Capítulo 27

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Cuando se despertara, Lali estaría aturdida, furiosa, y él quería estar allí para cuidarla hasta que volviera a encontrarse bien.

Apretando la mandíbula, le lanzó una última mirada preocupada y se dirigió a la puerta.

Capítulo 27

En el momento en que entró en la sala de la suite, Gas y Pablo interrumpieron su conversación para echar un vistazo a la puerta entreabierta del dormitorio.

—Todavía duerme —dijo Peter, respondiendo a la muda pregunta de los ojos de sus compañeros.

—¡Joder! Sabía que esto ocurriría en algún momento, pero lo cierto es que no lo esperaba tan pronto. —Pablo se pasó la mano por el pelo en un gesto lleno de frustración.

Peter casi deseó poder atenuar su propia angustia de la misma manera.

—Siempre preveo todas las contingencias —masculló—. Sin embargo, si soy honesto, debo reconocer que yo tampoco esperaba que ocurriera tan rápidamente.

—El equipo que nos apoyaba en Hagerstown logró reunir unas cuantas pruebas —le informó Gas—. En cuanto tengamos más datos de nuestro contacto en el FBI, estaremos más cerca de saber a quién o qué estamos buscando.

—Se trata de los restos de la organización de Carlos—dijo Peter—. Estoy casi seguro de ello, sólo que no puedo entender qué les motiva después de todos estos años. ¿Qué amenaza supone Lali para que haya alguien dispuesto a emprender una búsqueda que conlleva tal cantidad de tiempo y dinero?

Mientras Peter reflexionaba en voz alta, Pablo le dirigió a Gas una dura mirada, y éste hizo una mueca antes de hablar.

—Aunque sé que querías a Nicolas fuera de esto, he echado un vistazo al informe que nos ha hecho llegar. —Se acercó a la mesa sobre la que había una pila de documentos y cogió un pesado dossier—. Es evidente que ha habido algún movimiento en los últimos años para hacer resurgir la organización de Carlos.

—¿Por parte de quién? ¿Y por qué quieren deshacerse de Lali?

Lali tenía razón. Parecía como si de alguna manera Carlos alargara la mano desde la tumba para llevársela con él.

—Por la información que Nicolas ha logrado reunir, los que operan en la sombra creen que Lali es la llave para la financiación de la operación —respondió Gas sentándose frente a la mesa.

Peter echó una rápida mirada de soslayo a la puerta del dormitorio y también tomó asiento.

—Este documento es el testamento del abuelo de Lali, Bernard Espósito. Se leyó después de su muerte —explicó Gas, entregándole a Peter el dossier—. Según esto, si se encontrara a algún hijo de Francine Espósito, éste se convertiría en heredero universal de sus bienes. La fortuna de los Espósito, que está actualmente en manos de Stephen Espósito y su familia, pasaría a Lali de inmediato. Eso incluiría varias empresas de incalculable valor, dos mansiones, varios automóviles limusinas, sirvientes, joyas... bla, bla, bla, ya te haces una idea, ¿no?

—Los Espósito son una de las familias más ricas de Francia —intervino Pablo—. Sus raíces se remontan tanto a la corona inglesa como a la francesa. Stephen Espósito no sólo es primo lejano de la reina, sino que también forma parte del Consejo que la asesora.

—¿Cómo afectaría al grupo industrial de los Espósito el retorno de un heredero perdido? —preguntó Gas retóricamente—. ¿No creéis que harían lo que fuera, que pagarían lo que hiciera falta para verla desaparecer para siempre?

—Pero, ¿cuánto valdría ella si pudieran lavarle el cerebro para que obedeciera los antojos de sus captores? —elucubró Pablo.

Peter se recostó en la silla y clavó los ojos en los documentos mientras el sol comenzaba a elevarse tras las pesadas cortinas.

—Como heredera legal de la fortuna de Bernard Espósito —añadió Pablo—, dispondría de una cantidad de dinero que me resulta imposible calcular.

Algo que tampoco quería hacer Peter. Sabía que sería suficiente como para que cualquiera se arriesgara a todo con tal de atraparla.

—¿Hay ahí algún dato que nos haga sospechar quién se puso en contacto con Tenneyson y Arthur para comunicarles los detalles de la «muerte» de Lali? —inquirió.

Al instante, Gas empezó a buscar entre los documentos que se apilaban en la mesa. Sacó uno y se lo ofreció a su antiguo comandante.

Peter lo cogió y comenzó a leer el detallado informe con el ceño fruncido.

—Origen: Hagerstown, Maryland —murmuró antes de levantar la mirada hacia sus compañeros—. ¿Habéis obtenido el número?

—Aquí está. —Pablo le ofreció otro papel.

—La llamada se hizo desde la habitación 714 de uno de los mejores hoteles de la ciudad. Lali estaba registrada allí en esa fecha, mientras le hacían los arreglos en la casa —comentó Gas.

—Quien llamó no revelo la identidad de Lali —gruñó Pablo—. Lo único que hizo fue decirles que seguía viva.

—Lo imprescindible para que pudieran revolver e investigar — señaló Peter—. La persona que llamó suministró los datos necesarios para asegurarse de que la historia fuera comprobada. —Golpeó el dossier con el dedo—. ¿De dónde sacó Nicolas toda esta información?

—Envió a cuatro hombres a Afganistán después de que tú le pidieras que acogiera a Lali en la base. Y por cierto, dijo que te pusieras contacto con él cuando llegaras —dijo Pablo en tono burlón.

Peter hizo una mueca de desprecio.

—Sí, eso es lo que nosotros pensamos —se rió Gas—. Pero, aun así, puso a un equipo a trabajar en ello. Actualmente están en Francia intentando confeccionar una relación de los socios conocidos de Ira Arthur y Mark Tenneyson. Quizá tengamos suerte.

Peter negó con la cabeza antes de volver a reclinarse en la silla con la mirada clavada en las cortinas que cubrían las ventanas.

Algunos hábitos eran imposibles de cambiar. De hecho, él seguía manteniendo las cortinas echadas en su apartamento en Texas. Lali, sin embargo, las había dejado abiertas en la cocina de su casa. Se había adaptado a la libertad.

—La persona que está detrás de todo esto no aparecerá en ninguna lista —masculló finalmente—. Si Arthur, Tenneyson o cualquier otro que ande detrás de Lali supiera para quién trabaja, ya habría aparecido su nombre.

Gas lanzó una maldición y comenzó a pasearse por la estancia.

—Pablo, quiero que llames a todos nuestros contactos en Francia —ordenó Peter—. Quiero saber quién, de entre todos los miembros de la jet-set francesa, tiene el poder suficiente como para haber estado en contacto con Carlos sin que le descubrieran después de su muerte. Tiene que ser alguien con los medios suficientes para llevar esto a cabo, alguien que pudiera reorganizar el negocio y revivirlo. Estoy seguro de que encontraremos al hombre que buscamos en esa lista.

Cuando estaba cerrando el dossier, observó que se movía una sombra en la puerta del dormitorio. Giró la cabeza y vio que Rochi le indicaba por señas que Lali estaba despertándose.

—Todo está relacionado con los Espósito, su dinero y su influencia —concluyó, poniéndose en pie—. Arthur y Tenneyson vigilan a los Espósito y es evidente que también a Lali. Veamos qué sucede cuando nosotros movamos ficha.

No esperó a oír la opinión de sus hombres y cruzó la habitación hacia el dormitorio para volver junto a la mujer que tanto interés suscitaba en todo el mundo.

—Está despertando —le dijo Mery señalando a Lali con la cabeza al tiempo que esbozaba una suave sonrisa—. El médico llegará dentro de unos minutos, así que intenta convencerla para coopere. Ya sabes que odia a los matasanos.

—Es una manera de decirlo —gruñó él, posando los ojos en la mujer que ocupaba la cama.

Una sonrisa amplia y conocedora atravesó los rasgos de Mery al observar que las pestañas de Lali comenzaban a moverse. De inmediato, hizo una seña a Rochi y ambas salieron sin hacer ruido.

Continuará...