domingo, 9 de diciembre de 2012

Capítulo 51


Cuando quieren maraton? :) pronto se termina.. Disfruten y comenten mucho chicas!! 




—Vengo a escoltarte hasta la fiesta —le comunicó con una breve sonrisa.
Ella miró detrás de él.
—¿Dónde está Rochi? —Por lo general su esposa siempre estaba a su lado.
—Nos espera en el vestíbulo con Kell y Emily —le informó—. Entraremos juntos al salón de baile.
—Supongo que ya estoy lista. —Sabía que sus ojos reflejaban tensión y que no lograba ocultar tan bien como quería la preocupación que la embargaba.
Sin embargo, aceptó el brazo que Gas le tendía y sonrió trémulamente.

Capítulo 51
El vestido susurraba a su alrededor y se deslizaba sobre su piel, recordándole las caricias del hombre que amaba y la Derringer que llevaba en el muslo. El arma estaba sujeta a un liguero diseñado especialmente para portar armas que le había regalado Peter unas Navidades, varios años atrás. “Para tu defensa personal”, le había dicho con una pequeña sonrisa.
—Actúa con naturalidad —le dijo Gas mientras se acercaban a las escaleras—. Todos ocupan sus posiciones.
Ella asintió con la cabeza. Conocía bien a Peter y su inclinación por no dejar nada al azar.
No importaba.
El pensamiento la sorprendió con la guardia baja, pero hubiera preferido que no fuera así.
Aunque era cierto, ya no importaba nada. Aquella noche dejaría de huir, aquel tormento que había provocado la muerte de su madre, la destrucción de amigos y seres queridos, terminaría allí. De una u otra manera finalizaría.
Sintió varias decenas de ojos clavados en ella cuando bajaron las escaleras. De hecho, había un buen número de invitados en el vestíbulo pululando alrededor de Rochi, Emily, Kell y el senador Richard Stanton.
Sentía la muerte más cercana que nunca, pero lo único que pudo hacer fue seguir moviéndose, esconder al hombre que iba a su lado el miedo que la atenazaba.
—¿Estás bien? —preguntó Gas cuando ya estaban llegando a la entrada de mármol.
—Sí, no te preocupes —respondió apresuradamente. Disimularía. Llevaba toda la vida fingiendo.
—Tú eres más fuerte que tus demonios, recuérdalo —le susurró él al oído mientras daban los últimos pasos—. Todos estamos contigo, La.
No hubo tiempo para más palabras. Entraron en el vestíbulo y se reunieron de inmediato con sus amigos.
Rochi lucía un vestido verde de seda a la altura de la rodilla que dejaba ver el borde de chifón de la enagua. Se había dejado el pelo suelto y entre los mechones brillaban unos pendientes de esmeraldas a juego. Era la viva imagen de la paz y la tranquilidad.
Emily, sin embargo, se había recogido el pelo trigueño en lo alto de la cabeza, dejando al descubierto la graciosa curva del cuello y los altos pómulos. La seda negra del vestido se ceñía a su menuda figura y enfatizaba los pechos. El corpiño estaba cubierto de pasamanería negra y, a partir de la cintura, la seda caía con centenares de diminutos cristales cosidos que creaban un efecto tan sutil como la tela de una araña. Gracias al vestido, los tacones, que la hacían parecer más alta, y las joyas de diamantes y zafiros que llevaba, parecía una refulgente estrella de medianoche. La compasión y preocupación en su mirada casi hicieron que a Lali se le llenaran de nuevo los ojos de lágrimas.
Las dos mujeres habían recibido una excelente educación que se evidenciaba en su gusto por el vestir, los complementos que elegían y sus exquisitos modales.
El senador Richard Stanton seguía siendo un hombre atractivo a pesar de tener casi sesenta años. Las arruguitas en las esquinas de sus ojos azules y la fuerza de su expresión le habían facilitado su carrera durante años; y ahora, él allanaba el camino en la política a su yerno. Aquélla era la razón de todos aquellos majestuosos bailes. Eran ocasiones en las que sus partidarios, socios de negocios y amigos, conocieran al antiguo SEAL y contribuyeran en su campaña política.
Lali estaba segura de que Kell sería un político maravilloso. Era un hombre incorruptible, dispuesto a tomar el mando cuando era necesario y que podía conseguir que le siguieran sin apenas esfuerzo. Además, también tenía anchas espaldas para que le resbalaran las mentiras y apartarse de ellas con eficacia.
—Estás preciosa, querida. —Richard se inclinó y la besó en la mejilla con cariño antes de darle un rápido abrazo. Un gesto muy elocuente en un ambiente donde se solía ocultar cualquier muestra de afecto.
—Gracias, senador —susurró ella, parpadeando para alejar las lágrimas.
¿Qué demonios le pasaba? Notaba un hormigueo en el estómago como si jamás se hubiera enfrentado antes al peligro, como si ese espectro de maldad no la hubiera acompañado en secreto casi toda su vida.
—Entonces ¿preparados para hacer nuestra entrada triunfal? — preguntó el senador al grupo—. La mayoría de los invitados ya están en el salón de baile y me gustaría que mi hija y mi yerno les saludaran antes de comenzar la fiesta.
Su aguda mirada se clavó en ella, y luego le ofreció el brazo.
—¿Me harías el honor de acompañarme, Lali?
La joven esbozó una pequeña sonrisa.
—Por supuesto, senador Stanton.
Entraron en el salón y, de inmediato, escucharon ráfagas de cuchicheos. Ya habían comenzado a circular los rumores preguntándose qué habría ocurrido entre Lali y su amante.
Estaban a punto de llegar a la mitad del salón cuando Rochi se acercó a ella.
—Acaban de informarnos de que ha habido cierta actividad en el portón trasero —le murmuró al oído—. Estate atenta.
Lali asintió con la cabeza, más consciente que nunca del peso de la pequeña Derringer que llevaba sujeta en el muslo.
Como arma no era demasiado eficaz, pero en distancias cortas podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Entre el cautiverio y la libertad.
Pensó con desesperación que los acontecimientos parecían precipitarse con demasiada rapidez, a pesar de que la fiesta ni siquiera había empezado oficialmente.
Los miembros de la orquesta todavía estaban ocupando sus posiciones en el estrado central y las mesas donde se serviría el buffet aún estaban vacías. Algunos hombres se agolpaban frente a la barra para pedir algún tipo de bebida y los camareros de chaqueta negra circulaban entre la gente con bandejas llenas de copas de champán.
El senador la escoltó hasta una de las mesas ubicadas junto a las puertaventanas que conducían a los jardines. Las puertas de cristal estaban abiertas y una suave brisa otoñal inundaba el salón y susurraba entre las exquisitas telas de los vestidos.
Después de una breve conversación, Emily, Kell y el senador se alejaron hacia el estrado y las dos parejas de ex agentes se sentaron en la mesa que ocupaba Lali. A pesar de que parecía que no se fijaban en nada, la joven sabía que no era así. Estudiaban con disimulo a cada uno de los invitados sospechosos.
—Señorita Rinaldi. —Aunque no era el momento más apropiado, Stephen Espósito, acompañado por su hijo, su nuera y su nieta Julieta, que venía del brazo de su misterioso novio Augusto Grant, se detuvo detrás de la silla de Gas para hablar con Lali—. He oído decir que el señor Lanzani ha desaparecido y esperaba poder hablar hoy con él. ¿Sabe cuándo regresará?
Aquello era lo que Peter había pretendido que creyera todo el mundo. Sólo las personas relacionadas con el asesino creerían que estaba muerto.
La joven sintió de nuevo un miedo paralizante, pero, consciente del interés con que la miraban, recurrió a su fuerza de voluntad para controlarse.
—No lo sé. —Se aclaró la garganta al notar que tenía la voz ronca.
—El señor Lanzani tuvo que irse de manera inesperada para atender sus negocios. —Gas se puso en pie de forma protectora y se dio la vuelta para enfrentar a los Espósito. Su tono calmado no admitía más preguntas.
—¿Mar? —Juli dio unos pasos hacia Lali y lanzó una mirada de irritación a Gas cuando éste trató de detenerla.
—Estoy bien, Juli—le aseguró Lali poniéndose también de pie y deseando poder retroceder en el tiempo, cuando su mayor preocupación consistía en conseguir que un cliente difícil aceptara un proyecto de ajardinamiento—. Supongo que la partida de Peter me ha afectado más de lo que esperaba.
Stephen la miró con desaprobación.
—Un hombre tiene que cumplir con sus obligaciones.
Su mirada rezumaba arrogancia; algo que casi formaba parte natural de su expresión. Sin embargo, según le había descrito su madre, su abuelo era totalmente diferente. Bernard había sido un hombre generoso, cariñoso y compasivo; su hermano, por el contrario, era propenso a ocultar sus emociones bajo una fría fachada.
A pesar de ello, Majo había sentido mucho cariño por su tío Stephen y por su primo Craig, aunque consideraba que éste último era demasiado altanero.
—No sabemos a ciencia cierta cuándo regresará —intervino Gas—. Creo que Mar está considerando reunirse con él en cuanto solucione los asuntos que la retienen aquí.
La mirada de Stephen, aguda como un halcón, volvió a clavarse en ella al tiempo que fruncía el ceño.
—¿Vas a marcharte? —La voz de Juli se fue apagando hasta el punto de que Lali casi se vio forzada a leerle los labios—. Antes me gustaría hablar contigo.
Al acabar la frase, le hizo una señal con los ojos indicando a la persona que tenía a su espalda.
Augusto Grant.
El parecía expectante, vigilante, y la sujetaba del brazo sin quitarle la vista de encima.
Inquieta, Lali se volvió hacia Gas con expresión firme.
—Tengo que hablar con Juli.
—Mi nieta puede esperar... —comenzó a protestar Stephen.
—Pero yo no, señor Espósito —replicó Lali.
Fuera familiar suyo o no, había vivido demasiadas experiencias para doblegarse ante el aire de superioridad que mostraba su tío. Era una de las cosas que más había irritado a su madre, el egocentrismo de Stephen.
—Juli tiene una conversación pendiente conmigo —insistió Stephen con terquedad.
Lali leyó en los ojos de su prima una cierta desesperación que la llevó a clavar los ojos fríamente en su tío abuelo.
—Creo que eso puede esperar. —Mantuvo un tono suave y miró a Gas suplicándole con los ojos que la ayudara a conseguir su propósito.
—Estoy seguro de que no les llevará mucho tiempo. —Gas observó a Augusto, intentando que obedeciera su sutil orden y dejara libre a la chica.
Lo hizo.
Soltó lentamente el brazo de Juli pero, antes de dar un paso hacia atrás, inclinó la cabeza y le susurró unas palabras al oído.
Lali observó que Juli parecía todavía más angustiada, que su mirada se oscurecía al tiempo que su novio alzaba la cabeza y retrocedía.
—Acompáñame a dar un pequeño paseo. —Tendió la mano a su prima y ladeó la cabeza para mirar a Gas—: Sólo tardaremos un momento.
Eso no impidió que las dos parejas se pusieran en pie y las siguieran hasta las puertas de cristal. Pero cuando estaban a punto de salir a los jardines, Lali se volvió hacia ellos para indicarles que las dejaran solas.
—Juli y yo necesitamos privacidad.
Gas y Pablo le sostuvieron la mirada durante un largo y silencioso momento, claramente renuentes a seguir su orden.
—Sólo serán unos minutos —les aseguró—. Os prometo que no nos alejaremos.
Al oír aquello, todos se detuvieron ante la cristalera con diferentes grados de frustración.
El frío silencio que las recibió al otro lado del cristal y que las acompañó durante su paseo, fue un bienvenido alivio.
—¿Qué ocurre? —pregunto Lali en cuanto entraron en la rosaleda, lejos de oídos curiosos.
—No lo sé. —El nerviosismo era patente en la voz de Juli—. Se trata de Augusto. —La joven la miró con lágrimas en los ojos—. Sospecho que está involucrado en algo ilegal y estoy segura de que va a tratar de obligarme a aceptar la propuesta que me ha hecho esta noche. —Se le quebró la voz—. Oh, Dios, ¿qué puedo hacer?
—¡Te advirtieron que tenías que mantener esa estúpida boca cerrada!
Lali no había visto a nadie, no había detectado ningún cambio en las sombras, pero conocía perfectamente esa voz. Había escuchado su maldad susurrada muchas veces y supo que, sin lugar a dudas, acababa de ser atrapada por sus enemigos.
Separó los labios para lanzar un grito que nunca llegó a emitir. Una pesada tela cayó sobre su cara, un fuerte olor inundó sus fosas nasales y, sólo unos segundos después, la oscuridad la envolvió.

Continuará... 

27 comentarios:

  1. haaay nonono quiero leer maaaaaaas maaas maaaaas

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  2. es GENIAAAAAL .. siempre me quedo con mucha intrigaaa

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  3. moooooooooooooooooooore :)

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  4. massssssssssssssssssssssssssss

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  5. LALI no puede eviar sentir todo ese temor sabe k cada vez estaba mas cerca de que todo acabe.

    LALI fue atrapada ojala pyedan hacer lago para k la rescaten y no le pase nada.

    ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

    MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  6. si porr favorr quiero maratonnn

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  7. MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

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  8. Que intriga todo esto.

    Juli tendra k ver en todo esto seria una decepcion para LALI.

    BUENISIMOOOOOOOOOOOOOOO

    ++++++++++++ NOVE

    MARATON ojala puedas hacerlo mañana.

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  9. No!!! Pq la prima la traiciona??' o era su objetivo cunado se acerco?? Más!!!

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  10. aiii no me podes dejar asi!!!!! quiero más nove!!!

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  11. qeqeqeqeqe!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! donde estan todos y peter qe cuernos!! haaaa pobre lali y juli qe tiene qe ver en todo esto¿? masssssssssss! :$

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  12. Maaaaaaaaas. Me encanto el cap. Besos desde Brasil

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  13. Nuevo blog con fanfics Laliters, pasarías? ¡Gracias!

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  14. Hace Ya un maraton DD: Massssssssssssssssssss

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  15. Siempre sospeche de Juli,sera q tiene q ver?

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  16. Nooooo, no me podes dejarr asii!!!!! quiero maratonn hoy ya! en este preciso momnetooo!!!!! Mala te deciann jajajaja quiero el maratopn ya porfas !

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  17. maratoon, no nos podes dejar asiiiiiiiii.......

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  18. mas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

    maraton : )

    me dejaste con mucha intriga jaja

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  19. ooooooooooh maaas no la peudes dejar ahi!!!

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  20. nooooooooo :((( Espero que Julieta sea una vistima y la hayan chantajeado e obligada a hacerlo!!
    Y tambien espero q los Esposito no tengan nada q ver con todo esto (aunque si tengo q decir la verdad siempre sospeche de ellos) y por el "novio" de Julieta desde q lo mencionaste en este capitulo, dije: << Es el >> jajaja aunq si me parece q ya sospeche de el la primera vez q aparecio, porq siempre ha sido muy raro!
    Espero el proximo y por lo de la maraton hazla cuando quieras porq yo ahora no te puedo decir <> porq no o se, porq estoy a full con el cole!
    Besos y no nos dejes asi por favor :) jajaja

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