+ comentarios = + capítulos (? si hay comentarios antes de que me vaya a dormir subo más chicas :))
Le despertó la certeza de que algo no estaba bien. Un
sonido, una sensación, un cambio en el aire fuera de lo normal.
Algo aterrador amenazaba a Lali.
Había tenido la prudencia de meter la Glock debajo de
la almohada antes de dormirse, en vez de dejarla en la mesilla de noche.
Capítulo
42
Lali tenía la cabeza apoyada en uno de sus hombros y
él la rodeaba con el brazo. Deslizó el otro lentamente bajo la almohada y curvó
los dedos sobre la culata de la pistola. Notó que la joven cambiaba de posición
y se ponía de lado para liberarle el brazo inmóvil, que deslizó oculto por las
sábanas.
Ella estaba despierta y preparada para actuar. Lali
había huido durante demasiados años antes de entrar en la Unidad y aquella
clase de instinto no moría nunca.
Peter se guió por sus sentidos y aguzó el oído, intentando
discernir dónde estaba el origen del peligro. Había tenido la precaución de
dejar encendida la lámpara de la sala. El resplandor que se colaba por debajo
de la puerta había aclarado tenuemente la penumbra en el dormitorio, pero ahora
todo estaba oscuro; alguien había apagado la luz permitiendo que el peligro
rondara silenciosamente en el dormitorio sin alertar a nadie.
Debió de ser el clic de la puerta lo que les despertó.
En vez de moverse como habría hecho en otro tiempo,
Peter se mantuvo quieto. Escuchó atentamente y entrecerró los ojos para tratar
de ver lo que ocurría a su alrededor.
Allí estaban. Dos débiles manchas oscuras se movían
sigilosamente entre las sombras.
Tenía que encontrar la manera de dejar a los dos
intrusos fuera de combate al mismo tiempo o, por lo menos, deshacerse de uno
antes de que el otro pudiera reaccionar. Y, por supuesto, rezar para ser lo
suficientemente rápido como para evitar las balas.
Las dos sombras se acercaron y tomaron posiciones
apuntándole a él con sus armas, no a Lali.
Casi sonrió de satisfacción. Estaban tratando de
deshacerse de él, de dejar a Lali desprovista de apoyo y protección. Sin
esperanza. Pero eso no ocurriría. Sin importar lo que le pasara a él, sus
hombres jamás permitirían que se la llevaran.
Además, Peter no tenía intención de permitir que se
libraran de él con tanta facilidad.
La tensión en el cuerpo de Lali era evidente. Estaba
preparada para actuar y casi a punto de sucumbir al pánico. Sentía el furioso
galopar de su corazón en la espalda que tenía pegada contra el pecho. Sabía que
en aquel momento de peligro la adrenalina surcaba sus venas a toda velocidad.
Le apretó la mano sobre la cadera.
Estaba a punto de ocurrir. Lo notaba en los huesos.
Las armas de los desconocidos le apuntaban y no tardarían ni un segundo en
abrir fuego. Pero ahora él sabía dónde estaban esos hijos de perra. Los dos.
Sabía cuál era su plan: uno se desharía de él y el otro se llevaría a Lali.
Dudaba que tuvieran pensado matarla.
Se le estaba acabando el tiempo.
Peter observó por el rabillo del ojo cómo las sombras
se movían otra vez y supo que, definitivamente, ya no le quedaba ni un segundo.
Entonces, como si el instinto de Lali fuera fiel
reflejo del suyo, ambos rodaron fuera de la cama al mismo tiempo; justo cuando
los desconocidos disparaban sus pistolas con silenciador con un leve sonido
explosivo que, sin embargo, resonó en la estancia.
Aprovechando la confusión, Peter fue a por el primer
asaltante. Le golpeó en la cabeza con la culata de la pistola y lo escuchó
caer. Luego se dio la vuelta a toda prisa rezando para haberle dejado fuera de
combate el tiempo suficiente y buscó entre las sombras al segundo intruso.
—No enciendas la luz —gruñó, al intuir que Lali se
acercaba a la lámpara—. Métete detrás de algún mueble.
Protección. Lali tenía que estar protegida. Esa era la
razón que impulsaba cada uno de sus actos.
Ahora necesitaba oscuridad. Una luz le cegaría y le
dejaría indefenso durante unos preciosos segundos. Le daría a su asaltante una
ventaja y quizá la oportunidad de hacer lo que pretendía: matarle.
Entrecerró de nuevo los ojos y taladró las sombras con
la mirada mientras rodaba hacia otro lado, atrayendo hacia sí los disparos y
alejándolos de Tehya.
Descartó el arma y se lanzó a por el segundo atacante.
La furia en su interior era como una fiebre que inundaba su cuerpo, que hacía
arder su mente, que inyectaba más adrenalina en sus venas.
Estúpidos cabrones, pensó. Si a él se le ocurriera
entrar en un dormitorio en penumbra, llevaría como mínimo unas gafas de visión
nocturna. Jamás se habría encontrado tan ciego como su presa.
Una variación en las sombras le hizo ponerse alerta.
Se lanzó a un lado y rodó al tiempo que unos
relámpagos rojos como la sangre iluminaban la oscuridad. Sin perder un segundo,
se abalanzó sobre el intruso y le clavó el puño en los riñones. Ignoró sus
gritos y le aplastó la mano contra el suelo con intención de arrancarle el
arma.
—¡Hijo de perra! —Peter consiguió golpearle en la
entrepierna con la rodilla al tiempo que su adversario apretaba el gatillo.
Una punzada en el costado le hizo gruñir de dolor,
pero, aun así, estrelló el puño en la mandíbula del agresor y aprovechó el
momento para arrancarle el arma de la mano y arrojarla al suelo.
Justo en ese instante se abrió de golpe la puerta y la
estancia se inundó de suficiente luz como para cegarle durante un segundo.
—Quietos. —Era la voz de Vico, fría y letal, indicando
a los intrusos que estaban perdidos.
Peter no titubeó. Se levantó y giró por encima de la
cama hacia donde se suponía que debía de estar Lali.
Sin embargo, la joven, en vez de haber buscado
protección detrás de un mueble, estaba terminando de anudar el cinturón de su
bata alrededor de las muñecas del primer asaltante.
Se había puesto la camisa de Peter, pero sólo tenía
abrochados dos botones sobre los pechos. Los salvajes rizos se ondulaban
alrededor de los hombros y sus ojos de gata brillaban intensamente por la furia
y el miedo.
—¿Dónde están los demás? —inquinó Peter, cogiendo los
pantalones de los pies de la cama y poniéndoselos con rapidez. Los dos intrusos
habían quedado reducidos después de que Vico se hubiera encargado del segundo.
—Ahí fuera. —Los ojos de Vico brillaban a través de
los agujeros del pasamontañas negro que le cubría la cara—. Están registrando
el pasillo y el resto de la suite.
—Lleva a estos bastardos a la suite de reserva. —La
furia que inundaba su cuerpo amenazaba con estallar. Se dio la vuelta y clavó
otra vez los ojos en Lali, que sólo era capaz de mirar al desconocido que yacía
inconsciente a sus pies.
Peter le había golpeado, pero había sido ella la que
le había dejado fuera de combate.
¿Qué demonios le había hecho pensar que Lali se
protegería detrás de algún mueble? El quería que estuviera a salvo. Como ella
misma había dicho: «la quería entre algodones». Y que Dios le ayudara porque
sabía que mientras la joven estuviera en peligro, él no tendría ninguna
posibilidad de conocer la paz.
El resto de los miembros del equipo de Peter se
acercaron cubiertos con pasamontañas negros y se ocuparon de trasladar a los
asaltantes inconscientes a la suite de al lado.
Vico, Yeyo y Agus permanecieron allí para vigilarlos,
mientras Gas, Rochi, Pablo y Mery regresaban a la suite principal.
Peter no había apartado los ojos de la puerta del
dormitorio mientras ponían a buen recaudo a los dos hombres. Apretaba los
dientes y los puños con una cólera casi incontenible.
El deseo de dejarse llevar estaba a punto de acabar
con su control. Quería arrancarles la cabeza y tuvo que tensar los músculos y
clavarse las uñas en las palmas para poder contenerse.
Cerró la puerta de un fuerte golpe y esbozó una mueca
de inconsciente desagrado mientras giraba la cabeza hacia el gesto de asombro
de Lali.
Era la primera vez que ella le veía el rostro desde
que comenzó el ataque y le sostuvo la mirada con conmocionada sorpresa.
Lali le había visto envuelto en un buen número de de
situaciones peliagudas: cuando hirieron a su sobrino Yeyo, cuando su padre fue
hospitalizado con un ataque cardíaco, o cuando su sobrino menor casi murió en
un accidente varios años antes. Pero nunca le había visto así. La furia que le
embargaba hacía que en sus ojos titilaran llamas. Su atractivo rostro estaba
deformado por la ira y la violencia era palpable en las duras líneas de sus
rasgos.
—Vístete —gruñó él con voz de trueno.
Lali se puso en movimiento antes de que él terminara
de hablar.
Abrió los cajones del tocador y cogió todo lo
necesario en sólo unos segundos. Dos minutos después estaba sentada en el borde
de la cama atándose los cordones de las zapatillas.
Peter, a su lado, se había tomado más tiempo para
vestirse en un vano intento por controlar la rabia que refulgía en sus pupilas.
Todavía tenía las botas desatadas cuando se dispuso a
revisar el seguro de la Glock.
Tras cargar el arma, se sentó y se ató el calzado de
combate. Se levantó y se acercó a la mesilla, donde había dejado un paquete con
munición adicional, y se lo guardó en el bolsillo de atrás.
—Si piensas salir de caza esta noche, te acompañaré
—le advirtió ella poniéndose en pie. Se acercó al tocador y recogió el neceser
con los productos de maquillaje que se había caído detrás del televisor. Luego
golpeó la superficie con frustración, antes de levantar la vista al espejo con
los ojos brillantes.
Estaba completamente lívida.
Buscó a Peter en el reflejo y le sostuvo la mirada
mientras se hacía una coleta con los ojos entrecerrados.
—Tengo algo diferente pensado para esta noche —le
aseguró él.
Lali intentó controlar un estremecimiento al oír el
sonido de su voz. Un tono brusco y cruel que le indicó que la furia que emanaba
de Peter en oleadas podía explotar en cualquier momento.
—Todavía no pareces tú mismo. —Lali tragó saliva,
aterrada al pensar que él pudiera perder el lógico y racional control que le
caracterizaba si se enfrentaba a los asaltantes—. Pareces dispuesto a matar, Peter.
Rara vez había visto esa mirada en tus ojos.
Él no apartó sus fríos y dominantes ojos de ella en
ningún momento.
—Yo... —Lali se metió las manos en los bolsillos del
pantalón—. No quiero que por mi culpa hagas algo de lo que te puedas
arrepentir.
El corazón de la joven estaba a punto de desbocarse.
El pánico que había sentido ante el hecho de que Peter resultara herido o algo
peor, se había transformado en miedo a que perdiera el control de forma
irremediable.
—Estoy bien. —Peter se pasó las manos por el pelo y
esbozó una mueca de disgusto.
—Peter...
—Estoy bien, Lali —repitió con voz aguda—. No voy a
matar a esos cabrones por mucho que desee hacerlo. Y si quieres estar allí para
el interrogatorio, será mejor que te muevas. No quiero perder la oportunidad de
averiguar quiénes son antes de que Yeyo les rebane el pescuezo.
Sin más, se dio la vuelta y salió del dormitorio. Se
movía como un depredador al acecho, envuelto en un aire de peligro que no
contribuía en nada a que ella se tranquilizara.
Peter era plenamente consciente del miedo y la
preocupación de Lali. Tenía un instinto muy agudo y la conocía demasiado bien.
Sabía que no se iba a calmar sin más, igual que sabía que ahora mismo era él
quién le preocupaba.
Ya se ocuparía de eso más tarde. Ahora tenía que
concentrarse porque el miedo que veía en el rostro de Lali era una amenaza más
a su autocontrol.
Entró en la suite anexa y se acercó amenazadoramente a
los dos hombres inconscientes que estaban atados en las sillas.
—¿Quiénes son? —Dirigió la pregunta a su sobrino, que
todavía ocultaba el rostro tras el pasamontañas. Sus ojos eran más oscuros que
los suyos, pero la cólera los hacía brillar de la misma manera.
—Este es John Frackle. —Golpeó con la palma de la mano
la cabeza del primer hombre, todavía inconsciente.
John Frackle medía aproximadamente un metro ochenta.
Tenía el pelo castaño y cortado al uno. Un trozo de cinta aislante gris le
cubría la boca, amordazándole de manera eficaz por si acaso se despertaba.
Algo que iba a ocurrir en breve, sin duda. Peter se
prometió a sí mismo que tan pronto como recuperara la consciencia, o comenzaba
a cantar todo lo que sabía o se quedaría mudo de por vida. No tendría la
oportunidad de volver a hablar de nuevo.
—Frackle ha salido y entrado de distintas cárceles en
multitud de ocasiones. —Yeyo señaló el ordenador en el que Agus estaba buscando
información—. Parece que le gusta trabajar para gusanos con fijación por las
mujeres bonitas. Si no son vírgenes cuando las secuestra, no le importa
violarlas antes de entregárselas a sus clientes.
Peter volvió lentamente la mirada hacia Frackle y
curvó los labios con anticipación.
—Matarle va a ser entretenido —dijo arrastrando las
palabras.
Lali se estremeció al oír la promesa implícita en su
voz.
—¿Y quién es su amigo?
—Se trata de Marco Fillipini. Lo más divertido es que
creo que no sabe quién es en realidad su socio. Le conozco un poco, me lo he
tropezado alguna vez en Francia. Tardaré algo de tiempo en obtener su historial
completo, pero creo que podríamos tener «consideración» con él y, si colabora,
tratarlo con un poco más de suavidad. — Yeyo le dio un golpe todavía más fuerte
del que le había dado a Frackle.
Los dos hombres eran musculosos y parecían bien
entrenados. Resistirían bien el dolor cuando estuvieran conscientes, pero Peter
se aseguraría de que sufrieran durante todo el proceso del interrogatorio.
—Estaban en la fiesta —informó Agus desde su puesto en
el ordenador—. Trabajan con el mismo equipo que asaltó la casa de Lali. Por lo
que he visto hasta ahora, está compuesto por mercenarios, aunque Frackle y
Fillipini alcanzaron hace años cierto grado de poder en la organización de
Carlos.
Peter arqueó una ceja mirando a Frackle y luego desvió
la vista hacia Fillipini. Cerró los puños otra vez. La necesidad de hacerles
sangrar era casi tan fuerte como la lujuria que le atormentaba cuando Lali
estaba presente.
Aquella constatación era sorprendente. Jamás se había
visto tan afectado por nada que le hubieran hecho a un miembro de la Unidad,
excepto en lo que concernía a su sobrino. Se había enfurecido cuando atacaban y
herían a sus hombres, pero jamás había experimentado ese nivel de violencia.
—Alguien les proporcionó unos bonitos juguetes —dijo
Yeyo a su espalda—. Les llevó menos de tres segundos saltarse el sistema de
seguridad que instalamos en la suite.
Peter asintió brevemente con la cabeza.
—Su jefe tiene que disponer de tanto dinero como
sospechamos y contactos con algún ejército. Es la única manera de que haya
podido hacerse con la tecnología necesaria para neutralizar nuestro sistema de
seguridad. —Apretó los labios sin dejar de mirar a los dos hombres.
—Tecnología que sólo está disponible en unos pocos
países aparte de América —señaló Vico—. Sabes que no se puede encontrar en
cualquier parte, Peter.
—Soy más que consciente de ello. —La voz fría y sin
emoción fue como un sibilante susurro de muerte.
—Quiero expedientes completos de cada uno de ellos
—ordenó a Agus—. Todo. Quiero saber con quién se relacionan, para quién
trabajan. Quiero conocer cada segundo de sus vidas.
—Así será —prometió Yeyo.
Lali conocía muy bien a Yeyo y su forma de trabajar.
Aquella información, si existía, estaría disponible casi de inmediato.
Peter se giró justo entonces y rodeó la cintura de Lali
con el brazo, llevándola con él de regreso a la suite. Daría a los dos hombres
tiempo suficiente para recuperar el conocimiento y luego les mantendría
despiertos cuantas horas fueran necesarias. Conocía todo tipo de métodos para
interrogarles y acabarían por facilitarle las respuestas que necesitaba, pero
no quería que Lali estuviese presente.
No quería que ella viera lo peor de él. En los años
que había estado en la base jamás le había visto interrogar a un enemigo, ni
matarlo en el proceso. Y ahora podía ocurrir.
Se podía afirmar que Frackle y su socio habían firmado
su sentencia de muerte cuando fueron a por él e intentaron secuestrar a Lali.
Se prometió a sí mismo que si no hablaban, si no le daban las respuestas que
quería, no volverían a tener la oportunidad de amenazar a nadie más... Nunca.
Continuará...
Quiero maaaaaaaaaaas! :)
ResponderEliminarhaaaaaaaaaaaaaay quiero mas mas maaas
ResponderEliminarME ENCANTA MAS MAS MAS
ResponderEliminar@DaniiVasqueez
me encanto el capitulo sube mas
ResponderEliminarMucha adrenalina!Muy buena!
ResponderEliminarbuenicima!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarleti
Woooow que buen cap :D
ResponderEliminarsube mas
Wow!! Me encanta toda la acción y adrenalina de esta nove!!! Más!!
ResponderEliminarme encanta lo buena que se pode cada vez gracias por seguir subiendo!!! @lauvillegas
ResponderEliminarlo ameeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarmaaas
@RochiMyWorld_
MAS MAS MAS MAS
ResponderEliminarQuiero el siguiente, por favor!
ResponderEliminarQuiero saber como sigue!
ResponderEliminarTERRIBLE CAPITULO! Quiero el próximo
ResponderEliminarME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
ResponderEliminarQUIERO SABER K VA PASAR.
MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
PETER Y LALI reaccionaron a tiempo sino las cosas iban a terminar muy mal.
ResponderEliminarPETER esta muy enojado y no puede disimular y eso a LALI le asusta no kiere k haga cosa k despues se arrepienta.
ME ENCANTOOOOOOOOOOO
MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
PETER ojaal pueda averiguar todo para asi poder librarse ya de esas personas k quieren secuestrar a LALI.
ResponderEliminarLALITER
OJALA PUEDAS SUBIR MAS NOVEEEEEEEEEEEEEEEEE
wooww
ResponderEliminarMas nove!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me encantoo!! Quieroo más más, igual no me gusta un peter sin piedad jajajaja, Esperero maás GrCIAS
ResponderEliminarPeter está muy cabreado.
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarme encanta masssssssssssssss
ResponderEliminarquiero mas
ResponderEliminares un guerrero peter
amo como defiende a lali
beso
Maasssssssss
ResponderEliminarnaaaaa , me encanta :L amo cuando peter trata de proteger a Lali , es un tierno :$
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeee
Ohh Peer me encanta en esta novela... Seguiilaa
ResponderEliminarDa miedo Peter!*Otro cap
ResponderEliminarNunca me imagine que fuera a pasar una cosa a si en el hotel pensé que iba a ser en algún lugar publico. Peter esta sacando su lado de fiera con quien quiera hacerle daño al amor de su vida y esta dispuesto a protegerla pase lo que pase!!!
ResponderEliminarSaludos buen inicio de semana!!!
@Titel842
me encantooo quiero otro yaaaaaaaaaaaaaaa
ResponderEliminaro.o a la miercoles! @LuciaVega14
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