capítulo largo y un poco HOT :) Disfruten y comenten!!
Cuando Peter alzó la cabeza, ella llevó la mano a su
barbilla y acarició la bien afeitada mandíbula. No le importó quién les
observara o las conclusiones que sacaran. Tenía que decírselo, demostrarle que
le amaba con toda su alma.
Ocurriera lo que ocurriera, no quería abandonar ese
mundo sin que él supiera...
Entonces, Peter hizo algo que la dejo paralizada. Se
inclinó sobre y le susurró al oído:
—Lo sé.
Capítulo 38
Los asistentes a la fiesta empezaron a abandonar la
mansión del senador después de medianoche y Peter decidió que había llegado la
hora de irse. Habían pasado horas bailando, charlando y relacionándose. Los Espósito
se habían mantenido alejados de ellos y, al parecer, se quedarían un rato más.
—Ah, veo que os marcháis ya. —El senador se acercó a
las enormes puertas de entrada para despedirse, con los ojos repletos de
entusiasmo y energía.
—Es necesario, Richard —respondió Peter con una amplia
sonrisa, apretando a Lali contra su cuerpo—. Mañana tengo varias reuniones y
prefiero no demorarme más.
—Lo entiendo. —El senador asintió con rapidez antes de
inclinar la cabeza para besar a Lali en la mejilla con evidente afecto—. Ven
pronto a visitarnos, Mar. Te echamos de menos.
Aquella despedida contenía un mensaje: Lali sería bien
recibida en cualquier momento, hubiese acabado o no la misión.
—Nos gustaría verte más a menudo, Mar —agregó Emily
Krieger sumándose a la invitación de su padre.
—A mí también —murmuró Lali mientras devolvía el firme
abrazo de Emily.
Sabía que una vez que todo aquello hubiera acabado —si
sobrevivía—, necesitaría una amiga. Alguien que pudiera entender lo que sentía por
Peter y la apoyara sin hacer preguntas.
Emily sabía cómo habían sido las cosas en la Unidad y
las amistades que se habían forjado allí. Eran, a todos los efectos, como una
gran familia.
—Nos veremos pronto, Richard —le aseguró Peter una vez
más al tiempo que ceñía la cintura de Lali y la instaba a caminar—. Y, de
nuevo, gracias por la invitación.
Los invitados se arremolinaban en el vestíbulo de la
mansión y en las escaleras que conducían al camino de acceso, esperando a las
limusinas que se acercaban lentamente.
Agus detuvo la suya delante de los escalones, salió
del vehículo y se acercó a la puerta trasera para abrirla. Peter ayudó a Lali a
bajar los escalones y ella se apoyó en su brazo con naturalidad, disfrutando
del calor del poderoso cuerpo masculino a través de la tela.
Podía sentir claramente que alguien clavaba los ojos
en su espalda.
La sensación era aún más fuerte que antes de que Peter
la invitase a bailar. Una oleada de pánico le constriñó el pecho y creció en su
interior de manera imparable.
Se acomodó lentamente en el asiento y se puso de lado
para mirar a Peter, que observaba fijamente a la multitud que se agolpaba en
las escaleras de mármol.
Pudo ver casi al instante a su tío abuelo y a Craig Espósito,
que miraban fijamente la limusina con los ojos entrecerrados.
Stephen Espósito se parecía a las fotos que había
visto de su abuelo pero no a su madre. Craig Espósito, sin embargo, era una
versión masculina de Majo, con su cuerpo alto y esbelto.
La expresión de Stephen, prudente y quizá confundida,
resultaba casi enigmática mientras observaba la limusina; daba la impresión de
estar tratando de resolver algún acertijo. La de su hijo, en cambio, reflejaba
desaprobación mezclada con un atisbo de interés. ¿O no sería más que lo que
ella quería ver? ¿Querría considerarlos su familia a pesar de que no tenían
nada en común?
Se obligó a apartar la vista mientras pensaba en el
secreto de su madre. Era ella quien había sostenido la llave de la destrucción
del imperio Espósito y, aun así, se había obligado a sí misma a mantenerse
apartada de ellos, a ignorar cada sueño que hubiera tenido para asegurar no
sólo su seguridad sino también el equilibro financiero de los Espósito.
Su madre había sufrido enormemente por no poder volver
al seno familiar. Lali recordaba con claridad que las escasas ocasiones en que
habían podido estar juntas, Majo lloraba a menudo por lo que había perdido.
Y cuando se enteró de la muerte de sus padres, todo
empeoró. A Majo le aterraba ponerse en contacto con el resto de su familia,
segura de que, si lo hacía, también serían asesinados.
—La... —La voz de Peter era suave a pesar de la
brusquedad que utilizó para acercarla hacia sí—. Todo saldrá bien.
Ella negó con la cabeza y parpadeó para contener las
lágrimas.
—Mi madre sufrió tanto... Me llamó por teléfono al
enterarse de la muerte de mis abuelos, histérica por la sensación de culpa que
suponía haberles perdido por suplicarles que la ayudaran. Sus muertes se
planearon de tal manera que no parecieron asesinatos. Hicieron creer que mi
abuela se suicidó por la pérdida de mi abuelo, pero fuentes oficiales
investigaron el asunto y llegaron a la conclusión de que había algo raro en sus
muertes.
¿Estaba temblando? Notaba un hormigueo en el estómago
justo donde crecía aquella sensación de pánico que la invadía.
—Lali, cálmate. —De repente, las fuertes manos de Peter
se clavaron en su cintura y la colocaron en su regazo. Pulsó el botón que
alzaba el panel de división que separaba la cabina del conductor del resto de
la limusina y luego la obligó a mirarle.
Sus ojos mostraban en ese instante su brillante color
y estaban clavados en los de ella, ansiosos por consolarla.
—Nadie sabe quién eres. Pueden tener sospechas, pero
te prometo que nadie tomará represalias contra los Espósito por ello.
Ella le agarró la muñeca presa de la desesperación y
le clavó las uñas mientras se preguntaba por qué no había huido, por qué no
escapó en el momento en que supo que habían vuelto a encontrarla.
—Estoy aterrada, Peter —admitió con voz trémula—. No
quiero perder a nadie más. No quiero que nadie muera por mi culpa. Ya he
perdido demasiado.
Los hombres con los que había trabajado en la Unidad
de Fuerzas Especiales eran sus amigos. Conocía y apreciaba a sus mujeres, había
visto nacer a sus hijos y sabía de sus esperanzas y sueños. Estaba más cerca de
ellos de lo que jamás había estado de nadie en su vida.
Apretó los dedos en torno a su muñeca y él le acarició
los labios con el pulgar, provocando una llamarada de sensaciones en su
vientre.
En medio de aquel pánico creciente, el amor que sentía
por él tenía el poder de aquietar la tormenta que se propagaba en sus venas.
—No sé si podría soportarlo. Peter, yo...
—Shhhh. —Le cubrió los labios con los dedos—. Tienes
que aguantar un poco más. Sólo un poco más. Y cuando esto termine, no tendrás
que volver a esconderte. Te lo juro.
Lali sabía demasiado bien lo que Peter estaba
haciendo. Intentaba detener las palabras que ella iba a decir y que él no
quería escuchar.
La deseaba. Lali lo veía en su cara. Deseaba su
cuerpo, sus caricias, pero no quería el corazón que era suyo desde hace años.
Negó con la cabeza lentamente mientras él deslizaba
los dedos por sus labios, por la mandíbula, por la línea que une el cuello con
el hombro. Un susurro de calor, una sutil caricia.
—Tócame —rogó anhelante.
No, no contendría su amor por él. No negaría las
emociones que la desbordaban. Si Peter no quería que hablara de ellas en voz
alta, entonces tendría que dejar que las expresara de otra manera.
A través del placer.
Sintió que él deslizaba la mano libre por debajo del
vestido y dejó caer la cabeza contra su poderoso brazo indicando su rendición.
Peter le apresó el tobillo y se lo apretó con suavidad
antes de dejar un cálido rastro con la palma hasta la rodilla. Callosas y
experimentadas, las puntas de sus dedos se deslizaron por los muslos,
acariciándolos en círculos diminutos que enviaron escalofríos de placer a su
vientre.
—¿Dónde quieres que te toque? —susurró él, con una
sensual promesa en la voz.
La joven abrió los ojos y sus entrañas se tensaron de
deseo creciente al ver una pura ansia sexual en la cara y la mirada de Peter.
Sonriendo levemente, bajó la mirada a su mano, a los
largos dedos con los que le rodeaba la muñeca, y la llevó a uno de sus pechos.
—Por favor —musitó, temblorosa.
La necesidad de que le acariciase los senos, de sentir
la cálida humedad de la boca de Peter succionando sus pezones, la hacía arder
de pies a cabeza.
—¿Te duelen? —preguntó él, moviendo el brazo con que
le sostenía la espalda para bajar la cremallera del vestido.
El corpiño se aflojó y se deslizó muy despacio por las
henchidas y tensas curvas de los pechos hasta revelar los duros y doloridos
pezones.
El roce del aire sobre los sensibles picos hizo que se
estremeciese con fuerza y la anticipación comenzó a crecer, caliente e
imparable, alimentando la excitación sexual.
—Son preciosos. —Peter rozó uno de los rígidos pezones
con la áspera yema de un dedo, haciendo que ella se arqueara en agónica
respuesta.
—Quiero sentir tu boca en mis pechos. —Contuvo el
aliento y se mordió el labio inferior—. Por favor, Peter... Por favor.
Más tarde se escandalizaría por aquella explícita
súplica. Mucho más tarde, cuando hubiera recuperado la habilidad de pensar.
Ahora sólo podía sentir, experimentar... Arder.
Observó casi sin respiración cómo Peter se pasaba la
lengua por los labios, humedeciéndolos mientras inclinaba la cabeza.
El primer contacto de su lengua contra su pecho hizo
que ella le clavara los dientes en el brazo al tiempo que negaba con la cabeza,
luchando contra la pérdida absoluta de control. Contra la debilidad que
inundaba sus extremidades.
Peter cubrió con la boca el enhiesto pezón y lo
succionó antes de darle leves toquecitos con la lengua.
—¡Dios...! —gimió la joven ahogadamente.
El curvó la lengua en torno a la rígida cima rosada y
la lamió lentamente antes de capturar la dolorida carne entre los dientes.
El jadeo que emitió Lali mientras intentaba recuperar
la respiración fue apremiante; estaba lleno de desesperación. El placer
inundaba todas sus terminaciones nerviosas y parecía no tener límites.
Temblando de anhelo, la joven le rodeó el cuello con
los brazos y buscó con los labios el lóbulo de su oreja y la tierna piel de
debajo.
El sabor de Peter era intoxicante, levemente salado y
muy masculino.
Le introdujo los dedos entre los cabellos de la nuca
sintiendo la salvaje aspereza, la fría caricia de cada mechón, que se unió al
resto de sensaciones que la atravesaban.
Quería sentirle en todas partes. Quería que siguiera
lamiéndola así. ¡Oh, sí!, justo así.
Peter seguía frotando la lengua contra la erizada
cima, deleitándose con su sabor. Le vio alzar las pestañas y el brillante verde
de sus ojos reflejó un hambre voraz.
Por ella.
—Peter —susurró.
Quería decir más. Necesitaba decir más. Pero antes de
que pudiera pronunciar las palabras, él alzó la cabeza y le cubrió los labios
con los suyos, haciendo que sus sentidos volvieran a verse asolados por un goce
sensual que impactaba directamente en su alma.
La rodeó con los brazos y la sostuvo apretada contra
su pecho mientras ella se derretía contra él, rozando eróticamente las
acaloradas cimas de sus pechos contra la tela de la chaqueta.
Lali emitió un gemido hambriento que delataba su
necesidad de moverse, de aferrarse al hombre que amaba para que aliviara aquel
anhelo que no hacía más que crecer.
Y él lo hizo.
Peter hubiera jurado que podía sentir cómo el fuego
que ambos generaban los envolvía con su calidez. La propia Lali era como una
llama viva que ardía entre sus brazos mientras él le levantaba la falda del
vestido, deslizándola sobre sus muslos.
Tenía el pene tan duro que casi le dolía. Era como una
desesperada tortura que le impulsaba a arquear las caderas hacia arriba
buscando ser acunado por la cálida humedad del sexo femenino. Nada impedía que
la poseyera salvo la tela de los pantalones y la fina seda de las bragas.
Los pliegues de su sexo desprovistos de vello y el
calor que irradiaba entre sus muslos casi le volvía loco.
Qué fácil sería tumbarla en el asiento, abrirle las
largas piernas y desgarrar la tela de las bragas para acceder a la resbaladiza
carne que le esperaba.
La necesidad de poseerla era acuciante y
enloquecedora.
Tenía los testículos tensos, la espalda y los músculos
rígidos por aquella atormentadora lujuria.
Estaba ardiendo y temía que el fuego que Lali
provocaba en él jamás podría ser apaciguado.
Parecía tan inocente como el día que había entrado en
la base de la Unidad, ocho años antes. Parecía que nada la había afectado,
aunque él sabía condenadamente bien que no era así. Peter había tomado todo lo
que ella le había ofrecido y todavía no tenía suficiente.
¿Tendría alguna vez bastante de ella? ¿La saborearía
tanto como para saciar el hambre que le atravesaba con una furia inusitada? ¿La
poseería las suficientes veces para quedar calmado?
—No te detengas. —El evidente anhelo que dejaba
traslucir aquel suave susurro envió una punzada de pura lujuria a su pene.
—Todavía no. —Aún no se había vuelto completamente
loco— En nuestra habitación. —Donde ella estaría a salvo. Donde él podría
tomarse el tiempo necesario. Donde podría poseerla como deseaba, de todas las
formas y maneras posibles.
Lali abrió los ojos lentamente cuando él la tiro del
pelo y le miró con una expresión llena de sensualidad.
—Me duele —gimió roncamente, con la cercanía del
éxtasis transformando su cara por un momento—. No me dejes ahora, Peter.
Él apretó los dientes. Maldita fuera. No sabía si
lograría esperar. La necesidad que azotaba su miembro le estaba atormentando de
tal manera que amenazaba con resquebrajar su control.
—Quiero que me hagas tuya de nuevo. —Lali hizo girar
las caderas de manera que su sexo acarició la erección de Peter, y él maldijo
entre dientes al sentir que su presión sanguínea alcanzaba unos niveles
imposibles.
Un segundo más tarde, la joven bajó la cabeza para
rozar sus labios.
—Hazme el amor —susurró, completamente perdida en el
deseo.
El tiró del pelo que todavía aferraba con una mano y
la obligó a echar la cabeza hacia atrás, provocando que la joven emitiera un
vibrante gemido. Joder, sus buenas intenciones de esperar a llegar a la
habitación parecían a punto de esfumarse.
Si Agus no hubiera detenido la limusina frente al
hotel justo en ese momento, Peter hubiera perdido el control por completo.
—Ya hemos llegado —consiguió decir.
La dejó con rapidez en el asiento, le colocó el
vestido y cerró la cremallera mientras ella intentaba asimilar lo que había
ocurrido.
Sin perder un segundo, Peter le sostuvo la barbilla en
alto y la miró fijamente a los ojos.
—En el momento en que lleguemos a nuestra habitación voy a
tenerte, totalmente, hasta que para nosotros no exista nada más.
—Ahora mismo no existe nada más para mí.
¿Qué demonios se suponía que debía contestar Peter?
¿Explicarle la lección que él mismo había aprendido en el pasado? ¿Hacerle ver
que aquella ilusión que ella creía amor no duraría por muy desesperadamente que
él deseara que no fuera así?
Tuvo la fortuna de salvarse de decir nada cuando se
abrió la puerta del vehículo, devolviéndoles a la realidad, al mundo y al
peligro que les rodeaba.
Peter le acarició la mejilla con ternura antes de
echarse para atrás y salir de la limusina. Se detuvo a observar el área durante
un largo momento y luego se inclinó hacia el interior del vehículo. La cogió de
la mano y la ayudó a bajar.
Los dedos de la joven, esbeltos y elegantes, quedaron
presos en la palma masculina cuando salió al frío aire nocturno.
Fue como si un duende saliera a jugar. Los matices
iridiscentes del vestido fluían alrededor de Lali resaltando la espesa melena y
los misteriosos ojos.
Tenía los labios hinchados y rojos, las mejillas
ruborizadas. La sensualidad la envolvía como una nube, brillaba en su mirada,
trasformaba sus rasgos de una manera que hacía que cada célula del cuerpo de Peter
latiera de necesidad por ella.
Acompañado por Agus, Peter la condujo a través de la
puerta del hotel al elegante vestíbulo donde se encontraban los ascensores.
En el momento en que entraron en el enorme hall, Vico
se separó de la pared donde estaba apoyado y saludó a Agus con la cabeza antes
de ocupar su lugar detrás de Lali.
Dios, no la podía perder. No la podía abandonar.
Llegaría un momento en el que no tendría otra alternativa, cuando el peligro
hubiera pasado y hubiera llegado el momento de que se fuera. Eso podría
hacerlo. Pero lo que no podría hacer era seguir respirando si Lali no estaba
viva.
Entraron en el primer ascensor libre y Peter la apretó
contra su cuerpo pensando que era una mujer extraordinaria. Tenía un aspecto
frágil y vulnerable, pero también una voluntad de acero.
—Yeyo está revisando la habitación —le informó Vico
cuando el elevador inició su marcha—. Hemos estado ocupados antes de que
llegarais. Estamos casi seguros de que alguien ha tratado de colarse.
—¿Lo habéis atrapado? —La violencia se aunó con la
lujuria en el interior de Peter.
—Por desgracia, no. —Vico encogió los hombros—. Pero
lo haremos, no te preocupes.
Peter observó a Lali con preocupación. Se había puesto
tensa ante las noticias y eso era lo último que quería.
Lanzó una elocuente mirada a Vico y su amigo guardó
silencio..
Ahora su instinto y su experiencia le decían que sus
enemigos pronto se pondrían en marcha.
Lo había sabido en la fiesta. Podía sentir cómo el
peligro que rondaba a Lali comenzaba a crecer. Les vigilaban demasiado de
cerca. Había una firme y creciente tensión que les cubría como un manto.
Aun así, no estaba seguro de qué tratarían de hacer.
Definitivamente, estaban detrás de ella. Pero no para hacerle daño. Al menos,
no de entrada.
Querían algo de Lali y, por mucho que lo intentara, Peter
era incapaz de averiguar de qué se trataba.
No obstante, contaba con una ventaja. Sus
perseguidores estaban al tanto de que ahora la joven estaba protegida y no les
importaba. Eran demasiado confiados. Y como Vico había dicho, su arrogancia
supondría su muerte.
Cuando el ascensor se detuvo, Vico salió delante de
ellos, preparado para cualquier cosa que pudiera encontrarse al abrirse las
puertas.
Sin embargo, al otro lado sólo estaba Yeyo. El sobrino
de Peter observó con atención su desaliño, entrecerrando los ojos con una
expresión de sospecha.
—La suite está limpia. —Yeyo señaló la puerta con la
cabeza—. Y también lo están las habitaciones que la rodean.
Peter asintió con un gesto y condujo a Lali hacia la
suite.
—Descansad un poco —les indicó a los dos hombres—. Nos
veremos en el desayuno y estudiaremos la información de la que disponemos. Ya
veremos mañana si podemos hacer algo para forzar un poco la situación.
Tenía varias ideas. Resultaba imperioso obligar a
actuar a los hombres que les vigilaban. Una vez que lo hicieran, las
posibilidades de que les condujeran al hombre que les había contratado se
incrementarían.
Abrió la puerta y pasó al interior. Observó cada
rincón y luego tiró de Lali hacia dentro.
Una vez que cerró la puerta ya no había ojos que les
observaran. No existía el peligro. No había ninguna amenaza, ni realidad.
Continuará...
Y justo ahí la dejaste,JAJA!Muy buena !Podran algun día decir lo q sienten!
ResponderEliminarestos dos siempre estan on-fire!
ResponderEliminarojala encuntren pronto a quienes quieren hecerle daño a Lali!
@angelaliter
mass!
ResponderEliminarSubi otro yo se que si podes dale!!!
ResponderEliminarMAS MAS MAS MAS MASMAS MAS MAS
ResponderEliminarEsta genial este cap superhot!!! queremos mas!!
ResponderEliminarEsta nove es re tentadora hahhaha me encanta!! @lauvillegas
ResponderEliminarOTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO
ResponderEliminarMAS
ResponderEliminarNOVELA
!!!!
maaaaaaaaaaas =)
ResponderEliminar@RochiMyWorld_
no me canso de leer este cap!!!
ResponderEliminarSuper apasionante este cap me parece que Lali ya no se aguantaba ni un segundo mas!!
ResponderEliminarMe parece que estos dos ya no pueden mas con esta tension que se traen!
ResponderEliminarM
ResponderEliminarA
S
N
O
V
E
L
A
O
ResponderEliminarT
R
O
C
A
P
M
A
S
Estos caps si que se disfrutan me parece!! ya sabes + comentarios + CAps
ResponderEliminarExigimos mas!!!1
ResponderEliminarcheeee, no nos podes dejar ahi
ResponderEliminarmas
Cuantos caps tiene la nove?
ResponderEliminarya que se confiesen su amor!! no solo esa calentura jajaja
ResponderEliminarQue les cuesta decirse un TE AMO
ResponderEliminarBólidos los dos no se dicen lo q sienten ...justo ahí nos deja hahah quiero Masss
ResponderEliminarme encanta mass
ResponderEliminarpeter un tarado ¬¬ le huye al mor -.-
Wow!!! Quiero saber q pasa! Más!!
ResponderEliminarLALI tendra en algun momento la oportunidad de tener una vida trankila ella ya no soporta todo eso y no kiere k naide mas muera x su causa.
ResponderEliminarPETER en algun momento ¿ se animara a decirle a LALI lo k siente?
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOO.
MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEE
como estaba lali
ResponderEliminarlo enloquecio a peter jajaja
beso
A Peter le da miedo k ella le confiese k lo ama ,pero bien k el lo sabe.Mucho jefe d Fuerzas Especiales ,pero tiene miedo a enfrentarse con las palabras k ella tiene para decirle, y todo lo k estás significan.¡¡¡¡cobardica!!!.
ResponderEliminarAh!!! no podes dejarla ahii.... Ya quieroe l otro capitulo, me encanto este!!! Me gustaria tener ese sexto sentido como Lali jaja Me encanto el cap!! Espero ansiosa el proximo :D
ResponderEliminarq hot!! massss ♥
ResponderEliminarNo puedo creer que Lali le pudiera todo eso a Peter :O me quede sin palabras...
ResponderEliminarGracias por los caps @Titel842
ME ENCANTA como la protegen :D @LuciaVega14
ResponderEliminar