lunes, 8 de octubre de 2012

Capítulo 22

Aviso: Capítulo no apto a menores o personas impresionables.

Las tengo re abandonadas con la nove, lo sé. Pero como les dije acá esta.. otro cap :) Capítulo largo y hot ! Otra cosita.. más de 400 visitas diarias en el blog y casi nadie comenta :((  Y perdón a las chicas que suben nove.. no comento porque no tuve tiempo para leer. Tengo que ponerme al día, perdón! Disfruten y comenten :)   + comentarios = + capítulos

créditos de la foto: SuarezBrazil


—Sería sólo un perrito. —Respiró hondo—. ¡Ni siquiera puedo tener un maldito perro!
Antes de que Peter pudiera abrazarla de nuevo, Lali se llevo la mano a la boca para contener un sollozo y huyó de allí. Era evidente que le resultaba imposible contener sus emociones mientras corría hacia su habitación por segunda vez en ese día.
—¡Joder! —gruñó Peter. Ni siquiera sabía que ella quería perro.

CAPÍTULO  22
La situación no iba a cambiar, pero al menos ahora estaba segura de que sus amigos no la abandonarían. Lali tenía que admitir que saber que no se enfrentaba sola a aquella amenaza aliviaba la oleada de pánico que inundaba su pecho y que la llevaba a pensar que no llegaría viva a su próximo cumpleaños. Sin embargo, el miedo de perder a algún ser querido más había reabierto las lacerantes heridas del pasado.
El mundo no era un lugar bonito, al menos no para ella. Su vida era una interminable batalla y cada día de libertad había sido pagado con sangre ajena.
En ese momento en el que el día se convertía en noche, sentada ante el portátil mientras rellenaba los últimos cheques de la nómina que entregaría el lunes, se dio cuenta de que esconderse y escapar sola ya no era una opción. El tiempo de huir se había acabado, justo como le había dicho a Peter cuando apareció en su casa.
Su vida había consistido en una serie de elecciones que la habían conducido hasta allí mientras luchaba contra todo lo que el destino había planeado para ella.
Cerró el programa de contabilidad, recogió los cheques y los metió en los sobres correspondientes. Puso el nombre en cada uno de ellos y clavó la vista en el último.
Julieta Espósito.
Suspiró y pasó el dedo por encima.
De alguna manera, Juli había logrado ignorar las rígidas normas familiares y encontrar un empleo. Las hijas de la familia Espósito, la familia de su madre, no trabajaban. Era lo que dictaba la tradición. A las jóvenes Espósito se las protegía del mundo a cualquier precio. Sin embargo, la más joven de las hijas de Craig Espósito, la nieta de Stephen, parecía muy resuelta a no dejarse proteger.
En realidad, eran primas en segundo grado y Juli ni siquiera conocía su existencia. Pero al saber que la muchacha estaba en América, Lali realizó un exhaustivo seguimiento de sus movimientos cuando todavía estaba en Texas.
Una vez que decidió buscar casa, llegó a la conclusión de Hagerstown era el lugar idóneo para asegurar un encuentro casual entre ellas. Y en realidad fue por Juli por lo que Lali comenzó a frecuentar aquel bar al que tanto cariño había tomado.
¿Habría puesto en peligro también a su prima? Santo Dios, esperaba que no.
Miró a Peter sentado en el sofá de la sala. Trabajaba en silencio sin hacer nada especial que delatara su presencia. Sin embargo Lali era muy consciente de que estaba allí y de que, tarde o temprano, tendría que aceptar lo que le había dicho antes.
Al regresar a casa no había querido conocer los planes que habían trazado, pero ahora, unas horas después, no podía evitar preguntarse en qué consistirían.
Apiló y ordenó los sobres antes de inclinarse para guardarlos en el maletín de piel que tenía en el suelo, junto al escritorio. Sus empleados esperaban que les pagara tan pronto llegara a la oficina al día siguiente.
Tenía una docena de personas a su cargo; eran menos de las que necesitaba, pero había querido esperar antes de ampliar el negocio. Ahora se alegraba de ello. Menos gente por la que preocuparse significaba menos personas a las que proteger.
—¿Qué hago con la empresa? —preguntó con voz queda al tiempo que se levantaba del escritorio.
Peter levantó la mirada de la pantalla del portátil y arqueó una ceja con expresión burlona.
—¿Ya estás dispuesta a escucharme?
Se merecía esas palabras, y lo sabía. Se había enfrentado a él cada vez que intentaba tratar la situación con ella.
—¿Sabes, Lali?, me sorprendes. —Parecía decepcionado—. Estamos aquí por ti. La Unidad al completo acudió en cuanto se enteraron de que corrías peligro, todos los del equipo de apoyo han ofrecido su ayuda, y tú... ni siquiera quieres escuchar cómo vamos a mantenerte con vida.
No le pudo culpar por el indicio de cólera que contenían sus palabras.
—¿Realmente importa? —Por fin, Lali suspiró y se acercó al sillón que había frente al sofá—. Ahora estoy preparada para oírte, pero antes... antes sencillamente no fui capaz. —Se pasó las manos por el pelo lamentando la debilidad que le provocaba el cansacio, no tenía fuerzas para enfrentarse a esa discusión—. Peter, ¿no has pensado que quizá, por una sola vez en mi vida, quería sentirme salvo? ¿Que necesito un hogar, una vida? ¿Qué tal vez quisiera disputar de algo normal, como la compañía de un gato o un perro? Qué patético, ¿verdad? Jamás he tenido una mascota.
—Te entiendo. —A pesar de la compasión que le provocaban sus palabras, Peter habló con dureza—. Conseguiremos que puedas tenerla, pero no podré lograrlo sin tu ayuda.
Ella tensó los hombros a la defensiva.
—Haré lo que sea necesario. Igual que siempre.
El hombre que ahora se encontraba ante ella era el comandante de la Unidad de Fuerzas Especiales. Un tipo frío y sin sentimientos. Tan insultantemente lógico, que podría haber sido un robot quien le sostenía la mirada.
—Tenemos que considerar la tenacidad que tu perseguidor ha mostrado desde la muerte de Carlos. Ha seguido buscándote a pesar del trabajo que nos tomamos para fingir tu muerte, lo que me lleva a pensar que ha de ser alguien que sabía por qué eras tan importante para Carlos.
—Entonces sabe más que yo. —Respiró hondo—. Eso quiere decir que se trata de alguien próximo a Carlos. ¿Quizá otro hijo? ¿Un hermano? Te aseguro que él confiaba en muy pocas personas. —Por lo que ella sabía, su padre no tenía familia—. Se rumoreaba que era hijo único y, cuando murió, nadie reclamó su herencia.
—Porque le dejó sus bienes a sus hijos —le recordó—. A Raven y a ti. Muerto él, tú habrías sido la única heredera. Es lógico que nadie haya reclamado nada. El gobierno francés confiscó su herencia para compensar a sus víctimas. Pero, al parecer, eso no impide que alguien quiera vengar su muerte.
Eso era lo que ella temía. Y era más probable que se tratara de un antiguo socio y no de un familiar.
—Muy bien, entonces, ¿cómo averiguaremos de quién se trata?
Peter apretó los labios con frustración.
—No te va a gustar, pero quiero que me prometas que me escucharás hasta el final antes de decir nada al respecto.
Ella asintió con la cabeza.
—De acuerdo. Aun así, antes de que empieces a explicármelo todo, me gustaría saber qué hago con la empresa. Mis empleados no pueden permitirse el lujo de estar sin trabajo y no quiero echar a nadie a la calle.
—No hay problema —le aseguró—. Mañana le pasarás a Clint y a Morganna toda la información pertinente. Han salido esta noche de Atlanta y llegarán al amanecer. Ellos se encargarán de todo hasta resolvamos este asunto y harán correr el rumor de que piensas vender la compañía. —Levantó la mano para interrumpir su protesta y hablando—. Así, quienquiera que te persiga no la tomará con la compañía ni con los empleados. De esa forma, podrás regresar cuando todo haya acabado. Entonces dirás que has cambiado de idea y que no quieres vender. Puede que tus empleados se preocupen, pero creo que lo llevarán bien si nuestros amigos les prometen que la venta no implicará despidos.
Apretó los labios al ver que ella asentía bruscamente con la cabeza. A Lali no le gustaba la idea, pero lo cierto es que no había otra salida. Si la persona que estaba detrás de Arthur y Tenneyson era la misma que la persiguió en Francia; o peor todavía, un devoto a la memoria de Carlos que estuviera ocupando su lugar, tendría en su punto de mira al negocio y a sus empleados si pensara que significaban algo para ella.
—¿Es ésa la única parte de tus planes que no va a gustarme? — Tenía el presentimiento de que no sería así.
—No, no lo es. —Peter se inclinó hacia delante buscando su mirada y sosteniéndosela, haciendo que la joven sintiera una familiar y cálida sensación en lo más profundo del vientre.
—Entonces, ¿de qué más se trata? —preguntó al cabo de unos segundos—. Dímelo de una vez.
El curvó los labios levemente antes de ponerse serio.
—Vamos a utilizar a la familia Espósito como cebo, Lali. Ha llegado el momento de que te enfrentes a ellos.
La joven se puso bruscamente en pie.
—¡Ni hablar!
Peter también se levantó del sofá.
—Ese temperamento tuyo acabará por meterte en problemas, Lali —gruñó con forzada paciencia.
—¡Vete al infierno, Peter! —le espetó al tiempo que intentaba encontrar sentido a aquel plan—. No puedes hacer algo así. ¿Quién te has creído que eres?
—Soy el hombre que está intentando salvar ese bonito trasero tuyo —replicó él, también furioso.
—No permitiré que pongas a mi familia en peligro —dijo lentamente. Ni siquiera podía creer que él estuviera sugiriendo tal cosa.
Que creyese que ella lo consideraría.
—¡Lo haré si estimo que es necesario para tu protección! — Una salvaje determinación endurecía la expresión masculina mientras se acaba a la joven—. No lo dudes ni un minuto, Lali. Ahora lo más importante es mantenerte a salvo.
Dios, ella no quería —nunca había querido— ponerse en conecto con su familia.
Incluso su madre se había negado a hacerlo. A pesar de su riqueza y poder, Majo se había opuesto con vehemencia a establecer comunicación con ellos hasta que murió Boyd. Entonces, aterrada, había llamado a sus padres. El resultado de esa llamada fue que tanto ella como sus padres perdieron la vida, y Lali se había jurado a sí misma que no cometería el mismo error.
No, no iba a usarlos de cebo. No los incluiría en su batalla.
—Demasiado tarde, Lali —sentenció él, intuyendo lo que la joven estaba pensando. A pesar de su tono duro, de la fría lógica de sus palabras, sus ojos llameaban con un fuego azul—. Puedes estar o no de acuerdo con nosotros, pero seguiremos adelante con el plan. Informaremos a Stephen Espósito y a la prensa de que la heredera Espósito sigue viva y esperaremos el siguiente movimiento de los hombres que te persiguen. Podemos hacerlo de forma anónima o, si lo prefieres, públicamente. Elige.
Lali nunca había visto brillar los ojos de Peter con tanta ira, pero lo cierto es que tampoco podía recordar la última vez que ella estuvo tan furiosa.
—¡Es increíble que te atrevas a irrumpir en mi vida y que pienses que puedes tomar ese tipo de decisiones sin mi permiso! No eres mi padre ni mi marido, así que ya puedes ir olvidándolo.
—Ahora soy tu amante y no pienso ceder. —La agarró por los brazos y la zarandeó—. Puede que no nos encargáramos bien de Carlos, pero eso no pasará con el hijo de perra que te está persiguiendo. Te aseguro que recurriré a todas las armas a mi alcance para ponerte a salvo.
Incapaz de contener la ira que bullía en su interior, Lali intentó protestar mientras él inclinaba la cabeza y le cubría los labios con los suyos con una fiereza nacida de su excitación.
Fue como si el beso espolease la cólera de la joven, como si la arrogancia de Peter encendiera algo en algún lugar oculto de su interior que hizo que ella comenzara a luchar, pero no para zafarse de él, sino para hacerse con el control de aquel beso.
La fuerza de los dientes de Peter en sus sensibles labios la hizo retroceder por un momento, un único momento suspendido en el tiempo. Un segundo después, él le sujetaba la mandíbula para inmovilizarla mientras tomaba posesión de nuevo de su boca.
La sensación de sentirse dominada, de sentirse desvalida, hizo que alzase las manos hasta el pecho de Peter para cerrar los dedos en la tela que le cubría el torso.
Tiró con todas sus fuerzas, haciendo saltar los botones y, un instante más tarde, el excitante vello rizado que cubría el pecho masculino le hizo cosquillas en las palmas.
El jadeó roncamente y profundizó el beso al tiempo que Lali le arañaba y deslizaba las manos hasta su abdomen para introducir los dedos bajo la cinturilla de los vaqueros.
La dura cordillera que se dibujaba bajo la bragueta la tentó y apretó la palma contra la pesada erección. Un gemido desesperado vibró en su garganta mientras intentaba soltar el botón de los pantalones.
Quería saborearle, poseerle. Doblegar aquel despliegue de dominación y fuerza bruta. Palpar el hambre y la necesidad que él no podría negar cuando alcanzase el éxtasis.
Por fin logró liberar el botón del ojal y bajó la cremallera sobre la sólida longitud de su pene.
Una embriagante sensación recorrió todas sus terminaciones nerviosas cuando por fin sostuvo entre sus manos la pesada carne caliente que se erguía hacia ella.
Le dolían los pezones; los sentía duros y demasiado sensibles. Su clítoris palpitaba y su vagina se contraía, dolorida por la sensación de vacío. La necesidad hacía que le ardiera la piel, que todo su cuerpo se tensara, expectante, ansiando dar placer al hombre que amaba.
El llevó la mano a su cabeza, agarró con fuerza los espesos rizos y tiró con fuerza de ellos. Una excitante ráfaga de sensaciones atravesó entonces a la joven, estrellándose en su sexo y obligándola a presionar las caderas contra el duro contorno del muslo de Peter, friccionando contra él su clítoris al tiempo que deslizaba la mano más abajo y rozaba apenas sus testículos antes de rodear la base de la erección. Sólo pensar en saborear cada centímetro de su gruesa pene provocó que gimiese de anhelo.
Peter apartó bruscamente los labios de los de ella para mirarla fijamente. Su expresión reflejaba una salvaje lujuria que demandaba ser satisfecha.
—Toma lo que quieres de mí —la desafió, tirándole del pelo para apretarla contra su cuerpo.
El efecto de las manos de Peter en sus cabellos, la fuerza y el deseo en su voz, le hicieron sentir que una sensual debilidad se aporraba de su cuerpo.
Lali se dejó llevar. La furia, el dolor y el miedo se evaporaron ante la libertad de tocarle, de acariciar los duros contornos de su tórax. Cuando cubrió con la palma uno de sus planos pezones, él jadeó y volvió a darle uno de esos eróticos tirones de pelo que tanto la excitaban, indicándole que bajara más. Ella sacó la lengua y lamió los poderosos abdominales que se tensaban ante sus ojos, estremeciéndose cuando el sabor de aquel hombre que rezumaba masculinidad llenó su boca.
La respuesta de Peter fue instantánea. Volvió a tirarle del pelo a la vez que un ronco gemido retumbaba en su pecho.
—Ah, mi dulce Lali —rugió él con voz grave—. Adoro esa ardiente lengua tuya.
La joven le siguió besando, lamiendo, acariciando, mientras se dejaba caer lentamente de rodillas. Cerró los dedos en torno a la sólida erección y, al instante, el pesado miembro latió bajo su mano insolente y excitado, suave y duro como seda fundida sobre hierro candente.
No era capaz de albergarle por entero en su mano, pero aun así, la deslizó una y otra vez por la dura longitud antes de comenzar a dar toquecitos con la lengua en el hinchado y resbaladizo glande.
—Dios, sí... —El sonido roto de su voz consiguió enardecerla aún más—. Juega con ella.
Peter presionó la cabeza de su miembro contra los labios de Lali en un intento de introducirse entre ellos, pero ella se limitó a lamerlo despacio, lascivamente, dilatando el placer lo máximo posible.
El bajó la mirada hacia la joven mientras luchaba para contener el abrumador deseo de tumbarla en el suelo y penetrarla hasta la extenuación. Jamás había sentido una necesidad igual por una mujer. Ella provocaba un incandescente fuego en su interior, una explosión en sus venas, un ardor sin fin en sus terminaciones nerviosas.
Cuando aquellos dulces y carnosos labios se separaron por fin para cerrarse alrededor de su pene, Peter sintió que un ramalazo de pura lujuria se estrellaba en sus testículos, tensándolos todavía más. Un ansia carnal y ardiente, un hambre febril inundaba sus sentidos.
Había pasado demasiado tiempo sin ella, demasiado tiempo sin poder disfrutar del placer que sólo encontraba en aquella mujer era incapaz de olvidar.
Cerró los dedos enredados en sus cabellos en un gesto convulsivo, casi involuntario, llenándose ambas manos con los rizos. Sostuvo la cabeza de Lali y comenzó a controlar la penetración. Observar cómo ella le tomaba de esa manera tan íntima, con un hambre y un placer que no podía disimular, hizo que sintiera un intenso deseo de dominarla.
La necesidad de someterla, de despojarla de todas sus defensas, se desataba en el momento en el que la tocaba. Entonces sólo importaba el placer que rugía entre ellos y el fuego que compartían.
Observó cómo Lali ahuecaba las mejillas con la cara ruborizada y el placer le hizo tensar dolorosamente todos los músculos. Un húmedo calor envolvió su glande cuando ella lo lamió con habilidad haciendo remolinos con la lengua antes de centrarse en aquel lugar exquisitamente sensible que había en la parte inferior.
Peter se quedó mirando fijamente la arrobada expresión femenina y mantuvo inmóvil la cabeza de la joven mientras movía despacio las caderas, introduciéndose una y otra vez entre los exuberantes labios. Apenas era capaz de contener la amalgama de emociones que provocaba el violento éxtasis que se aproximaba.
Joder, era tan erótico. Tan adictivo... Era pura lujuria caliente lamiendo su carne. La boca de Lali era como un fuego húmedo que hacía arder su miembro, que reducía a cenizas su autocontrol. Un desgarrador placer se extendió por su cuerpo e hizo pedazos cualquier intención que tuviera de permanecer distante. De controlar la adictiva necesidad de perderse en sus caricias.
Ella era su debilidad. La única mujer de la que no podía alejarse, la única a la que no soportaría perder. Era su placer, su dolor y, si no la tenia pronto, sería su muerte.
Lali quiso protestar cuando Peter la instó a levantarse. Abrió la boca para hablar, pero entonces vio que él llevaba las manos a sus pantalones y que le soltaba con dedos firmes los botones metálicos que los sostenían sobre sus caderas.
Bajó la mirada con la atención centrada de repente en la necesidad de estar desnuda. Peter la estaba desvistiendo, y aquello era un pensamiento poderosamente excitante.
—Quítate las zapatos —le ordenó él con expresión dura, observándola fijamente.
Respirando agitadamente, la joven apoyó la punta de un pie en el talón del otro para descalzarse. Era como si su cuerpo estuviera dispuesto a cualquier cosa, incluso a suplicar. Le dolía el sexo, le palpitaba el clítoris contra la seda del tanga cada vez que movía las caderas.
Unos segundos después, Peter la había desnudado y ella permanecía erguida y expuesta ante él, ruborizada de pies a cabeza y clamando por sus caricias en silencio.
Peter clavó los ojos en los pechos henchidos mientras se pasaba la camiseta por los anchos hombros, tensando y destensando los músculos del torso al ritmo de su irregular respiración. Se sentó en el borde del sofá para quitarse las botas, deslizó los vaqueros por las piernas y se puso en pie antes de apretar con firmeza la base de la erección.
—Jamás había estado tan duro en mi vida —murmuró, acercándose a ella. Le agarró la cadera con una mano y puso la otra sobre la mejilla de la joven.
Inclinó la cabeza muy despacio y le rozó los labios con los suyos. Un ronco gemido masculino flotó en el aire cuando el beso se volvió más profundo, haciendo que una pesada laxitud invadiera las extremidades de la joven.
—Tan suave... Tan bella... —susurró él, acariciándole la espalda—. Siéntate, pequeña.
La joven sintió el borde del sillón contra la parte posterior de las piernas y obedeció la orden de Peter hundiéndose en el mullido y suave cuero.
Santo Dios, aquel hombre era tan condenadamente sexy... Tan provocativo...
Sin dejar de mirarla, él se arrodilló frente a ella y le separó las piernas.
—Te quiero más cerca. —Agarró sus caderas y la atrajo hacia sí hasta que las nalgas de Lali reposaron en el borde del sillón, dejándola fácilmente accesible.
Peter presionó entonces los labios contra los muslos de la joven, primero uno y luego el otro. Le lamió la piel como si tuviera hambre de ella, excitándola y haciendo que su clítoris latiera dolorosamente y aumentara de tamaño.
—Me matarás si sigues así —gimió Lali con voz ronca. La desesperación de su voz resonó en el pecho de Peter mientras él deslizaba los dedos entre los pliegues sin vello.
—Shhh. Sólo quiero darte placer.
Colocó la mano debajo del muslo y lo alzó hasta acomodar la pierna de Lali sobre su hombro.
La joven contuvo la respiración. El placer surcaba su cuerpo como un poderoso latigazo, enardeciendo el hinchado y sensible clítoris y obligándola a arquear las caderas involuntariamente.
Peter apretó la lengua sobre el diminuto nudo de nervios al tiempo que tanteaba lentamente con los dedos en la tensa entrada de su sexo.
Lali, estremecida, le agarró del pelo y tiró de los gruesos mechones para obligarle a acercarse más mientras cerraba los ojos. Se sintió drogada de deseo, alcanzó un aturdido estado de necesidad y se dejó llevar.
—Eso es, recuéstate y relájate. Yo me ocuparé de todo. —Peter alzó la mano libre y la deslizó por el torso de Lali. Buscó con las callosas yemas de los dedos uno de los enhiestos pezones y lo apretó con delicadeza.
Una convulsa ola de placer inundó entonces a la joven, su cuerpo se estremeció sin contención y arqueó la espalda hacia su mano. Completamente indefensa ante él, apretó los puños al sentir que su sexo se cerraba en torno a los dedos que Peter comenzó a deslizar en su interior ayudado por los jugos que brotaron incontenibles. El presionó entonces la lengua ligeramente contra el sensible clítoris. Lo lamió y exploró, provocando que una creciente avalancha de incontenibles sensaciones elevara la temperatura del cuerpo femenino hasta amenazar con consumirlo.
Perdida en una neblina sensual, Lali clavó las uñas en el cuero cabelludo de Peter cuando pensó que no podría resistir más el roce ardiente de aquella boca rodeando el clítoris hinchado.
El deslizaba los dedos en su interior con unos movimientos rítmicos y medidos que arrancaban profundos y desesperados gemidos de su pecho, que la hacían arquearse para que la empalara profundamente con ellos.
—Peter, por favor.
La desesperación la invadió cuando él apartó los labios de su carne hinchada y retiró los dedos lentamente de su sexo. Anhelante, miró con los ojos entrecerrados de deslumbrada anticipación cómo Peter se rodeaba la erección con los dedos y se posicionaba para penetrarla.
En una primitiva exhibición de masculinidad, él presionó el hinchado glande contra los pliegues anegados de la joven a la vez que bajaba los labios a las sensibles puntas de sus pechos. La combinación de ambas sensaciones hizo que Lali temblase visiblemente por el placer que la atravesó como un estallido.
Peter comenzó a chupar y a succionar el erizado pezón y a mover las caderas con rapidez, embistiéndola sin cesar, introduciendo poco a poco la erección en las sensibles profundidades de su sexo.
—¡Joder! ¡Estás tan apretada...! Santo Dios, Lali, estás increíblemente cerrada. —Posó los labios contra la curva del pecho mientras intentaba recuperar el aliento y llenarse los pulmones de oxígeno para procurar paliar los efectos que tenía en su cuerpo el adictivo placer que le envolvía. Una fina pátina de sudor le cubría la espalda a causa del fiero autocontrol que trataba de mantener.
Podía sentir claramente cómo los músculos internos de Lali palpitaban en torno a su carne, acariciándola, presionándola.
—¡Peter! —gimió ella.
El susurro enervó los sentidos de Peter hasta tal punto que casi rozó el clímax. La desesperación contenida, la creciente necesidad de la joven por llegar al orgasmo era idéntica a la suya, pensó aturdido mientras seguía clavándose en ella con largos y rítmicos envites que aumentaban más y más la tensión.
Peter dio un último lametazo al pezón y levantó la cabeza para observar el hambriento resplandor que se ocultaba tras las pestañas femeninas.
Ella arqueó el cuello, elevó las caderas y hundió las uñas en sus hombros sin parar de gemir.
—No pares, Peter. —Los ojos estaban iluminados por un fuego interior que prendió también en él al ver la cruda demanda que titilaba en sus profundidades. Una súplica pecaminosamente sensual que espoleó su lujuria, provocando una poderosa y abrumadora oleada de placer que le desgarró las entrañas.
Había esperado demasiado tiempo para tomarla. Había estado jodidamente duro durante todo el día, y ahora no podía ser suave con ella.
Una fuerte embestida más y su pene se enterró por completo en el sexo de Lali. Dios, aquello era como sumergirse en una hoguera de placer. El control pasó al olvido y sólo importó alcanzar el éxtasis.
Lali arqueó la espalda una vez más, intentando que se hundiera en ella como si quisiera que formara parte de su cuerpo. Llamas de devastador placer recorrieron su sexo, rodearon su clítoris y la atravesaron por entero cuando Peter aceleró el ritmo.
Las embestidas eran salvajes, violentas, detonaban en ella hasta que un exquisito dolor comenzó a pulsar en lo más profundo de su ser.
—¡Oh, Dios, Lali! —La voz de Peter era un ronco y gutural rugido. Debilitaba sus sentidos y llevaba el placer a un plano superior.
La joven se incorporó con la respiración entrecortada, excitándose aún más al sentir el roce del vello de su pecho en los pezones; sus labios sobre los de ella; su lengua lamiendo la suya sin parar, indagando en su boca; su miembro estirando y quemando sus músculos internos.
Lali subía cada vez más alto. Intensas llamaradas la atormentaban sin cesar. Su clítoris era puro fuego, cada impacto de la pelvis de Peter contra la suya provocaba agudas punzadas candentes en su vientre.
Todo su cuerpo ardía.
Sintió la gruesa y pesada erección en lo más profundo de su sexo y entonces las ondas del éxtasis comenzaron a crecer en su interior, imparables.
Jadeó, abrió los ojos de par en par y clavó las pupilas en Peter con una deslumbrada euforia. Un violento y destructivo orgasmo detonó en el centro de su vientre y se extendió como pólvora por todo su cuerpo hasta que el control estalló en mil pedazos y Lali se vio envuelta en una primera y brutal explosión de placer.
Su sexo aprisionó la erección que se hundía en su interior y vio que la expresión de Peter se tornaba intensamente salvaje al tiempo que una gota de sudor resbalaba por su sien.
Una segunda oleada de agonizante éxtasis la atravesó al sentir que él se clavaba dura y profundamente en su útero. El pene estalló en su interior, latió y pulsó, haciéndola estremecer una vez más. Se le cerraron los ojos, jadeó y comenzó a gemir ahogadamente sin poder contener la emoción.
Los espesos chorros de semen que la colmaron alargaron aquel increíble placer que parecía no acabar nunca. Cada trémulo pulso hacía crecer el orgasmo que la recorría, poseyéndola por completo.
Movió la cabeza de un lado a otro contra el respaldo del sillón, clavó las uñas en los brazos de Peter y escuchó que él también gritaba.
¿O era ella quién gritaba?
No, no podía ser ella. Imposible.
No era suya la voz que repetía sin cesar: Oh, Dios, Peter, te amo.
No.
No podía haber dicho eso ¿verdad? Todavía no se había vuelto tan loca.

Continuará...

28 comentarios:

  1. INCREIBLEEEE mooore mooore

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  2. maaas poooor fiiis .. la nove es GENIAL

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  3. JDBAJBDJAD
    LE DIO TE AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

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  4. MORI Mas Nove Por Favor Ofio Quedarme Con La Intriga Mas Nove ¿Que Pasara? Mas Nove
    @Daniivasqueez

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  5. oooooooooooooh increibleee!!!!!! y le dijo te amoo ooooooooh :O

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  6. me encanto muy hot mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

    :)

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  7. AAAAAAAAAAWWWWWWWWWWWWWWWWW LE DIJOOO QUE LO AMABAAAA <3
    MAAAAAAAAAAAAAAAAAS
    @RochiMyWorld_

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  8. ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

    ESPERO PRONTO MAS CAPS

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  9. lo ameeeeeeeeeeeeeeee

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  10. LALI no queria poner en peligro a la familai de su madre ya habia pasado x eso una vez.

    LALITER wow.

    PETER ojaal no se asuste con lo k LALI ke ha dicho.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    +++++++++++++++++++++

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  11. MUY INTERESANTE CAP

    CADA VEZ MAS EMOCIONANTEEEEEE

    LALITER

    MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

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  12. OMG que buen cap me encantó, me encantó.
    @masi_ruth

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  13. Mas mas mas mas nove porfi esta re bueno

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  14. no me muero muerta! es genial!!! MAS MS MAS MAS <3

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  15. hot es poco!!! jejeje
    @CasiAngeles_TA_
    me encanta la novela!!!!

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  16. INCREÍBLE!!!!!!!!! espero el próximo con mas ansias =)


    Que linda esta novela!!!!!!!!!!!!!!!!

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  17. Nooooo, no nos podes dejkar asii!!! le dijo te amooo o noo. Me encanto el capitulo subi mas porfavoe ! quiero saber que paso jaja

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  18. Se le escapo el te amo pero aun ella esta semiinconciente despues de estalallar de esa manera!Muy buena!

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  19. CA PI TU LON!! Mira vos a Lali ¿eh? Jajaja y se le escapo en "te amo" O.o ME ENCANTA! Espero el proximo cap pronto :)

    @Camhii_Infante

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  20. Siiiiii,k se volvió loca ,d placer ,tanto tiempo esperando ,k no pudo dejar d decir lo k verdaderamente siente.

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  21. Feliz.Ya soy abuela ,Pedro 4´220kg ,nació el día 8,ayer ,pero no tengo mucho tiempo para avisaros a todas ,así k voy d a poco según os leo.

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  22. wow!! Se viene el verde digo je! más!! Peter que dirá a la confensión?

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  23. JODEME! JODEME! que se lo grito! CHAN @LuciaVega14

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