lunes, 29 de octubre de 2012

Capítulo 38


capítulo largo y un poco HOT :) Disfruten y comenten!! 




Cuando Peter alzó la cabeza, ella llevó la mano a su barbilla y acarició la bien afeitada mandíbula. No le importó quién les observara o las conclusiones que sacaran. Tenía que decírselo, demostrarle que le amaba con toda su alma.
Ocurriera lo que ocurriera, no quería abandonar ese mundo sin que él supiera...
Entonces, Peter hizo algo que la dejo paralizada. Se inclinó sobre y le susurró al oído:
—Lo sé.


Capítulo 38
Los asistentes a la fiesta empezaron a abandonar la mansión del senador después de medianoche y Peter decidió que había llegado la hora de irse. Habían pasado horas bailando, charlando y relacionándose. Los Espósito se habían mantenido alejados de ellos y, al parecer, se quedarían un rato más.
—Ah, veo que os marcháis ya. —El senador se acercó a las enormes puertas de entrada para despedirse, con los ojos repletos de entusiasmo y energía.
—Es necesario, Richard —respondió Peter con una amplia sonrisa, apretando a Lali contra su cuerpo—. Mañana tengo varias reuniones y prefiero no demorarme más.
—Lo entiendo. —El senador asintió con rapidez antes de inclinar la cabeza para besar a Lali en la mejilla con evidente afecto—. Ven pronto a visitarnos, Mar. Te echamos de menos.
Aquella despedida contenía un mensaje: Lali sería bien recibida en cualquier momento, hubiese acabado o no la misión.
—Nos gustaría verte más a menudo, Mar —agregó Emily Krieger sumándose a la invitación de su padre.
—A mí también —murmuró Lali mientras devolvía el firme abrazo de Emily.
Sabía que una vez que todo aquello hubiera acabado —si sobrevivía—, necesitaría una amiga. Alguien que pudiera entender lo que sentía por Peter y la apoyara sin hacer preguntas.
Emily sabía cómo habían sido las cosas en la Unidad y las amistades que se habían forjado allí. Eran, a todos los efectos, como una gran familia.
—Nos veremos pronto, Richard —le aseguró Peter una vez más al tiempo que ceñía la cintura de Lali y la instaba a caminar—. Y, de nuevo, gracias por la invitación.
Los invitados se arremolinaban en el vestíbulo de la mansión y en las escaleras que conducían al camino de acceso, esperando a las limusinas que se acercaban lentamente.
Agus detuvo la suya delante de los escalones, salió del vehículo y se acercó a la puerta trasera para abrirla. Peter ayudó a Lali a bajar los escalones y ella se apoyó en su brazo con naturalidad, disfrutando del calor del poderoso cuerpo masculino a través de la tela.
Podía sentir claramente que alguien clavaba los ojos en su espalda.
La sensación era aún más fuerte que antes de que Peter la invitase a bailar. Una oleada de pánico le constriñó el pecho y creció en su interior de manera imparable.
Se acomodó lentamente en el asiento y se puso de lado para mirar a Peter, que observaba fijamente a la multitud que se agolpaba en las escaleras de mármol.
Pudo ver casi al instante a su tío abuelo y a Craig Espósito, que miraban fijamente la limusina con los ojos entrecerrados.
Stephen Espósito se parecía a las fotos que había visto de su abuelo pero no a su madre. Craig Espósito, sin embargo, era una versión masculina de Majo, con su cuerpo alto y esbelto.
La expresión de Stephen, prudente y quizá confundida, resultaba casi enigmática mientras observaba la limusina; daba la impresión de estar tratando de resolver algún acertijo. La de su hijo, en cambio, reflejaba desaprobación mezclada con un atisbo de interés. ¿O no sería más que lo que ella quería ver? ¿Querría considerarlos su familia a pesar de que no tenían nada en común?
Se obligó a apartar la vista mientras pensaba en el secreto de su madre. Era ella quien había sostenido la llave de la destrucción del imperio Espósito y, aun así, se había obligado a sí misma a mantenerse apartada de ellos, a ignorar cada sueño que hubiera tenido para asegurar no sólo su seguridad sino también el equilibro financiero de los Espósito.
Su madre había sufrido enormemente por no poder volver al seno familiar. Lali recordaba con claridad que las escasas ocasiones en que habían podido estar juntas, Majo lloraba a menudo por lo que había perdido.
Y cuando se enteró de la muerte de sus padres, todo empeoró. A Majo le aterraba ponerse en contacto con el resto de su familia, segura de que, si lo hacía, también serían asesinados.
—La... —La voz de Peter era suave a pesar de la brusquedad que utilizó para acercarla hacia sí—. Todo saldrá bien.
Ella negó con la cabeza y parpadeó para contener las lágrimas.
—Mi madre sufrió tanto... Me llamó por teléfono al enterarse de la muerte de mis abuelos, histérica por la sensación de culpa que suponía haberles perdido por suplicarles que la ayudaran. Sus muertes se planearon de tal manera que no parecieron asesinatos. Hicieron creer que mi abuela se suicidó por la pérdida de mi abuelo, pero fuentes oficiales investigaron el asunto y llegaron a la conclusión de que había algo raro en sus muertes.
¿Estaba temblando? Notaba un hormigueo en el estómago justo donde crecía aquella sensación de pánico que la invadía.
—Lali, cálmate. —De repente, las fuertes manos de Peter se clavaron en su cintura y la colocaron en su regazo. Pulsó el botón que alzaba el panel de división que separaba la cabina del conductor del resto de la limusina y luego la obligó a mirarle.
Sus ojos mostraban en ese instante su brillante color y estaban clavados en los de ella, ansiosos por consolarla.
—Nadie sabe quién eres. Pueden tener sospechas, pero te prometo que nadie tomará represalias contra los Espósito por ello.
Ella le agarró la muñeca presa de la desesperación y le clavó las uñas mientras se preguntaba por qué no había huido, por qué no escapó en el momento en que supo que habían vuelto a encontrarla.
—Estoy aterrada, Peter —admitió con voz trémula—. No quiero perder a nadie más. No quiero que nadie muera por mi culpa. Ya he perdido demasiado.
Los hombres con los que había trabajado en la Unidad de Fuerzas Especiales eran sus amigos. Conocía y apreciaba a sus mujeres, había visto nacer a sus hijos y sabía de sus esperanzas y sueños. Estaba más cerca de ellos de lo que jamás había estado de nadie en su vida.
Apretó los dedos en torno a su muñeca y él le acarició los labios con el pulgar, provocando una llamarada de sensaciones en su vientre.
En medio de aquel pánico creciente, el amor que sentía por él tenía el poder de aquietar la tormenta que se propagaba en sus venas.
—No sé si podría soportarlo. Peter, yo...
—Shhhh. —Le cubrió los labios con los dedos—. Tienes que aguantar un poco más. Sólo un poco más. Y cuando esto termine, no tendrás que volver a esconderte. Te lo juro.
Lali sabía demasiado bien lo que Peter estaba haciendo. Intentaba detener las palabras que ella iba a decir y que él no quería escuchar.
La deseaba. Lali lo veía en su cara. Deseaba su cuerpo, sus caricias, pero no quería el corazón que era suyo desde hace años.
Negó con la cabeza lentamente mientras él deslizaba los dedos por sus labios, por la mandíbula, por la línea que une el cuello con el hombro. Un susurro de calor, una sutil caricia.
—Tócame —rogó anhelante.
No, no contendría su amor por él. No negaría las emociones que la desbordaban. Si Peter no quería que hablara de ellas en voz alta, entonces tendría que dejar que las expresara de otra manera.
A través del placer.
Sintió que él deslizaba la mano libre por debajo del vestido y dejó caer la cabeza contra su poderoso brazo indicando su rendición.
Peter le apresó el tobillo y se lo apretó con suavidad antes de dejar un cálido rastro con la palma hasta la rodilla. Callosas y experimentadas, las puntas de sus dedos se deslizaron por los muslos, acariciándolos en círculos diminutos que enviaron escalofríos de placer a su vientre.
—¿Dónde quieres que te toque? —susurró él, con una sensual promesa en la voz.
La joven abrió los ojos y sus entrañas se tensaron de deseo creciente al ver una pura ansia sexual en la cara y la mirada de Peter.
Sonriendo levemente, bajó la mirada a su mano, a los largos dedos con los que le rodeaba la muñeca, y la llevó a uno de sus pechos.
—Por favor —musitó, temblorosa.
La necesidad de que le acariciase los senos, de sentir la cálida humedad de la boca de Peter succionando sus pezones, la hacía arder de pies a cabeza.
—¿Te duelen? —preguntó él, moviendo el brazo con que le sostenía la espalda para bajar la cremallera del vestido.
El corpiño se aflojó y se deslizó muy despacio por las henchidas y tensas curvas de los pechos hasta revelar los duros y doloridos pezones.
El roce del aire sobre los sensibles picos hizo que se estremeciese con fuerza y la anticipación comenzó a crecer, caliente e imparable, alimentando la excitación sexual.
—Son preciosos. —Peter rozó uno de los rígidos pezones con la áspera yema de un dedo, haciendo que ella se arqueara en agónica respuesta.
—Quiero sentir tu boca en mis pechos. —Contuvo el aliento y se mordió el labio inferior—. Por favor, Peter... Por favor.
Más tarde se escandalizaría por aquella explícita súplica. Mucho más tarde, cuando hubiera recuperado la habilidad de pensar. Ahora sólo podía sentir, experimentar... Arder.
Observó casi sin respiración cómo Peter se pasaba la lengua por los labios, humedeciéndolos mientras inclinaba la cabeza.
El primer contacto de su lengua contra su pecho hizo que ella le clavara los dientes en el brazo al tiempo que negaba con la cabeza, luchando contra la pérdida absoluta de control. Contra la debilidad que inundaba sus extremidades.
Peter cubrió con la boca el enhiesto pezón y lo succionó antes de darle leves toquecitos con la lengua.
—¡Dios...! —gimió la joven ahogadamente.
El curvó la lengua en torno a la rígida cima rosada y la lamió lentamente antes de capturar la dolorida carne entre los dientes.
El jadeo que emitió Lali mientras intentaba recuperar la respiración fue apremiante; estaba lleno de desesperación. El placer inundaba todas sus terminaciones nerviosas y parecía no tener límites.
Temblando de anhelo, la joven le rodeó el cuello con los brazos y buscó con los labios el lóbulo de su oreja y la tierna piel de debajo.
El sabor de Peter era intoxicante, levemente salado y muy masculino.
Le introdujo los dedos entre los cabellos de la nuca sintiendo la salvaje aspereza, la fría caricia de cada mechón, que se unió al resto de sensaciones que la atravesaban.
Quería sentirle en todas partes. Quería que siguiera lamiéndola así. ¡Oh, sí!, justo así.
Peter seguía frotando la lengua contra la erizada cima, deleitándose con su sabor. Le vio alzar las pestañas y el brillante verde de sus ojos reflejó un hambre voraz.
Por ella.
—Peter —susurró.
Quería decir más. Necesitaba decir más. Pero antes de que pudiera pronunciar las palabras, él alzó la cabeza y le cubrió los labios con los suyos, haciendo que sus sentidos volvieran a verse asolados por un goce sensual que impactaba directamente en su alma.
La rodeó con los brazos y la sostuvo apretada contra su pecho mientras ella se derretía contra él, rozando eróticamente las acaloradas cimas de sus pechos contra la tela de la chaqueta.
Lali emitió un gemido hambriento que delataba su necesidad de moverse, de aferrarse al hombre que amaba para que aliviara aquel anhelo que no hacía más que crecer.
Y él lo hizo.
Peter hubiera jurado que podía sentir cómo el fuego que ambos generaban los envolvía con su calidez. La propia Lali era como una llama viva que ardía entre sus brazos mientras él le levantaba la falda del vestido, deslizándola sobre sus muslos.
Tenía el pene tan duro que casi le dolía. Era como una desesperada tortura que le impulsaba a arquear las caderas hacia arriba buscando ser acunado por la cálida humedad del sexo femenino. Nada impedía que la poseyera salvo la tela de los pantalones y la fina seda de las bragas.
Los pliegues de su sexo desprovistos de vello y el calor que irradiaba entre sus muslos casi le volvía loco.
Qué fácil sería tumbarla en el asiento, abrirle las largas piernas y desgarrar la tela de las bragas para acceder a la resbaladiza carne que le esperaba.
La necesidad de poseerla era acuciante y enloquecedora.
Tenía los testículos tensos, la espalda y los músculos rígidos por aquella atormentadora lujuria.
Estaba ardiendo y temía que el fuego que Lali provocaba en él jamás podría ser apaciguado.
Parecía tan inocente como el día que había entrado en la base de la Unidad, ocho años antes. Parecía que nada la había afectado, aunque él sabía condenadamente bien que no era así. Peter había tomado todo lo que ella le había ofrecido y todavía no tenía suficiente.
¿Tendría alguna vez bastante de ella? ¿La saborearía tanto como para saciar el hambre que le atravesaba con una furia inusitada? ¿La poseería las suficientes veces para quedar calmado?
—No te detengas. —El evidente anhelo que dejaba traslucir aquel suave susurro envió una punzada de pura lujuria a su pene.
—Todavía no. —Aún no se había vuelto completamente loco— En nuestra habitación. —Donde ella estaría a salvo. Donde él podría tomarse el tiempo necesario. Donde podría poseerla como deseaba, de todas las formas y maneras posibles.
Lali abrió los ojos lentamente cuando él la tiro del pelo y le miró con una expresión llena de sensualidad.
—Me duele —gimió roncamente, con la cercanía del éxtasis transformando su cara por un momento—. No me dejes ahora, Peter.
Él apretó los dientes. Maldita fuera. No sabía si lograría esperar. La necesidad que azotaba su miembro le estaba atormentando de tal manera que amenazaba con resquebrajar su control.
—Quiero que me hagas tuya de nuevo. —Lali hizo girar las caderas de manera que su sexo acarició la erección de Peter, y él maldijo entre dientes al sentir que su presión sanguínea alcanzaba unos niveles imposibles.
Un segundo más tarde, la joven bajó la cabeza para rozar sus labios.
—Hazme el amor —susurró, completamente perdida en el deseo.
El tiró del pelo que todavía aferraba con una mano y la obligó a echar la cabeza hacia atrás, provocando que la joven emitiera un vibrante gemido. Joder, sus buenas intenciones de esperar a llegar a la habitación parecían a punto de esfumarse.
Si Agus no hubiera detenido la limusina frente al hotel justo en ese momento, Peter hubiera perdido el control por completo.
—Ya hemos llegado —consiguió decir.
La dejó con rapidez en el asiento, le colocó el vestido y cerró la cremallera mientras ella intentaba asimilar lo que había ocurrido.
Sin perder un segundo, Peter le sostuvo la barbilla en alto y la miró fijamente a los ojos.
—En el momento en que lleguemos a nuestra habitación voy a tenerte, totalmente, hasta que para nosotros no exista nada más.
—Ahora mismo no existe nada más para mí.
¿Qué demonios se suponía que debía contestar Peter? ¿Explicarle la lección que él mismo había aprendido en el pasado? ¿Hacerle ver que aquella ilusión que ella creía amor no duraría por muy desesperadamente que él deseara que no fuera así?
Tuvo la fortuna de salvarse de decir nada cuando se abrió la puerta del vehículo, devolviéndoles a la realidad, al mundo y al peligro que les rodeaba.
Peter le acarició la mejilla con ternura antes de echarse para atrás y salir de la limusina. Se detuvo a observar el área durante un largo momento y luego se inclinó hacia el interior del vehículo. La cogió de la mano y la ayudó a bajar.
Los dedos de la joven, esbeltos y elegantes, quedaron presos en la palma masculina cuando salió al frío aire nocturno.
Fue como si un duende saliera a jugar. Los matices iridiscentes del vestido fluían alrededor de Lali resaltando la espesa melena y los misteriosos ojos.
Tenía los labios hinchados y rojos, las mejillas ruborizadas. La sensualidad la envolvía como una nube, brillaba en su mirada, trasformaba sus rasgos de una manera que hacía que cada célula del cuerpo de Peter latiera de necesidad por ella.
Acompañado por Agus, Peter la condujo a través de la puerta del hotel al elegante vestíbulo donde se encontraban los ascensores.
En el momento en que entraron en el enorme hall, Vico se separó de la pared donde estaba apoyado y saludó a Agus con la cabeza antes de ocupar su lugar detrás de Lali.
Dios, no la podía perder. No la podía abandonar. Llegaría un momento en el que no tendría otra alternativa, cuando el peligro hubiera pasado y hubiera llegado el momento de que se fuera. Eso podría hacerlo. Pero lo que no podría hacer era seguir respirando si Lali no estaba viva.
Entraron en el primer ascensor libre y Peter la apretó contra su cuerpo pensando que era una mujer extraordinaria. Tenía un aspecto frágil y vulnerable, pero también una voluntad de acero.
—Yeyo está revisando la habitación —le informó Vico cuando el elevador inició su marcha—. Hemos estado ocupados antes de que llegarais. Estamos casi seguros de que alguien ha tratado de colarse.
—¿Lo habéis atrapado? —La violencia se aunó con la lujuria en el interior de Peter.
—Por desgracia, no. —Vico encogió los hombros—. Pero lo haremos, no te preocupes.
Peter observó a Lali con preocupación. Se había puesto tensa ante las noticias y eso era lo último que quería.
Lanzó una elocuente mirada a Vico y su amigo guardó silencio..
Ahora su instinto y su experiencia le decían que sus enemigos pronto se pondrían en marcha.
Lo había sabido en la fiesta. Podía sentir cómo el peligro que rondaba a Lali comenzaba a crecer. Les vigilaban demasiado de cerca. Había una firme y creciente tensión que les cubría como un manto.
Aun así, no estaba seguro de qué tratarían de hacer. Definitivamente, estaban detrás de ella. Pero no para hacerle daño. Al menos, no de entrada.
Querían algo de Lali y, por mucho que lo intentara, Peter era incapaz de averiguar de qué se trataba.
No obstante, contaba con una ventaja. Sus perseguidores estaban al tanto de que ahora la joven estaba protegida y no les importaba. Eran demasiado confiados. Y como Vico había dicho, su arrogancia supondría su muerte.
Cuando el ascensor se detuvo, Vico salió delante de ellos, preparado para cualquier cosa que pudiera encontrarse al abrirse las puertas.
Sin embargo, al otro lado sólo estaba Yeyo. El sobrino de Peter observó con atención su desaliño, entrecerrando los ojos con una expresión de sospecha.
—La suite está limpia. —Yeyo señaló la puerta con la cabeza—. Y también lo están las habitaciones que la rodean.
Peter asintió con un gesto y condujo a Lali hacia la suite.
—Descansad un poco —les indicó a los dos hombres—. Nos veremos en el desayuno y estudiaremos la información de la que disponemos. Ya veremos mañana si podemos hacer algo para forzar un poco la situación.
Tenía varias ideas. Resultaba imperioso obligar a actuar a los hombres que les vigilaban. Una vez que lo hicieran, las posibilidades de que les condujeran al hombre que les había contratado se incrementarían.
Abrió la puerta y pasó al interior. Observó cada rincón y luego tiró de Lali hacia dentro.
Una vez que cerró la puerta ya no había ojos que les observaran. No existía el peligro. No había ninguna amenaza, ni realidad.

Continuará...

31 comentarios:

  1. Y justo ahí la dejaste,JAJA!Muy buena !Podran algun día decir lo q sienten!

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  2. estos dos siempre estan on-fire!

    ojala encuntren pronto a quienes quieren hecerle daño a Lali!

    @angelaliter

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  3. Subi otro yo se que si podes dale!!!

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  4. MAS MAS MAS MAS MASMAS MAS MAS

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  5. Esta genial este cap superhot!!! queremos mas!!

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  6. Esta nove es re tentadora hahhaha me encanta!! @lauvillegas

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  7. OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO OTRO

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  8. maaaaaaaaaaas =)
    @RochiMyWorld_

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  9. no me canso de leer este cap!!!

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  10. Super apasionante este cap me parece que Lali ya no se aguantaba ni un segundo mas!!

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  11. Me parece que estos dos ya no pueden mas con esta tension que se traen!

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  12. Estos caps si que se disfrutan me parece!! ya sabes + comentarios + CAps

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  13. cheeee, no nos podes dejar ahi
    mas

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  14. Cuantos caps tiene la nove?

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  15. ya que se confiesen su amor!! no solo esa calentura jajaja

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  16. Que les cuesta decirse un TE AMO

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  17. Bólidos los dos no se dicen lo q sienten ...justo ahí nos deja hahah quiero Masss

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  18. me encanta mass
    peter un tarado ¬¬ le huye al mor -.-

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  19. Wow!!! Quiero saber q pasa! Más!!

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  20. LALI tendra en algun momento la oportunidad de tener una vida trankila ella ya no soporta todo eso y no kiere k naide mas muera x su causa.

    PETER en algun momento ¿ se animara a decirle a LALI lo k siente?

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOO.

    MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEE

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  21. como estaba lali
    lo enloquecio a peter jajaja
    beso

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  22. A Peter le da miedo k ella le confiese k lo ama ,pero bien k el lo sabe.Mucho jefe d Fuerzas Especiales ,pero tiene miedo a enfrentarse con las palabras k ella tiene para decirle, y todo lo k estás significan.¡¡¡¡cobardica!!!.

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  23. Ah!!! no podes dejarla ahii.... Ya quieroe l otro capitulo, me encanto este!!! Me gustaria tener ese sexto sentido como Lali jaja Me encanto el cap!! Espero ansiosa el proximo :D

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  24. No puedo creer que Lali le pudiera todo eso a Peter :O me quede sin palabras...
    Gracias por los caps @Titel842

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  25. ME ENCANTA como la protegen :D @LuciaVega14

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