Capítulo 28

Se acerca el final... Disfruten y comenten chicas. ♥

Sus lenguas iniciaron una danza frenética al tiempo que sus cuerpos se movían a un ritmo que iba increscendo, y cuando los primeros temblores sacudieron su cuerpo, Lali oyó a Peter susurrar su nombre antes de dar el salto al vacío con ella.

Luego, un rato después, cuando yacía junto a él en la oscuridad rota sólo por la tenue luz de los rescoldos del fuego, lo observó pensativa mientras dormía, preguntándose cómo podría seguir viviendo cuando tuviesen que separarse.

Capítulo 28

—Ya se han enviado por mensajería los nuevos contratos.

Gaston se quedó parado frente a la mesa de Peter, esperando una respuesta.

—Bien. Házmelo saber cuando hayan llegado a su destino.

—Vaya, refrena tu entusiasmo, por favor —mascullo Gaston—. Tanto entusiasmo es malo para la presión arterial.

Peter suspiró y se recostó en su sillón. Esbozo una sonrisa forzada, y le preguntó:

—¿Mejor así?

—Dios, no.

—Pues es lo máximo que puedo hacer en este momento.

—¿Qué es lo que te ocurre, Peter?

Buena pregunta, pensó su amigo. Sin embargo, no estaba seguro de cuál era la respuesta. Se plisaba los días intentando mantenerse ocupado para no pensar en Lali… y las noches haciéndole el amor como si no fuera a haber un mañana. ¿Qué lógica había en todo aquello? ¿Dónde había quedado su capacidad de autocontrol? Diablos, solía tenerlo todo bajo control antes de que llegara a su vida.

—No lo sé. Estoy de mal humor, eso es todo —contestó irguiéndose de nuevo. Agarró su pluma y se acercó unos papeles—. Lo mejor que puedes hacer es mantenerte alejado de mí hasta que se me pase.

Gaston se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio, y le dijo:

—Habla.

Peter resopló.

—¿De qué?

—De Lali, por supuesto.

—Esto no tiene nada que ver con Lali.

—Ya, seguro —contestó Gaston riéndose y sacudiendo la cabeza.

—¿Quién eres?, ¿el doctor Amor, o algo así?

—No, pero necesitas hablar de ello con alguien, y soy el que está más a mano.

Peter se echó de nuevo hacia atrás, soltó la pluma, y se pasó una mano por el cabello.

—Está bien, es verdad, tiene que ver con Lali. Me tiene loco.

—Pero es bueno, ¿no?

—Lo será para ti, para mí no lo es.

—¿Por qué?

—Porque a mí eso del amor no se me da bien, maldita sea.

—Aja… —murmuró Gaston con una sonrisa divertida.

—Te juro por Dios que como te rías…

—No me estoy riendo; estoy disfrutando con  esto. Eso es todo.

—No hay como tener un amigo que comparta tu pesar… —masculló Peter sarcástico.

Gaston abrió los brazos.

—Hago lo que puedo.

—Ya has hecho bastante, te lo aseguro —le dijo Peter levantándose y empezando a caminar arriba y abajo por el despacho—; todo esto es culpa tuya.

—¿Mía?, ¿qué tengo que ver yo en todo esto?

—Eres tú quien me dijiste que debería intentar tener una vida, que Lali me estaba haciendo bien.

—¿Y qué tiene eso de malo?

Peter sacudió la cabeza.

—Pues que empecé a darle vueltas y no creo que fuera bueno, porque cuanto más lo pienso, mas seguro estoy de que me he enamorado ella.

—¡Vaya, eso es estupendo! —exclamó Gaston poniéndose en pie para felicitarlo.

Sin embargo, su amigo lo miró irritado.

—Eso no entraba en mis planes.

—Pues al cuerno con el plan —le dijo Gaston—. Por fin has encontrado a alguien, y creo que es estupendo.

—Oh, sí, estupendo —repitió Peter parándose cu seco y lanzándole una mirada asesina—. Yo no quería enamorarme; el amor es el caos, y no quiero que mi vida se convierta en un caos.

—Bienvenido al mundo real, Peter —le dijo Gaston apoyando la espalda en la mesa—. Nadie puede tenerlo todo bajo control.

—Yo sí —replicó su amigo frunciendo el ceño—. O al menos hasta ahora lo tenía todo bajo control.

Gaston se rió, pero Peter lo miró con los ojos entornados.

—Y pienso recuperar el control.

—Oh, esto no quiero perdérmelo. ¿Y cómo se supone que vas a hacerlo?

Peter se dirigió hacia él, hablando mientras se acercaba.

—Se me ocurrió esta mañana; lo único que tengo que hacer es conseguir que sea Lali la primera en admitir que me ama. Y entonces, recobraré el control.

—Estás como una cabra.

—No, tiene sentido —protestó Peter—. Piénsalo: el primero que se pronuncia se pone en situación de desventaja ante el otro. Si funciona en los negocios, ¿por qué no va a ser igual en el amor?

—Tal vez porque en el amor no entra la competitividad —apuntó Gaston.

—Ya, sí, claro. ¿Y qué me dices de cuando sorprendiste a Vale el verano pasado con ese viaje a Hawai?

Gaston se cruzó de brazos.

—Eso es distinto.

—¿Por qué? En esa ocasión dijiste que querías hacer algo romántico para sorprenderla y marcarte un tanto.

Gaston se frotó la nuca.

—Bueno, sí, pero no es lo mismo.

—Claro que es lo mismo —insistió Peter rodeando el escritorio para sentarse—. He vencido en negociaciones que eran mucho más complicadas que esto, así que espera y verás. Estoy enamorado de Lali, y sé que ella también lo está de mí —se quedó callado un momento, como pensando en ello, y asintió con la cabeza—. Sí, estoy seguro. Lo único que tengo que hacer es conseguir que lo admita antes que yo. No puede ser tan difícil.

Gaston enarcó las cejas.

—Sólo te ha faltado decir eso de «o moriré en el intento»…

Continuará...