viernes, 9 de noviembre de 2012

Capítulo 42


+ comentarios = + capítulos  (?   si hay comentarios antes de que me vaya a dormir subo más chicas :)) 




Le despertó la certeza de que algo no estaba bien. Un sonido, una sensación, un cambio en el aire fuera de lo normal.
Algo aterrador amenazaba a Lali.
Había tenido la prudencia de meter la Glock debajo de la almohada antes de dormirse, en vez de dejarla en la mesilla de noche.
  
Capítulo 42
Lali tenía la cabeza apoyada en uno de sus hombros y él la rodeaba con el brazo. Deslizó el otro lentamente bajo la almohada y curvó los dedos sobre la culata de la pistola. Notó que la joven cambiaba de posición y se ponía de lado para liberarle el brazo inmóvil, que deslizó oculto por las sábanas.
Ella estaba despierta y preparada para actuar. Lali había huido durante demasiados años antes de entrar en la Unidad y aquella clase de instinto no moría nunca.
Peter se guió por sus sentidos y aguzó el oído, intentando discernir dónde estaba el origen del peligro. Había tenido la precaución de dejar encendida la lámpara de la sala. El resplandor que se colaba por debajo de la puerta había aclarado tenuemente la penumbra en el dormitorio, pero ahora todo estaba oscuro; alguien había apagado la luz permitiendo que el peligro rondara silenciosamente en el dormitorio sin alertar a nadie.
Debió de ser el clic de la puerta lo que les despertó.
En vez de moverse como habría hecho en otro tiempo, Peter se mantuvo quieto. Escuchó atentamente y entrecerró los ojos para tratar de ver lo que ocurría a su alrededor.
Allí estaban. Dos débiles manchas oscuras se movían sigilosamente entre las sombras.
Tenía que encontrar la manera de dejar a los dos intrusos fuera de combate al mismo tiempo o, por lo menos, deshacerse de uno antes de que el otro pudiera reaccionar. Y, por supuesto, rezar para ser lo suficientemente rápido como para evitar las balas.
Las dos sombras se acercaron y tomaron posiciones apuntándole a él con sus armas, no a Lali.
Casi sonrió de satisfacción. Estaban tratando de deshacerse de él, de dejar a Lali desprovista de apoyo y protección. Sin esperanza. Pero eso no ocurriría. Sin importar lo que le pasara a él, sus hombres jamás permitirían que se la llevaran.
Además, Peter no tenía intención de permitir que se libraran de él con tanta facilidad.
La tensión en el cuerpo de Lali era evidente. Estaba preparada para actuar y casi a punto de sucumbir al pánico. Sentía el furioso galopar de su corazón en la espalda que tenía pegada contra el pecho. Sabía que en aquel momento de peligro la adrenalina surcaba sus venas a toda velocidad.
Le apretó la mano sobre la cadera.
Estaba a punto de ocurrir. Lo notaba en los huesos. Las armas de los desconocidos le apuntaban y no tardarían ni un segundo en abrir fuego. Pero ahora él sabía dónde estaban esos hijos de perra. Los dos. Sabía cuál era su plan: uno se desharía de él y el otro se llevaría a Lali. Dudaba que tuvieran pensado matarla.
Se le estaba acabando el tiempo.
Peter observó por el rabillo del ojo cómo las sombras se movían otra vez y supo que, definitivamente, ya no le quedaba ni un segundo.
Entonces, como si el instinto de Lali fuera fiel reflejo del suyo, ambos rodaron fuera de la cama al mismo tiempo; justo cuando los desconocidos disparaban sus pistolas con silenciador con un leve sonido explosivo que, sin embargo, resonó en la estancia.
Aprovechando la confusión, Peter fue a por el primer asaltante. Le golpeó en la cabeza con la culata de la pistola y lo escuchó caer. Luego se dio la vuelta a toda prisa rezando para haberle dejado fuera de combate el tiempo suficiente y buscó entre las sombras al segundo intruso.
—No enciendas la luz —gruñó, al intuir que Lali se acercaba a la lámpara—. Métete detrás de algún mueble.
Protección. Lali tenía que estar protegida. Esa era la razón que impulsaba cada uno de sus actos.
Ahora necesitaba oscuridad. Una luz le cegaría y le dejaría indefenso durante unos preciosos segundos. Le daría a su asaltante una ventaja y quizá la oportunidad de hacer lo que pretendía: matarle.
Entrecerró de nuevo los ojos y taladró las sombras con la mirada mientras rodaba hacia otro lado, atrayendo hacia sí los disparos y alejándolos de Tehya.
Descartó el arma y se lanzó a por el segundo atacante. La furia en su interior era como una fiebre que inundaba su cuerpo, que hacía arder su mente, que inyectaba más adrenalina en sus venas.
Estúpidos cabrones, pensó. Si a él se le ocurriera entrar en un dormitorio en penumbra, llevaría como mínimo unas gafas de visión nocturna. Jamás se habría encontrado tan ciego como su presa.
Una variación en las sombras le hizo ponerse alerta.
Se lanzó a un lado y rodó al tiempo que unos relámpagos rojos como la sangre iluminaban la oscuridad. Sin perder un segundo, se abalanzó sobre el intruso y le clavó el puño en los riñones. Ignoró sus gritos y le aplastó la mano contra el suelo con intención de arrancarle el arma.
—¡Hijo de perra! —Peter consiguió golpearle en la entrepierna con la rodilla al tiempo que su adversario apretaba el gatillo.
Una punzada en el costado le hizo gruñir de dolor, pero, aun así, estrelló el puño en la mandíbula del agresor y aprovechó el momento para arrancarle el arma de la mano y arrojarla al suelo.
Justo en ese instante se abrió de golpe la puerta y la estancia se inundó de suficiente luz como para cegarle durante un segundo.
—Quietos. —Era la voz de Vico, fría y letal, indicando a los intrusos que estaban perdidos.
Peter no titubeó. Se levantó y giró por encima de la cama hacia donde se suponía que debía de estar Lali.
Sin embargo, la joven, en vez de haber buscado protección detrás de un mueble, estaba terminando de anudar el cinturón de su bata alrededor de las muñecas del primer asaltante.
Se había puesto la camisa de Peter, pero sólo tenía abrochados dos botones sobre los pechos. Los salvajes rizos se ondulaban alrededor de los hombros y sus ojos de gata brillaban intensamente por la furia y el miedo.
—¿Dónde están los demás? —inquinó Peter, cogiendo los pantalones de los pies de la cama y poniéndoselos con rapidez. Los dos intrusos habían quedado reducidos después de que Vico se hubiera encargado del segundo.
—Ahí fuera. —Los ojos de Vico brillaban a través de los agujeros del pasamontañas negro que le cubría la cara—. Están registrando el pasillo y el resto de la suite.
—Lleva a estos bastardos a la suite de reserva. —La furia que inundaba su cuerpo amenazaba con estallar. Se dio la vuelta y clavó otra vez los ojos en Lali, que sólo era capaz de mirar al desconocido que yacía inconsciente a sus pies.
Peter le había golpeado, pero había sido ella la que le había dejado fuera de combate.
¿Qué demonios le había hecho pensar que Lali se protegería detrás de algún mueble? El quería que estuviera a salvo. Como ella misma había dicho: «la quería entre algodones». Y que Dios le ayudara porque sabía que mientras la joven estuviera en peligro, él no tendría ninguna posibilidad de conocer la paz.
El resto de los miembros del equipo de Peter se acercaron cubiertos con pasamontañas negros y se ocuparon de trasladar a los asaltantes inconscientes a la suite de al lado.
Vico, Yeyo y Agus permanecieron allí para vigilarlos, mientras Gas, Rochi, Pablo y Mery regresaban a la suite principal.
Peter no había apartado los ojos de la puerta del dormitorio mientras ponían a buen recaudo a los dos hombres. Apretaba los dientes y los puños con una cólera casi incontenible.
El deseo de dejarse llevar estaba a punto de acabar con su control. Quería arrancarles la cabeza y tuvo que tensar los músculos y clavarse las uñas en las palmas para poder contenerse.
Cerró la puerta de un fuerte golpe y esbozó una mueca de inconsciente desagrado mientras giraba la cabeza hacia el gesto de asombro de Lali.
Era la primera vez que ella le veía el rostro desde que comenzó el ataque y le sostuvo la mirada con conmocionada sorpresa.
Lali le había visto envuelto en un buen número de de situaciones peliagudas: cuando hirieron a su sobrino Yeyo, cuando su padre fue hospitalizado con un ataque cardíaco, o cuando su sobrino menor casi murió en un accidente varios años antes. Pero nunca le había visto así. La furia que le embargaba hacía que en sus ojos titilaran llamas. Su atractivo rostro estaba deformado por la ira y la violencia era palpable en las duras líneas de sus rasgos.
—Vístete —gruñó él con voz de trueno.
Lali se puso en movimiento antes de que él terminara de hablar.
Abrió los cajones del tocador y cogió todo lo necesario en sólo unos segundos. Dos minutos después estaba sentada en el borde de la cama atándose los cordones de las zapatillas.
Peter, a su lado, se había tomado más tiempo para vestirse en un vano intento por controlar la rabia que refulgía en sus pupilas.
Todavía tenía las botas desatadas cuando se dispuso a revisar el seguro de la Glock.
Tras cargar el arma, se sentó y se ató el calzado de combate. Se levantó y se acercó a la mesilla, donde había dejado un paquete con munición adicional, y se lo guardó en el bolsillo de atrás.
—Si piensas salir de caza esta noche, te acompañaré —le advirtió ella poniéndose en pie. Se acercó al tocador y recogió el neceser con los productos de maquillaje que se había caído detrás del televisor. Luego golpeó la superficie con frustración, antes de levantar la vista al espejo con los ojos brillantes.
Estaba completamente lívida.
Buscó a Peter en el reflejo y le sostuvo la mirada mientras se hacía una coleta con los ojos entrecerrados.
—Tengo algo diferente pensado para esta noche —le aseguró él.
Lali intentó controlar un estremecimiento al oír el sonido de su voz. Un tono brusco y cruel que le indicó que la furia que emanaba de Peter en oleadas podía explotar en cualquier momento.
—Todavía no pareces tú mismo. —Lali tragó saliva, aterrada al pensar que él pudiera perder el lógico y racional control que le caracterizaba si se enfrentaba a los asaltantes—. Pareces dispuesto a matar, Peter. Rara vez había visto esa mirada en tus ojos.
Él no apartó sus fríos y dominantes ojos de ella en ningún momento.
—Yo... —Lali se metió las manos en los bolsillos del pantalón—. No quiero que por mi culpa hagas algo de lo que te puedas arrepentir.
El corazón de la joven estaba a punto de desbocarse. El pánico que había sentido ante el hecho de que Peter resultara herido o algo peor, se había transformado en miedo a que perdiera el control de forma irremediable.
—Estoy bien. —Peter se pasó las manos por el pelo y esbozó una mueca de disgusto.
—Peter...
—Estoy bien, Lali —repitió con voz aguda—. No voy a matar a esos cabrones por mucho que desee hacerlo. Y si quieres estar allí para el interrogatorio, será mejor que te muevas. No quiero perder la oportunidad de averiguar quiénes son antes de que Yeyo les rebane el pescuezo.
Sin más, se dio la vuelta y salió del dormitorio. Se movía como un depredador al acecho, envuelto en un aire de peligro que no contribuía en nada a que ella se tranquilizara.
Peter era plenamente consciente del miedo y la preocupación de Lali. Tenía un instinto muy agudo y la conocía demasiado bien. Sabía que no se iba a calmar sin más, igual que sabía que ahora mismo era él quién le preocupaba.
Ya se ocuparía de eso más tarde. Ahora tenía que concentrarse porque el miedo que veía en el rostro de Lali era una amenaza más a su autocontrol.
Entró en la suite anexa y se acercó amenazadoramente a los dos hombres inconscientes que estaban atados en las sillas.
—¿Quiénes son? —Dirigió la pregunta a su sobrino, que todavía ocultaba el rostro tras el pasamontañas. Sus ojos eran más oscuros que los suyos, pero la cólera los hacía brillar de la misma manera.
—Este es John Frackle. —Golpeó con la palma de la mano la cabeza del primer hombre, todavía inconsciente.
John Frackle medía aproximadamente un metro ochenta. Tenía el pelo castaño y cortado al uno. Un trozo de cinta aislante gris le cubría la boca, amordazándole de manera eficaz por si acaso se despertaba.
Algo que iba a ocurrir en breve, sin duda. Peter se prometió a sí mismo que tan pronto como recuperara la consciencia, o comenzaba a cantar todo lo que sabía o se quedaría mudo de por vida. No tendría la oportunidad de volver a hablar de nuevo.
—Frackle ha salido y entrado de distintas cárceles en multitud de ocasiones. —Yeyo señaló el ordenador en el que Agus estaba buscando información—. Parece que le gusta trabajar para gusanos con fijación por las mujeres bonitas. Si no son vírgenes cuando las secuestra, no le importa violarlas antes de entregárselas a sus clientes.
Peter volvió lentamente la mirada hacia Frackle y curvó los labios con anticipación.
—Matarle va a ser entretenido —dijo arrastrando las palabras.
Lali se estremeció al oír la promesa implícita en su voz.
—¿Y quién es su amigo?
—Se trata de Marco Fillipini. Lo más divertido es que creo que no sabe quién es en realidad su socio. Le conozco un poco, me lo he tropezado alguna vez en Francia. Tardaré algo de tiempo en obtener su historial completo, pero creo que podríamos tener «consideración» con él y, si colabora, tratarlo con un poco más de suavidad. — Yeyo le dio un golpe todavía más fuerte del que le había dado a Frackle.
Los dos hombres eran musculosos y parecían bien entrenados. Resistirían bien el dolor cuando estuvieran conscientes, pero Peter se aseguraría de que sufrieran durante todo el proceso del interrogatorio.
—Estaban en la fiesta —informó Agus desde su puesto en el ordenador—. Trabajan con el mismo equipo que asaltó la casa de Lali. Por lo que he visto hasta ahora, está compuesto por mercenarios, aunque Frackle y Fillipini alcanzaron hace años cierto grado de poder en la organización de Carlos.
Peter arqueó una ceja mirando a Frackle y luego desvió la vista hacia Fillipini. Cerró los puños otra vez. La necesidad de hacerles sangrar era casi tan fuerte como la lujuria que le atormentaba cuando Lali estaba presente.
Aquella constatación era sorprendente. Jamás se había visto tan afectado por nada que le hubieran hecho a un miembro de la Unidad, excepto en lo que concernía a su sobrino. Se había enfurecido cuando atacaban y herían a sus hombres, pero jamás había experimentado ese nivel de violencia.
—Alguien les proporcionó unos bonitos juguetes —dijo Yeyo a su espalda—. Les llevó menos de tres segundos saltarse el sistema de seguridad que instalamos en la suite.
Peter asintió brevemente con la cabeza.
—Su jefe tiene que disponer de tanto dinero como sospechamos y contactos con algún ejército. Es la única manera de que haya podido hacerse con la tecnología necesaria para neutralizar nuestro sistema de seguridad. —Apretó los labios sin dejar de mirar a los dos hombres.
—Tecnología que sólo está disponible en unos pocos países aparte de América —señaló Vico—. Sabes que no se puede encontrar en cualquier parte, Peter.
—Soy más que consciente de ello. —La voz fría y sin emoción fue como un sibilante susurro de muerte.
—Quiero expedientes completos de cada uno de ellos —ordenó a Agus—. Todo. Quiero saber con quién se relacionan, para quién trabajan. Quiero conocer cada segundo de sus vidas.
—Así será —prometió Yeyo.
Lali conocía muy bien a Yeyo y su forma de trabajar. Aquella información, si existía, estaría disponible casi de inmediato.
Peter se giró justo entonces y rodeó la cintura de Lali con el brazo, llevándola con él de regreso a la suite. Daría a los dos hombres tiempo suficiente para recuperar el conocimiento y luego les mantendría despiertos cuantas horas fueran necesarias. Conocía todo tipo de métodos para interrogarles y acabarían por facilitarle las respuestas que necesitaba, pero no quería que Lali estuviese presente.
No quería que ella viera lo peor de él. En los años que había estado en la base jamás le había visto interrogar a un enemigo, ni matarlo en el proceso. Y ahora podía ocurrir.
Se podía afirmar que Frackle y su socio habían firmado su sentencia de muerte cuando fueron a por él e intentaron secuestrar a Lali. Se prometió a sí mismo que si no hablaban, si no le daban las respuestas que quería, no volverían a tener la oportunidad de amenazar a nadie más... Nunca.

Continuará... 

30 comentarios:

  1. haaaaaaaaaaaaaay quiero mas mas maaas

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  2. ME ENCANTA MAS MAS MAS
    @DaniiVasqueez

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  3. Mucha adrenalina!Muy buena!

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  4. Wow!! Me encanta toda la acción y adrenalina de esta nove!!! Más!!

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  5. me encanta lo buena que se pode cada vez gracias por seguir subiendo!!! @lauvillegas

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  6. lo ameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
    maaas
    @RochiMyWorld_

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  7. Quiero el siguiente, por favor!

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  8. Quiero saber como sigue!

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  9. TERRIBLE CAPITULO! Quiero el próximo

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  10. ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    QUIERO SABER K VA PASAR.

    MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

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  11. PETER Y LALI reaccionaron a tiempo sino las cosas iban a terminar muy mal.

    PETER esta muy enojado y no puede disimular y eso a LALI le asusta no kiere k haga cosa k despues se arrepienta.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOO

    MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

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  12. PETER ojaal pueda averiguar todo para asi poder librarse ya de esas personas k quieren secuestrar a LALI.

    LALITER

    OJALA PUEDAS SUBIR MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEE

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  13. wooww

    Mas nove!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  14. Me encantoo!! Quieroo más más, igual no me gusta un peter sin piedad jajajaja, Esperero maás GrCIAS

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  15. mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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  16. me encanta masssssssssssssss

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  17. quiero mas
    es un guerrero peter
    amo como defiende a lali
    beso

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  18. naaaaa , me encanta :L amo cuando peter trata de proteger a Lali , es un tierno :$
    mas noveeeeeeeeeeeeeeee

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  19. Ohh Peer me encanta en esta novela... Seguiilaa

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  20. Nunca me imagine que fuera a pasar una cosa a si en el hotel pensé que iba a ser en algún lugar publico. Peter esta sacando su lado de fiera con quien quiera hacerle daño al amor de su vida y esta dispuesto a protegerla pase lo que pase!!!
    Saludos buen inicio de semana!!!
    @Titel842

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  21. me encantooo quiero otro yaaaaaaaaaaaaaaa

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  22. o.o a la miercoles! @LuciaVega14

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