.
—Porque tienes que irte de aquí —le explicó—. Ha llegado el momento de que te vayas, Lali.
—¡No!
Durante un breve segundo Peter tuvo que admitir que estaba sorprendido. ¡Joder!, hacía muchos años que alguien se negaba a seguir una de sus órdenes. Siempre tenía un plan para cubrir cada contingencia, pero ahora se encontraba perdido.
Lo que explicó que la joven lograra levantarse, acercarse a la lámpara de la mesilla de noche y encenderla sin que él pudiera detenerla. Así obedecía ella la orden de seguir en el suelo y no encender ninguna luz.
Lali estaba desnuda de cintura para arriba. Tenía los pechos hinchados y sonrojados; los pezones enhiestos y tan apetecibles como un dulce caramelo que hizo que su boca se inundara de saliva por el deseo de volver a saborearlos. Santo Dios, su pene estaba tan duro y palpitaba tan dolorosamente que casi le hacía olvidar cualquier pensamiento sobre seguridad.
Sin embargo, en vez de obligarla a tenderse de nuevo en el suelo, fue él quien se puso en pie mientras la observaba coger una camiseta negra del armario y pasársela por la cabeza.
Delgada, esbelta y frágil. Lali parecía tan quebradiza como una muñeca de porcelana con las mejillas sonrojadas y los rizos enmarcándole la cara. Los enormes ojos lanzaban chispas. La camiseta y los pantalones vaqueros la hacían parecer una diosa del sexo con la voz ronca, preparada para conquistar. Sin duda alguna suponía una amenaza para la libido de un hombre; para llevarlo a la locura.
Se pasó los dedos por el pelo e intentó dejar a un lado la imagen que aparecía en su mente, en la que él la tiraba de nuevo al suelo y la penetraba sin tregua. Su objetivo era mantenerla con vida hasta saber quién había averiguado que seguía viva y dónde encontrarla.
—Alguien puede estar vigilándote, La, por eso no quería que estuvieran encendidas las luces —le informó—. Sabemos que llevan una semana observándote y tienen órdenes de secuestrarte tan pronto como sea posible.
Al oír aquello, Lali apartó la mirada con rapidez y cerró los ojos con cansada resignación.
—Tenía la sensación de que me seguían.
La aceptación en su voz le conmocionó. ¿Lali era consciente de que su identidad podía haber sido descubierta y no se había puesto en contacto con él? El solo hecho de pensarlo le aterraba.
—¿Sabías que alguien te estaba siguiendo y no te fuiste de aquí? —Una ira, lenta y abrasadora, empezó a inundarle poco a poco. Que la observaban ya no era sólo una sospecha, ella se lo estaba confirmando—. ¿Por qué no me has llamado? ¿Por qué no has ido a una de las casas seguras?
Él había previsto todas las posibles contingencias, encargándose de preparar ocho casas seguras en distintos puntos del país. En cada una de ellas había armas escondidas, dinero en efectivo, vehículos y la posibilidad de crear nuevas identidades hasta poder ponerse en comunicación con otros miembros del equipo.
¿Por qué Lali no había hecho uso de ellas? ¿Había siquiera intentado poner a cubierto ese precioso trasero suyo?
La joven agrandó los ojos con fingida sorpresa. Era una mirada que hacía que las manos de Peter ardieran por las ganas de zurrar sus deliciosas nalgas.
—¿Quieres saber por qué, Peter? Porque ahora no huyo. Si te hubiera llamado o ido a una de esas casas seguras tuyas, me pasaría el resto de mi vida huyendo. Y ya me he cansado de hacerlo. —La última frase la dijo con una expresión de cansancio tan abrumador, que a Peter se le puso un nudo en la garganta. Lali negó con la cabeza y se pasó la mano por la cara en un gesto de dolorosa vulnerabilidad—. Estoy cansada, Peter. Quiero que todo esto termine de una manera o otra.
A Peter le pareció que le dolían los brazos por la necesidad de apretarla entre ellos, de consolarla. ¿Cómo coño iba a enfrentarse a esa situación? ¿Cómo se suponía que conseguiría mantenerla a salvo cuando dominar sus emociones era, de repente, más difícil que nunca?
Maldita fuera. Lali le hacía sentir. Provocaba extrañas e incontrolables sensaciones en su interior, por mucho que él intentara mantener todas sus barreras en alto. Era la única persona, hombre o mujer, capaz de tocar su alma.
—Haz la maleta. —No pensaba pelearse con ella ahora. Su vida era demasiado importante para él. Tenía que centrarse en lo primordial y dejar todo lo demás en un segundo plano—. Cuando estés a salvo discutiremos lo que vas a hacer o no. Pero por ahora nos largamos de aquí lo más deprisa posible. Lali, o te vienes por las buenas o te llevo al hombro, atada y amordazada. Tú eliges.

Continuará...

27 comentarios:

  1. Me saca la preocupación de peter por lali, pero no le puede decir sus sentimientos, y termina siendo él el que más la lastima!! más!!

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  2. amoo a peteer cuando impone sus reglaaas, es tan sexy jajaj
    maaaaas
    @RochiMyWorld_

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  3. maaaaaaaaaaaaaaaaaaas haz maratooooon =)

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  4. hay me encanto el capitulo el si que la quierer defender!! me encanta que la quiera proteger se nota que se traen una ganas tremendas!! espero el maratón ya!!!!!

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  5. Peter es tan autoritario y con tanto autocontrol!Q se la lleve cargada y amordazada!Esta muy buena la nove!Se extrañó!

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  6. Lindaaaaaaaa yo leo siempre..pero las vezes comiento...voy comentar masss. besos desde brasil..milena

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  7. Me encanta la nove
    perdón pero aveces no comento
    me encanto el cap


    Lu :D

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  8. ME ENCANTO HEY NO TE DESANIMES A SEGUIR ME ENCANTAN TUS NOVES!! SIII MARATOON!! ME ENCANTA !!

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  9. asgkshsl espero que Lali obedezca a Peter y se vaya con el! Ame el cap <3

    @Camhii_Infante

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  10. PETER si que vive preocupado x LALI.

    LALI y no soporta mas vivr co nesa angustia de saber k la pueden atrapar

    PETER debe tener el valor para decir lo que siente xk al final el es el mas daño le causa a LALI.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    OJALA PUEDAS HACER UNA MARATON

    MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  11. :0 ooo c dios súper hoy y de un momento a otro ese cambio tan drástico uuu pobre lali siempre huyendo :( massss

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  12. No entiendo mucho a Peter, porque no le dice que se preocupa por ella y que por eso se tiene que ir, porque se complica deberían unir fuerzas y conocimientos e idear un plan para descubrir quien busca a Lali.
    Gracias por los caps
    @Titel842

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  13. Estaban tan bien, por qué descubrió el arma.
    @Masi_ruth

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  14. me ecanto! me mata que peter se procupe por ella si tan solo se animara a contarle lo que siente por ella!!
    espero más noveee

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  15. jajajajajaja era re delicado atada yy amordzada (? jajajajaja que directo! @LuciaVega14

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