Capítulo 21

Holaaaaa! Lo prometido es deuda.. hubo comentarios y acá esta el nuevo capítulo! BUENISIMO y larguito eh!! Disfruten y comenten MUCHOO! PD: en la foto no parece que estan haciendo otra cosa? jajaja las que miraron Casi Angeles saben que no paso nada, pero es lo que parece.. o no? jajaja  @siempreconlyp ♥ besosss  Quiero saber que les pareció el cap.

—No deberíamos —murmuró Peter.

Y sin embargo al tiempo que lo decía estaba agachando la cabeza.

—Es cierto; no deberíamos —asintió ella mientras se ponía de puntillas—, pero hagámoslo de todos modos.

Capítulo 21

Nunca dejaría de sorprender a Lali lo excitante que podía ser besar a Peter. Cuando sus labios se tocaron por fin sintió que le flaqueaban las piernas, y el beso pronto se tornó de lo más apasionado, como si estuviesen intentando recuperar el tiempo perdido.

Peter tomó el rostro de Lali entre ambas manos, haciéndole ladear un poco la cabeza para colocarla en el ángulo perfecto, y ella enredó los dedos en su cabello.

Los brazos de Peter le rodearon entonces la cintura, atrayéndola hacia sí, y Lali sintió que en ese momento le pertenecía, en cuerpo y alma, que era algo contra lo que no podía luchar.

Cuando finalmente Peter despegó sus labios de los de ella los dos estaban jadeantes.

—No deberíamos estar haciendo esto —murmuró él antes de empezar a besarla de nuevo.

Lali no podía dejar de responderle. Estaba comportándose de un modo irresponsable, y lo peor era que por eso mismo se sentía maravillosamente.

Peter ya estaba desvistiéndola. Primero le quitó la bata y la dejó caer al suelo antes de comenzar a besar cada centímetro de piel que había dejado al descubierto: los hombros, la garganta, la parte superior del pecho…

Luego sus labios volvieron a ascender beso a beso hasta regresar a la boca de ella, al tiempo que sus manos continuaban conquistando el territorio de su cuerpo. Le bajó los tirantes y Lali supo entonces que en unos pocos segundos estaría desnuda.

—Peter… la señora Garcia… —murmuró—. ¿Y si se levanta y…?

—Le eché el pestillo a la puerta al entrar.

—Sí, pero si se despierta ella o alguien del servicio y nos oyen sabrán exactamente lo que estamos haciendo.

Cuando Peter la miró había fuego en sus ojos.

—Me da igual que se enteren.

El hecho de que no quisiese ocultarlo no hizo sino excitar aún más a Lali, y lo cierto era que ella tampoco quería que parara.

Peter tiró del camisón hacia abajo hasta que cayó al suelo, junto con la bata, y cuando la atrajo hacia sí y sus pezones rozaron el pecho desnudo de él Lali se estremeció.

—Tus labios saben dulces como las manzanas… —susurró Peter antes de tomarlos en un nuevo beso, un beso profundo.

Le quitó las braguitas, y cuando por fin tuvo a Lali desnuda frente a sí dejó que sus ojos recorrieran su cuerpo de arriba abajo.

La joven se preguntó si le resultarían poco atractivas las curvas que el embarazo había acentuado en su figura, pero si así era Peter no se lo dejó entrever.

Sin embargo, Lali no quería ser la única que estuviese desnuda, así que cuando comenzó a besarla de nuevo y a acariciarla le quitó los pantalones del pijama.

Se tumbaron sobre la alfombra y continuaron besándose y tocándose sin prisa alguna, tomándose su tiempo para estimular todos los puntos erógenos que habían descubierto aquella primera noche que habían hecho el amor.

Lali jamás había respondido de un modo tan natural y a la vez tan intenso a las caricias y los besos de ningún hombre, y de nuevo tuvo la sensación de que aquello que estaba ocurriendo era algo predestinado.

Predestinado, sí, pero a la vez también una locura, aunque eso únicamente hacía que fuese más excitante.

—Háblame, Lali —le susurró Peter— dime qué quieres de mí.

—Lo quiero todo; quiero lo que tú quieras darme —respondió ella casi sin aliento.

Sin apartar la vista de su rostro Peter deslizó una mano entre sus muslos para tentarla con leves caricias.

—¿Como esto?

—Sí —suspiró ella. Exactamente como eso.

Sin embargo, cuando alargó una mano para tocarlo ella también, Peter se lo impidió.

—Ya te llegará tu turno luego —le dijo—. Ahora quiero ser yo quien te dé placer.

—Pero es que yo también quiero darte placer a ti —protestó ella.

Intentó tocarlo de nuevo, pero Peter le asió la muñeca y con suavidad pero a la vez con firmeza le subió el brazo por encima de la cabeza y se lo inmovilizó contra la alfombra.

—Esto también me da placer a mí —le dijo antes de agachar la cabeza para tomar un pezón en la boca.

Lali sintió cómo un cosquilleo eléctrico descendía por su interior hasta alcanzar la unión entre sus piernas, el lugar donde estaban jugando aún los dedos de Ben, explorando y deslizándose por entre los pliegues resbalosos de esa parte tan íntima de su cuerpo.

Lali jadeó y cerró los ojos.

—Me pregunto si ahí abajo sabes igual de bien —murmuró él.

Sus labios fueron imprimiendo suaves besos por la garganta de Lali, bajando luego por una línea imaginaria a lo largo del valle entre sus senos, hacia el ombligo… y cuando por fin alcanzaron su destino, cuando la joven sintió la primera pasada de su lengua, se estremeció entera y arqueó las caderas hacia su boca.

Lali creía imposible que pudiese experimentar más placer, pero las deliciosas sensaciones que la estaban invadiendo fueron en aumento, arrancando intensos gemidos de su garganta, y supo que pronto alcanzaría el cielo.

—Dios —murmuró cuando los últimos coletazos del climax se hubieron disipado—. Ha sido increíble.

—Me gustaría decir que el mérito es mío, pero me parece que ha sido más cosa de tus hormonas que de mi pericia —le dijo Peter.

Fue subiendo por su cuerpo con nuevos besos, y tras depositar el último sobre los labios de la joven se tumbó junto a ella.

—Yo también estaba preguntándome algo —dijo Lali al cabo de un rato.

—¿El qué?

—A qué sabes tú.

Los labios de Peter se curvaron en una sonrisa lasciva, y se dejó hacer cuando Lali lo torturó sin prisa alguna, igual que él había estado haciendo con ella.

Sin embargo pronto Lali empezó a sentir que la necesidad de tenerlo dentro de sí era demasiado fuerte como para poder resistirla, y cuando se colocó a horcajadas encima de Peter y descendió sobre su miembro, gimió extasiada.

Entrelazó sus manos con las de Peter y las empujó contra la alfombra, a ambos lados de su cabeza, para empezar a subir y bajar sobre él, una y otra vez, haciéndolo jadear y arquearse hacia ella.

Peter cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás al tiempo que susurraba su nombre como una letanía, y pronto Lali sintió todo su cuerpo tensarse debajo del suyo.

También ella echó la cabeza hacia atrás, y emitió un intenso gemido cuando notó que estaba llegando de nuevo al orgasmo.

Durante ese breve instante no hubo ni pasado ni futuro; simplemente ellos dos, unidos de la manera más íntima.

Peter le rodeó la cintura con los brazos, la atrajo hacia sí, y permanecieron abrazados en silencio varios minutos entre suaves caricias.

Cuando hubieron recobrado el aliento Peter rodó sobre el costado, llevándola con él, y escrutó su rostro pensativo.

—¿Qué estamos haciendo, Lali?

—No lo sé, pero no se nos da nada mal.

—Ni siquiera hemos usado un preservativo.

—Bueno, no me puedo quedar embarazada cuando ya lo estoy —apuntó ella.

—No, supongo que no.

Lali le rodeó el cuello con los brazos y se acurrucó contra él.

—A lo mejor esto era algo que necesitábamos hacer; ya sabes, para quitárnoslo de la cabeza.

—Tal vez.

—Y si lo hacemos un montón de veces más estoy segura de que para cuando llegue el día en que tenga que marcharme ya nos habremos hartado.

Peter esbozó una media sonrisa.

—¿Cuántas veces son «un montón»?

—No sé; tantas como haga falta —contestó ella divertida. La verdad era que no podía imaginar que pudiese llegar a cansarse jamás de hacer el amor con él—. Aunque… ¿qué hay de la señora Garcia?

—No es mi tipo.

Lali se rió.

—A lo que me refería es a que a menos que seamos extremadamente discretos, antes o después acabará descubriéndonos.

—Como te he dicho antes, no me importa que se entere. Somos adultos, Lali, y esto es cosa nuestra, no de ella.

Lali sabía que aquello era un error, pero en ese momento se sentía feliz, y la felicidad era algo tan raro y que duraba tan poco tiempo que no estaba dispuesta a empañarla con preocupaciones sobre un futuro que aún no había llegado.

Además, por la manera en que estaba mirándola Peter algo le decía que su deseo estaba volviendo a despertarse. Lo atrajo hacia sí para besarlo, y sonrió para sus adentros al pensar en que pronto el embarazo haría imposible que pudiesen yacer tan juntos, y que tendrían que hallar otros modos más creativos de hacer el amor.

Fue justo entonces cuando pasó, cuando sintió algo en el vientre. La primera patada del bebé.

De sus labios escapó un gemido de sorpresa y alzó la vista para mirar a Peter.

—¿Lo has sentido?

Sí, él también lo había sentido. Lo supo nada más ver su rostro, que se había puesto pálido como una sábana. No es que hubiera esperado, dadas las circunstancias, que se pusiese loco de contento, pero su reacción, el saber hasta qué punto no quería a la criatura que estaba creciendo en su interior, borró de un plumazo la dicha que la había inundado al sentir aquella patada.

Apartó los brazos del cuello de Peter y éste rodó hacia un lado para incorporarse y quedarse sentado de espaldas a ella. Lo único que pudo hacer Lali fue hacerse un ovillo y cerrar los ojos en un intento por ignorar el dolor que sentía en el corazón.

—Lo siento —murmuró Peter.

Lali se estremeció. De pronto sentía frío, pero no porque hiciese frío en la habitación. Recogió la bata del suelo y se la puso.

—Debería marcharme —dijo Peter.

Ella no contestó; no podía; no sin que su voz delatase lo herida y vulnerable que se sentía en ese momento.

Peter permaneció allí sentado unos segundos más, pero luego se levantó, se puso los pantalones del pijama y se marchó.

Continuará...