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—Haz la maleta. —No pensaba pelearse con ella ahora.
Su vida era demasiado importante para él. Tenía que centrarse en lo primordial
y dejar todo lo demás en un segundo plano—. Cuando estés a salvo discutiremos
lo que vas a hacer o no. Pero por ahora nos largamos de aquí lo más deprisa
posible. Lali, o te vienes por las buenas o te llevo al hombro, atada y
amordazada. Tú eliges.
Capítulo
11
—¿Pretendes esconderme en algún lugar seguro sin
consultármelo antes? ¿Acaso mi opinión no importa? —le preguntó.
La soledad que rezumaba su voz hizo que él apretara
los puños para contener el deseo de abrazarla. Los delicados rasgos femeninos
reflejaron por un momento un pesar interior al que él no sabía cómo
enfrentarse, pero desapareció con rapidez cuando ella alzó la cabeza con una
expresión llena de determinación.
—Peter, creo que no te va a quedar más remedio que
atarme y amordazarme, porque no estoy dispuesta a ir contigo a ningún lado.
Maldición, no había esperado tanta obstinación por
parte de Lali. Solía mostrarse terca con él, pero ahora se trataba de su
seguridad y Peter no cedería un ápice.
—¿Sabes quién te está vigilando? —inquirió. La sacaría
de allí, quisiera o no. Le daba igual si era el orgullo el que le impedía huir.
La vio apretar los labios y sus ojos se oscurecieron.
—Supongo que es uno de los antiguos socios de Carlos,
o alguno de sus enemigos —respondió sin inmutarse—. Curioso, ¿verdad? Hace años
que está muerto y todavía me persigue.
—No lo esperábamos, es cierto. Pero estamos preparados
para cualquier contingencia —le recordó con tono sombrío. Odiaba el oscuro
dolor que asomaba a su mirada—. Escenificamos tu muerte con la esperanza de que
los enemigos de Carlos pusieran punto final a tu búsqueda, sin embargo, alguien
se enteró de que era una farsa e informó a Ira Arthur, uno de los antiguos
socios de Carlos. Desde entonces han intentando por todos los medios averiguar
la identidad que has adoptado, y sabes de sobra el peligro que correrías si
llegaran a hacerlo.
Peter había usado todos los medios a su alcance para
protegerla antes de que saliera de Texas. Que alguien hubiera podido averiguar
que Lali no estaba muerta en realidad escapaba a su entendimiento.
La joven le miró sin titubear. Su expresión era tan
calmada y fría que, por primera vez desde que la conocía, no pudo leer sus
emociones ni sus pensamientos.
—Entonces, ¿no estás seguro de que me hayan
encontrado? — le preguntó en voz baja.
El sacudió la cabeza con incredulidad.
—Lali, estoy completamente seguro de que han dado
contigo.
—Acabas de decir que están intentando comprobar mi
identidad. —Peter vio que en sus ojos brillaba una tenue y frágil luz de
esperanza. Saber que la iba a apagar de un plumazo le hizo apretar los puños y
plantearse si no sería mejor que siguiera creyendo aquello.
—¿Cuánto tiempo crees que será necesario para
demostrar que eres la hija de Carlos una vez que te hayan encontrado y
secuestrado? —Pensarlo le resultaba tan aterrador que tuvo que esforzarse para
decir las palabras.
—¿Tienes alguna prueba de que me estén buscando? —le
presionó ella, llevándose la mano a la boca para mordisquearse la uña del pulgar
pensativamente.
—El rumor es suficiente —afirmó tajante—. Admítelo, Lali,
tú misma has dicho que crees que alguien te vigila.
—No estoy segura —repuso ella, dejando caer la mano y
mordiéndose ahora el labio—. Ninguno de mis sistemas de seguridad me ha puesto
sobre aviso y tampoco he sorprendido a nadie siguiéndome o observándome. Sólo
noto una picazón en la nuca. —Su tono era irritado—. Puede que sólo se trate de
una paranoia mía o una coincidencia. Sabes tan bien como yo que es algo que les
ocurre con frecuencia a los antiguos agentes. Ven sombras donde no hay nada.
—Para mí es suficiente, Lali. —Sabía que el instinto
de la joven estaba tan agudizado por el deseo de sobrevivir que no sería
inteligente ponerlo en duda—. No creo en las coincidencias y los dos sabemos
que tienes un sexto sentido para estas cosas. No olvides que no me he tropezado
con ninguna dificultad para entrar aquí,
—Te ha resultado fácil porque conoces el sistema
—alegó suspirando—. Dios, necesito beber algo.
Peter dio un paso hacia adelante para detenerla.
—Ningún sistema es infalible, Lali. Ni siquiera el
tuyo.
—Hablaremos después; ahora necesito tomar una copa.
Sin más, salió del dormitorio con la misma
tranquilidad que si estuvieran discutiendo sobre el clima, dejando a su espalda
a un Peter cada vez más furioso.
—Maldita sea, Lali, tenemos que largarnos de aquí.
Tengo un equipo Y un avión privado esperándonos para llevarte de regreso a la
base. He convencido a Nicolas Riera para que te deje participar en la nueva
Unidad de...
—Ni hablar —le interrumpió, cortante—. No pienso
regresar. Jamás trabajaré a las órdenes de Nicolas Riera.
¡Joder!
Peter apretó los dientes y la siguió a la salita.
Apretó la mandíbula y observó cómo se acercaba a un aparador con botellas
situado en un rincón de la estancia. El mueble, de madera de teka, estaba
colocado al lado de una puertaventana que conducía a un espacioso patio privado.
Lali se sirvió una copa, sin duda alguna del whisky
que le gustaba, y luego puso otro vaso sobre la mesa y vertió más, supuso que
para él. Iba a necesitarlo.
—¿Cómo lograste convencer a Nicolas de que me
aceptara? — Acompañó la pregunta con una mirada de irritación—. ¿Por qué lo
hiciste? No siente ningún aprecio por mí. De hecho, el odio que sentía por Carlos
debido a la muerte de su esposa lo ha volcado en mí.
Durante un segundo, Peter recordó la razón por la que Nicolas
aborrecía a Carlos y por qué se negaba a confiar en Lali. Vio a la esposa del
nuevo comandante de la Unidad corriendo bajo la lluvia, alejándose del almacén
con una niña rubia en los brazos y el pelo flotando al viento. La cría era una
de las niñas que Carlos había secuestrado con intención de venderla en su red
de trata de blancas.
Hubo disparos, furia e incredulidad cuando Eugenia
agrandó los ojos al caer, centrada únicamente en proteger a la niña que llevaba
en brazos y a la criatura que crecía en su vientre.
Sí, Carlos la había matado, pero fue decisión de Eugenia
entrar en aquel almacén sin que nadie la respaldara, y era responsabilidad de Peter
protegerla. Lali no había tenido la culpa de nada y Nicolas lo sabía.
—El jamás te ha acusado de nada, Lali, y está tan
preocupado como yo por esta situación. Irás a la base. —Tuvo que forzarse a
decir las palabras mientras apretaba los dientes para que su furia no se
convirtiera en un estallido de cólera.
—Ni hablar, Peter. —La vio negar de nuevo con la
cabeza antes de acabarse el whisky con una mueca de disgusto—. Pienso quedarme
aquí, tanto si me están vigilando como si no. Hasta que no tenga la certeza de
que me he convertido en un objetivo, no pienso moverme. —Una expresión de cansancio
inundó sus rasgos—. Ya estoy cansada de huir.
Peter le sostuvo la mirada un buen rato, incrédulo
ante su negativa.
—¿Cómo te enteraste de que me he convertido en un
objetivo? —preguntó ella finalmente—. Llevo semanas notando que alguien me
vigila, ¿es cosa tuya o hay alguien más? Porque si son los socios de Carlos o
sus enemigos, lo lógico sería que hubieran dado algún paso más a estas alturas.
Pensar que alguien la acechaba hizo que a Peter se le
helara la sangre en las venas. Pero Lali tenía razón. Si la habían localizado,
no era lógico que no actuaran.
—Sí, es extraño. —Maldición, esperaba que Pablo
hubiera conseguido enterarse de algo más a esas alturas—. Uno de los
informadores de Gastón se puso en contacto con él para ponerle al corriente de
que alguien andaba diciendo por ahí que no estabas muerta y que te habían
localizado. El contacto conocía tu posición así como tu nueva identidad.
Maldita fuera, recordaba demasiado bien la sensación
de terror que le inundó al pensar que alguien relacionado con Carlos pudiera;
secuestrar a Lali.
—Bueno, pues aquí estoy. —La joven abrió los brazos
con una expresión burlona, como si no hubiera ningún problema—. Ya me has
advertido, ahora puedes irte.
El estuvo a punto de lanzar una carcajada.
—¿Crees de verdad que voy a dejarte aquí, sola?
¿Por qué demonios pensaba que él permitiría que se
enfrentara sola a aquella situación? Ninguno de sus antiguos compañeros de la
Unidad lo permitiría.
—No sé, Peter, han pasado nueve meses y no me has
llamado ni has venido a verme —replicó ella con ironía—. Eso me ha hecho pensar
que no te importo demasiado. —Agrandó los ojos—. Oh, sí, es cierto, has venido
para escoltarme hasta el avión para dejarme en manos de otra persona.
El percibió claramente lo herida que se sentía y la
miró con el ceño fruncido.
—Ya no formo parte de la Unidad de Fuerzas Especiales.
Nicolas está al mando de la base, no yo. Se asegurará de que estés protegida y…
Los expresivos ojos verdes brillaron llenos de furia.
—¡Que te den, Peter! Y que le den también a Nicolas.
No necesito vuestra ayuda. Ni siquiera te has molestado en llamarme por
teléfono. No te importaba en absoluto lo que me pasara hasta que pensaste que
la identidad de todos los demás corría peligro. Admítelo. —La intensa ira que
sentía hacía que los ojos refulgieran y que sus mejillas enrojeciesen.
—No digas estupideces. —Peter casi estaba gritando, a
punto de perder la calma que le había distinguido durante tantos años—. No he
hecho otra cosa que preocuparme por ti desde que te largaste de la base sin
despedirte. ¿Y ahora tengo que escuchar esto? Joder, Lali, no me importa nada
lo que les pase a los demás por la sencilla razón de que ellos no corren
peligro. Sólo lo corres tú, maldita sea.
—¿Por qué mientes? —contraatacó ella, alejándose del
aparador de las bebidas para acercarse a él hecha una furia—. Lo único que
tenías que hacer, Peter, era llamar. Yo siempre he estado disponible y nadie se
ha puesto en contacto conmigo desde que me fui. ¿Piensas de verdad que me voy a
creer que estás realmente preocupado por mí? Ni lo sueñes. Tengo muy claro qué
es lo te preocupa.
Peter alargó la mano bruscamente y la agarró del brazo
cuando se plantó ante él.
—Te he llamado a ese maldito teléfono «irrastreable»
todos los días desde hace más de un mes y, con anterioridad, más de una docena
de veces. Y Dani también ha intentado contactar contigo en repetidas ocasiones
desde que te fuiste. Joder, estamos muy preocupados por ti.
El observó que ella entrecerraba los ojos y apretaba
los labios.
—No me ha llamado nadie, Peter. Llevo el teléfono
encima día y noche por si acaso y, créeme, he comprobado una y otra vez si
tenía llamadas perdidas o mensajes de texto. Nunca he visto nada.
El tono ronco y desolado de sus palabras hizo que él
se quedara paralizado y la mirara atentamente. Parecía muy dolida. Era patente
en sus ojos y en su voz. A Lali le entristecía pensar que ningún miembro del
equipo hubiese querido ponerse en contacto con ella durante todo ese tiempo, y
no podía culparla.
—¿Dónde tienes el teléfono? —Aquello era muy extraño.
La había llamado un buen número de veces antes de saber que podía estar en
peligro, y cada hora después de saberlo hasta que entró por la puerta. Eso, sin
tener en cuenta la ingente cantidad de llamadas que le habían hecho tanto Dani
como Rochi.
La sospecha oscureció los bellos ojos de la joven
antes de que llevara la mano al bolsillo trasero del pantalón y sacara el
móvil.
—Lo he comprobado a todas horas —le aseguró
ofreciéndole el sofisticado aparato—. Llevo ese condenado chisme a todos lados,
así que sé de sobra que no me has llamado y que nadie ha podido manipularlo.
Peter quitó la tapa trasera del teléfono, seguro de
que pasaba algo raro. Si nadie había podido instalar un localizador en el móvil
desde que salió de la base, sólo cabía una posibilidad: lo habían colocado
antes de que la joven saliera de allí, cuando borraron la información
confidencial relativa a la Unidad. Era la única explicación y había muy pocas
personas que pudieran haber manipulado aquel aparato.
—Me consta que tanto Dani como Rochi te llamaron
después de disolver el equipo y que te dejaron mensajes —le informó mientras
quitaba la batería para examinar el único lugar vulnerable del teléfono—. Yo
mismo te llamé la mañana que desapareciste para echarte la bronca por largarte
sin despedirte.
Levantó la vista para lanzarle una mirada que prometía
que pagaría por ello y luego volvió a centrar la atención en el móvil.
Encontró el problema en menos de un minuto.
Parecía algo insignificante. No era más que una
diminuta lengüeta metálica entre el resto de las piezas, pero estaba colocada
sobre el pequeño chip que contenía la programación del aparato, justo debajo
del lugar donde se alojaba la batería.
Peter la hizo saltar con la punta de la uña. Sabía de
sobra que no debía estar allí.
Volvió a colocar la batería y encendió el teléfono.
Luego buscón en la agenda del suyo el número de Lali y, unos segundos después,
el móvil de la joven comenzó a sonar.
Lali clavó los ojos en el aparato hasta que él oprimió
una tecla y cortó la llamada. Entonces, Peter le mostró la mano con la pequeña
lengüeta sobre la palma.
—Así que sí me habéis llamado —susurró ella
débilmente, sin ninguna razón para dudarlo ahora. Peter no tenía motivos para
inventárselo.
—Es un localizador. Permite que el programa del
ordenador central de la base intercepte todas las llamadas, mensajes y correos
electrónicos, tanto entrantes como salientes. Además, puede programarse para
desviarlo todo a un número o dirección de correo en concreto —le explicó Peter—.
Se utiliza en los aparatos que se les facilita a informadores y contactos, y de
ningún modo debería estar en tu teléfono. —Sólo se usaba con los agentes cuya
fidelidad estaba en duda, y él jamás había cuestionado la de Lali.
—Lo puso alguien en la base —supuso ella, sintiendo
una fuerte opresión en el pecho mientras cogía el teléfono que él te tendía—.
Dime, ¿quién crees que lo habrá hecho? —preguntó en tono de burla. Sólo podía
pensar en una persona capaz de traicionarla de esa manera.
Nicolas y su equipo fueron los encargados de borrar
los protocolos de la agencia, los correos electrónicos y la información sobre
las misiones de todos los teléfonos antes de devolvérselos a Lali y a los
demás, así que sólo había una respuesta.
—Este chip fue desarrollado especialmente para la
Unidad de Fuerzas Especiales por técnicos especializados —reconoció Peter—. No
es una tecnología a la que tengan acceso otras agencias.
—Bueno, eso es muy elocuente ¿no crees? —Aquello significaba
que Lali corría tanto riesgo en la base como allí. Que, si pudiera, Nicolas
Riera la entregaría a sus enemigos, lo que quería decir que estaría más segura
en cualquier otro lugar.
—Descubriré quién lo hizo —le aseguró Peter con voz
gélida—. Te lo prometo, Lali, llegaré hasta el final.
La joven sabía perfectamente quién era el culpable.
Sólo existía una persona que desconfiara de ella hasta ese punto.
—Creo que los dos somos conscientes de quién lo hizo.
¿Por qué demonios crees que ha aceptado que esté en la base? Porque así podría
vengarse, traicionarme. No pienses que es porque es tu amigo, ni por decencia
ni por ninguna otra cosa parecida.
—Lo averiguaré. —El tono que utilizó Peter no podía
ser más duro.
Lali lanzó un pequeño suspiro.
—¿Crees de verdad que allí estaré a salvo? Nicolas y
yo sabemos muy bien lo que podemos esperar el uno del otro; eres tú quien se
niega a ver la realidad. Me odia. Tengo que mantenerme alejada de su camino
porque siempre me culpará de que Carlos asesinara a su esposa.
En realidad, a Lali le caía bien Nicolas Riera. Era un
hombre frío, duro y metódico; un individuo muy peligroso y el comandante ideal
para la nueva Unidad de Fuerzas Especiales. Ella lo sabía y, si se encontrara
en su posición, habría hecho lo mismo. Le respetaba, pero no por ello dejaba de
ser consciente de que él la veía como un enemigo.
Carlos había asesinado a la mujer de Nicolas y a su
hijo, era imposible que un hombre como él llegara a confiar en la hija del
hombre que se lo arrebató todo.
—Aun así, no puedes quedarte en este lugar —gruñó Peter—Sabes
lo que podría ocurrirte si los enemigos de Carlos llegaran a atraparte. Y si
los que andan detrás de ti son sus socios, será todavía peor.
—No te preocupes, soy demasiado mayor para que me
obliguen a convertirme en esclava sexual —replicó burlona—. Si son sus socios
los que me buscan, sólo quieren venganza. Logré que Carlos y su hijo, Raven,
pasaran a mejor vida, y os ayudé a disolver su organización. Lo que no entiendo
es por qué me persiguen después de ocho años. No tiene sentido.
—¿Crees de verdad que se limitarán a matarte? —Los
ojos verdes de Peter brillaron con dureza—. Lali, se trata de los hombres que
juraron lealtad a Carlos. Los mismos que estuvieron años intentando capturaros
a ti y a tu madre. No quieren darte las gracias precisamente. Están dispuestos
a torturarte, a que implores que te maten, porque fuiste tú la que acabó con el
hombre que fundó la organización a la que habían entregado su vida.
—Llevo huyendo tantos años... —Suspiró con expresión
de cansancio. Se sentía invadida por una horrible extenuación al pensar en
tener que volver a huir como había hecho hasta su ingreso en la Unidad.
Las últimas dos semanas habían sido más duras de lo
que suponía. Ni siquiera había dormido bien al pensar que podría haber sido
localizada por los amigos —o enemigos— de su padre.
—Lali, hay otros lugares además de la base de
operaciones. Permíteme que te oculte hasta que obtengamos una nueva identidad
para ti. Te reconstruiremos la cara por completo y no podrán reconocerte.
Cuando acabemos contigo, nadie podrá encontrarte, te lo juro.
Lali creyó detectar durante un segundo en la voz de Peter
un indicio de emoción, una fina pátina de desesperación. Pero eso no podía ser
cierto ¿verdad?
—No se pueden borrar las huellas dactilares y tampoco
cambiar el ADN. Estoy cansada de huir —susurró, sosteniéndole la mirada a pesar
de la extrema debilidad que se había apoderado de ella y que amenazaba con
hacerla caer al suelo—. Estoy harta de tener que renunciar a todo lo que tengo,
a todo lo que he conseguido con mi esfuerzo, sólo porque unas fuerzas
intangibles han decidido que no tengo derecho a vivir y ser libre. —Ni a amar
ni a arrepentirse, pensó.
—¿Qué piensas hacer? ¿Sentarte aquí a esperar que te
encuentren? —Peter cruzó los brazos, lo que no era una buena señal.
Era posible que Peter fuera el tipo más arrogante y
dominante que hubiera conocido en su vida, y lo cierto es que conocía a muchos
con esas cualidades. Cuando tomaba una decisión, resultaba imposible hacerle
cambiar de idea. Incluso sus hombres sabían a qué atenerse.
Por fortuna, Lali no era uno de sus hombres y
enfrentarse a él era una habilidad que había perfeccionado a lo largo de los
años.
—Conseguí acabar con mi padre y mi hermano, y nunca he
tenido pesadillas por ello. —Reconocerlo era más fácil que intentar negarlo,
más fácil que no tener nunca amigos ni un lugar que pudiera considerar suyo—.
Pero si tengo que comenzar a huir de nuevo, Peter, mi vida se convertirá en un
infierno otra vez. Es imposible que pueda seguir viviendo de esa manera.
Además, encontrarán mi rastro tarde o temprano. Aunque, eso sí, te aseguro que
yo no seré tan fácil de capturar como lo fue mi madre.
Majo Espósito, su madre, fue una mujer frágil y
delicada físicamente. Había sido torturada hasta la muerte en Nicaragua cuando
los hombres de Carlos la encontraran, años después de que hubiera huido con su
pequeña hija. Sin embargo, a pesar de lo mucho que sufrió, se negó a revelar
dónde estaba escondida Lali porque sabía lo que Carlos pretendía hacer con
ella.
La familia de su padre estaba obsesionada con la
genética. Según ellos, la pureza de sangre lo regía todo. Habían invertido
enormes sumas de dinero, intercambiado tierras y poder, e incluso habían
utilizado la fuerza para conseguir sus propósitos. Lamentablemente, sus
parientes paternos dominaban un oscuro rincón de la Tierra. Un mundo rico y
exclusivo en el que, por el precio correcto, una chica de sangre azul podía ser
forzada a cualquier cosa. Su madre fue una de esas mujeres. Su padre la había
violado sistemáticamente hasta dejarla embarazada de Lali, un futuro que Majo
no quería para su hija. Así que huyó con ella.
Sin embargo, Carlos logró encontrarla. A lo largo de
muchos años infernales, él asesinó a todos los que intentaron ayudarla,
privándola de cualquier atisbo de paz. En su locura, su padre llegó a pensar
que ella volvería voluntariamente.
—Maldita sea, Lali. —La voz de Peter estaba ahora
llena de frustración.
—Me entrenaste bien —le recordó—. Por lo menos, tendré
una oportunidad. No esperarán que sea capaz de contraatacar.
Lali había aprendido mucho durante el tiempo que
permaneció en la Unidad. Lo suficiente para creer que podía tener una
posibilidad de sobrevivir.
—No te enseñé a ser estúpida —rugió él con los ojos
tan oscuros como zafiros—. No puedes enfrentarte sola a esos hombres. Joder,
conoces de sobra la tortura que infligen a sus víctimas. ¿Crees que permitiré
que te lo hagan a ti?
Dios, jamás le había visto enfadarse tan rápido con
nadie. Salvo esa noche, él siempre había sido calmado, frío y desapasionado,
sin importar lo que ella hiciera para resquebrajar el muro que contenía su
control.
—Quizá deba aprenderlo por mí misma. —Le dirigió una
tensa sonrisa y se dio la vuelta para volver al dormitorio—. Con tu permiso,
voy a darme una ducha y luego me acostaré. Que sea sábado no quiere decir que
mañana no tenga cosas que hacer.
Peter la observó desaparecer en el dormitorio con la
cabeza erguida y moviendo esos malditos rizos que le hacían hormiguear los dedos
por el anhelo de hundirse en ellos para que no pudiera escapar a sus besos.
Besos que la dejarían demasiado débil para luchar contra él.
¡Joder!
Continuará...
mnasssssssssssssssss
ResponderEliminarplisss
ke terca ke es por dios
ke alguien (peter) la hagha recapacitar
=)
maaaaaaaaaaas
ResponderEliminar@RochiMyWorld_
Guau q temas dificiles rodean a lali,ojala dejara q Peter la ayudara,si bien es cierto q no puede vivir huyendo sola contra semejante mafia no podra!y Peter quiere cuidarla más q nada en el mundo!
ResponderEliminarWow postea mas
ResponderEliminarMe encantaaaaaaaa . Mer Pilling (foreverlaliterr)
ResponderEliminarQiero maaaaaaaaaas mucho maaaas
ResponderEliminarLali terca jaajaj massssssss
ResponderEliminarMas!
ResponderEliminarMas porfavor @laliterlove
ResponderEliminarMas!
ResponderEliminare encantaaaa :D
ResponderEliminarmas mas mas mas
ResponderEliminarmaaaaas pooor favooor maaaas
ResponderEliminarAmo como peter se preocupa por ella,la nove es genial. @cecilanzani
ResponderEliminarMas!
ResponderEliminarNove!
ResponderEliminarMss Nove Por Favor Te Lo Pido Por Favor Te Lo Pido TE LO RUEGO
ResponderEliminar@DaniiVasqueez
Ñale postea mas!
ResponderEliminarNove!
ResponderEliminarEstoy segura qe en el cap 12 peter le da matraca a lali,ah ni zatira
ResponderEliminarDale mas!
ResponderEliminarCreo que Lali tiene razón no puede seguir huyendo de todos los lugares, pero debe escuchar a Peter tiene que protegerse. Entre los dos deberían idear una manera de protegerla y que Peter se quede a su lado.
ResponderEliminarGracias por los caps el que sigue plis.
@Titel842
Me exaspera las situación peter se muere pro protegerla y ella ya esta harta de todo!! Si el le diera un sola razón para luchar!! Más!
ResponderEliminarMARATÓN!!!!!!!!BRASILLLLLLLLL
ResponderEliminarMAAAAAARATON , SIIII! :)
ResponderEliminarTerca como una mula.
ResponderEliminarAwwwww como se preocupa por ella!!!! mas tiernooo ojala Lali entre en razon @LuciaVega14
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